Análisis del equipo de PIA Global Nuestra América

Argentina: despliegues en el extranjero

Por Guillermo Caviasca* –
La intervención de Medio oriente, de la tragedia de Menem a la comedia de MIlei

Hans Morgenthau, padre del realismo contemporáneo, afirmaba: “La política internacional, como toda la política, es una lucha por el poder”, y también “No podemos saber lo que es bueno para todo el mundo o para el país X; solo podemos saber lo que es bueno para nosotros”.

Hace semanas Javier Milei anunció que Argentina “abandonaría la neutralidad” y se involucraría en los conflictos militares al lado de Israel y los EEUU. Anunció desde el inicio ayuda militar a Ucrania, y ahora que se “mandaría tropas” a combatir a los Hutíes de Yemen. Mas allá de que esperamos que esto no se tome en serio por los adversarios de Milei, buscaremos en ese artículo presentar algunos elementos para entender la utilización de las FFAA como herramienta de RRII en las últimas décadas.

Las afirmaciones de Morgenthau, o el mismo personaje, pueden parecer buenas o malas, cínico o poco guiado por valores universales. Pero lo cierto es que dan cuenta de la realidad de las RRII. Quien escribe detallaría otro elemento: que las políticas de RRII son expresión de la “elite” dirigente, o del “bloque histórico”, si existe. Son la expresión que hace a la voluntad o capacidad de una nación de expresarse en la arena internacional, definen su personalidad, en el tiempo. Mas aun, debería existir un “proyecto histórico”, “Proyecto nacional” o “destino manifiesto” que expresa la geopolítica mas allá de los tipos de régimen político. Pongamos un ejemplo. La Rusia de los Zares, la Soviética y la republicana, mantiene en términos geopolíticos los mismos objetivos: el problema de los mares abiertos, el colchón de seguridad en Europa del Este, las minorías étnicas, Siberia, etc. Los mismo lo podemos analizar para los EEUU, Alemania, Francia, Japón, India, Irán, Egipto, etc. La conciencia de la ubicación en el mundo que tiene un peso geográfico muy sustantivo, se suele imponer a lo largo de los siglos, al menos para quienes tienen conciencia común de ella.

¿Qué significa esto para un país como Argentina con unos 200 años de existencia? Primero que 200 años son más que suficientes para analizar los problemas y condicionamientos de largo plazo que hace a una geopolítica nacional y a un esquema de RRII que trascienda las precarias administraciones políticas temporales. En el largo plazo desde el mismo Imperio español, la administración de estas regiones y específicamente lo que fue el virreinato del Rio de la Plata, tuvo varias razones geopolíticas que impusieron su creación. Garantizar el control de la Cuenca del Plata, especialmente del Río de la Plata puerta de acceso al interior fluvial y vía de comunicación troncal de suma importancia; tener una base que permitiera sostener las pretensiones soberanas de la monarquía hispánica en el Atlántico Sur, en toda la costa patagónica, islas y pasos interoceánicos que se extienden desde el Rio de la Plata hasta el Cabo de Hornos; y tercero, establecer un sistema seguro e integrado de comunicación entre España, un puerto accesible y defendible, y las fuentes minerales, en ese entonces el Potosí. Además de una política para la pacificación del territorio donde se asentaban las islas de poblaciones criollas de pastores y labradores, frente a las tribus insumisas. Todo en el marco de un imperio hispanoamericano que debía defenderse solo de las presiones de las potencias en ascenso. Para ello se organizaba el sistema militar y sus diferentes fuerzas.

Hoy en día ¿Cuáles serían las prioridades geopolíticas y de RRII argentinas en el presente histórico? No por orden de importancia, pero podemos presentarlas: La cuenca del Plata, que es todo el sistema logístico que comunica e integra un espacio ecológico productivo de peso global, y sobre el cual la soberanía es tenue. El Atlántico Sur, donde una potencia extranjera dispone de un agresivo establecimiento colonial que se proyecta como dominio en todo el Atlántico suroccidental y la Antártida. La riqueza de la Pampa Húmeda; los recursos minerales e hidrocarburíferos del interior andino en general; y la relación equilibrada armónica y complementaria con el Cono sur, América del Sur, Latinoamérica en general y en ese orden. En un orden de importancia que puede variar de acuerdo a las circunstancias coyunturales los problemas y desafíos del periodo argentina y las variaciones de la coyuntura internacional. Pero en general todos son cuestiones permanentes y determinantes. Los demás son subordinados.

Un país como argentina no tiene protección global por si mismo, sin dudas hoy eso es indudable. Es lógico que su política exterior y las herramientas de política exterior entre ellas las FFAA deberían estar en función de los objetivos nacionales permanentes antes mencionados. Como vemos los problemas son muy similares a lo largo de nuestra historia, la realidad de los que somos se impone. En consecuencia, la diplomacia debe atenerse a estos horizontes. Y la construcción de las FFAA y su hipótesis también.

Despliegue de las FFAA argentinas en relación a los conflictos existentes o potenciales

Es de destacar que las FFAA argentinas no se encuentran en la actualidad mínimamente equipadas. Desde la guerra de Malvinas comenzó un proceso de achicamiento de las fuerzas, o una decisión de ir hacia ese achicamiento que iba de la mano con su eliminación como factor de poder. En realidad, tuvo un salto deconstructivo en el periodo menemista de 1989 a 1999. Las FFAA disminuyeron su presupuesto hasta aproximadamente en 1% y perdieron casi todo su aparato industrial y tecnológico; comenzó un tiempo de desguace, privatización, cierre abandono que lo ha llevado a un punto cercano a la extinción. Algunas áreas estratégicas quedaron en manos de instituciones civiles con el acuerdo de desligarlas de defensa. Todo en el marco del llamado “Consenso de Washington” y las “Declaraciones de Madrid”.

En realidad, no es un problema el “tamaño” de las FFAA, este puede variar mucho de acuerdo a las épocas y necesidades, unas FFAA grandes no son sinónimo de poder militar ni de eficacia. El tema es la concepción que se fue imponiendo. Con dos aristas: una, tendieron a ser excluidos de la sociedad, con la razonable excusa de que sus intervenciones en el sistema política habían sido calamitosas (aunque no siempre en todas las cuestiones, ojo). Pero lo mas grave es que se abandonó hasta el extremo la idea de que el poder militar es parte consustancial del poder de la nación, y con ese abandono se eliminó cualquier idea de hipótesis de conflicto aún las más evidentes. Abriendo entonces una incertidumbre profesional para los militares y una incógnita para el estado ¡que hacer con las FFAA? En que utilizarlas.

Ese proceso continuó sin pausa hasta el presente. En realidad, durante la gestión en defensa 2019/23, por primera vez se esbozó un discurso distinto respecto a la cuestión militar, más preocupado por la “defensa nacional” y la necesidad de los militares, que por la “defensa de la democracia” y el peligro de los militares, o de los militares como herramienta de seguridad interior. Así se intentaron algunas medidas financieras que sortearan el bloqueo presupuestario para lograr alguna previsibilidad en equipamiento e inversión en desarrollo.

Sin embargo, el proceso de deconstrucción de las FFAA no se ha detenido más allá de estos vaivenes históricos. De hecho, en torno al 2010, se elaboró un proyecto que se llamaba “Ejercito 2020”, donde había una serie de previsiones para que en 10 años se alcanzara un nivel de equipamiento y desarrollo del instrumento militar. Si algo se intentó, en la práctica, en una línea de largo plazo la “deconstrucción” no se detuvo. Si el presupuesto militar se ubicó entre el 0.7 y el 0.9% durante las administraciones desde el 2001 al 2023, con la nueva administración libertaria ha llegado a un insignificante 0.4 %. Lo que daría a entender que las FFAA directamente bajarían sus persianas. Sin embargo, esto no será así. Ya que los libertarios pretenden financiar con deuda no presupuestada suponemos. Teniendo en cuenta su discurso “promilitar” (que sin dudas consideramos falso, o solo orientado a la reivindicación de delitos de lesa humanidad).

En nuestro país la inversión es en seguridad, cuyo conjunto de fuerzas ha aumentado en número y equipamiento en un alto grado a lo largo de las ultimas décadas, llegando a tener como cualidad una cantidad de efectivos por habitante que duplican a otros países de la región altamente conflictivos en temas de seguridad, a diferencia de Argentina. Suponemos que en ese sentido será la inversión en consonancia con los discursos e intenciones presentados por los responsables políticos del área ante la prensa y el parlamento para colocar a las FFAA en condiciones legales de patrullar las calles contra la delincuencia.

Presentamos esta introducción para entender por qué las FFAA argentinas no están en condiciones de cumplir su función fundamental, ni de ser el respaldo militar del ejercicio de la soberanía o las políticas de RRII en las áreas que mencionamos al inicio. Y señalamos con energía: esto ha sido una política de Estado. Entonces ¿Cuál ha sido la política que pueda relacionarse con la defensa en que las FFAA han tenido participación? Y específicamente en lo que hace a RRII. Si descartamos el apoyo a catástrofes donde los militares se han comportado óptimamente, o el apoyo acorde a la ley a las FFSS donde también han sido útiles. Las FFAA no disponen de herramientas para un despliegue optimo en posibles escenarios de combate.

Sin embargo, desde los 90 si ha existido un apolítica de Estado para las FFAA, muy relacionada con las RRII que es la participación en “Misiones de Paz de la ONU”. Tarea que inclusive ha sido incluidas en las leyes y decretos reglamentarios. Presentemos algunos elementos de base.

La Ley 23.554, de Defensa Nacional, aprobada en abril de 1988, no contiene referencias concretas a las operaciones de paz. Aun no toma como referencia en nuevo orden mundial en el que las “Operaciones de Paz” de la ONU aparecían como un horizonte en el que las FFAA de los diferentes países del mundo unipolar se encolumnarían, en el marco de intervenciones legitimas o no, pero en el marco de las instituciones globales. Es la Ley 24.948, “Bases Publicas Orgánicas y Funcionales para la Reestructuración de las Fuerzas Armadas”, de marzo de 1998, la que incluye previsiones respecto a la participación argentina en operaciones de paz. Los 10 años transcurridos son los del fin de la guerra fría y de intento de consolidación de la plena hegemonía norteamericana. Periodo cuyas mas destacadas guerras fueron la del Golfo desde 1990 en adelante, y la intervención en Yugoeslavia en el marco de la desintegración de ese país desde 1991

¿Qué señala la ley? El artículo 2º dice: “La política de defensa implica la protección de los intereses vitales de la Nación Argentina, de acuerdo a lo determinado en el artículo 2º. de la ley 23.554. Se sustenta en lograr consolidar e incrementar las capacidades espirituales y materiales que tornen eficaz una estrategia disuasiva, coadyuvando, además, al mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales, en particular, las de nuestro continente”. A continuación, el artículo 5º señala que “Tanto en las previsiones estratégicas como en la organización, el equipamiento, la doctrina y el adiestramiento, se dará prioridad al accionar conjunto y a la integración operativa de las fuerzas, así como con las fuerzas de seguridad en sus funciones de apoyo y con fuerzas del ámbito regional y las de los países que integren contingentes de paz por mandato de las Naciones Unidas”. Mas adelante el Titulo II de esa Ley, “Disposiciones generales para la reestructuración”, en su artículo 6 indica en que situaciones s puede emplear el instrumento militar: “Operaciones convencionales en defensa de los intereses vitales de la Nación. Operaciones en el marco de las Naciones Unidas. Operaciones en apoyo de la seguridad, encuadradas en la ley 24.059. Operaciones en apoyo a la comunidad nacional o de países amigos”. Como vemos la Ley de Defensa nacional de la década de 1990 (aprobada con gran consenso político) da una relevancia importante al tema de las “Misiones de Paz”.

La participación argentina en las misiones de la ONU es de las más activas[1].

Medio Oriente: UNOGIL – Grupo de Observación de las Naciones Unidas en el Líbano (1958); UNTSO 1990-2013 (Golán / Líbano). UNIKOM – Misión de Observación de las Naciones Unidas para el Irak y Kuwait (1991 – 2003). En tanto que no intervino entre 1990-2013 en: UNIIMOG 1988-1991 (Irak e Irán). FPNUL 1978-2013 (Líbano).  FNUOS 1974-2013 (Israel / República Árabe Siria). De un total de cinco misiones en la región en el período, Argentina estuvo presente con efectivos en dos y ausente en tres. No obstante, los efectivos de la UNTSO (entre ellos los argentinos) mantuvieron colaboración con aquellos integrados en la FPNUL y FNUS.

En Asia, Argentina ´participó en: UNTAC (UNAMIC) – Autoridad Provisional de las Naciones Unidas en Camboya (1991 – 1993). UNTAET 2000-2001 (Timor Oriental); UNMISET 2002-2004 (Timor Oriental).  En tanto que no intervino en: UNGOMAP 1988-1990 (Afganistán / Pakistán). UNMOGIP 1971-2013 (India / Pakistán). UNAMIC 1991-1992 (Camboya). MONUP 1994-2000 (Tayikistán). En Asia, Argentina intervino en la UNAMIC 1991-1992 en Camboya, pero sí se incorporó luego a la UNTAC 1992-1994 en ese país. De un total de siete misiones en la región, Argentina estuvo presente con efectivos en tres y ausente en cuatro.

África: UNAVEM – Misión de Verificación de Naciones Unidas en Angola (1990 – 1995). MONUA 1997-1999 (Angola). ONUMOZ – Operación de las Naciones Unidas en Mozambique (1993 – 1994). MINURSO 1992-2013 (Sahara Occidental). UNAMIR – Misión de Asistencia de las Naciones Unidas a Ruanda (1995). UNMEE – Misión de las Naciones Unidas en Etiopía y Eritrea (2001). MONUC 2002-2009 (Congo). UNOCI 2005-2013 (Côte d´lvoire). UNMIL 2005-2013 (Liberia). UNMIS 2005-2010 (Sudán). UNMISS 2011-2013 (Sudán del Sur). En tanto que no intervino en: GANUPT 1989-1990 (Namibia). UNOMSA 1992-1994 (Sudáfrica). ONUSUM I 1992 y II 1993-1995 (Somalia). UNOMUR 1993-1994 (Uganda y Rwanda).  UNOMIL 1993-1997 (Liberia). UNASOG 1994 (Libia / Chad). UNOMSIL 1998-1999 y 1999-2005 (Sierra Leona). MINURCA 1998-2000 (República Centroafricana). ONUB 2004-2006 (Burundi). UNAMIS 2004-2005 (Sudán). UNAMID 2007 (Sudán). MINURCAT 2007-2010 (República Centroafricana / Chad). MONUSCO 2010-2013 (República del Congo). UNISFA 2011 (Sudán).

Europa: UNPROFOR 1992-1995 (Croacia / Bosnia Herzegovina). UNFICYT 1994-2013 (Chipre). UNCRO – Operación de la Restauración de la Confianza en Croacia (1995), UNMIK – Misión de Administración Provisional de las Naciones Unidas en Kosovo (1999 – 2008), UNMOP – Misión de Observadores de Naciones Unidas en Prevlaka (1996 – 2002); UNPREDEP – Fuerza de Despliegue Preventivo de las Naciones Unidas en la ex República Yugoslava de Macedonia (1996 – 1999); UNTAES – Administración Transitoria de las Naciones Unidas en Eslavonia Oriental, Baranja y Srijem (1996 – 1998); UNPF – Fuerzas de Paz de Naciones Unidas en la ex Yugoslavia (1996); UNMIBH (Bosnia Herzegovina); UNPGS 1998 (Croacia); UNMIK 1998-2008 (Kosovo).

América: MINUSTAH – Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (2004 – 2017); MINOPUH 1998-2000 (Haití); UNMIH – Misión de Naciones Unidas en Haití (1995). ONUSAL – Misión de Observadores de las Naciones Unidas en El Salvador (1992 – 1994); NUCA – Grupo de Observadores de Naciones Unidas en Centroamérica Costa Rica, El Salvador, Nicaragua, Guatemala, Honduras (1990 – 1991); MINUGUA 1997-2002 (Guatemala).

Las Misiones activas en el presente[1] en las que la Argentina contribuye actualmente con 286 efectivos son ocho: Chipre, Colombia, Sahara Occidental, República Centroafricana, Oriente Medio, Sudán del Sur, India y Pakistán y el Líbano.

UNVMC – Misión de Verificación de las Naciones Unidas en Colombia (2017 hasta la actualidad) En marzo de 2021, se desplegaron en la República de Colombia 6 observadoras y observadores militares.

MINUSCA – Misión Multidimensional Integrada de Estabilización de las Naciones Unidas en la República Centroafricana (2017 hasta la actualidad) Argentina aporta 2 observadores a esta misión.

UNFICYP – Fuerza de la ONU para el Mantenimiento de la Paz en Chipre (1993 hasta la actualidad) Argentina actualmente tiene desplegado en UNFICYP una Fuerza de Tarea que consta de 253 efectivos (entre los que hay 29 de Brasil, Chile y Paraguay).

MINURSO – Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum del Sahara Occidental (1992 hasta la actualidad) Argentina aporta 3 observadores

UNTSO – Organismo de Naciones Unidas para Vigilancia de la Tregua – Golán / Líbano (1990 hasta la actualidad) Argentina tiene desplegados 3 observadores en esta misión.

UNMOGIP Grupo de Observadores Militares de las Naciones Unidas en la India y el Pakistán (1949 al presente). El 10 de agosto de 2022 el secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, anunció el nombramiento del Contraalmirante argentino Guillermo Pablo Ríos como jefe de Misión (Head of Mission) y jefe de Observadores Militares -ambos cargos y responsabilidades- en el Grupo de Observadores Militares de Naciones Unidas en India y Pakistán (UNMOGIP). Argentina desplegó allí 2 observadores militares.

UNDOF en noviembre de 2022, nuestro país pudo desplegar otro observador en el Estado Mayor de la misión en los Altos del Golán

UNIFIL Fuerza Provisional de las Naciones Unidas para el Líbano. Se creó en 1978 y con adaptaciones sigue en operaciones ahora acosada por las fuerzas israelíes, desde el 2022 hay 3 oficiales argentinos dentro del contingente español.

De las treinta y una misiones de paz de las que participó Argentina entre 1990 y 2013: seis comprendieron exclusivamente observadores militares; cuatro de tropa militar; dos observadores militares y tropa; dos observadores militares, tropa y policías; dos observadores militares y policías; tres tropa y policías; doce solo personal de Fuerzas de Seguridad.

Nuestro país participó por primera vez en una operación de Paz en 1958, cuando envió observadores a Oriente Medio. Fue el Grupo de Observación de las Naciones Unidas en Líbano UNOGIL, fue una misión multinacional de mantenimiento de la paz desplegada en el Líbano entre junio y diciembre de 1958, en el marco de la resolución 128 del Consejo de Seguridad. El objetivo era enviar un grupo de observación para “asegurar que no se produjera ninguna infiltración ilegal de personal ni ningún suministro ilegal de armas o de otro material a través de las fronteras libanesas”, orientada contra Nasser y sus políticas regionales.

 A partir del cambio de orientación de la política de defensa nacional y de RRII en la década de 1990 hubo un incrementó exponencial de los efectivos participantes y en la cantidad de misiones de Paz; llegando hasta los 2500 hombres que nunca bajaron de los 1000 hasta el 2013. El salto cualitativo y cuantitativo de la participación se puede expresar en la cantidad de hombres: entre 1967 a 1989 se envió un total de 125 efectivos, mientras que entre 1990 y 1999 se envió un total de 18.853 efectivos. Durante ese periodo el esfuerzo estuvo focalizado en dos despliegues que llevan décadas: Chipre en el Mediterráneo Oriental con la UNFICYP y, más recientemente, la MINUSTAH en Haití hasta 2015.

Para los militares argentinos la participación en estas misiones es una posibilidad de interactuar al FFAA de otros países mejor financiadas y equipadas durante largos periodos de tiempo, estar cerca de conflictos reales, y aumentar sus salarios en forma notable ya que los ingresos de un militar en nuestro país son paupérrimos. Recordemos que los ejercicios militares (la otra forma de despliegue táctico y operacional que simula condiciones reales) es solo una simulación, y Argentina los realiza sólo con los EEUU y con sus vecinos. Y, en lo que hace a formación en otros países, es también los EEUU el destino abrumador (es de destacar que este país paga, mientras que el resto, si se enviaran militares, se debe financiar con dinero propio).

Desde 1948, la ONU estableció 71 operaciones de paz en África, América, Asia, Europa y Medio Oriente, con más de un millón de personas integrando las Fuerzas de Paz. En la actualidad, casi 90 mil militares, policías y civiles integran las 12 misiones de paz vigentes alrededor del mundo. En la actualidad la cantidad de efectivos es mucho menor (menos de 300), pero igualmente destacada para un país latinoamericano.

Argentina es el país latinoamericano que mayor participación ha tenido en operaciones auspiciadas por la ONU, desde 1958. Sin embargo, su participación no es destacada hasta los 90. Argentina, por ejemplo, no participó en la operación de las Naciones Unidas durante el conflicto de Corea, una guerra convencional en toda regla. Pero si en la primera guerra de Irak de 1991. Es necesario señalar que Corea e Irak fueron fuerzas bajo el paraguas de la ONU, pero no “Fuerzas de Paz” sino que fueron guerras convencionales entre un ejercito multinacional conducido por EEUU bajo el paraguas de la ONU, contra Fuerzas convencionales de otro Estado. En este sentido la Guerra de Irak fue la primera guerra internacional ajena a los intereses del continente americano en la que argentina participó en su historia. Y la única.

Aunque es de destacar que La República Argentina envió los destructores ARA Espora y ARA Rosales al mar Caribe cuando la crisis de los misiles en Cuba en 1962. Los destructores argentinos participaron de la “Operación Cuarentena”, que no tuvo que ver con la ONU. Así fue que constituyeron la Fuerza de Tareas 137 juntamente con naves de la Armada de Venezuela, la Armada Dominicana y la Armada de los Estados Unidos, cuya misión fue ejecutar patrullas en las Antillas Menores.

Para la intervención de las Naciones Unidas contra Irak Argentina envió al Grupo de Tareas 88.0 a las órdenes del capitán de navío Eduardo Alfredo Rosenthal, compuesto por el destructor ARA Almirante Brown y la corbeta ARA Spiro, más dos helicópteros Alouette III de la primera escuadrilla aeronaval. Y al Grupo de Tareas 88.1 a las órdenes del Capitán de Navío Rodolfo Hasenbalg, compuesto por la corbeta ARA Rosales y el transporte ARA Bahía San Blas. Siendo de hecho la más grande intervención armada argentina en guerras extracontinentales en apoyo de intereses de terceras potencias.

Durante la Operación hasta el 15 enero 1991, la misión era de control del tránsito marítimo y embargo de materiales, mercadería y carga que fuesen a o proviniesen de Irak o Kuwait. Desde el 15 enero 1991, la misión se amplió al mantenimiento de las líneas de comunicaciones marítimas para las fuerzas de la Coalición, patrulla de área en soporte de dichas fuerzas y escolta del tren logístico desde Omán hasta la costa kuwaití, donde estaban en estación permanente los buques capitales (portaaviones, cruceros, portahelicópteros) de la coalición. Las estadísticas totales de misión nos dejan un total de 570 interceptaciones y 17 misiones de escolta, cubriendo escolta de 29 naves de la coalición. Estas misiones implicaron que el Grupo de Tareas abriese 4 veces fuego. En cuanto a la sección destacada de Helicópteros, ésta realizó 67 vuelos.

Esta fue la mayor intervención de la argentina a ese nivel, hasta ese momento, con 472 hombres y fue parte de un cambio sustancial de las RRII del país, y sin dudas nuestra mayor participación en una guerra convencional por fuera de nuestros intereses. Expresando una actitud que más allá de su valor militar que tuvo un significado relativo bueno, pero de que no alteró o no era necesario para la operación. Si tuvo un gran valor político al ser un aporte destacado para un país latinoamericano, para una región cuyos intereses en el conflicto no eran importantes. Fue un compromiso con las llamadas “relaciones carnales”, término vulgar con que los mismos funcionarios describieron lo que era en teoría “realismo periférico”. En ese sentido la participación argentina revistió gran importancia, agregando además que se hizo con gran propaganda y que, según las encuestas del momento, un 98% de la población se mostraba contraria a integrar la coalición, lo que le da más relevancia ante la potencia del norte a una decisión de gobierno.

Posteriormente en la Operación UNPROFOR, que se desarrolló con motivo de la guerra civil que condujo a la desintegración de Yugoslavia, las fuerzas argentinas participaron entre febrero de 1992 y diciembre de 1995. Fue la operación en la que se empeñó el contingente más importante de tropas nacionales desde 1958, se produjeron a lo largo de tres años y medio solo seis bajas fatales. Parte importante de ellas ocurrieron en ocasión de la detonación de una mina terrestre al paso de un vehículo. Eran fuerzas rotativas que estuvieron integradas por entre 800 y 900 hombres, organizados en compañías de combate apoyo y servicios, equipadas en forma óptima para la misión. Disponían de 15 VCTP – TAM; 4 Morteros 120mm; 45 jeeps MB; 30 camiones. Radares AN/PPS-15. Armamento portátil fusiles FAL y ametralladoras MAG.

La fuerza fue acusada por los serbios de ser parcial hacia los croatas, ya que nada hizo frente a las masacres y la limpieza étnica de unos 200.000 serbios de Croacia y, específicamente, en una localidad donde hechos graves sucedieron. Es de destacar que la parcialidad de los países occidentales contra los serbios era notoria. Y que la misión se encontraba bajo el paraguas de la ONU en el periodo que esta era simplemente una extensión de un “gobierno mundial” de los EEUU. Como también que el gobierno argentino era extremadamente pronorteamericano y que vendía armas ilegalmente a Croacia. Sin embargo, es de destacar que los serbios pedían a las fuerzas argentinas que intervinieran en una situación que podía implicar combates contra los croatas, y que las Fuerzas de la ONU ante una situación de este tipo en las “Misiones de paz” no pueden intervenir, debe relegarse a su cuarteles o refugios, o mirar con tristeza (algo así pasa en Líbano actualmente, donde también hay argentinos). No creemos en la complicidad de las fuerzas argentinas con los hechos, pero sin dudas los crímenes se cometieron ante sus ojos. Pero la guerra de Yugoeslavia fue jalonada por un sin número de crímenes. Y las Fuerzas de Paz solo operaron como una disuasión por su presencia. La intervención armada occidental en contra de Serbia se realzó mediante otras operaciones en las que argentina no participó.

De la misión en Haití ya hablamos antes, es otra misión numerosa, que tiene la característica que fue realizada junto con otros países latinoamericanos como Brasil y Uruguay. Mientras que Chipre sigue y es hoy la misión mas numerosa. Pero ambas dos son claramente menos controversiales.

Intervención contra los Hutíes

Desde el 7 de octubre del 2023, estalló una nueva guerra en Medio Oriente, ES un nuevo capítulo de la larga guerra entre árabes e israelíes, que tiene como eje la eliminación como factor de poder regional del pueblo palestino organizado y/o de sus organizaciones independientes. Esta guerra cuenta con el involucramiento directo de una serie de actores llamados el “Eje de la Resistencia”, que atacan a Israel con el objeto que cese su ofensiva sobre Gaza (inicialmente, ahora extendió a múltiples frentes).

Entre estos actores se encuentra Yemen. Al menos la parte del país que gobiernan los Huties y sus aliados, el norte y oeste del país. Estos además de atacar a distancia a Israel (se encuentran a mas de 1000 km.), realizan una operación de mucha mayor efectividad, que consiste en amenazar el comercio mundial que circula por el Mar Rojo. Como este mar es angosto, y los Huties se encuadran en el estrecho donde este se comunica con el Índico, la situación es óptima.

Occidente en este sentido ha lanzado una operación para intentar mantener abierto ese comercio y para ello convoca a fuerzas armadas de los países interesados para neutralizar a los Huties, cosa que no han logrado. Pero que es de extrema importancia que occidente noratlántico logre. Esta no es una misión de paz, ni se encuentra bajo el paraguas de ningún organismo internacional. Es solo una coalición de estados del “extremo occidente” que, en apoyo a Israel y para proteger su comercio, se unan en una coalición militar ad hoc como en antaño para disciplinar un país del mundo que les molesta por alguna razón. Algo parecido a la “Diplomacia de las Cañoneras” pero con alta tecnología.

En este marco, el presidente Milei en otra de sus extralimitaciones en RRII, anunció que argentina abandona la neutralidad, y dijo recientemente que se sumaría a la lucha en esta región, para liberar el comercio y apoyar a Israel. Para ello se enviaría a nuestra FFAA. Veamos, como señalamos nuestro país dispone de efectivos desplegados en distintas misiones, pero no en misiones de combate real contra fuerzas con capacidad real. De hecho, como señalamos los despliegues más importantes han sido en los primeros noventa de Irak y Yugoeslavia. El tema es que en esas fechas las FFAA argentinas deponían de equipos y armas que, aunque ya desfasadas, aun estaba en condiciones de ser utilizadas. Si bien el presupuesto había bajado notoriamente, era mayor que el actual, y esas operaciones fueron en margo de decisiones de la ONU (más allá de que fueran legitimas o no). Por último, la intervención argentina se dio en el marco de una política de RRII destinada a conseguir una asociación periférica y subordinada, pero privilegiada con la potencia que aprecia en acenso.

Hoy nada de eso es así. La actual administración parece no tener conciencia. El mundo unipolar que con el que el Menemismo pretendió asociarse ya no existe, el realismo periférico de los 90 hoy además de antinacional, es anacrónico. Pero el hecho más importante (y que nos llamó la atención) es ¿Cuáles serían las fuerzas que Argentina enviaría a una intervención que necesita buques de combate y aviones o helicópteros? Lo poco que dispone argentina no cubre ni remotamente las necesidades del territorio nacional. Apenas unos 12 aviones Pampas y unas patrulleras oceánicas de reciente adquisición, para enfrentar (o colaborar con el enfrentamiento) una “milicia” que es casi un ejército, con armamento moderno y capacidad de combate contra ejércitos de envergadura como el Saudí. Además, con un presupuesto en caída libre que apenas cubre las mínimas necesidades (en realidad menos que el mínimo).

La realidad se impone al relato libertario. Argentina, según se informa, enviará a sus fuerzas armadas: un oficial y un suboficial de la armada que se instalarán en la base de EEUU en Bahréin. Quizás puedan ver o aprender algo de como actúan los occidentales en estas situaciones. Quizás aprovechen. Aunque lo más probable sea, como es parte de las tareas que los EEUU viene cumpliendo con los oficiales latinoamericanos, que le “vendan su producto”: o sea los hagan mas tributarios de las doctrinas, conflictos e ideas estratégicas de los países noratlánticos.

Desde nuestra perspectiva, no esta mal tener militares observadores en todos los conflictos, pero para ir a “sacar información”, para incorporar ese aprendizaje a nuestras necesidades. Pero cuando se es una cascara hueca, no se saben las necesidades, la realidad es la inversa. Lo cierto es que las declaraciones extrovertidas de Milei, son mas bien gestos en la arena internacional, gestos que pagaremos caro. En primera instancia debemos saber “que es bueno para nosotros”, y de allí donde las acciones de nuestras RRII deben tener efecto. Como señalamos en un principio. Los ejes de nuestra geopolítica deberían ser claros. Aunque nuestra diplomacia, nuestras RRII y nuestra defensa no lo vean así.

Guillermo Martín Caviasca*, Doctor en Historia UBA / Autor de libros de historia sobre el movimiento obrero, historia militar y geopolítica / Experto en Defensa. Miembro del equipo de PIA Global

Foto de portada: Giovanni Sacchetto

Referencias:

[1] https://revistas.unlp.edu.ar/RRII-IRI/article/view/2679

[2]https://www.zona-militar.com/2023/12/16/las-operaciones-de-mantenimiento-de-la-paz-como-politica-de-estado-breve-balance-de-gestion/ 

Acerca del autor

Guillermo Martín Caviasca

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