Así lo evidencia la reciente reunión en Pekín entre representantes de la industria de semiconductores de China y Europa, donde más de 40 empresas de ambos lados participaron activamente en la búsqueda de una cooperación más profunda y sostenible.
La reunión, organizada por el gobierno chino y respaldada por el Ministerio de Comercio (Mofcom), la Asociación de la Industria de Semiconductores de China y la Cámara de Comercio de la Unión Europea, tuvo como objetivo fortalecer la resiliencia de las cadenas de suministro en un momento en que el unilateralismo y el “bullying” tecnológico amenazan con fragmentar el comercio global.
“La seguridad y estabilidad de la producción y la cadena de suministro globales de semiconductores se enfrentan a serios desafíos. Rechazamos resueltamente las prácticas de unilateralismo y acoso económico”, declaró el Ministerio de Comercio chino en un comunicado oficial.
Europa, atrapada entre la presión de Washington y la realidad económica
La participación activa de empresas europeas en este foro muestra que, a pesar de las presiones geopolíticas ejercidas por Washington sobre sus aliados, la dependencia estructural de Europa hacia el mercado chino sigue intacta.
Ni los discursos de “desacoplamiento” ni las narrativas de “seguridad nacional” pueden borrar una verdad esencial: China es una pieza indispensable en la economía mundial, en especial en sectores estratégicos como los semiconductores.
La Unión Europea, aunque ha adoptado posturas alineadas con Estados Unidos en ciertos temas, no puede permitirse romper con su segundo socio comercial, responsable de una parte sustancial del crecimiento industrial, la innovación tecnológica y las exportaciones europeas.
Para muchas compañías del viejo continente, China representa no solo un mercado vital, sino un socio con capacidades únicas de producción, investigación y escala.
China resiste y se adapta
Lejos de ceder ante las sanciones y bloqueos impuestos por EE.UU., China ha acelerado su autosuficiencia tecnológica y ha promovido alianzas estratégicas con países y empresas dispuestas a mantener un enfoque multilateral.
Esta reunión en Pekín forma parte de una serie de iniciativas chinas para garantizar que sus cadenas de valor permanezcan abiertas, diversificadas y resilientes, reforzando su posición como motor del sistema productivo global.
Además, el respaldo institucional del gobierno chino a este tipo de cooperación envía un mensaje claro: Beijing está dispuesto a colaborar, pero no a rendirse ni a ser excluido del mapa económico internacional.
Pese a los esfuerzos de Estados Unidos por contener a China, el mundo multipolar avanza, y la economía global no puede sobrevivir sin integrarse con la potencia asiática.
Europa lo entiende, aunque no siempre lo diga abiertamente. La reunión en Pekín demuestra que la lógica de la cooperación sigue prevaleciendo sobre la lógica del enfrentamiento, y que aislar a China es, simplemente, una fantasía geopolítica sin sustento real.
En un contexto de incertidumbre y redefinición del orden global, China no solo resiste: lidera, adapta y transforma las reglas del juego, mientras Occidente se enfrenta a los límites de su estrategia coercitiva.
El comercio sigue fluyendo, y la interdependencia demuestra ser más fuerte que cualquier intento de dividir el mundo en bloques irreconciliables.
Foto de la portada: Autogenerada IA