Análisis del equipo de PIA Global Asia - Asia Pacifico China

China y su sabiduría milenaria: una potencia comercial que desafía a EE.UU.

Por Tadeo Casteglione* La historia ha demostrado que las civilizaciones con una base sólida en la estrategia, el comercio y la diplomacia logran imponerse a sus adversarios sin necesidad de recurrir a la violencia directa.

China, con su sabiduría milenaria y su colosal estructura económica, vuelve a demostrar que las pretensiones hegemónicas de Estados Unidos son poco más que un berrinche de una potencia en declive.

La tradición estratégica china, profundamente arraigada en los principios del «Arte de la Guerra» de Sun Tzu, ha sido siempre caracterizada por su visión a largo plazo y su capacidad para anticipar los movimientos del adversario.

Mientras las potencias occidentales se obsesionan con ganancias inmediatas y confrontaciones directas, China construye su poder mediante una estrategia de paciencia milenaria, tejiendo redes comerciales, fortaleciendo alianzas y expandiendo su influencia global de manera silenciosa pero inexorable.

El contexto geopolítico actual confirma esta filosofía estratégica. La Ruta de la Seda moderna, conocida como la Iniciativa de la Franja y la Ruta, es un ejemplo perfecto de cómo China proyecta su poder sin recurrir a la confrontación militar.

A través de inversiones estratégicas en infraestructura, conectividad económica y desarrollo tecnológico, Pekín está rediseñando el mapa geopolítico mundial, desafiando sutilmente el dominio estadounidense.

Trump y la política del arancel: un juego perdido

Donald Trump, en un nuevo intento por doblegar a la economía china, ordenó el incremento de los aranceles a los productos de la nación asiática, elevándolos del 10 % al 20 %.

El pretexto en esta ocasión ha sido la supuesta responsabilidad de Pekín en la crisis del fentanilo en Estados Unidos, una acusación sin sustento que busca justificar una medida proteccionista disfrazada de «seguridad nacional».

La estrategia arancelaria de Trump representa un ejemplo paradigmático de la obsolescencia de la política exterior estadounidense. Lejos de debilitar a China, estas medidas han servido para fortalecer la determinación del gigante asiático y exponer las fragilidades del sistema económico norteamericano.

Las guerras comerciales del siglo XXI no se ganan con imposiciones unilaterales, sino con inteligencia estratégica y capacidad de adaptación.

El contexto histórico resulta revelador. Desde la apertura económica de Deng Xiaoping en 1978, China ha transformado radicalmente su modelo económico, pasando de ser una economía agrícola y cerrada a convertirse en la ya primera potencia económica mundial. Esta metamorfosis no ha sido producto de la casualidad, sino de una planificación meticulosa que contempla décadas de desarrollo.

La respuesta de China, como era de esperarse, no se hizo esperar. El portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, Lin Jian, dejó claro que el gigante asiático está «listo para luchar hasta el final en cualquier tipo de guerra» con EE.UU., sea comercial, arancelaria o de cualquier otra índole.

Este mensaje deja entrever que China no teme a las estrategias coercitivas de Washington y que posee la paciencia y la capacidad de resistencia suficientes para esperar a que la política errónea de Trump se desplome por su propio peso.

Pekín responde con medidas contundentes

Como contramedida a la agresión arancelaria de EE.UU., China anunció la imposición de aranceles adicionales a una serie de productos estadounidenses. Entre ellos, se destacan gravámenes del 15 % sobre importaciones de pollo, trigo, maíz y algodón, y del 10 % sobre productos clave como la soja, la carne de cerdo y vacuno, así como frutas, verduras y productos lácteos.

Estas acciones no solo afectan directamente a los productores norteamericanos, sino que también refuerzan la posición de China como un actor implacable en la guerra comercial.

La precisión quirúrgica de estas contramedidas demuestra el profundo conocimiento de China sobre la estructura económica estadounidense. Al golpear sectores específicos de la producción agrícola, Pekín no solo genera un impacto económico inmediato, sino que también erosiona las bases políticas de apoyo a las políticas proteccionistas, especialmente en estados agrícolas tradicionalmente conservadores.

Esta táctica refleja la visión estratégica china, que va más allá de la simple retaliación comercial. Se trata de una operación de múltiples frentes que busca debilitar la cohesión interna de Estados Unidos, evidenciando las contradicciones de su política económica y generando fracturas en su estructura de poder.

El gigante asiático no se doblega

Mientras Washington recurre a presiones y chantajes, Pekín responde con calma y determinación, mostrando una fortaleza derivada de siglos de experiencia en el arte de la diplomacia y la guerra económica. «La intimidación no nos asusta», afirmó Lin Jian, dejando claro que la Casa Blanca ha calculado mal al intentar presionar a China con una política de «máxima presión» que ya ha demostrado ser ineficaz.

China entiende que el tiempo juega a su favor. Mientras Estados Unidos insiste en una política de confrontación, el gigante asiático expande sus alianzas comerciales con otros mercados, fortalece su participación en BRICS+ y se posiciona como la locomotora de la economía global del siglo XXI. La historia nos ha enseñado que las civilizaciones con una visión de largo plazo prevalecen sobre aquellas que actúan con impulsividad y desesperación.

La inversión masiva de China en tecnología, infraestructura digital y energías renovables representa otro frente de su estrategia global. Mientras Estados Unidos se debate en disputas internas y políticas cortoplacistas, China construye las bases de la economía del futuro. Su apuesta por la inteligencia artificial, la tecnología 5G y el desarrollo de energías limpias no es solo una estrategia económica, sino un proyecto de transformación civilizacional.

La historia continua

La sabiduría china no se basa en la imposición forzada ni en la agresión directa, sino en el equilibrio de poder y en el aprovechamiento de las debilidades del adversario. Con Estados Unidos atrapado en su propio laberinto de crisis internas y erráticas políticas exteriores, China observa con paciencia y responde con estrategias calculadas.

El desenlace de esta guerra comercial será decisivo para el orden mundial, pero si algo es seguro es que Pekín no se dejará doblegar por las presiones de una potencia que, lejos de consolidarse, está viendo cómo su hegemonía se desmorona. La historia juzgará si la paciencia estratégica china o la agresividad norteamericana prevalecerán en esta nueva fase de la geopolítica mundial.

Lo único cierto es que estamos presenciando un cambio de época. Un momento en que las antiguas reglas del juego geopolítico se reescriben, y donde la sabiduría milenaria de China parece estar un paso adelante en el complejo ajedrez de las relaciones internacionales.

Por Tadeo Casteglione* Experto en Relaciones Internacionales y Experto en Análisis de Conflictos Internacionales, Diplomado en Geopolítica por la ESADE, Diplomado en Historia de Rusia y Geografía histórica rusa por la Universidad Estatal de Tomsk. Miembro del equipo de PIA Global.

*Foto de la portada: iStock

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