Colaboraciones Nuestra América Slider

Bolivia: los números no cuadran, a Andrónico y a Eduardo solo les queda unirse, organizarse y luchar

Por Jhonny Peralta Espinoza*. Especial para PIA Global. –
Llama la atención que los candidatos del campo popular planteen que “hay que hablar con todos”, reconociendo que ha llegado la hora de “la paz social”, aunque el país esté atravesando un estado de desafección, desconcierto y decepción, además de convivir con una necesidad enorme del cambio, cambio de personas, de proyectos, de emociones, de afectos.

Si Doria Medina o Reyes Villa o Tuto son elegidos presidente en agosto, y como la salida que están construyendo lo hacen sin el campo popular, esa salida será por un corto tiempo, porque volverá la convulsión social, ahí estará la “solución”, pero será una solución violenta sin horizonte. Cómo organizar ese malestar que vive la población boliviana, en gran parte la juventud, más aún cuando la ilusión reformista de todos los candidatos es cambiar el país sin conflicto, sin lucha política, y lo peor, que Andrónico y Eduardo, implícitamente hagan entender que ese cambio es sin ruptura con la clase dominante.

Desde hace tiempo, algunos analistas zurdos se alegraban de que la derecha estaba dividida, esto siempre fue así, olvidándose que hay derechas políticas y una sola derecha como clase dominante; ahora la voz cantante de la clase dominante la lleva Claure, por el momento ha decidido su apoyo a Doria Medina, lo mismo que hace Camacho, el Cid de la oligarquía cruceña; y obran así, porque con Doria Medina, todo parece indicar, será el que más concesiones hará a la clase dominante. Pero hay un mandamiento supremo de la política y es actuar de acuerdo con medidas que sirvan al pueblo en general, pero si sólo sirven para los militantes, los analistas, o cualquier otro grupo o elite, el divorcio entre el pueblo y la política está asegurado, la desafección crece y la desmovilización se garantiza, y la deriva en la que está el país continuará.

Hoy la palabra más repetida es unidad, para unos es alrededor de un líder, para otros la unidad es entorno a un partido; ni lo uno ni lo otro, la unidad es una estrategia, es decir, un modo de hacer y organizar la política concebida como acción consciente, colectivamente realizada. A esto se suman, los relatos o narrativas que se construyen sobre hechos, y en época electoral sobre programas viables, convincentes y creíbles. Al que se suma una comunicación política, que en política es decisiva, porque quien nombra las cosas, hace valer su interpretación, y esa interpretación beneficia a quien lo hace. Entonces, organizarse colectivamente y la batalla de los relatos va a definir en buena medida el final de esta lucha política.

LA POLITIZACIÓN CONSTRUIRÁ EL PROGRAMA

Los candidatos de la oligarquía antinacional repiten sin cesar la reducción del Estado, seguridades jurídicas a la inversión privada, privatización o cierre de empresas públicas, solución de la crisis en cien días o el ingreso de diez mil millones de dólares, y algo más. Todas son falsas respuestas, porque son respuestas ideológicas, son respuestas que impiden ver que la deriva en la que está el país requiere otras soluciones, y además son respuestas falsas porque no serán asimiladas por el campo popular-indígena. Reyes Villa, Tuto o Doria Medina son candidatos de la clase dominante ajenos a los movimientos sociales, y sus respuestas no son del interés en algún grado de los sectores populares-indígenas, aunque también Andrónico y Eduardo incurren en este desconocimiento de la realidad.

Seguimos machacando que la economía política es la nueva razón del Estado y de un gobierno que se reivindique como popular, porque los excedentes económicos fruto de la explotación de los recursos naturales y el sudor del pueblo trabajador boliviano, es un bien común que debe seguir siendo utilizado en la lucha contra las desigualdades. Una medida política trascendental, que gatille a los movimientos sociales y pueda permitir abrir nuevos horizontes políticos, ya lo planteó hace tiempo S. Almaraz, es la vía de la defensa movilizada de los recursos naturales o económicos, como por ejemplo la nacionalización de la explotación y comercialización del oro, la estatización del comercio exterior, la recuperación de tierras de los latifundistas que no cumplen su función social, medidas políticas que podrían recuperar la tensión de los movimientos sociales, y llevaría al país a una radicalización permanente. En este caso, tendríamos un pueblo activo políticamente, donde el detonante son los recursos que genera el mismo pueblo trabajador, estas medidas demostrarían que la ideología que busca conscientemente un futuro gobierno popular, es una ideología igualitaria.

Otro camino que pueden elegir Andrónico o Eduardo, es iniciar la batalla de las ideas junto a los movimientos sociales, como proceso ético y que aspire a la politización en base a preguntas esenciales que tienen que ver con el país que aspiran a construir, con el poder político que desean poseer, con decidir adónde se invierte los excedentes económicos, con sistemas de salud y de educación que colmen las expectativas del pueblo boliviano. Estamos hablando de un proyecto de país, de un poder político y de una economía política que responde a las necesidades de un pueblo que siempre ha estado a la altura de la historia.

No es el momento de grandilocuentes programas, un manifiesto sería la base para iniciar un debate de masas, más allá de los límites que desea imponer el aparato mediático de la derecha, que está imponiendo una agenda de temas y sus marcos de interpretación. Dicho manifiesto tendría una parte analítica especialmente rigurosa y dura que intente explicar las causas de la derrota el 2019 (si hay balance no hay derrota) y, sobre todo, una propuesta-sintetizada en diez o doce ideas fuerza, que centre el debate y ayude a una síntesis final. Todo este planteamiento, en torno a la necesidad de construir un “sujeto político unitario” con voluntad de mayoría y de gobierno, o sea, una mayoría para gobernar desde un proyecto propio, solvente, viable social y políticamente. Ni programa máximo, ni programa mínimo, programa para la acción consciente que mueva a las mayorías, que genere, compromiso e ilusión.

El ámbito de la táctica es siempre el ámbito de la contrarrevolución

Un candidato popular se reivindicó como de izquierda democrática, si esto fue táctico, es contrarrevolucionario, y si fue estrategia, es traición. Si Andrónico o Eduardo quieren construir una nueva unidad, deben apoyarse en la posición hegemónica de su ala radical, y esa ala radical lo constituyen los indígenas, que siguen siendo los sectores más desfavorecidos; los jóvenes entre 18 a 30 años, que cuando se inició el proceso de cambio, aún no habían nacido o tenían 10 años, y que hoy constituyen el 25% del electorado y no tienen un proyecto de vida; y, las mujeres, con las que el Estado tiene una deuda social-económica-jurídica. Desde esos sectores saldrá el proyecto estratégico por el cual luchar, y la exigencia de actuar tanto “desde arriba” como «desde abajo» iría de la mano, creando así las condiciones de relaciones de fuerzas políticas y sociales a favor de Andrónico o Eduardo y de una reconducción del proceso de cambio.

Es importante la lucha ideológica, política y estratégica con los candidatos de la derecha, la retórica política está por demás; es hora de construir un imaginario de comunidad, de sacrificio y cultura del heroísmo, y derrotar lo que se vislumbra: el ajuste estructural neoliberal.

No hay política sin enemigo, el enemigo nos construye

La situación por la que atraviesa el país, es una situación que puede tener cualquier línea de fuga, los candidatos reaccionarios están negando descaradamente las reivindicaciones populares sobre educación, salud, vivienda y políticas sociales para los sectores más desfavorecidos. Las encuestas están tratando de imponer una correlación de preferencias electorales y esto es solo un fotograma para explicar toda la película; hay un pueblo indignado, que no decidió tumbar al gobierno de Lucho, pero que espera una salida política a su indignación

Más allá del cuestionamiento a cómo han llegado a ser candidatos Andrónico y Eduardo, lo que se evidencia es la superación del esencialismo indígena y etnocentrismo. Una cosa es amar las pasiones y razones identitarias y otra el mundo existente que presumiblemente queremos transformar; ahora que está en crisis la ideología indianista, que nunca se impuso en 14 años, los obreros dispersos y sin estrategia, y no contar con un sujeto histórico, lo importante es trabajar esta coyuntura, construir narrativas a partir de las demandas políticas-económicas-sociales, para después determinar un nuevo sujeto e identidad políticas como medios de la transformación social.

Castoriadis sugería “pensar el movimiento obrero no como un producto, una cosa o una víctima, sino fundamentalmente como un hacer; y no basta que haya obreros para que haya clase obrera”. Hoy toca a los obreros, los indígenas, la juventud, las mujeres, desde su propia autoridad moral (desde su experiencia) y de su autoridad semántica (desde sus idiomas y lenguajes), luchar para tener su lugar en esta lucha contra la derecha antinacional, sin pastores ni guías iluminados, porque ha llegado la hora de diferenciar que las palabras dividen, la acción une.

Jhonny Peralta Espinoza* Economista egresado de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA). Analista político. Ex militante Fuerzas Armadas de Liberación Zárate Willka.

Foto de portada: grupogoberna.com/

Dejar Comentario