Asia - Asia Pacifico Economía Slider

Indonesia entre el desarrollo y la presión externa

Por PIA Global*- Indonesia consolida su ascenso como potencia emergente del Sudeste Asiático, apostando por la industrialización de su riqueza en níquel con una fuerte participación del eje China-Eurasia.

Indonesia, la economía más grande del sudeste asiático, ha iniciado una nueva etapa de industrialización estratégica con la colocación de la primera piedra de un megaproyecto de 5.900 millones de dólares destinado a la producción de baterías para vehículos eléctricos (VE).

Esta iniciativa, respaldada por el gigante chino CATL y otras empresas como Zhejiang Huayou Cobalt y la estatal Antam, posiciona a Yakarta como un actor clave en la transición energética global.

El proyecto, dividido entre Halmahera (Este del país) y Java Occidental, contempla la producción de cátodos y celdas de batería, lo que permitirá cerrar la cadena de valor del níquel, mineral del que Indonesia es el mayor productor mundial.

Esta política, reforzada por una prohibición de exportaciones impuesta en 2020, ha incentivado el desarrollo interno y convertido al país en un hub industrial estratégico en Asia.

El presidente Prabowo Subianto fue claro en su discurso: Indonesia se prepara para la autosuficiencia energética en menos de una década. No es una promesa menor: se trata del intento más ambicioso hasta ahora para transformar la riqueza mineral en una plataforma tecnológica nacional.

Las ONG occidentales empiezan a agitar las aguas

Sin embargo, como ha ocurrido en otros países del Sur Global que se alejan del tutelaje occidental, la presión de las ONG financiadas desde Europa no ha tardado en aparecer. En particular, organizaciones como Climate Rights International, Greenpeace Indonesia y la Red de Defensa de la Minería (Jatam) han lanzado advertencias sobre supuestos impactos ambientales del complejo minero-industrial en Halmahera.

Los informes publicados se centran en las operaciones en torno a la mina Weda Bay, la más grande del mundo en su tipo. Alegan que las comunidades indígenas, como la tribu Hongana Manyawa, estarían siendo desplazadas y que el gobierno de Yakarta no estaría implementando controles ambientales adecuados.

Lo llamativo es que gran parte de esta narrativa proviene de informes y coberturas impulsados por agencias occidentales, como la Agence France-Presse, lo que despierta sospechas sobre una campaña coordinada para desprestigiar el auge económico de Indonesia cuando este avanza de la mano de socios no occidentales, como China.

Halmahera: ¿campo de batalla geoeconómico?

La isla de Halmahera, antes una región alejada del foco internacional, se ha transformado en una pieza central en la lucha por los recursos estratégicos. La colaboración entre Indonesia y China allí no es un hecho aislado, sino parte del creciente entramado económico del mundo multipolar.

Este tipo de megaproyectos desafía directamente el dominio occidental sobre las cadenas de suministro críticas para la transición energética global.

El patrón se repite: cuando un país del Sur Global apuesta por un modelo de desarrollo soberano, emergen repentinamente preocupaciones ambientales, informes de derechos humanos y activismo financiado desde el extranjero.

Estas campañas apuntan, en última instancia, a frenar la consolidación de polos económicos independientes de Washington o Bruselas.

Un gigante que incomoda

Indonesia no solo cuenta con una ubicación estratégica entre los océanos Índico y Pacífico, sino que ahora también comienza a consolidarse como un centro tecnológico e industrial. Su alianza con China en el sector de vehículos eléctricos y minerales estratégicos le otorga un lugar privilegiado en el nuevo tablero de poder global.

En este contexto, las críticas orquestadas desde Occidente no son inocentes. En lugar de ayudar a mejorar estándares o promover el desarrollo sostenible, buscan socavar un modelo que se aleja del tutelaje occidental y se acerca a las lógicas de cooperación Sur-Sur.

El megaproyecto en Halmahera puede marcar un punto de inflexión para Indonesia: si logra sortear los intentos de desestabilización y mantener el rumbo hacia una economía industrial independiente, consolidará su posición como potencia emergente regional y global.

Lo que está en juego no es solo el futuro energético de Indonesia, sino el derecho de los pueblos del Sur Global a decidir su propio camino al desarrollo.

*Foto de la portada: AFP

Dejar Comentario