Europa

El colapso político en el eje franco-alemán hace zozobrar la UE

Por María Zornoza* –
En tan solo un mes, Donald Trump ha ganado las elecciones en EEUU y las dos mayores potencias económicas de la UE se han hundido en el caos político.

La victoria del huracán Donald Trump en Estados Unidos hace exactamente un mes agitó las aguas transatlánticas dejando importantes réplicas en suelo comunitario. La reacción inicial de la UE fue apelar a la unidad de los europeos e incidir en la necesidad de ser más fuertes y más independientes. Cuatro semanas después, el bloque comunitario devuelve otra imagen muy alejada a esa fortaleza. El bloque comunitario sufre y luce debilitado. Los Gobiernos del eje franco-alemán han colapsado y la nueva Comisión Europea, abanderada por Ursula von der Leyen, es la menos respaldada de la historia.

A última hora de la tarde del miércoles, el conservador Michel Barnier se convertía en el primer ministro francés más fugaz desde la Segunda Guerra Mundial y en el primero en perder una moción de censura en la Asamblea Nacional desde 1962. El experimento de Emmanuel Macron había fracasado tras escasos tres meses de vida. La moción propuesta por el Nuevo Frente Popular y apoyada por la extrema derecha de Marine Le Pen fue aprobada por 331 votos, muy por encima de los 288 que se necesitaban. El detonante fue el plan presupuestario con marcado acento de austeridad, inasumible para la mayoría de la Cámara.

La segunda potencia económica de la Eurozona sigue los pasos de la vecina Alemania. Poco después de la victoria de Donald Trump, el canciller Olaf Scholz anunció el adelanto electoral. Según las previsiones nacionales, la economía de la locomotora alemana comenzará el nuevo año en recesión técnica. Berlín no ha conseguido recuperarse de las consecuencias de la guerra de Ucrania y, especialmente, de su enorme dependencia a la energía rusa. París, por su parte, se aboca a una parálisis en la tramitación de los presupuestos para 2025 y su déficit presupuestario se ha disparado.

La crisis en Alemania tiene un carácter más económico. También fue la tramitación de los presupuestos la punta del iceberg que hizo caer al Gobierno de coalición tripartito. Los comicios generales se celebrarán el 23 de febrero. Las encuestas dan la victoria a la Unión Democristiana (UCD), liderada por Friedrich Merz. Y aunque el pulmón alemán ha pasado a a ser el enfermo de Europa, la tradición política del país anticipa un cambio de guardia sin demasiados sobresaltos. La de Francia es, sin embargo, una crisis con encaje más político. Macron se encontraba en Arabia Saudí cuando su Gobierno saltaba por los aires. Su credibilidad e imagen se encuentra en mínimos históricos. Muchos analistas califican de soberbia la estrategia partidista de un presidente de la República cuyo partido y gestión están en creciente entredicho.

Tras la contundente victoria de la extrema derecha de Le Pen en las pasadas elecciones europeas de junio, Macron dio un golpe en la mesa disolviendo la Asamblea Nacional. Las fuerzas liberales y de izquierdas se aliaron para frenar el ascenso ultra. Con los resultados de los comicios legislativos en la mano, el inquilino del Elíseo confió el Gobierno al conservador Barnier. Contó con el beneplácito de la extrema derecha y el presidente francés se justificó con el envoltorio de que un Gobierno en manos progresistas no sería capaz de dotar al país con estabilidad política y financiera. El resultado del experimento es historia: el Ejecutivo francés nació herido de una muerte que tardó escasas semanas en confirmarse mientras que las calles convivían con un sentimiento de decepción y traición.

El primer impacto del caos político en Francia tiene su eco a miles de kilómetros de distancia. Mientras el país galo amanecía con la resaca del huracán gubernamental, Ursula von der Leyen emprendía un vuelo a Uruguay con la intención de firmar —más de 20 años después— el acuerdo de libre comercio con Mercosur. Los países del bloque latinoamericano (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) han dado desde Montevideo su visto bueno. La fumata blanca del fin de las negociaciones podría llegar en las próximas horas. Y este movimiento amenaza con desatar consecuencias importantes en Francia. Su sector político, agrícola y social se opone masivamente a este acuerdo. La firma europea ignorando a Francia podría desencadenar en un auge de los sentimientos antieuropeístas y ultraderechistas.

El caos que impera en el eje franco-alemán llega en un momento complicado para la UE dentro y fuera de sus fronteras. El 1 de diciembre arrancó la Comisión Von der Leyen 2.0, que guiará el gigante comunitario durante los próximos cinco años. El Colegio de Comisarios, en el que la española Teresa Ribera ostenta el segundo puesto de más poder solo bajo la sombra de la alemana, pasó el escrutinio del Parlamento Europeo con una minoría histórica de votos.

La recién estrenada legislatura se prevé bronca, tensa, polarizada y muy marcada por los escarceos del Partido Popular Europeo con las fuerzas ultras. Desde El Salvador hasta India, los populismos atraviesan en el mundo uno de sus mejores momentos de forma. Y Europa, desde Italia hasta Hungría, no es la excepción. Las fuerzas de extrema derecha cuentan con el mayor poder desde la Segunda Guerra Mundial. El domingo, el proyecto europeo afronta otra prueba de fuego en Rumanía, donde podría ganar las elecciones presidenciales el candidato anti-OTAN y prorruso Calin Georgescu.

Las turbulencias resuenan también fuera de los confines europeos. Un imprevisible Trump aterrizará en la Casa Blanca el próximo 20 de enero. Su regreso amenaza la relación comercial transatlántica, el devenir de la OTAN, el orden multilateral o el futuro de la guerra en Ucrania. Entretanto, Vladimir Putin ha tomado la delantera en la contienda y en Bruselas reconocen que este podría ser el invierno más complicado para Kiev desde el inicio de la invasión. Con todo ello de fondo y con una crisis de liderazgos políticos, Europa se enfrenta a una era de turbulencias.

*María G Zornoza, periodista.

Artículo publicado originalmente en Público.

Foto de portada: Olaf Scholz y Emmanuel Macron, en una foto de archivo. —Michael Kappeler/Europa Press.

Dejar Comentario