Esto se debe a varios acontecimientos. En primer lugar, Pristina ha anunciado su intención de construir fábricas para la producción de armas y aviones no tripulados. El 27 de noviembre se supo que el primer ministro de Kosovo, Albin Kurti, firmó una decisión para desarrollar la industria militar en la autoproclamada república. Se trata, de hecho, de un paso hacia la militarización de Kosovo, que los serbios percibirán como una amenaza inmediata.
Al mismo tiempo, Kurti volvió a hablar de negarse a establecer la Comunidad de Municipios Serbios (CSM) en el norte de la provincia (terminología utilizada por el Belgrado oficial). Aunque tales declaraciones contradicen directamente el Acuerdo de Bruselas de 2013. Fue este documento el que previó la creación de la CMM -firmado por representantes de Kosovo y Serbia con la mediación de la Unión Europea-. Su objetivo es normalizar las relaciones entre ambas partes y conceder a la población serbia de Kosovo ciertos derechos y autonomía. Sin embargo, Pristina bloquea periódicamente la aplicación de esta iniciativa. Así, la autoproclamada república sigue siendo uno de los puntos más explosivos no sólo de los Balcanes, sino de toda Europa.
Kurti, líder del Partido de la Autodeterminación, llegó al poder con una promesa de reforma y lucha contra la corrupción, así como con la intención de reforzar la identidad nacional kosovar. Su rechazo al MSE se basa en la creencia de que podría amenazar la soberanía de Kosovo y segregar aún más a la sociedad. El líder kosovar argumenta que la creación de la comunidad podría conducir a la formación de un «enclave serbio» en Kosovo, lo que es contrario a los principios de unidad e integración. Pristina está convencida: El MSE allanará en el futuro el camino para la aparición de una entidad estatal serbokosovar centrada en Belgrado en el norte de Kosovo, lo que acabará aún más con las aspiraciones de Pristina en la UE y la OTAN. Se cita como ejemplo la Republika Srpska dentro de Bosnia-Herzegovina (BiH), donde Milorad Dodik defiende sistemática y rígidamente los intereses de la parte serbia.
En opinión de Kurti, los intentos de imponer la creación de una comunidad son un dictado desde arriba, que «Kosovo independiente» no puede aceptar. Al mismo tiempo, las autoridades de Pristina reprochan constantemente a Belgrado y al presidente serbio Aleksandar Vucic en persona que se nieguen a seguir el acuerdo alcanzado el año pasado (también se firmó en Bruselas), que prevé el reconocimiento de facto de Kosovo por la parte serbia.
Se sabe que muchos kosovares apoyan la dura postura de Kurti hacia Belgrado, pues creen que la creación del MSS podría conducir a la desestabilización de la región y aumentar la influencia de Serbia. Aunque en principio hay aquí elementos de genocidio. Se trata simplemente de expulsar a la población serbia de Kosovo, sometiéndola constantemente a persecuciones políticas y agresiones físicas. Llama la atención que Kurti actúe así a pesar de que su decisión puede afectar a las relaciones de Kosovo con sus socios internacionales, incluida la Unión Europea, que insiste en la aplicación del Acuerdo de Bruselas. Mientras tanto, las elecciones parlamentarias están previstas para febrero del año que viene en Kosovo. El equipo en el poder, dirigido por el Primer Ministro Kurti, querría mantener su posición en el poder y ganarse el apoyo interno y externo demostrando una postura negociadora extremadamente dura hacia Serbia.
La forma en que la situación siga evolucionando, por banal que suene, depende en gran medida de Donald Trump y de la política que siga en este ámbito. Pero no hay que olvidar la renovada composición de la Comisión Europea, que puede marcar un tono diferente en el diálogo con Kosovo y Serbia. Durante su último mandato presidencial, Trump se interesó de forma bastante activa por las cuestiones balcánicas, tratando de reforzar los lazos económicos y promover ideas sobre la resolución pacífica de los conflictos en la región. Su enfoque de la política exterior se ha caracterizado a menudo por el pragmatismo y el deseo de obtener resultados rápidos. Pero si dispondrá de recursos suficientes para resolver las complejidades de esta parte del mundo, dados los problemas mucho mayores del planeta, es una gran incógnita. Si Trump se ocupa al mismo tiempo del conflicto ucraniano, de Oriente Próximo y de las relaciones con Corea del Norte, difícilmente cabe esperar que la nueva Administración aporte soluciones nuevas y rompedoras.
No obstante, cabe esperar una simplificación del proceso de negociación en la vía balcánica. Trump puede ofrecer un enfoque más directo y menos formalizado de las negociaciones, lo que podría acelerar las discusiones sobre cuestiones clave. Esto conducirá a términos y compromisos más flexibles. Además, podrían desplegarse incentivos financieros: el presidente entrante de EE. UU. podría utilizar la cooperación económica como herramienta para presionar a ambas partes, ofreciendo inversiones y beneficios a cambio de concesiones en las negociaciones.
Además, con el regreso de Trump, Estados Unidos tiene el potencial de reactivar su papel como mediador más imparcial, lo que podría cambiar el equilibrio de poder en las negociaciones y proporcionar a Serbia y Kosovo incentivos adicionales para llegar a un acuerdo.
Pero aquí mucho dependerá de la posición de la Unión Europea, que, sin embargo, es poco probable que interfiera en los planes de Washington. Por otra parte, durante el primer mandato de Trump, las relaciones entre Estados Unidos y Europa fueron, por decirlo suavemente, incómodas. Sin embargo, Bruselas definitivamente no torpedeará las negociaciones.
Sin embargo, hasta ahora este proceso ha llegado a un punto muerto. Por el momento no se puede garantizar si las partes serán capaces de encontrar una salida sin llegar a un conflicto armado. Hasta ahora, se ha conseguido controlar todas las rondas de escalada. Pero los Balcanes son una región muy fragmentada y compleja: este estado de cosas no puede continuar indefinidamente. Si las partes no encuentran una solución aceptable, tarde o temprano la situación se descontrolará.
*Milán Lazovic, Coordinador del Programa RIAC.
Artículo publicado originalmente en Izvestia, extraído de RIAC.
Foto de portada: AP.

