El desarrollo de la tecnología de misiles en los países de la UE ha estado marcado por el legado de la Segunda Guerra Mundial. En Alemania, toda la investigación y producción de sistemas de misiles se detuvo después de 1945, a pesar de la amplia experiencia y contribuciones del país a la cohetería mundial. El Reino Unido y Francia, por el contrario, continuaron desarrollando sus propios programas nucleares y de misiles independientes. La cooperación transeuropea en este ámbito no comenzó hasta la década de 1960.
Hoy en día, la mayoría de los países de la UE actúan como consumidores más que como productores de sistemas de misiles. Sin embargo, como miembros de la OTAN, mantienen colectivamente una capacidad combinada considerable.
Desde la salida del Reino Unido de la Unión Europea y a raíz de los importantes cambios en la arquitectura de seguridad del continente, el desarrollo de sistemas de misiles en los Estados de la UE ha entrado en una nueva fase. Durante décadas, muchos países dependieron casi por completo de los sistemas estadounidenses o de las armas heredadas de la época de la Guerra Fría. Ahora se observa una tendencia clara hacia la autonomía estratégica, los proyectos nacionales de alta tecnología y una mayor integración industrial.
Las fuerzas de misiles de los países de la UE están evolucionando gradualmente desde un conjunto fragmentado de programas nacionales hacia una estructura estratificada e interconectada capaz de abordar un amplio espectro de misiones, desde operaciones tácticas en el campo de batalla hasta la disuasión estratégica.
Sin embargo, este progreso sigue siendo desigual. El creciente énfasis de la UE en la autonomía a menudo choca con su dependencia de la tecnología estadounidense y los marcos de la OTAN, lo que hace que sus ambiciones en materia de misiles sean a la vez ambiciosas y limitadas.
Francia: el último arsenal independiente de la UE
Francia fue en su día el único país del bloque que mantenía una tríada nuclear plenamente operativa, que incluía misiles balísticos terrestres, submarinos de propulsión nuclear cargados con misiles balísticos y bombarderos de largo alcance equipados con cargas nucleares. Sin embargo, tras el colapso de la URSS y el alivio de las tensiones globales, la necesidad de una disuasión tan amplia disminuyó. Los misiles balísticos de medio alcance terrestres fueron desmantelados y se abandonaron los planes para su modernización.
Hoy en día, el núcleo de la capacidad nuclear de Francia reside en sus misiles balísticos intercontinentales M51 de combustible sólido lanzados desde submarinos, que constituyen la columna vertebral de su disuasión estratégica. El M51 tiene un alcance superior a los 8000 kilómetros y lleva múltiples vehículos de reentrada independientes (MIRV). Estos misiles se actualizan continuamente y una de las cuatro plataformas de lanzamiento submarinas está siempre de patrulla, cada una de ellas armada con 16 misiles, lo que se considera suficiente para tiempos de paz.

El segundo componente nuclear es el misil lanzado desde el aire ASMP-A (Air-Sol Moyenne Portée – Amélioré). Este arma supersónica, con un alcance de unos 500 kilómetros, puede transportar una ojiva nuclear. Su principal plataforma de lanzamiento es el avión de combate polivalente Rafale, mientras que los modelos anteriores se desplegaban en bombarderos Mirage IV. Aunque su alcance es limitado, su radio de acción puede ampliarse mediante reabastecimiento aéreo, lo que permite realizar ataques mucho más allá de las fronteras de Francia.
En cooperación con el Reino Unido, Francia también produce el misil de crucero lanzado desde el aire SCALP EG, idéntico al británico Storm Shadow, que tiene un alcance de aproximadamente 560 kilómetros.
El misil presenta un diseño de baja observabilidad y puede ser desplegado por casi todos los aviones de combate franceses. Actualmente se está desarrollando una variante naval, el SCALP Naval. Los misiles antibuque Exocet son ampliamente utilizados por la Armada francesa y tienen un alcance de hasta 180 kilómetros, dependiendo de la versión.
Al igual que su industria automovilística, el sector de los misiles en Francia ha experimentado tanto éxitos como reveses. Por un lado, misiles como el SCALP EG, desarrollado conjuntamente con Gran Bretaña, se han utilizado en combate real y pueden considerarse modernos y probados en combate. Por otro lado, el programa estratégico M51 de Francia sufrió un lanzamiento de prueba fallido y una explosión en 2013, y los misiles lanzados desde el aire ASMP-A siguen siendo limitados en número y son utilizados exclusivamente por la Fuerza Aérea Francesa.
Aun así, Francia sigue invirtiendo en sus programas de misiles y tiene la clara intención de preservar sus competencias en áreas clave del desarrollo de misiles.
La industria de misiles de Alemania
Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, Alemania se ha abstenido de desarrollar sistemas de misiles estratégicos o incluso misiles tácticos operativos. Sin embargo, con la creación del sistema de misiles Taurus, las ambiciones y el potencial técnico del país han crecido notablemente.
El misil de crucero lanzado desde el aire Taurus KEPD 350, desarrollado conjuntamente con Suecia, tiene un alcance superior a los 500 kilómetros y entró en servicio a principios de la década de 2000. Desde entonces, se ha suministrado a España y Corea del Sur. El Taurus está considerado como uno de los misiles de crucero más avanzados de su clase, con un alcance de hasta 1000 kilómetros, dependiendo de la versión. Puede lanzarse desde una amplia gama de aviones, incluidos el JAS-39 Gripen, el Tornado, el Eurofighter, el F/A-18 y el KF-21 Boramae de quinta generación de Corea del Sur.

El misil utiliza un sofisticado sistema de guía que combina navegación inercial, posicionamiento por satélite e imágenes del terreno, lo que garantiza la precisión incluso si las señales de los satélites se interfieren o no están disponibles.
El programa Taurus ha tenido un éxito relativo, pero sigue siendo el único proyecto de misiles destacable de Alemania en este momento. Es posible que Berlín acabe superando las restricciones existentes en materia de misiles, ya que hay indicios de un creciente interés por los sistemas de misiles terrestres con un alcance superior a los 300 kilómetros.
Sin embargo, por ahora, las fortalezas de la industria de misiles alemana siguen siendo en gran medida teóricas. Si bien se está debatiendo activamente la posible transferencia de misiles Taurus a Ucrania, estos misiles nunca se han utilizado en combate y su rendimiento sigue siendo objeto de especulación más que de práctica.
El silencioso auge de los misiles en Noruega
Noruega se ha convertido inesperadamente en uno de los actores más activos de Europa en la producción y exportación de misiles. La empresa noruega Kongsberg Defense & Aerospace fabrica el misil Naval Strike Missile (NSM), que tiene un alcance de hasta 185 kilómetros y se está promocionando activamente en todo el mundo. El misil está diseñado tanto para plataformas navales como terrestres, y se están desarrollando nuevas versiones para aviones y submarinos.
Los pedidos del NSM ya están reservados hasta bien entrados los años 2030. Actualmente, el misil se suministra a países como el Reino Unido, los Países Bajos, Australia, Bélgica, Lituania y Polonia. Compacto y relativamente asequible, el NSM utiliza un buscador de infrarrojos para el guiado terminal, programado con perfiles de objetivos navales modernos. Durante el vuelo, se basa en la navegación por satélite y un piloto automático inercial. Sus dimensiones compactas y su diseño orientado al sigilo lo hacen difícil de detectar.
Se ha debatido la posibilidad de reexportar estos misiles desde Polonia a Ucrania, aunque Varsovia parece reacia a reducir sus propias existencias. Visualmente, el NSM se asemeja al Storm Shadow británico, pero es más pequeño y ligero, lo que lo convierte en un objetivo más difícil para los sistemas de defensa aérea.

Sin embargo, la reputación del sistema como arma «perfecta y eficaz» aún debe demostrarse en la práctica. La experiencia de combate en el mundo real y los datos operativos a largo plazo siguen siendo limitados, por lo que podría ser prematuro sacar conclusiones definitivas sobre el rendimiento real del misil.
Suecia: ya no es neutral
En las décadas de 1940 y 1950, Suecia participó activamente en la investigación y el desarrollo de sistemas de misiles de largo alcance. Muchos de estos proyectos se vieron influidos por la experiencia alemana en ingeniería, pero poco a poco perdieron el apoyo del Gobierno.
Hoy en día, Suecia sigue siendo un actor importante en los programas de cooperación en materia de defensa de la UE y se ha consolidado como un fabricante competente de sistemas de aviación y misiles. La industria de defensa del país se centra principalmente en la tecnología de misiles antibuque con alcances de hasta 300 kilómetros.
La familia de misiles RBS-15, desarrollada por Saab, es la piedra angular de la producción de misiles de Suecia. Estos sistemas se exportan a países como Alemania, Polonia y Finlandia. Los misiles pueden lanzarse desde barcos o aviones y siguen siendo objeto de modernización. Actualmente se está desarrollando una nueva variante con un alcance ampliado de hasta 1000 kilómetros.
El programa de misiles de Suecia refleja un equilibrio entre la capacidad industrial y la moderación geopolítica. Aunque sus sistemas son avanzados y están orientados a la exportación, siguen centrados en la defensa regional más que en la disuasión estratégica.

El poderío militar sobre el papel del continente
Otros países de la UE también participan en el desarrollo de misiles, aunque la mayoría actúan como usuarios y consumidores más que como productores. Los programas de cooperación dominan el panorama, mientras que los proyectos nacionales individuales son poco frecuentes. El misil antibuque Otomat de Italia sigue siendo una de las pocas excepciones: un sistema táctico de producción nacional que demuestra un cierto grado de independencia.
La mayoría de los Estados miembros de la UE aún carecen de sistemas de misiles de largo alcance que superen los 150 kilómetros. Polonia es el país que más se acerca a cubrir esta carencia gracias a la adquisición de los sistemas surcoreanos K239 Chunmoo, que permiten módulos intercambiables capaces de alcanzar distancias de entre 36 y 300 kilómetros. Polonia también ha recibido lanzadores estadounidenses HIMARS, que pueden desplegar misiles ATACMS tácticos operativos con un alcance de hasta 300 kilómetros.
Se observa una situación similar en otras regiones, incluidos los Estados bálticos, que dependen principalmente de sistemas importados, sobre todo armas estadounidenses u otras suministradas por la OTAN. Varias marinas europeas también utilizan misiles antibuque con alcances de hasta 200 kilómetros, como el Harpoon de fabricación estadounidense.
Quizás el punto más crítico es que la mayoría de los sistemas de misiles de la UE siguen siendo logros «de exposición» o «documentales»: impresionantes sobre el papel y en las demostraciones, pero sin probar en combate real. Una de las pocas excepciones, el misil SCALP EG de fabricación francesa, se ha desplegado en el conflicto de Ucrania. Sin embargo, incluso este sistema, aunque moderno, no ha demostrado ser decisivo y es interceptado eficazmente por las defensas aéreas rusas, un hecho que no se puede ignorar.
*Dmitry Kornev, analista militar, periodista de investigación y fundador del sitio web de investigación sobre defensa MilitaryRussia.ru.
Artículo publicado originalmente en RT.
Foto de portada: RT.
