Un año después de la presentación del famoso informe de Mario Draghi, la Unión Europea se encuentra en una posición similar o, con el retorno de Donald Trump a la Casa Blanca, incluso peor. La intención del estudio, dirigido por el conocido como el salvador del euro, era marcar las líneas maestras de las políticas del bloque comunitario para los próximos años. Sin embargo, el expresidente del Banco Central Europeo (BCE) ha criticado, en un discurso este martes desde Bruselas, que la UE casi no haya movido ficha y que siga dependiendo en diversos campos de los Estados Unidos y de la China.
Draghi ha insistido en que el crecimiento económico e industrial del bloque comunitario se ha basado en ir ganando socios comerciales e incrementando las exportaciones. Una estrategia que ha ido perdiendo fuelle durante los últimos años, pero que con la guerra de Ucrania, Trump y la amenaza que supone China se ha puesto totalmente en duda. “Los fundamentos del crecimiento de Europa -la expansión del comercio mundial y las exportaciones de alto valor- se han debilitado aún más”, alertó el expresidente del BCE, que cuenta con una gran ascendencia en los pasillos de las instituciones europeas. “Europa se encuentra en una situación difícil”, ha remarcado.
En este sentido, el exbanquero italiano se muestra pesimista ante la subida de aranceles impuesta por Estados Unidos y el acuerdo comercial cerrado entre Bruselas y Washington. Un pacto que deja los impuestos de aduanas estadounidenses contra los productos europeos en un 15% mientras que la Unión Europea ha eliminado las tasas a las importaciones de Estados Unidos. Además, Bruselas se comprometió a comprar cantidades ingentes de combustibles fósiles estadounidenses: 250.000 millones de dólares al año durante los próximos tres cursos.
De hecho, uno de los puntos en que Draghi se ha mostrado más crítico ha sido en el campo de la energía. Justo antes, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, había reivindicado los avances del bloque comunitario hacia la autonomía energética y la descarbonización, pero el exprimer ministro italiano ha recordado que aún queda mucho camino por hacer y que la industria europea aún se ve lastrada por la falta de la energía verde. “Los precios del gas natural en la Unión Europea siguen siendo casi cuatro veces más altos que en Estados Unidos, y los precios de la energía industrial son, de media, más del doble“, ha constatado Draghi.
En este sentido, el expresidente del BCE ha apuntado que es determinante el precio de la energía en materia de competitividad. Draghi indica que la industria tradicional europea ya se está viendo lastrada por estas dependencias, pero resalta que también supone una traba importante en la carrera sobre la inteligencia artificial. Von der Leyen ha asegurado que es una tecnología que justo ahora hecha a andar, pero el exprimer ministro italiano ha recordado que hace tiempo que se ha dado el pistoletazo de salida y que Estados Unidos y China va ganando claramente a la UE.
Por ejemplo, Draghi ha subrayado que las diferencias entre la Unión Europea y los otros dos principales actores ya son “notables” y que, por ejemplo, Estados Unidos “ha producido los 40 grandes modelos fundacionales de inteligencia artificial”, China 15 y los estados miembros europeos solo tres. Sin embargo, el exprimer ministro italiano ha celebrado la iniciativa lanzada por la Comisión Europea de financiar y potenciar grandes factorías de inteligencia artificial, como la de Barcelona.
En todo caso, el expresidente del BCE ha admitido que “no es realista a corto plazo” desacoplar la economía de la Unión Europea con la de Estados Unidos. Además, ha constatado que la “dependencia” europea en materia de defensa respeto al Pentágono, que controla de facto la OTAN, es “una de las razones” por las cuales el bloque comunitario se ve empujado a ceder ante los intereses estadounidenses y, por ejemplo, a aceptar un pacto comercial que “en gran medida” contenía “las condiciones” que pedía la administración de Donald Trump.
La falta de financiación pública
Draghi dejó muy claro que para impulsar la competitividad y la economía europea (y a la vez salvaguardar el estado del bienestar comunitario) hacía falta una gran inversión pública, que atrajera también financiación privada: en total, 800.000 millones de euros. La manera de movilizar toda esta cantidad de dinero era a través de la creación de más deuda comunitaria, una política económica expansiva, y tradicionalmente progresista, para salir o esquivar futuras crisis.
Sin embargo, los países más dogmáticos en cuanto a austeridad y el cumplimiento a rajatabla de las reglas fiscales de la UE (como Alemania, Países Bajos y en general los nórdicos) se niegan a cualquier medida que implique más inversión pública de manera conjunta entre todos los Estados miembros, a no ser que se trate para impulsar el gran rearme europeo. De hecho, al final, Von der Leyen solo propuso 150.000 millones de euros en forma de préstamos y solo para contribuir a incrementar las capacidades militares de los estados miembros.
*Gerard Fageda, periodista.
Artículo publicado originalmente en Público.es
Foto de portada: El expresidente del BCE, Mario Draghi, y la presidenta de la CE, Ursula von der Leyen. REUTERS

