El jueves, en un evento cultural celebrado en la ciudad china de Dunhuang, en la provincia de Gansu, Ma —quien gobernó Taiwán entre 2008 y 2016 y fue presidente del partido Kuomintang (KMT), conocido por su línea más favorable a las relaciones con Pekín— declaró que “los dos lados del estrecho deben trabajar por una unificación pacífica y democrática”, subrayando que no se puede recurrir “al uso ni a la amenaza de la fuerza”, y que el proceso debe respetar “la voluntad del pueblo taiwanés”.
El comentario no figuraba en el discurso preparado, lo que añadió mayor peso simbólico al gesto, especialmente considerando que se trataba de su cuarta visita a China continental, iniciada el pasado 14 de junio.
En el evento también estuvo presente Song Tao, director de la Oficina de Asuntos de Taiwán de Pekín, quien respondió que “el futuro de Taiwán debe ser decidido conjuntamente por todos los chinos a ambos lados del estrecho”, reafirmando la visión oficial continental de una identidad china compartida.
La postura de Ma no es del todo nueva, pero sí marca un giro más explícito respecto a sus anteriores posiciones, centradas en una política de “no independencia, no unificación, no uso de la fuerza” durante su mandato.
En 2023, en una entrevista con Deutsche Welle, ya había planteado que una eventual unificación debía darse en un marco democrático y sin coerción.
Sin embargo, sus condiciones —como el compromiso explícito de China continental de no emplear la fuerza— no parecen tener eco en Pekín. El académico Shi Yinhong, de la Universidad Renmin, consideró que tales exigencias hacen que la propuesta resulte poco aceptable para las autoridades chinas, al tiempo que la voluntad popular expresada en Taiwán apunta a un camino distinto.

De hecho, los niveles de apoyo a una eventual unificación siguen siendo bajos en la isla. Según una encuesta de diciembre pasado de la Fundación de Opinión Pública de Taiwán, apenas el 13% de los encuestados se mostró a favor de la reunificación, mientras que un 52% optó por la independencia y un 24% por mantener el statu quo.
Incluso dentro del KMT hay diferencias. Su actual presidente, Eric Chu, ha rechazado de plano el modelo de “un país, dos sistemas” que Pekín promueve, similar al aplicado en Hong Kong, y que es visto con recelo por la mayoría de la sociedad taiwanesa.
Por su parte, el presidente actual de Taiwán, William Lai Ching-te, del Partido Democrático Progresista (DPP), mantiene una línea firme en defensa de la soberanía de la isla. Ha calificado al gobierno de Pekín como una fuerza hostil y ha reiterado su intención de “resistir cualquier intento de anexión”.
Desde la óptica china, Taiwán sigue siendo una provincia rebelde que debe ser reincorporada, por la fuerza si es necesario. En los últimos años, China ha intensificado su presión militar sobre la isla, con incursiones casi diarias de aviones de combate y ejercicios militares de gran escala desde la llegada de Lai al poder en mayo de 2023.
A pesar de que Estados Unidos no reconoce oficialmente a Taiwán como un Estado independiente, mantiene relaciones estrechas con Taipéi y ha expresado su firme oposición a cualquier intento de cambiar el statu quo por la vía militar, suministrando armamento para su defensa.
Las palabras de Ma Ying-jeou abren un nuevo capítulo en el ya complejo tablero geopolítico del estrecho de Taiwán. Aunque su propuesta parece difícil de materializar en el corto plazo —por la resistencia tanto en Pekín como en Taipéi—, refleja la existencia de corrientes internas en Taiwán que aún consideran la unificación como una posibilidad real, lógica y tangible.
*Foto de la portada: Nikkei