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Lula y Trump en Malasia: el doble tablero geopolítico de Brasil

Por Tomas Merani*. –
El presidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva se reunió el domingo 26 de octubre con el presidente de Estados Unidos Donald Trump en Kuala Lumpur, Malasia, al margen de la cumbre de la Asociación de Naciones de Asia Sudoriental (ASEAN).

La reunión trasciende la búsqueda de una solución a los aranceles del 50% aplicados por Estados Unidos contra las exportaciones de Brasil y representa la política exterior del país sudamericano, de apariencia contradictoria, en el marco del reordenamiento global.

“Me propuse decirle al presidente Trump que el hecho de que tengamos diferentes posiciones ideológicas no impide que dos jefes de Estado traten la relación con mucho respeto”, dijo Lula da Silva al finalizar la reunión, en un tono que busca marcar la importancia de la diplomacia brasilera en el nuevo escenario mundial.

Donald Trump dijo: “Siempre hemos tenido una buena relación y creo que continuará así”.

El estadounidense interrumpió la distención de la reunión cuando habló del expresidente de Brasil, Jair Bolsonaro: “Él siempre me gustó. Me siento muy mal por lo que le pasó”. Ante la pregunta de un periodista sobre si el tema sería abordado en la reunión, respondió: “No es asunto tuyo”.

Donald Trump impuso aranceles como represalia por la justa condena del Supremo de Brasil a Jair Bolsonaro por el intento de golpe de Estado tras perder las elecciones de 2022, hecho similar al asalto al Capitolio apenas un año antes.

Uno de los puntos más destacados de la reunión fue el ofrecimiento como mediador de Lula da Silva en torno al conflicto entre Estados Unidos y Venezuela, marcado por el despliegue militar del Comando Sur en el Mar Caribe.

La carrera por las tierras raras

Estados Unidos está interesado en los Elementos de Tierras Raras (ETR), un conjunto de 17 componentes químicos. Junto a los minerales críticos, son esenciales para el cambio de matriz productiva, la nueva aparatología bélica, las turbinas eólicas marinas para la generación de electricidad, los módulos satelitales, la transición energética y la robótica.

Los insumos son fundamentales para fabricar aviones de combate, misiles, drones, vehículos eléctricos, centrales nucleares, microprocesadores y pantallas de televisores.

La República Popular China extrae el 70% de los ETR a nivel mundial y además produce el 90% del suministro global. El resto de los países que poseen reservas importantes son Vietnam, Rusia y Brasil, miembros de los BRICS+, el bloque de países de proyecto alternativo al unipolarismo unilateralista.

El gigante asiático domina más del 80% del procesamiento global de estas tierras raras y a lo largo del año aplicó una serie de restricciones y controles en las exportaciones del recurso. Las normativas vigentes son incluso extraterritoriales para productos que fueron fabricados con el uso de la tecnología china.

Pekín llevó adelante estas medidas con un doble objetivo: por un lado, proteger su seguridad nacional e industrial y, por el otro, para controlar la cadena de valor del recurso estratégico y usarlo como una palanca y herramienta geopolítica frente a occidente en medio de la guerra comercial iniciada por Donald Trump.

Frente a este obstáculo la estrategia imperialista de Estados Unidos encuentra en América del Sur un ancla energética en occidente mientras Oriente Medio es inestable y, en algunos casos, está próximo a China.

Foto: Brasil de Fato

“No hay veto sobre ningún tema. No existe ningún tema prohibido para que un país del tamaño de Brasil hable con un país del tamaño de Estados Unidos. Podemos discutir desde Gaza hasta Ucrania, desde Rusia hasta Venezuela, materiales críticos, minerales, tierras raras. Cualquier tema”, dijo Lula da Silva dos días antes de la reunión con Donald Trump.

“Si quiere discutir el tema de los minerales críticos, las tierras raras, si quiere discutir el etanol, el azúcar, no hay problema. Soy una metamorfosis andante en la mesa de negociaciones. Pon lo que quieras, estoy dispuesto a discutir todos y cada uno de los temas”, insistió el presidente Brasil al finalizar la reunión.

Aunque se desconoce si el tema de los Elementos de Tierras Raras fue tratado, lo cierto es que es una variable importante en la mesa de negociaciones.

Estados Unidos lleva adelante una estrategia de redespliegue de su poderío a nivel mundial como respuesta a la propia declinación de su hegemonía frente a la emergencia de nuevos polos de poder en la reconfiguración del orden mundial.

La estrategia es aplicada en América Latina a través del regreso de la Doctrina Monroe, la política exterior de Estados Unidos inaugurada en 1823 y aplicada como base ideológica de las intervenciones en la región, en especial contra los gobiernos populares durante el siglo XX.

La nueva Doctrina Monroe tiene entre sus principales ejes el interés arrasante y explícito por el saqueo de los recursos naturales, sobre todo en Sudamérica.

Esta estrategia de Estados Unidos, con cada vez mayor violencia, saca la venda de los ojos a muchos y exhibe la continuación de las lógicas de dominación imperial propias del siglo XX, al mismo tiempo que marca la relación entre centro y periferia que perpetúa las relaciones de poder desigual, extractivista y de beneficio único.

En este caso, Brasil y Malasia anunciaron la creación de una empresa conjunta para la producción de semiconductores. La alianza permitirá reactivar la industria brasileña de chips y posicionar al país en la cadena global de semiconductores, dijo la ministra de Ciencia, Tecnología e Innovación Luciana Santos.

Hace una semana Estados Unidos anunció un acuerdo estratégico con Australia para emplazar plantas de suministros de Elementos de Tierras Raras.

Los dos hechos permiten observar el intento, tanto de occidente como del Sur Global (a excepción de China) por formar cadenas de valor alternativas a Pekín en el tratamiento de minerales críticos y Elementos de Tierras Raras.

Una cuestión no menor es que, incluso si logra obtener el control, Estados Unidos necesitaría un tiempo considerable para desarrollar una cadena de suministro alternativa. Cada vez que lo intentó, junto a Europa, enfrentó problemas de escala y brechas de conocimiento respecto a Pekín.

Esta cuestión pone de relieve una situación innegable: aunque Estados Unidos intente correr del medio a China en la geopolítica de Sudamérica, lo cierto es que no tiene un proyecto superador para ofrecer. Ello explica en parte por qué antes vendía a los países del Sur Global una supuesta modernización, mientras que en la actualidad recurre a la amenaza como principal herramienta.

Por el lado de Brasil, una primera aproximación arroja que trata de formar parte de esa futura cadena de suministro. Un punto fundamental será el rol que ocupará en ese escenario: si solo provee la materia prima o desarrolla la producción de valor agregado.

Esta posición ambivalente configura parte de la política exterior de Brasil. Incluso el acuerdo con Malasia da cuenta de que no es el único país con este lineamiento.

Porque Brasil juega otro partido desde el multilateralismo. El hecho de que sea un integrante de los BRICS no impide que desarrolle otro tipo de estrategias particulares por fuera del proyecto alternativo.

De todas formas, aunque la estrategia ambivalente sea consecuente con su lineamiento geopolítico, Brasil juega en una línea delgada en medio de un escenario cambiante.

Bajo esta misma lógica, quedaría descartada la hipótesis de que Brasil es la carta de Estados Unidos para interferir en los BRICS.

La proyección de Brasil: Sudamérica y el multilateralismo

Más allá de los aranceles y los recursos naturales, lo llamativo de la reunión fue la imagen de Lula da Silva junto a Donald Trump.

Brasil intenta proyectar su emergencia a nivel mundial mientras apoya su estrategia en la defensa del multilateralismo, orden del que sería su principal representante.

El hecho de que la reunión haya ocurrido en Malasia, al margen de la cumbre del ASEAN, simboliza que Brasil tiene la capacidad para abrir nuevos mercados y tejer relaciones estratégicas sin abandonar el vínculo con Estados Unidos.

Dentro de los BRICS, esta estrategia está representada en la imagen de Brasil como el actor más cercano a occidente, tanto en términos de acuerdos como de geografía, y por lo tanto, la proyección de un rol de “moderación” capaz de establecer relaciones con los representantes de distintos proyectos.

En ese rol está inscripto el ofrecimiento de Lula da Silva de mediar el conflicto entre Venezuela y Estados Unidos, marcado por el despliegue militar del Comando Sur en el Mar Caribe.

Lula da Silva reivindicó el grupo de amigos creado en 2003: “Elegimos para participar a Colin Powers, que era secretario de Estado de Estados Unidos y amigo mío, y pusimos a España, que fue el primer país que reconoció al golpista que tomó posesión en lugar de Chávez”.

Al mismo tiempo, dijo: “Recuerdo a Fidel Castro como si fuera ayer diciendo: «Estás entregando a Venezuela al imperialismo». Dije: «Oh amigo, te cuento. Estoy haciendo una negociación. Estoy creando un grupo de amigos de la democracia venezolana, no el grupo de amigos de Chávez, para tener una conversación y fortalecer la democracia»”.

Foto: https://www.gov.br

“En una democracia, se necesitan personas que tengan la respetabilidad de la oposición. No se trata solo de hablar con una parte. Y creo que es posible encontrar una solución en Venezuela si existe la posibilidad de negociación y también porque Brasil tiene interés que no haya guerra en América del Sur”, agregó.

En cuanto al último argumento esgrimido por Lula da Silva, hay que resaltar el carácter golpista, antidemocrático y subordinado a los intereses imperialistas de la oposición de Venezuela. De todas formas, el rechazo de María Corina Machado a la mediación de Brasil indica que son procesos diferentes.

Por otro lado, la propuesta de Lula da Silva es funcional a la estrategia de Washington de sentar a negociar al Gobierno de Nicolás Maduro debido a su propio despliegue y amenaza militar a través del Comando Sur.

También omite la gravedad de los bombardeos contra lanchas de pescadores en el Mar Caribe bajo la excusa del narcotráfico, proceso que ya mató a 60 personas y sirve como justificación de la injerencia de Estados Unidos en la región.

La estrategia de Brasil parece responder más a su proyección como representante de Sudamérica y deriva de la concepción misma del MERCOSUR como un bloque propio y no en términos de sinergia y cooperación entre países.

Cabe recordar que Brasil mantiene una posición de “neutralidad”, en los hechos funcional a Washington, respecto al conflicto entre Venezuela y Guyana por la región del Esequibo. Este es otro ejemplo de la visión de Itamaraty, destinada a obturar el desarrollo de Venezuela en el marco de la producción del petróleo.

La polarización de la política brasilera

La estrategia de Lula da Silva de esperar a recibir el llamado de Donald Trump, y no al revés, funcionó, aunque el equipo brasilero trabajó para que ello ocurra. Basta observar el encuentro “casual” entre ambos mandatarios en la 80° Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU) en Nueva York.

También le sirvió que el encuentro haya ocurrido en una situación de distensión, en especial después del intercambio de críticas por la aplicación de los aranceles, y los elogios de Donald Trump hacia su figura.

Sin embargo, lo más beneficioso para Lula da Silva fue mostrar que también puede establecer una relación y obtener la legitimación del presidente de Estados Unidos, un “privilegio” que para la oposición sólo pertenecía a Jair Bolsonaro.

No fue casualidad que la reunión ocurriera casi de forma simultánea al anuncio de la nueva candidatura presidencial por parte de Lula da Silva para las elecciones del 2026, hecho del que se disculpó porque ocurrió en Malasia y no en Brasil.

De igual manera, se espera una nueva elección polarizada entre el proyecto encarnado por Lula da Silva desde el liderazgo del Partido de los Trabajadores (PT) y la derecha, en proceso de reordenamiento tras la condena contra Bolsonaro.

Tomas Merani* Miembro del grupo editorial de PIA Global

Foto de portada: gov.br

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