En este escenario, Indonesia aparece como un interlocutor privilegiado y posible mediador en la conflictiva península coreana, un papel que podría redefinir las relaciones intercoreanas y el equilibrio diplomático en la región.
La reciente visita del ministro de Relaciones Exteriores de Indonesia, Sugiono, a Pyongyang, por invitación de su homóloga norcoreana Choe Son-hui, constituye el primer viaje de un alto funcionario indonesio al país en más de una década. La visita coincidió con la conmemoración del 80° aniversario de la fundación del Partido de los Trabajadores de Corea, ocasión en la que Sugiono encabezó una delegación indonesia al desfile militar celebrado en la capital norcoreana.
Según el comunicado del Ministerio de Relaciones Exteriores de Indonesia, durante las conversaciones bilaterales se discutió el deseo de Yakarta de “facilitar un compromiso más estrecho entre Corea del Norte y los miembros de la ASEAN”, principalmente a través del Foro Regional de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ARF).
Este gesto diplomático, más allá de su simbolismo, refleja la aspiración de Indonesia de reafirmar su autonomía diplomática y posicionarse como mediador en un orden internacional fracturado, en el que el Sudeste Asiático busca mantener su independencia frente a las presiones de las potencias globales.
Indonesia como puente entre Pyongyang y la ASEAN
El interés norcoreano en acercarse a la ASEAN a través de Indonesia no es casual. Pyongyang ha comprendido que el Sudeste Asiático representa una plataforma ideal para diversificar sus alianzas diplomáticas, especialmente en un momento en que las sanciones occidentales y el cerco geopolítico buscan aislarlo.
Corea del Norte es actualmente el único país de Asia Oriental no representado en el mecanismo “ASEAN Plus Three”, que incluye a China, Japón y Corea del Sur, y que fomenta la cooperación regional en materia económica, financiera y política.
Para los analistas, este acercamiento responde a una estrategia de largo plazo de reintegración global de Corea del Norte, que busca pasar de la imagen de un Estado aislado y militarizado a la de un actor soberano capaz de dialogar con diferentes bloques regionales. Según Gabriela Bernal, investigadora del Centro Europeo de Estudios de Corea del Norte, “la visita de Sugiono fue un movimiento calculado de Pyongyang para expandir su presencia diplomática en el escenario mundial”.
La académica añadió que “una forma de hacerlo es ser visto interactuando con otros líderes mundiales, más allá de China y Rusia”, recordando que el líder norcoreano Kim Jong Un ha sostenido reuniones recientes con Xi Jinping y Vladimir Putin, pero también busca “ensanchar la lista de amigos globales” (para nada menor) y profundizar su compromiso con la ASEAN a través del canal indonesio.

Un papel histórico y simbólico de Yakarta
La posición de Indonesia no es improvisada. Desde la Guerra Fría, Yakarta ha mantenido relaciones diplomáticas estables con Pyongyang, diferenciándose de otros países de la región. Durante las décadas de 1990 y 2000, naciones como Tailandia también jugaron un papel en los vínculos con Corea del Norte, apoyando su candidatura al Foro Regional de la ASEAN e incluso fomentando inversiones privadas, como las de la compañía tailandesa Loxley Pacific, que ayudó a establecer la primera red celular norcoreana en 2002.
Sin embargo, tras la presión de Estados Unidos en 2017 para cortar los lazos comerciales con entidades norcoreanas, muchos países del Sudeste Asiático —incluida Tailandia— redujeron drásticamente su cooperación.
Indonesia, en cambio, mantuvo una posición de equilibrio, defendiendo el principio de no alineamiento y la autonomía diplomática, herencia de la Conferencia de Bandung de 1955, que sentó las bases del movimiento de los países no alineados.
Hoy, en un contexto global marcado por el ascenso de China, la expansión de Rusia en Eurasia y el debilitamiento de la hegemonía estadounidense, Indonesia percibe una oportunidad para jugar un rol de mediador regional y global, revalorizando su tradición diplomática y su peso geopolítico como potencia emergente del Indo-Pacífico.
Reconfiguración del tablero asiático
La iniciativa norcoreana debe leerse también en clave geopolítica: Pyongyang busca contrarrestar su aislamiento internacional, ampliar su margen de maniobra frente a Washington y Seúl, y fortalecer su legitimidad internacional. Al mismo tiempo, busca atraer inversiones, cooperación técnica y respaldo político en foros multilaterales a través de países de la ASEAN.
Por su parte, Indonesia se posiciona como un posible mediador entre las dos Coreas, aprovechando su reputación de neutralidad y su pertenencia a un bloque regional que promueve la cooperación y la estabilidad.
De concretarse este papel, Yakarta podría convertirse en un actor clave para la distensión en la península coreana y para el fortalecimiento del diálogo regional inclusivo, que contemple tanto a Corea del Norte como a Corea del Sur en un mismo marco de cooperación asiática.
En suma, la visita del canciller Sugiono a Pyongyang marca un punto de inflexión en las relaciones norcoreano-indonesias y podría inaugurar una nueva etapa de diplomacia asiática, donde el Sudeste Asiático actúe como plataforma de reconciliación y equilibrio entre las potencias del noreste de Asia.
En un mundo que avanza hacia la multipolaridad, este acercamiento no solo refuerza la autonomía regional, sino que también consolida la estrategia de Corea del Norte de expandir su huella diplomática más allá de sus fronteras ideológicas tradicionales.
*Foto de la portada: KCNA

