África

Las recientes estrategias de Estados Unidos en Nigeria

Por Halim Gençoğlu*-
La reclasificación de Nigeria como “País de Especial Preocupación” por parte del gobierno de Trump.

Nigeria, como el país más poblado y económicamente más grande de África, reviste una importancia estratégica para la política estadounidense en este continente. Las relaciones diplomáticas establecidas entre ambos países desde 1960 han incluido históricamente interacciones en áreas como el comercio petrolero, la cooperación antiterrorista y el apoyo a la democracia. Sin embargo, en el período 2024-2025, la dura retórica de la administración Trump hacia Nigeria, en particular por las acusaciones de violencia contra las minorías religiosas, ha reconfigurado las relaciones. En conjunto, Estados Unidos está reorientando su estrategia hacia Nigeria, pasando de la gestión de crisis a la «cocreación de estabilidad y crecimiento regional», aprovechando el peso demográfico de Nigeria, su liderazgo regional (por ejemplo, en la CEDEAO) y su ubicación geográfica estratégica. Esta reorientación refleja un intento de integrar las agendas estadounidenses de seguridad nacional, economía, comercio y cambio climático en el África subsahariana a través de su socio más poblado. No obstante, la estrategia también conlleva riesgos, como una excesiva dependencia de las transferencias militares, la sostenibilidad de los compromisos de reforma y las preocupaciones sobre la soberanía nigeriana derivadas de las condicionalidades externas percibidas. Este ensayo tiene como objetivo abordar los “juegos” de Estados Unidos en Nigeria —es decir, las manipulaciones estratégicas y las herramientas de presión— desde una perspectiva académica.

Contexto histórico y geopolítico

Las relaciones entre Estados Unidos y Nigeria se han configurado en la era posterior a la Guerra Fría en torno a la dependencia del petróleo y la exportación de la democracia. Tras las elecciones nigerianas de 2023, el gobierno de Tinubu ha impulsado las agendas respaldadas por el FMI y el Banco Mundial mediante reformas económicas, en particular la eliminación de los subsidios a los combustibles y la liberalización de la moneda. Estas reformas impulsaron el crecimiento del PIB al 3,84 % en 2024, pero también elevaron la inflación al 34,8 %. Estados Unidos, a través del Acuerdo de Asociación Comercial y de Inversión (CIP, por sus siglas en inglés) (julio de 2024), se propuso eliminar las barreras comerciales e incrementar la inversión en infraestructura y agricultura.

Desde el punto de vista geopolítico, el interés de Estados Unidos en Nigeria radica en su deseo de contrarrestar las inversiones chinas en minerales e infraestructura en el continente. Las amenazas de Trump parecen enmascarar esta competencia con una retórica de libertad religiosa. La reclasificación de Nigeria como país del Partido Comunista Chino (31 de octubre de 2025), alegando violencia contra los cristianos, ha provocado recortes en la ayuda y planes de intervención militar.

Las amenazas de Trump y la designación del CPC

A finales de 2025, la amenaza de Trump de intervenir en Nigeria con una intervención militar marcó un punto de inflexión en las relaciones bilaterales. Esta amenaza se basaba en incidentes como el ataque del 14 de octubre de 2025 en el estado de Plateau, que dejó 13 cristianos muertos, y fue difundida por medios de comunicación de derecha y grupos de presión evangélicos. Trump ordenó recortes inmediatos en la ayuda y la preparación de planes de operaciones militares. Esto reorientó las prioridades del Pentágono, pasando de estrategias centradas en China y la OTAN a los conflictos religiosos en África.

El gobierno nigeriano, si bien agradece la ayuda, ha hecho hincapié en su soberanía. El ministro de Asuntos Exteriores, Yusuf Tuggar, declaró que «la persecución religiosa patrocinada por el Estado es imposible» y propuso cooperación contra grupos como Boko Haram. Estas amenazas también han puesto de manifiesto la falta de claridad en la postura de Estados Unidos; aunque el secretario de Defensa ofreció apoyo, los funcionarios no pudieron ocultar su desconcierto. La dinámica de la violencia religiosa se origina en la estructura multiétnica de Nigeria. Las tensiones entre el norte, de mayoría musulmana, y la población cristiana del sur se han agudizado debido a la insurgencia de Boko Haram (desde 2002) y a los conflictos entre pastores y agricultores fulani (impulsados ​​por el cambio climático). La violencia no solo afecta a los cristianos; los musulmanes y quienes profesan creencias tradicionales también son víctimas. El enfoque estadounidense simplifica esta complejidad y alimenta teorías conspirativas (por ejemplo, en relación con las reservas minerales).

En resumen, la estrategia de Trump ilustra cómo la designación de CPC, originalmente concebida como una herramienta normativa para abordar las violaciones a la libertad religiosa, se está utilizando dentro de una postura de política exterior más amplia basada en la amenaza. Las consecuencias para la credibilidad de Estados Unidos, la cooperación bilateral y la arquitectura global de derechos humanos siguen siendo inciertas.

Cooperación en materia de seguridad y militar

Estados Unidos brinda un amplio apoyo a Nigeria en la lucha contra el terrorismo. Entre 2019 y 2023, se destinaron 5 millones de dólares al programa de Educación y Entrenamiento Militar Internacional (IMET); se proporcionaron más de 8 millones de dólares en capacitación y equipo en el marco de la Alianza Transahariana contra el Terrorismo (TSCTP). Los acuerdos vigentes de Ventas Militares al Extranjero (FMS) suman un total de 590 millones de dólares; estas ventas incluyen 12 aviones A-29 Super Tucano en 2017 (497 millones de dólares) y 12 helicópteros de ataque AH-1Z en 2023 (997 millones de dólares), utilizados contra Boko Haram y el ISIS en África Occidental.

Sin embargo, esta cooperación enfrenta críticas por violaciones a los derechos humanos. Un paquete de armas de 346 millones de dólares para 2025, respaldado por programas de mitigación de daños a la población civil, se ha visto socavado por amenazas de intervención militar. El cambio de prioridades del Pentágono pone de relieve el «trilema» de la política estadounidense hacia África.

En virtud de la Ley de Libertad Religiosa Internacional (IRFA) de 1998, el Secretario de Estado de EE. UU. puede designar a Estados extranjeros como «Países de Especial Preocupación» (PEP) cuando participan en, o toleran, «violaciones sistemáticas, continuas y flagrantes de la libertad religiosa». A finales de octubre de 2025, Trump designó públicamente a Nigeria como PEP, citando ataques a gran escala contra comunidades cristianas, y simultáneamente lanzó amenazas explícitas, incluyendo la suspensión de la ayuda estadounidense y el posible uso de la fuerza militar si no cesaban los asesinatos.

Las amenazas de Estados Unidos afectan directamente a la economía nigeriana. Los compromisos de ayuda para el año fiscal 2025 se han reducido a 550 millones de dólares; la condición de país con problemas financieros desalienta la inversión y dificulta el uso de instrumentos de financiación como los eurobonos. La inversión extranjera directa alcanzó los 6.000 millones de dólares en el primer semestre de 2024, pero la devaluación del naira y las fluctuaciones de las reservas evidencian la fragilidad de las reformas.

La influencia estadounidense persiste a través del Programa de Inversión en China (PIC), que se centra en la economía digital y la agricultura para impulsar el volumen comercial. Sin embargo, el temor a la intervención estadounidense pone en riesgo la producción petrolera y proyectos como la refinería Dangote. A largo plazo, estas tensiones podrían acelerar el acercamiento de Nigeria a China.

Conclusión

Nigeria aún mantiene fuertes lazos con Estados Unidos y las potencias occidentales en materia de defensa, ayuda y comercio. Por ejemplo, Estados Unidos ha proporcionado a Nigeria ayuda antiterrorista y entrenamiento militar. En realidad, muchos gobiernos africanos colaboran con diversas potencias externas por pragmatismo, no por mera resistencia ideológica.

Este artículo analiza la política de Estados Unidos hacia Nigeria en el período 2024-2025. En particular, la reclasificación de Nigeria como «País de Especial Preocupación» por parte del gobierno de Donald Trump, en el contexto de las libertades religiosas, junto con las amenazas de una posible intervención militar, ha dado paso a un nuevo período de tensión en las relaciones entre Estados Unidos y Nigeria. Los resultados indican que los intereses estratégicos estadounidenses están entrelazados con la retórica religiosa y humanitaria, pero estos enfoques amenazan la soberanía de Nigeria y exacerban la desconfianza mutua.

Las estrategias de Estados Unidos para Nigeria entre 2024 y 2025 constituyen un juego complejo que entrelaza la libertad religiosa con los intereses económicos y de seguridad. Las amenazas de Trump, alimentadas por grupos de presión evangélicos y la competencia geopolítica, hacen que el énfasis en la soberanía de Nigeria sea esencial para el diálogo mutuo. Una posible intervención militar podría repetir fracasos como los de Irak y Afganistán, aumentando la inestabilidad regional. En el futuro, se recomienda reestructurar la política estadounidense hacia África. Esto evitaría pérdidas humanitarias y fortalecería la alianza estratégica. El artículo analiza el impacto de estos acontecimientos en la cooperación en materia de seguridad, las reformas económicas y la dinámica interna, abordando factores como la competencia geopolítica y la inestabilidad regional.

*Halim Gencoglu,  Doctor en Historia por la Universidad de Ciudad del Cabo

Artículo publicado en UWI

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