Europa

La presión de Trump surte efecto: Europa busca fórmulas para aumentar su factura de Defensa

Por Diego Herranz* –
Bruselas ultima su plan para incrementar el gasto en Defensa, mientras la cotización de empresas como Rheinmetall, Saab, BAE Systems o Indra se disparan en Bolsa. El mercado descuenta que los planes de Trump sobre Ucrania van a costar tres billones de dólares a los aliados europeos.

El primer mes de la versión Trump 2.0 ha convulsionado no solo EEUU sino el orden mundial. El comienzo de su andadura no ha dejado indiferente a nadie. Ni a sus correligionarios ni a sus más fervorosos detractores. En casi ningún terreno. Y, por supuesto, tampoco en el geopolítico; hasta el punto de haber descolocado a sus teóricamente socios europeos.

El inicio de conversaciones entre Donald Trump y Vladimir Putin ha ocasionado acusaciones de injerencia desde Alemania en sus asuntos internos -y en plena campaña electoral, quizás la de mayor trascendencia del último cuarto de siglo-, primero contra Elon Musk y su apoyo a AfD, el movimiento neonazi que se ha encaramado al segundo lugar de las encuestas en intención de voto, y luego de JD Vance, número dosde la Administración Trump. El vicepresidente americano acudió a la Conferencia de Seguridad de Múnich criticando a los líderes europeos por su retórica sobre la desinformación o información errónea, que calificó de “feos términos de la trasnochada era soviética”, arremetió contra los “excelsos principios democráticos” europeos, aunque no se atrevió a tildarlos de supremacistas, y les acusó de “ignorar a sus votantes, preocupados por los impactos de la migración masiva”.

“Cuando miro a Europa hoy, no está claro qué pasó con algunos de los ganadores de la Guerra Fría”, dijo Vance. Antes de asegurar que “hay un nuevo sheriff en la ciudad”.

Pero también ha precipitado una reunión de urgencia en París, convocada por el presidente de Francia, Emmanuel Macron, primero entre los cinco socios de mayor peso específico de la Unión, y luego, con una veintena de miembros del club y países como Canadá, después de atender a un encuentro privado con el premier británico. Con el laborista Keir Starmer acudirá a Washington tras consensuar una propuesta de envío de tropas de paz a Ucrania que recibió el rapapolvo del canciller Olaf Scholz y el férreo rechazo de países como España, Italia y Polonia, el ejército más numeroso de la Unión.

En paralelo, el entramado institucional europeo ha notado igualmente los movimientos telúricos del tsunami trumpista. La Comisión busca casi a la desesperada un plan articulado que eleve los desembolsos de Defensa. El asunto ha cobrado tanta urgencia que podría desvelarse esta semana, tras la cita del Ecofin de hace unas fechas. Aunque fuentes de Bruselas consultadas por Bloomberg afirman que “está ya perfilado”, pero que no era conveniente revelarlo “antes de los comicios germanos”.

La certeza en el Viejo Continente es que, con Trump, los vínculos transatlánticos han cambiado. Por si cupiese alguna duda, el congresista republicano Michael McCaul, lo dejó todavía más claro: “EEUU ya no va a pagar la factura de seguridad de la OTAN -dijo- y nuestros aliados europeos reconocen que es hora de que den un paso adelante en su propio patio trasero”, en referencia a Rusia. Todo ello precipitó la subida fulgurante de valores del sector de Defensa como las firmas alemanas Rheinmetall AG, Saab AB y BAE Systems Plc, que aumentaron más del 5%. Al calor de una valoración contundente: el mercado descuenta que los planes de Trump sobre Ucrania van a costar tres billones de dólares a los aliados europeos. Tanto como el tamaño del PIB de Francia.

Washington ha cedido el mando de la sartén negociadora a Putin, ha arrinconado hasta casi la humillación diplomática a Volodímir Zelenski y, entretanto, ha puesto a Europa a buscar recursos incluso debajo de sus alfombras. Como ha atestiguado el ministro francés de Asuntos Europeos, Benjamin Haddad: “ante esta emergencia, es hora de tomar decisiones históricas”.

Los eurobonos vuelven a la palestra política

Haddad sacó a relucir un asunto altamente conflictivo en el seno de la UE y, más en concreto, en el engranaje del eje franco-alemán, al rescatar el sueño de los justos la idea de mutualizar los gastos militares mediante emisiones de eurobonos, asunto sobre el que también incidió y apoyó Mario Draghi en su reciente informe sobre competitividad. El expresidente del BCE ha sido uno de los más firmes defensores de estas fórmulas. De hecho, ya lo sacó a relucir en su última visita al Consejo Europeo antes de ceder las riendas de la autoridad monetaria a Christine Lagarde. En aquella ocasión, en un clima de euforia inequívoca por su exitosa, aunque controvertida misión de salvar al euro con tipos de interés próximos a cero y programas de compra de deuda soberana y corporativa para los contribuyentes netos de la Unión, con Alemania a la cabeza, Draghi criticó a los responsables económicos y políticos que no contemplasen emisiones conjuntas de bonos.

Era el año 2019 y todavía nadie se aventuró a presagiar la llegada de la Gran Pandemia con sus billonarios estímulos fiscales y monetarios para alumbrar el ciclo de negocios post-covid. Pero el mensaje caló, pese a que en Berlín despierta notables recelos. El último recordatorio de Draghi en septiembre pasado, cuando desveló su estudio para que Europa pueda rivalizar con EEUU y China en el orden económico mundial, se llevó por delante al entonces ministro de Finanzas de Alemania, el liberal Christian Lindner, y desencadenó el adelanto electoral por parte del canciller Olaf Scholz.

La idea de que el bund alemán pueda abandonar su trayectoria individual en los mercados y sus demostrados signos de estabilidad histórica está lejos de cautivar en Berlín. Con independencia del partido que gobierne y del que ostente la cartera de Finanzas. Pese a que el bono germano sea la referencia que determine escaladas -especulativas o no- de las primas de riesgo, como las que acuciaron a las economías de países rescatados tras el colapso crediticio de 2008 o a la de Italia. Draghi volvió a reiterar que es una herramienta idónea para avalar proyectos estratégicos para Europa, entre los que citó su reconversión industrial, sus avances en IA y en tecnología que permita acelerar la transición energética hacia las renovables y, por supuesto, su sector militar.

Incluso puso una cifra anual sobre la mesa para atender todas estas reformas conjuntas, de nada menos que 750.000 millones de euros, cifra equiparable al despliegue conjunto de fondos Next Generation o a la mitad del PIB español. Cada año hasta, al menos, 2030. Los eurobonos serían unos avales de financiación idóneos, según Draghi, para abordar estos desafíos.

La sensibilidad del mercado hacia estas maniobras fue, como no cabía esperar de otra manera, inmediata. Bonos alemanes, franceses e italianos a la baja -salvo el bund a 10 años, que marca la referencia de endeudamiento de la zona del euro-, mientras el Stoxx 600 europeo ha subido en su evolución semanal y el índice Goldman Sachs de valores vinculados a firmas de Defensa se desmarcó con un máximo histórico.

Bloomberg Intelligence también suma su cálculo de 750.000 millones de euros como el punto a partir del cual Europa podría barajar la idea de crear su propio Ejército, tal y como EEUU parece querer transmitir a las cancillerías del club comunitario. Sus expertos también precisan que estos gastos deberían alimentarse hasta alcanzar los niveles del 3,7% del PIB si desean mantenerse en la OTAN, una cota que cumplen 23 de los 32 socios de la Alianza Atlántica.

El porcentaje está por encima del 2% que exigió Trump en su primer mandato, pero igualmente alejado del 5% que ha impuesto como condición ahora a sus aliados.

Nueva vuelta de tuerca a las reglas fiscales

Sin embargo, el órdago estadounidense al Viejo Continente ha resucitado el espíritu europeísta de Reino Unido. O, al menos, el de su laborista primer ministro Starmer, para quien Europa vive un “momento generacional único en materia de seguridad colectiva”, en alusión a la cita parisina de líderes europeos convocados por Macron. La explicación económica -o, de forma más precisa, fiscal- le correspondió a la presidenta de la Comisión, Úrsula von der Leyen, quien confirmó, en línea con el Ecofin, que las opciones de financiación que se discuten -y que se anunciarán tras la cita con las urnas en Alemania- incluyen la activación de una cláusula de liberación del corsé de estabilidad presupuestaria europeo para permitir que los socios eleven sus recursos sin entrar en conflicto con la exigente normativa comunitaria sobre las cuentas nacionales.

De igual forma, el comisario de Economía, Valdis Dombrovskis, enfatizó que el bloque encontrará fórmulas de gastos adicionales: “Estamos en la búsqueda de una mayor flexibilidad fiscal para destinar financiación a la industria y política de Defensa”. Mientras, Annalena Baerbock, jefa de la diplomacia germana, corroboró que Europa ultima inyecciones de recursos para fortalecer su espacio de seguridad, con mecanismos “similares a los que salvaron al euro, en 2012, o los que se emplearon en la Gran Pandemia”. Baerbock admitió que, aunque estos desembolsos llegarán en el “futuro próximo”, de momento, “se activarán líneas de financiación” específicas. Otra línea roja de Alemania y Países Bajos, nada partidarios de activar fondos conjuntos a cargo de las arcas comunitarias.

La cuantía inicial de la primera y urgente partida, según las autoridades europeas, debería llegar a los 400.000 millones de euros, asegura el servicio de estudios de Deutsche Bank. Esa sería la cantidad que estarían barajando como umbral desde los presupuestos nacionales, a través de las partidas de cohesión y la reutilización de recursos de programas en liza como los vinculados al Fondo de Recuperación y Resiliencia o el Mecanismo Europeo de Estabilidad. Aunque “si las necesidades de gasto superan este techo, la UE tendría que recurrir a nuevas líneas financieras”.

Los observadores ven complejo otro esfuerzo de resiliencia activa del club europeo, pero creen que están obligados a tomar medidas concretas contra el nuevo y fervoroso ataque arancelario de Trump hacia socios, rivales y mercados emergentes. O contra el ataque indiscriminado hacia el orden mundial, con un viraje de 180 grados a la política exterior americana. Porque este giro, aunque nada inesperado, ya forma parte de la realpolitk. Y Europa y EEUU parecen convivir en hemisferios antagónicos. El FMI habla de decoupling o fragmentación del ciclo de negocios, con la economía estadounidense en estado próximo a la ebullición y con visos de entrar en un súper-ciclo -explica el Fondo- por su creciente productividad y el dinamismo de su actividad y el empleo que amortiguan, al menos parcialmente, las réplicas inflacionistas. Mientras la zona del euro no acaba de encontrar la senda del crecimiento, con sus tres grandes potencias -Alemania, Francia e Italia- sumidas o coqueteando con la recesión.

Por otro lado, también se ha apreciado una cierta asimetría entre ambos mercados de capitales que se acrecentó en las fechas previas e inmediatamente posteriores a la asunción de Trump del cargo presidencial. Si bien en las últimas semanas se ha producido un salto desconocido en trece años al superar el Stoxx 600 europeo al S&P 500 americano con su mayor diferencial en dos decenios. Eso sí, después de que el S&P 500 registrara un repunte del 24% en 2023 y del 23% en 2024, y el Stoxx 600 europeo del 5,98% el pasado ejercicio y del 12,7% en 2023.

Finalmente, estas paradojas dejan otro terreno de divergencia transatlántica: el monetario. Con la Fed en pausa técnica y el consenso del mercado situando los tipos de interés a finales de 2025 en el mismo nivel que ahora, el 4,5%, para contener las nuevas oleadas de precios por las subidas de aranceles a las importaciones y las rebajas fiscales que ultima la Casa Blanca, y el BCE dejando el precio del dinero en el 1,75% al término del año para espolear una actividad en encefalograma plano y con necesidades de reconversión industrial urgentes.

*Diego Herranz, periodista.

Artículo publicado originalmente en Público.es

Foto de portada: Soldados sostienen la bandera de la Unión Europea.Parlamento Europeo

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