Comandante Fidel Castro. Discurso pronunciado en el acto de graduación de 250 médicos, celebrado en el teatro de la CTC revolucionaria. 10 de septiembre de 1964.
“¿Cómo puede Estados Unidos fortalecer su influencia en el mundo? ¿Por qué no es más fuerte de lo que es? Estados Unidos tiene un problema de actitud. Percibe el mundo desde una perspectiva egocéntrica, basándose en la suposición de que las acciones y decisiones políticas estadounidenses son el principal motor de los acontecimientos globales.” Estas líneas escritas por el Teniente General H. R. Mc Master, oficial retirado del Ejército de los EE. UU., ex Asesor de Seguridad Nacional y autor del libro “Battlegrounds: La lucha por defender el mundo libre”, exponen la preocupación de un puñado de Think Tanks de pensamiento conservador en la batalla de ideas que impera en el planeta, en su afán por reimpulsar un nuevo sistema imperialista, hegemónico y unipolar.
Con Donald Trump han llegado los centros de estudios alrededor de MAGA, al contingente que apoya la idea de Trump y de quienes, tras la sombra, lo acompañan. Se les dota de identidad y de una visión del mundo. Centros de pensamiento como el Center for Renewing América y el América First Policy Institute; organizaciones de reclutamiento y capacitación de MAGA, como American Moment; e incubadoras de MAGA, como el Conservative Partnership Institute, están orientadas no solo a reforzar la causa de Trump, sino también a desarrollar estrategias para sostenerla en el tiempo, entendiendo que de esta forma los Estados Unidos volverán a ser fuertes.
Entre este concepto de sostener la idea de Trump sobre el mundo en el tiempo, cobra fuerza el América First Policy Institute, quienes preparan el “Plan de 100 años”, más allá del 20 de enero de 2029. En el Pennsylvania Avenue, al lado del Willard InterContinental, encajado entre la Casa Blanca y el Capitolio, se prepara la estrategia para la nueva época “dorada” del imperialismo estadounidense. Un equipo de mirada amplia tiene la tarea de darle forma a este plan “para promover aún más el movimiento Estados Unidos Primero y las políticas que priorizan al pueblo estadounidense”. Uno de los directivos de este Think Tank, Greg Sindelar, director ejecutivo de la Fundación de Políticas Públicas de Texas (TPPF), ha expuesto la idea claramente: “Se trata de pensar no solo a cinco años vista”.
Otro factor importante dentro de esta ecuación para hallar la fórmula de qué o quiénes están realmente moviendo los hilos detrás del escenario es la figura de Elon Musk, como representante del grupo de emporios tecnológicos donde se concentra actualmente el gran capital. Un poco más de 1.189 mil millones de dólares son suficientes para colocarse de cara a lo que han llamado la “BioRevolución”. Un artículo bajo el nombre de “BioPoder. Asegurando el liderazgo estadounidense en biotecnología”, publicado por el Centro para una Nueva Seguridad Estadounidense (CNAS), un Think Tank “independiente” y bipartidista, nos aproxima a esta idea que viene macerándose: «La biorrevolución encierra grandes promesas y riesgos, y el equilibrio final dependerá en gran medida de las decisiones que tome Estados Unidos en los próximos años. Los responsables políticos deben acoger la biorrevolución con ambición y humildad, actuando con audacia para impulsar la investigación, la innovación y la infraestructura en todo el espectro de las biotecnologías; reformar las políticas; formar, atraer y retener el biotalento; liberar biodatos de forma responsable; impulsar las alianzas globales; y ganarse la confianza pública. Estados Unidos lideró el siglo XX en biotecnología, y no hay razón para que no pueda liderar el siglo XXI como la principal biopotencia mundial».
Al Pennsylvania Avenue se le suma parte del equipo de Musk, ubicado en los pasillos del Ala Oeste de la Casa Blanca, todos ellos veteranos del Silicon Valley. Dándole forma a un conjunto de Think Tanks de pesos pesados del mundo de Trump y aliados ideológicos en línea que han ayudado a dar forma a su visión del mundo. Entre los más allegados a Musk está el asesor político Chris Young, uno de los jefes de campaña del Partido Republicano que inicialmente fue contratado para asesorar a Musk durante la campaña de Trump y actualmente se desempeña como tesorero del Comité de Acción Política (PAC) de América. Recordemos el último conclave de este grupo, al cual hicimos referencia en un reciente trabajo.
Este BIOPODER tiene en la mira a los países en vía de desarrollo o aquellos empobrecidos por la desigualdad existente, sobre todo, aquellos ubicados en el Sur Global.
¿Será que quienes están detrás del «BIOPODER», Elon Musk y compañía, están enfrentados a la corriente globalista conservadora, con Macron a la cabeza? ¿Qué fuerzas se mueven por el mundo más allá de Trump que pretenden disputar la hegemonía mundial? ¿Qué papel juegan estos grandes capitales asociados a los emporios tecnológicos en la concentración de poder y riqueza? ¿Cómo se manifiesta esta lucha en otros contextos, como en Latinoamérica y El Caribe, África o Asia? ¿Existen alternativas al modelo estadounidense que pueden ser inclusivas y menos hegemónicas? ¿Qué hace un “Think Tank” Comunal ante esta disyuntiva? ¿Cómo descifra estas tensiones existentes en el mundo?
Esta semana concluía el Congreso de Comunicación Popular «Tanques de Pensamiento Comunal», que tenía como objetivo fortalecer la comunicación revolucionaria y combatir la manipulación digital: “fortalecer el método calles, redes, medios, paredes y radio bemba, que promueve una comunicación desconcentrada”, resaltó el Presidente Nicolás Maduro. “Los ‘Tanques de Pensamiento Comunal’ (TPC), en una primera instancia se concentran en la alfabetización digital, la soberanía tecnológica y la lucha contra la manipulación algorítmica, mediante un enfoque de valores positivos, organizativos y psicológicos, y tiene como meta hacer consciente la dimensión nociva de estas tecnologías empleadas por las potencias occidentales y brindar alternativas para su uso correcto”, ha sido una idea apuntada en las conclusiones de este Congreso.
Recrear la idea de Marx, de Lenin, Mao, de Bolívar, de un Martí, Francisco Morazán, Maurice Bishop, un Sandino, Miranda o un Salvador de la Plaza, de un Chávez, de Alí Rodríguez, del conuquero de Alfolí, el visionario campesino de la UPF Batalla de Santa Inés en Maturín, la comunera de El Maizal o la integrante del Club de Abuelos y Abuelas de Mucuritas de la Comuna Lanceros de la Victoria en Caricuao. Es colocar la carga ideológica desde la época, el territorio y la lucha que le ha tocado a cada uno. Tal como diría Fidel, “la batalla de la verdad contra la mentira; la batalla del humanismo contra la deshumanización; la batalla de la hermandad y la fraternidad contra el más grosero egoísmo; la batalla de la libertad contra la tiranía; la batalla de la cultura contra la ignorancia; la batalla de la igualdad contra la más infame desigualdad; la batalla de la justicia contra la más brutal injusticia; la batalla por nuestro pueblo y la batalla por otros pueblos”, tiene rostro. ¿Qué lecciones podemos extraer de sus luchas y cómo pueden inspirar nuevas resistencias y organización en el siglo XXI?
Y volviendo a Fidel y la cita que abre este trabajo, uno de esos marxistas venezolanos proscritos por el PCV, Ludovico Silva, sostenía que la comprensión científica de la necesaria vinculación entre la teoría y la práctica es el instrumento metodológico para la elaboración del modelo socialista, es la utopía concreta. El modelo material de apoyo para descifrar nuestro socialismo, con características venezolanas y que debe ser el centro de la forja de cualquier pensamiento comunal que se construya, está basado sobre nuestra Democracia Revolucionaria, lo opuesto a la democracia occidental que por siglos se nos ha impuesto, distinto al «Plan de los 100 años». Esta materia de apoyo sobre la cual nos damos el proceso revolucionario no está hecha bajo una utopía absoluta, no es una fábula, no son mitos ni quimeras. A nuestro modelo le debemos dar, tal como lo ha precisado el Presidente Nicolás Maduro, la interpretación científica de la realidad que forje la utopía revolucionaria.
Entonces, nuevamente recurriendo al proscrito Ludovico, un Think Tank del Pensamiento Comunal deberá tener una segunda fase, luego o en paralelo, dispuesto el método calles, redes, medios, paredes y radio bemba, que contrarresta el bombardeo ideológico de los Think Tanks que añoran la perpetuidad del imperialismo. Un Think Tank del Pensamiento Comunal tendrá como una necesidad imperiosa la de “examinar a fondo las tendencias hacia la destrucción de la sociedad capitalista, y las tendencias a su superación, las sociedades colectivas burocráticas, para llamar de algún modo a las sociedades soi-disant socialistas”. Esa sociedad que por ahora el consenso político nacional ha llamado DEMOCRACIA PARTICIPATIVA Y PROTAGÓNICA en tránsito hacia el ESTADO COMUNAL, nuestro soi-disant socialistas.
¿Qué obstáculos existen para la construcción del Estado Comunal? ¿Cómo superamos estos desafíos? Son interrogantes que el Pensamiento Comunal que nace en cada Comuna que forja su destino debe ir respondiendo por el bien y futuro de la humanidad.
Miguel Salazar* Profesor en Ciencias Sociales del Instituto Pedagógico de Caracas (IPC). Miembro del equipo editorial de la revista digital puebloenarmas.com de Venezuela
Este artículo ha sido publicado en el portal serviralpueblo.org/
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