Escasos minutos después, mientras el presidente Vladimir Putin, ya estaba de salida hacia sus oficinas, fue informado al más alto nivel: El jefe de las tropas del RKhBZ (Defensa Radiológica, Química y Biológica de la Federación) y su conductor y asistente, habían sido asesinados en un atentado terrorista.
Desde entonces los informes, como las decisiones en el Kremlin, se han sucedido en avalancha, unas tras otros.
Igor Kirillov, de 54 años, salió a la hora en punto del Edificio residencial en Ryazansky Prospekt al sur de Moscú, saludó a su asistente, caminó tres pasos mientras alcanzaba a esbozarle una última sonrisa, y murió.
La fachada del edificio fue afectada, su coche fue dañado, ambos cuerpos quedaron tendidos en el andén del antejardín regando a breves espasmos su sangre sobre la nieve, y alguien desde el apartamento de Kirillov, con el corazón en la boca, llamó al Ministerio de Defensa.
La bolsa con el artefacto explosivo había sido colocada más temprano en el manillar de un patinete eléctrico cerca de la puerta del edificio, y fue activado mediante un teléfono móvil exacto en el momento en que Kirillov entró en el radio de acción previsto de la explosión
Fue así como el asesino necesariamente vio morir a su objetivo, bien por su cercanía visual directa o, mejor aún, mediante una cámara perfectamente dispuesta para enfocar la fachada del edificio
Fue una operación limpia, fría, desafiante, pero no sin rastros, tras semanas o incluso meses de seguimiento coordinado sobre los movimientos del alto funcionario de la defensa estratégica rusa.
Putin recibió la noticia como un puñetazo de lleno en la cara, explosivo, doloroso, sangrante, que lo derribó por un momento. Seguidamente, tras un sordo silencio, dio instrucciones precisas y se dirigió al Kremlin
La agencia Reuters se apuró a desviar la autoría del atentado hacia la SBU ucraniana para la versión del público occidental, pero Putin sabe que se mueve en un entorno de WW3 multidimensional no declarada, y que, como ex agente de la KGB, las cosas jamás son lo que parecen.
Los enemigos de Kirillov son muchos, desde la cúpula alienígena del Foro Económico Mundial de Davos, la cúpula Nazi que gobierna la UE y la OTAN, las Big Pharma de Occidente, WHO, Bill Gates, Soros, la familia Biden personalmente. La lista se haría interminable…
Pero, de hecho, el atentado tiene finalmente todos los rasgos de un viejo sueño de Occidente: El de decapitar de un solo golpe a toda Rusia en el perímetro del Kremlin. Mas ese sueño no tiene, desde siempre y detrás de todos estos poderes anteriores, más que un inductor y un determinador: La Gran Mafia Khazara, y por eso el atentado a Kirillov tiene por todas partes las huellas dactilares del Mossad, aún por encima de la propia CIA y el Pentágono.
Pero también, el hecho de que parte de los últimos informes de Igor Kirillov, estuviera previendo lo que varios analistas hemos venido advirtiendo sobre la eventualidad de que Occidente esté preparando un gran atentado de falsa bandera nuclear en Europa del Este para culpabilizar a Rusia y desencadenar una escalada que impida a Trump revertir después la situación. Por su parte, Zelenski ya ha dado pruebas fehacientes de desconocer abiertamente a Trump y sabemos que, ante una eventual escalada, las armas más fuertes de Occidente, a falta de capacidades convencionales y mano de obra sobre el terreno, sólo podría acudir a las mismas que, de la contraparte rusa, estaban bajo la dirección de Kirillov: Las nucleares, químicas y biológicas.
Por eso Kirillov era el primer objetivo. Ahora, con su muerte, las preparaciones de Rusia para evitar o disuadir un embate no convencional de Occidente durante el invierno, pueden verse retrasadas para su interceptación a tiempo. Nunca antes Occidente había llegado a ser un peligro tan grande para la Humanidad, ni los demonios de la Mafia Khazara, enmascarados en su apariencia humana, habían estado más envalentonados sobre sus posibilidades en relación con su viejo proyecto de tomarse el mundo por asalto en el execrable nombre de Lucifer.
Jairo H David N*. Lingüista, Investigador independiente en Ciencias Humanas y Desarrollo Humano.
Foto de portada: AFP