Sudán del Sur corre el riesgo de una grave convulsión. El desmantelamiento por parte del presidente Salva Kiir del acuerdo de paz de 2018 que puso fin a la guerra civil y su reciente decisión de nombrar al recién llegado político Benjamin Bol Mel, potencialmente su sucesor, han sumido al país en una nueva crisis. Con la economía en crisis, una grave crisis humanitaria y la escalada de violencia en las regiones de Equatoria y el Alto Nilo, el futuro del país más joven del mundo está en juego.
Las medidas políticas del presidente Kiir provocan una renovada inestabilidad
Los primeros indicios de esta crisis política surgieron en octubre de 2024. Debilitado por la pérdida de ingresos provenientes de las exportaciones petroleras debido a la guerra en el vecino Sudán y los rumores sobre su frágil salud, Kiir emprendió una serie de audaces medidas para consolidar su poder. Destituyó a un gobernador de la oposición en el estado de Equatoria Occidental y a dos vicepresidentes. Kiir nombró entonces vicepresidente a Benjamin Bol Mel, empresario y su protegido, en febrero de 2025.
La situación se complicó en marzo de 2025 cuando estalló la violencia entre las fuerzas del ejército y las milicias que apoyaban al primer vicepresidente Riek Machar. Poco después, Kiir puso a Machar bajo arresto domiciliario. En ese momento, Crisis Group alertó sobre el riesgo de otra guerra civil. La anterior, entre las fuerzas que apoyaban a Kiir y Machar, culminó con un acuerdo de paz en 2018.
El meteórico ascenso de Bol Mel continuó hasta mayo de 2025, cuando Kiir lo nombró vicepresidente del partido gobernante. No todas las poderosas élites de Sudán del Sur apoyan a Bol Mel, y su ambición desencadenó una renovada violencia y la movilización militar de las fuerzas de la oposición. La rapidez del ascenso de Bol Mel también ha profundizado las fisuras en la base de poder del presidente Kiir.
Un régimen propenso a la inestabilidad
Gran parte de esta crisis política se remonta a los veinte años de gobierno de Kiir, marcados por luchas de poder. Para consolidarse como líder de Sudán del Sur y mantenerse como tal, Kiir ha construido un castillo de naipes político basado en sus fortalezas: astutas maniobras políticas y una capacidad discreta y eficaz para generar consenso y unir a facciones dispares. Cualquier sucesor probablemente enfrentará numerosos desafíos al seguir los pasos de Kiir.
Estos riesgos se agravan por la decisión de Kiir de abandonar el acuerdo de reparto de poder de 2018 que puso fin a la sangrienta guerra civil de Sudán del Sur. Dicho conflicto comenzó en 2013 cuando Kiir afirmó que Machar planeaba un golpe de Estado. Desde el arresto de Machar en marzo de 2025, la mayoría de sus principales lugartenientes han huido de la capital, Yuba, y algunos de ellos se preparan para la guerra.
Los riesgos de inestabilidad son evidentes. Si Kiir deja el cargo, no está claro si Bol Mel, ni nadie más, podrá mantener la cohesión del sistema político de Sudán del Sur. Es aún más peligroso si una posible transición se lleva a cabo sin consulta ni consenso entre las facciones poderosas, como parece ser el caso actual.
La necesidad de la diplomacia regional
Se requiere una acción urgente y colectiva del presidente Kiir y de las potencias africanas y mundiales pertinentes para encontrar una salida en esta coyuntura crítica. Como hemos pedido recientemente, la prioridad debe ser prevenir una escalada inmediata de la violencia . Quienes tienen influencia sobre el gobierno de Kiir, incluidos los gobiernos de Uganda, Kenia, Etiopía, Sudáfrica y Tanzania, deben instar a la moderación y promover un foro más amplio para que las dispares élites de Sudán del Sur debatan el futuro del país. Resolver el destino de Machar es delicado, pero crucial. La Unión Africana y la Autoridad Intergubernamental para el Desarrollo (AIDD), organización regional, deben apoyar estas iniciativas.
Es probable que Kiir se resista a este tipo de intervenciones, pero un frente unido les brinda mayores posibilidades de éxito. Las Naciones Unidas, con su amplia misión en Sudán del Sur, también deberían contribuir y tomar medidas para proteger a la población civil en caso de que la violencia se intensifique. A pesar del cansancio de las potencias africanas y de otras potencias en sus esfuerzos por ayudar a Sudán del Sur, debido a la falta de avances, el momento es demasiado importante como para ignorarlo.
*Daniel Akech, Analista sénior, Sudán del Sur
Artículo publicado originalmente en Crisis Group

