Los países del Golfo parecen estar en estado de shock tras la agresión de Israel contra Catar. Han iniciado un profundo proceso de reconsideración de su visión del Estado ocupante y de revisión de sus ideas sobre la normalización. Han llegado a la convicción preliminar de que quizá se han excedido en sus delirios sobre la integración de Israel en la región. Quizás la evaluación de los líderes cataríes sobre el peligro del régimen del apartheid sea la más severa. Con gran asombro, el primer ministro catarí, el jeque Mohammed bin Abdulrahman Al Thani, explicó que Netanyahu había dicho que cambiaría la faz de Oriente Medio y preguntó: “¿Cambiará la región del Golfo?”.
Esta pregunta revela un violento despertar en el Golfo respecto a las intenciones de Israel, la amenaza que enfrenta y la inutilidad de cualquier conversación sobre las buenas oportunidades que surgen de la normalización con Israel. Actualmente, se están reconsiderando las relaciones con el Estado ocupante. Por otro lado, la agresión contra Qatar y los acontecimientos regionales tras la guerra en Gaza transformarán el contexto político y pondrán en riesgo el futuro de la normalización.
Un mensaje a toda la región
El Jeque Mohammed bin Abdulrahman Al Thani, Primer Ministro y Ministro de Asuntos Exteriores de Qatar, calificó el ataque israelí a Doha como “agitación política”, calificándolo de “terrorismo de Estado”, un intento de desestabilizar la seguridad y la estabilidad regionales y un mensaje a la región de que hay un actor deshonesto en la región.
Durante una conferencia de prensa tras el ataque israelí del martes, el primer ministro qatarí dijo que el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, está llevando al Medio Oriente a un nivel irreversible y que sus políticas para desestabilizar la seguridad regional son un mensaje para toda la región.
Añadió que el primer ministro israelí amenazó con cambiar la faz de Oriente Medio, preguntando: “¿Cambiará la región del Golfo?”. Continuó: “Las acciones de Israel no deben pasarse por alto, y deben tomarse todas las medidas contra ellas, y debe darse una respuesta unificada a la barbarie de Netanyahu”.

El jeque Mohammed bin Abdulrahman afirmó que el ataque contra territorio qatarí fue “traicionero” y saboteó todos los intentos y oportunidades de paz, negando que su país tuviera conocimiento previo del mismo. Declaró: “Estados Unidos nos informó 10 minutos después de perpetrado, e Israel utilizó armas que no pudieron ser detectadas”.
Esto ocurre después de que el mapa de las relaciones entre algunos Estados del Golfo e Israel se modificara como resultado de factores estratégicos, económicos y de seguridad durante la última década, en particular la preocupación por Irán y la necesidad de nuevas tecnologías e inversiones. Sin embargo, este cambio no es uniforme: existe un claro contraste entre las posturas relativamente abiertas de los Emiratos Árabes Unidos y Baréin y la postura más conservadora de Arabia Saudita, mientras que Catar y Omán siguen adoptando posturas intermedias o independientes.
Orientación estratégica
Algunos Estados del Golfo consideraban anteriormente el acercamiento a Israel como una oportunidad para alcanzar objetivos prácticos, como alianzas de seguridad para contrarrestar la influencia iraní, cooperación en materia de inteligencia y acceso a tecnología israelí en los ámbitos de la energía, la agricultura y la inteligencia artificial. En la práctica, los proyectos económicos y comerciales se han convertido en una prioridad para los responsables de la toma de decisiones en el Golfo, pero esta prioridad ha estado sujeta a restricciones políticas. La acción pública se mide ahora por un equilibrio entre los beneficios prácticos y la sensibilidad interna respecto a la cuestión palestina.
Diferentes posiciones entre los Estados del Golfo
Los Emiratos Árabes Unidos y Baréin fueron de los primeros países en adherirse a los Acuerdos de Abraham, impulsando relaciones formales y económicamente fructíferas. Sin embargo, la crisis en Gaza ha demostrado la disposición a congelar o renegociar algunas áreas de cooperación si la presión popular y política se intensifica.
Arabia Saudita sigue siendo la más conservadora; su postura oficial vincula cualquier normalización formal a avances tangibles en la solución de dos Estados o garantías para los palestinos. Riad también utiliza la normalización como moneda de cambio contra Estados Unidos e Israel para asegurar garantías regionales y políticas. Tanto Catar como Omán han optado por una política de mediación basada en la mediación diplomática y el mantenimiento de canales de comunicación con diversas facciones, evitando al mismo tiempo una normalización completa que provocaría reacciones internas. El papel de Catar como mediador en cuestiones como el intercambio de prisioneros y los acuerdos de alto el fuego ha hecho de su postura algo único.
La guerra contra Gaza e Irán
La guerra contra Gaza, Irán y los aliados de Teherán cambió el contexto de las iniciativas de normalización. Por un lado, los Acuerdos de Abraham seguían siendo técnica y económicamente viables, mientras que, por otro, ampliar su alcance, especialmente con Arabia Saudita, seguía siendo difícil a menos que se adoptaran medidas políticas claras hacia los palestinos o se ofrecieran garantías para detener las violaciones. Las restricciones a la confianza en la capacidad del garante internacional, Estados Unidos, también impulsaron a algunos Estados del Golfo a reconsiderar sus balances de inversión y sus alianzas de seguridad.
Ganancias y riesgos
Algunos centros de investigación estadounidenses intentaron promover algunos beneficios para el Golfo, como acelerar la transformación económica, diversificar la economía, invertir en tecnología y ciberseguridad, profundizar la cooperación en defensa contra amenazas regionales y atraer nuevas redes internacionales.
Por otra parte, los dirigentes de los países del Golfo eran conscientes de los riesgos de la normalización, en particular la resistencia popular que podría afectar la legitimidad interna de los planes políticos, la posibilidad de que las relaciones se congelaran o se produjeran retrocesos en caso de una escalada militar en los territorios palestinos, y la posibilidad de que algunos Estados en proceso de normalización fueran vistos como partes muy alejadas de la causa palestina, lo que afectaría su papel regional.
Por otra parte, los dirigentes de los países del Golfo eran conscientes de los riesgos de la normalización, en particular la resistencia popular que podría afectar la legitimidad interna de los planes políticos, la posibilidad de que las relaciones se estanquen o sufran retrocesos en caso de una escalada militar en los territorios palestinos y la posibilidad de que cualquier Estado que normalizara las relaciones fuera visto como una parte muy alejada de la causa palestina, afectando así su papel regional.
A pesar de todo esto, la Fundación Carnegie para la Paz Internacional de Estados Unidos formuló varias recomendaciones para justificar el proceso de normalización, en particular vinculando el progreso en la normalización a criterios mensurables para la resolución de la cuestión palestina. La Fundación Carnegie insta a vincular cualquier progreso hacia Israel a un claro avance político en la vía palestina para minimizar las repercusiones internas.
Al mismo tiempo, expertos estadounidenses instan a mantener canales flexibles de comunicación de seguridad e inteligencia con Israel, citando la existencia de amenazas regionales comunes (Irán y las milicias). Recomiendan mantener la coordinación en materia de seguridad, pero asegurándose de que se integre en un marco político-diplomático.
La receta estadounidense incluye paquetes económicos complementarios para mitigar las repercusiones populares, ofreciendo proyectos económicos y de desarrollo para los palestinos o apoyando la estabilidad regional, para demostrar los beneficios de la normalización. Los expertos de Carnegie abogan por una estrategia gradual, no por un intento de normalización total de una sola vez. En cambio, abogan por medidas mensurables y mecanismos de revisión conjunta que permitan la congelación o la expansión en función del progreso de la solución política.
Línea roja
Un alto funcionario emiratí advirtió a Israel que anexar Cisjordania sería una línea roja que acabaría con la visión de la integración regional y socavaría cualquier posibilidad de una paz duradera.
Tan solo dos días antes de que el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, celebrara consultas ministeriales sobre la implementación de la controvertida medida, la ministra adjunta de Asuntos Exteriores de los Emiratos Árabes Unidos para Asuntos Políticos, Lana Nusseibeh, declaró a The Times of Israel: «La anexión sería una línea roja para mi gobierno. Significa que no puede haber una paz duradera, frustraría la idea de la integración regional y significaría el fin de la solución de dos Estados».
Nusseibeh envió un mensaje indirecto a la administración del presidente estadounidense Donald Trump, enfatizando la confianza de los Emiratos Árabes Unidos en que el presidente estadounidense no permitiría que se socavara el legado de los Acuerdos de Abraham. Enfatizó que “creemos que el presidente Trump y su administración tienen amplias herramientas para liderar la iniciativa hacia una mayor integración israelí en la región”. La funcionaria emiratí, quien anteriormente fue embajadora de su país ante las Naciones Unidas, enfatizó que “la anexión se consideraría un rechazo de facto a los Acuerdos de Abraham”, y enfatizó que esta opción debe presentarse al propio pueblo israelí.
Si bien Nusseibeh explicó lo que Israel podría perder si continúa con la anexión, también fue cuidadosa al destacar lo que podría ganar si abandona este plan.
Afirmó que los países árabes, incluida Arabia Saudita, siguen abiertos a la normalización, pero solo si Israel retira sus planes de anexión y acepta un camino serio e irreversible hacia el establecimiento de un Estado palestino. Nusseibeh explicó que «la idea de la integración regional aún se debate en las capitales árabes, pero la anexión para apaciguar a los elementos radicales de Israel la eliminaría de la ecuación». Enfatizó que Abu Dabi no llegó a esta convicción a la ligera. Dijo: «Durante los últimos dos años, nuestra postura ha sido que la visión de los Acuerdos de Abraham sigue siendo válida y que no se puede permitir que los extremistas determinen el rumbo de la región».
Sin embargo, advirtió que la intensificación de los pasos de Israel para consolidar su presencia en Cisjordania y Gaza está llevando a la región hacia un punto sin retorno. Nusseibeh concluyó afirmando que «los principios de los Acuerdos de Abraham en materia de prosperidad, coexistencia, tolerancia, integración y estabilidad nunca han sido tan amenazantes como hoy». Indicó que existe una mano árabe tendida a Israel a pesar de todo lo que está sucediendo, pero enfatizó que la anexión «retirará esta mano».
La ruptura de vínculos y el fin de la normalización
La advertencia de los Emiratos Árabes Unidos contra la anexión por parte de Israel de cualquier parte de Cisjordania, considerándola una línea roja que socavaría el espíritu de los Acuerdos de Abraham, provocó una amplia interacción entre activistas en las redes sociales.
El académico emiratí Abdulkhaleq Abdullah comentó la advertencia de su país a Israel, enumerando los medios que Abu Dhabi tiene a su disposición para responder a Tel Aviv si continúa con su plan.
Abdulkhaleq Abdullah dijo en una publicación en la plataforma “X”: “Los Emiratos Árabes Unidos romperán sus vínculos con Israel, expulsarán al embajador, cerrarán la embajada de los Emiratos Árabes Unidos en Tel Aviv y pondrán fin a cualquier cooperación económica, diplomática, de inteligencia y militar si continúan anexando Cisjordania”.
El académico emiratí afirmó que la advertencia es un mensaje emiratí claro y directo a Estados Unidos e Israel que no permite interpretaciones.
Netanyahu pide establecer un Estado palestino en territorio saudí
Las relaciones entre Israel y Riad no parecen estar en buena forma, sino más bien extremadamente tensas, especialmente con los esfuerzos de Riad y París por lograr reconocimiento internacional para el establecimiento de un estado palestino, y la condena de Riad ahora a la agresión de Israel contra Irán y Qatar.
Un importante intercambio de palabras ha estallado previamente entre Riad y Tel Aviv, a raíz de la reciente declaración de Benjamin Netanyahu en una entrevista con un canal israelí desde Washington, de que Arabia Saudita podría establecer un Estado palestino en su territorio, ya que tienen “mucha tierra”, comentando la adhesión del Reino a la solución de dos Estados y el establecimiento de un Estado palestino independiente con Jerusalén Oriental como su capital.
Arabia Saudita ha atacado esta mentalidad extremista y ocupante que no comprende lo que significa la tierra palestina para el hermano pueblo palestino ni su conexión emocional, histórica y legal con ella. Tampoco considera que el pueblo palestino merece fundamentalmente la vida. Destruyó completamente la Franja de Gaza, matando e hiriendo a más de 160.000 personas, la mayoría niños y mujeres, sin el más mínimo sentido de humanidad ni responsabilidad moral. Afirma que el hermano pueblo palestino tiene derecho a su tierra y no es un intruso ni un inmigrante que pueda ser expulsado a voluntad por la brutal ocupación israelí. Añadió que quienes propugnan estas ideas extremistas son quienes han impedido que Israel acepte la paz al rechazar la coexistencia pacífica, las iniciativas de paz adoptadas por los países árabes y practicar la injusticia sistemática contra el pueblo palestino durante más de 75 años, ignorando los derechos, la justicia, la ley y los valores establecidos en la Carta de las Naciones Unidas, incluido el derecho del ser humano a vivir con dignidad en su tierra.
El Reino también afirma que los derechos del hermano pueblo palestino se mantendrán firmes y que nadie podrá privarlo de ellos, por mucho tiempo que lleve. Añadió que la paz duradera solo se logrará volviendo a la razón y aceptando el principio de coexistencia pacífica mediante la solución de dos Estados.
Un golpe serio
La agresión israelí contra Qatar ha reevaluado violentamente la relación del Golfo con el Estado ocupante. Si bien la visión del Golfo sobre Israel se ha vuelto más práctica y realista que puramente ideológica, sigue estando sujeta a la evolución política de la cuestión palestina y a la confianza en el garante internacional. La diferencia entre un país y otro, especialmente entre los Emiratos Árabes Unidos, Baréin y Arabia Saudita, demuestra que el camino hacia una normalización más amplia requiere condiciones políticas claras, medidas para abordar las preocupaciones populares y un enfoque gradual y coherente que equilibre los avances económicos y de seguridad con consideraciones políticas y humanitarias. Todos estos son desafíos complejos.
Estos desafíos ponen de relieve la ineludible realidad de los líderes del Golfo: son rehenes de acontecimientos que escapan a su control, y aislarlos de esta realidad requiere unidad regional. Sin embargo, los líderes del Golfo Árabe han aprendido que la cooperación es útil para afrontar grandes desafíos.

Una segunda lección proviene del Oriente Medio en general: los problemas clave suelen estar interconectados, en particular la situación de los palestinos. El ataque de Hamás contra Israel, que provocó la destrucción de gran parte de Gaza, ha reavivado el apoyo generalizado en la región a la atención de las necesidades y los derechos palestinos.
Recientemente, los líderes del Golfo han redoblado sus esfuerzos para mantener su posición política interna, a la vez que amplían la influencia y la posición de sus países en Oriente Medio y otros lugares. Sin embargo, incluso cuando los líderes del Golfo buscan superar los desafíos regionales, estos no siempre se resuelven.
Una vez más, el ataque israelí a Qatar plantea riesgos geopolíticos en Oriente Medio y la región del Golfo de forma inesperada. En el mundo financiero, el riesgo se define como una prima de riesgo más alta. Esta prima incrementa el coste de la deuda y presiona a los mercados. Afortunadamente, los primeros indicios de los mercados del Golfo que comenzaron a operar tras el ataque indican que el impacto será limitado, pero nadie sabe qué ocurrirá a continuación.
Por otro lado, en Egipto, la libra egipcia ha recuperado parte de su fuerza. Dados los estrechos vínculos económicos entre El Cairo y los países del Golfo, tanto por su dependencia de las inversiones del Golfo como de las remesas de los egipcios que trabajan en la región, la libra se enfrentará a una nueva prueba. La pregunta es: ¿resistirá las tensiones geopolíticas? Creo que el día después de la agresión de Israel contra Qatar en el Golfo no será igual que el anterior. La pregunta del primer ministro qatarí sobre si Netanyahu quiere cambiar el Golfo sigue suscitando preocupación por un Israel más grande y brutal.
La acción hostil de Netanyahu contribuirá a un mayor acercamiento en el Golfo, a una mayor comprensión e integración árabes para proporcionar un marco de seguridad e inteligencia árabe, y socavará gravemente la confianza en la administración estadounidense, sus promesas y el cumplimiento de las promesas o compromisos de alianza con los países del Golfo. Los países del Golfo y los países árabes buscarán alianzas más creíbles en Oriente, y es probable que exista una importante oportunidad para fortalecer la cooperación con Turquía, Pakistán e Indonesia en el futuro próximo.
*Mohammad Sabreen trabajó como Superviser en Al Jazeera Schools.
Artículo publicado originalmente en United World.
Foto de portada: Reuters

