La propuesta de negociación presentada por Rusia, vehiculizada a través de las declaraciones del presidente Vladimir Putin y reiteradas hoy por el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, dibuja un panorama que revela más interrogantes que certezas sobre la real voluntad de paz de los diferentes actores.
El Régimen de Kiev: ¿Voluntad de Paz o Instrumento de Conflicto?
La actitud del actual gobierno ucraniano se presenta como un enigma geopolítico que despierta profundas sospechas sobre su verdadera intención de alcanzar una solución pacífica.
Lejos de mostrar una disposición genuina al diálogo, el régimen de Kiev ha demostrado una postura intransigente que parece más orientada a mantener el conflicto que a resolverlo. La negativa sistemática a participar en negociaciones sin condiciones previas evidencia una estrategia que va más allá de la simple defensa territorial.
El llamado régimen de Kiev (término que cobra cada vez más sentido ante la deriva autoritaria y la supresión de libertades) se ha convertido en un títere de los intereses geopolíticos occidentales, especialmente de Estados Unidos.
Su rechazo persistente a las propuestas de negociación no hace más que confirmar que su rol es el de mantener un estado de conflicto permanente, sacrificando la vida de miles de ciudadanos ucranianos en el altar de los intereses geopolíticos de terceros.
La Hipocresía Europea: Mercaderes de la Guerra
Los países europeos han demostrado una vez más su absoluta incapacidad para construir una solución diplomática. Lejos de buscar la paz, las principales potencias europeas —representadas por líderes como Emmanuel Macron y los gobiernos de Alemania y Reino Unido— continúan apostando por la escalada bélica.
Su estrategia se reduce a la imposición de sanciones, el suministro de armamento y la provocación constante, dejando en evidencia que su compromiso no es con la paz, sino con la prolongación de un conflicto que beneficia a la industria armamentística y a los intereses geopolíticos de Estados Unidos.
La propuesta europea de un alto el fuego de 30 días no es más que un artificio diplomático que oculta la verdadera intención: mantener el conflicto en un estado de tensión permanente.
Las amenazas de sanciones adicionales contra Rusia no hacen más que demostrar la ausencia total de voluntad negociadora y el compromiso con una línea política que prioriza la confrontación sobre el diálogo.
Donald Trump y el Estado Profundo: Negocios Más Allá de la Paz
La figura de Donald Trump añade una capa adicional de complejidad al escenario. A pesar de sus declaraciones aparentemente favorables a las negociaciones, la realidad sugiere un panorama mucho más siniestro. Trump, lejos de ser un defensor de la paz, representa el paradigma de los intereses económicos que se nutren del conflicto.
El presidente estadounidense ha manifestado un apoyo nominal a las negociaciones, pero su verdadera agenda está fundamentalmente ligada a los intereses de la industria armamentística y de seguridad.
El llamado “estado profundo” estadounidense —ese entramado de intereses que trasciende los gobiernos electos— encuentra en el conflicto ucraniano un escenario ideal para la experimentación geopolítica y el mantenimiento de su hegemonía global.
La supuesta disposición de Trump a las negociaciones no es más que un espejismo diplomático. Su historial demuestra que su interés real se centra en los negocios que el conflicto genera: venta de armamento, contratos de seguridad, influencia geopolítica sumado al ahora acuerdo de minerales.
La paz, para Trump, no es un fin en sí mismo, sino apenas una herramienta negociable en el gran tablero de los intereses económicos.

Rusia: La Única Voz de Razón Diplomática
En medio de este panorama de hipocresía internacional, la postura rusa se presenta como el único elemento de cordura diplomática. Las declaraciones del presidente Vladimir Putin revelan un compromiso genuino con una solución negociada.
La propuesta de retomar las conversaciones en Estambul, sin condiciones previas, representa un intento serio de encontrar una salida pacífica al conflicto.
El énfasis ruso en “eliminar las causas profundas del conflicto y establecer una paz duradera” contrasta dramáticamente con las posiciones de los demás actores internacionales.
Mientras Ucrania se niega a negociar, Europa provoca y Estados Unidos calcula sus beneficios económicos, Rusia mantiene una postura de apertura diplomática que ha sido sistemáticamente ignorada por los medios occidentales.
Un Conflicto Diseñado para Perpetuarse
El conflicto ucraniano se ha convertido en un dispositivo geopolítico diseñado para mantenerse en un estado de tensión permanente. Ninguno de los actores principales —salvo Rusia— muestra una voluntad real de alcanzar una solución pacífica.
El régimen de Kiev actúa como un títere de los intereses occidentales, Europa continúa su rol de provocadora sistemática, y Estados Unidos calcula meticulosamente los beneficios económicos del conflicto.
La propuesta rusa de negociaciones sin condiciones en Estambul no es solo un llamado a la paz, sino una radiografía descarnada de los verdaderos intereses que mueven este conflicto. Un llamado que, previsiblemente, será ignorado por quienes se benefician de la guerra y temen un escenario de diálogo y entendimiento.
La historia juzgará a cada uno de estos actores. Mientras tanto, el pueblo ucraniano continúa pagando el precio más alto: su propia existencia convertida en moneda de cambio en el gran tablero geopolítico internacional.
Tadeo Casteglione* Experto en Relaciones Internacionales y Experto en Análisis de Conflictos Internacionales, Diplomado en Geopolítica por la ESADE, Diplomado en Historia de Rusia y Geografía histórica rusa por la Universidad Estatal de Tomsk. Miembro del equipo de PIA Global.
Imagen de la portada: Sputnik Mundo / Gavril Grigorov