En las conversaciones sobre el clima COP29, que se realizarán del 11 al 22 de noviembre de 2024 en Azerbaiyán, los negociadores de África presionarán por un nuevo y ambicioso objetivo de financiación climática.
En las conversaciones sobre el clima COP29, que se realizarán del 11 al 22 de noviembre de 2024 en Azerbaiyán, los negociadores de África presionarán por un nuevo y ambicioso objetivo de financiación climática.
Para África, las conversaciones sobre el clima de la COP29 serán un momento decisivo para el futuro de la acción climática mundial. Hoy, en Bakú (Azerbaiyán), se iniciará la acertadamente denominada “COP de Finanzas” en la que se establecerá el Nuevo Objetivo Cuantificado Colectivo (NCQG) sobre financiación climática. Este objetivo sustituirá al compromiso de 2009 de los países desarrollados de movilizar 100.000 millones de dólares al año para la acción climática en los países en desarrollo.
Las negociaciones en curso para el NCQG han sido lentas y se han visto estancadas por numerosos desacuerdos, entre ellos sobre el tamaño del fondo, los tipos de financiación incluidos, quiénes deberían contribuir y cómo se abordarán la adaptación, la mitigación, las pérdidas y los daños y la rendición de cuentas. Todas estas cuestiones son fundamentales para la eficacia futura del objetivo.
Históricamente, la financiación climática prometida ha sido muy inferior a la necesaria para hacer frente a la magnitud del desafío. Además, incluso cuando hay fondos disponibles, las barreras estructurales han impedido que lleguen a los países que más los necesitan.
Según el Grupo de expertos independientes de alto nivel sobre financiación climática (IHLEG), los países emergentes y en desarrollo (excluida China) deben movilizar un billón de dólares por año hasta 2030 de fuentes internacionales para apoyar la acción climática. La mitad de esta cantidad deberá provenir del sector privado, que actualmente aporta el 49% de la financiación climática.
Un factor clave en la ineficacia de la financiación climática para África hasta ahora ha sido el alto costo del capital. Según la Agencia Internacional de la Energía, más del 70% de la inversión mundial en energía limpia deberá provenir del sector privado. Esta dependencia puede ser incluso mayor en África, donde la deuda pública media ha alcanzado el 65% del PIB y 20 países gastan más del 10% de sus ingresos en el servicio de la deuda.
Para los países endeudados, recurrir al sector privado ofrece una salida, pero conlleva riesgos significativos. Nada es gratis. Los inversores en proyectos energéticos necesitan un rendimiento de sus inversiones para que valga la pena (el costo del capital). Mientras tanto, hay que pagar los intereses de los préstamos de los acreedores (el costo de la deuda). Estos costos constituyen el costo del capital.
Los estudios sobre el sector energético de África suelen utilizar cifras generalizadas para el costo del capital debido a la escasez de datos específicos de cada país, lo que puede generar sesgos en las políticas y estimaciones inexactas de los costos de los proyectos. Por ello, Clean Air Task Force realizó una evaluación exhaustiva del costo promedio ponderado del capital para 48 países africanos. Nuestro análisis revela que, con un 15,6%, el costo promedio del capital para proyectos energéticos en África es más de tres veces mayor que el de otras partes del mundo, como Europa occidental y los Estados Unidos. De hecho, algunos países de África registran costos de capital superiores al 25%. El estudio también concluye que el costo del capital social es el doble del costo de la deuda en África.
Lo que esto significa es que, si bien los costos generales de las tecnologías de energía limpia pueden estar disminuyendo a nivel mundial, todavía es significativamente más caro financiar proyectos de energía limpia en África que en otros lugares.
Estos datos específicos de cada país ofrecen una perspectiva muy necesaria sobre por qué la transformación de los sistemas energéticos en África ha avanzado a un ritmo tan lento. A pesar de su abundancia de recursos de energía renovable, el continente ha recibido apenas el 2% de las inversiones mundiales en energía limpia y representa menos del 2% de la capacidad mundial de energía renovable. Estas tendencias apuntan a la dura realidad de que las inversiones en energía limpia siguen dirigiéndose a países donde el costo del capital es menor, dejando atrás a los países con costos de capital elevados.
Más allá de los objetivos de la COP29
En África, más de 600 millones de personas (alrededor del 43% de la población del continente) carecen de acceso a la electricidad y 900 millones de personas carecen de acceso a soluciones limpias para cocinar. África necesita implementar rápidamente energía limpia para abordar este déficit.
Sin embargo, para que esto suceda, el discurso sobre la financiación climática debe ir más allá de la mera fijación de objetivos y garantizar que los fondos recaudados puedan catalizar soluciones allí donde más se necesitan. Esto exigirá varios cambios estructurales.
En primer lugar, es esencial destinar más fondos públicos en forma de subvenciones, préstamos en condiciones favorables e instrumentos de garantía para reducir el costo del capital en los países de bajos ingresos. El modelo anterior al NCQG se desembolsaba principalmente en forma de préstamos, algunos con tasas de interés de hasta el 18%. Como resultado, la mayor parte de los fondos terminó en manos de los países de ingresos medios que podían permitirse esas tasas. El NCQG debe evitar reproducir esta desigualdad mediante el uso intencional de instrumentos financieros que reduzcan el riesgo de los mercados en los países de bajos ingresos. Esto ayudará a atraer inversiones del sector privado a regiones como África, que de otro modo se considerarían demasiado riesgosas para las inversiones en proyectos de energía limpia con uso intensivo de capital.
En segundo lugar, se necesitan datos y conocimientos más detallados sobre los factores que influyen en la disposición a invertir en energía limpia en toda África. Nuestras investigaciones han demostrado que existen diferencias significativas en el costo del capital en las distintas regiones del continente y entre los distintos países. Con esos datos específicos de cada país sobre el costo del capital, los responsables de las políticas estarán mejor preparados para diseñar políticas específicas para reducir los costos de capital y los inversores podrán tomar decisiones de inversión con mayor confianza. La aplicación de índices uniformes en toda África impide una comprensión fundamentada de los matices en juego y conduce a intervenciones financieras y políticas mal diseñadas.
Por último, es hora de afrontar el hecho de que la pobreza sistémica en África está limitando el progreso climático. Nuestro análisis revela una disminución del costo del capital a medida que las economías crecen y prosperan. En el caso de los proyectos energéticos, las mejoras en los niveles de vida y la actividad económica floreciente indican la existencia de una demanda financieramente viable, lo que hace que estos mercados sean más atractivos para las inversiones, incluidas las de energía limpia. Con un mayor desarrollo económico y disciplina fiscal, los gobiernos africanos pueden impulsar los ingresos internos y aumentar el espacio fiscal para las inversiones positivas para el clima. Una África más próspera sólo puede ser mejor para nuestro clima global. Para tener impacto, la acción climática en África debe ir de la mano de intervenciones específicas para abordar la pobreza y el subdesarrollo en el continente africano.
La COP29 es una oportunidad para renegociar un nuevo objetivo de financiación climática, pero el trabajo no debe terminar allí. Para que estos fondos lleguen a manos de los países que los necesitan, la comunidad climática debe fomentar las alianzas adecuadas con los gobiernos nacionales, el sector privado, los organismos internacionales de desarrollo y los bancos multilaterales de desarrollo para abordar barreras críticas como el alto costo del capital, la falta de datos y el subdesarrollo en África.
*Lily Odarno es directora del Programa de Innovación en Energía y Clima del Grupo de Trabajo sobre Aire Limpio de África. Lidera el esfuerzo del CATF para abordar la doble necesidad de expandir la energía asequible en las economías en desarrollo y construir un sistema energético global descarbonizado.
Artículo publicado originalmente en Argumentos Africanos
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