Vivimos una encrucijada histórica inédita. El capitalismo -en su versión neoliberal- naufraga en sus intentos de supervivencia y recurre a las guerras y el fascismo como antídotos. China recupera sus tradiciones históricas y su inclinación imperial y avanza aceleradamente sus piezas en la disputa por la hegemonía mundial. En ese contexto, quienes en América Latina y el Caribe creemos en el socialismo como alternativa, estamos desafiados a elaborar nuevos paradigmas que añadan a nuestras convicciones ideológicas las lecciones de una praxis revolucionaria que ya suma más de seis décadas.
Ante ese desafío, el Che Guevara nos interpela con la vigencia y validez de su pensamiento. Sus ideas sobre la construcción del socialismo siguen presentes y ratifican su visión estratégica en la aspiración de un paradigma de socialismo distinto, apropiado a nuestras realidades y despojado de ataduras conceptuales que nos son ajenas. Debemos recuperar y actualizar su tentativa de formular otra vía al socialismo, con sabor a guayaba, más combativa, más humana y consecuente con la ética revolucionaria.
Es verdad que la economía se he modificado radicalmente a escala mundial, en especial en materia de finanzas y comercio, sin embargo, al releer al Che, lo que destaca es su agudeza para captar fenómenos que apenas irrumpían en aquellos años y que nadie siquiera vislumbraba, como la deuda externa en América Latina o la irrupción masiva del FMI en nuestras economías, el desempleo y la inflación.
Para el Che, el socialismo carece de sentido si no aspira a un modelo de sociedad totalmente antagónico a los valores de individualismo egoísta, de competencia feroz y desalmada, propios del sistema capitalista y su carácter explotador. Si bien su obra es amplia y fecunda, pensamos que en su texto “El socialismo y el hombre en Cuba” es donde expone con mayor claridad su concepción de la verdadera naturaleza del socialismo y la prolongada travesía que es preciso recorrer para alcanzarlo.
El carácter del Che está presente en la forma en que expresa su pensamiento crítico, intenso, sin hacer concesiones y analizando todo con rigor. Llama a identificar bien las metas, los instrumentos, la estrategia y las tácticas, los peligros de los enemigos abiertos y los encubiertos. Convoca a Cuba a planear bien, y ganar, una contienda definitoria: la naturaleza que debe tener la sociedad que se construye y el alcance de su proyecto de creación de una nueva cultura que sea radicalmente diferente al capitalismo, y superior a él.
Hay que crear riquezas con la conciencia, no conciencia con las riquezas.
Cuando el Che reclama que hay que crear riquezas con la conciencia, no conciencia con las riquezas, está sosteniendo que el factor subjetivo sea el dominante en toda la época histórica de la transición socialista, y que en ella ocupe un lugar central el ser humano en revolución. Que se cambia a sí mismo y se supera junto con la sociedad, se realiza en tanto actor del cambio en la praxis revolucionaria y trasciende el egoísmo al ejercer el trabajo, la organización, la lucha, la solidaridad o compartiendo sacrificios.
Cuando sostiene que el futuro sistema y sus normas de funcionamiento en lo económico deben superar el individualismo es porque cree que sin ello no hay socialismo. El Che analizaba los graves peligros de copiar mecánicamente y no ver el peligroso sendero sin salida del socialismo real, y se oponía al burocratismo, la inercia y la resignación ante el sistema. Este texto puede ser de gran valor como instrumento para comprender las circunstancias y los problemas actuales del mundo, plantear conductas acertadas y estrategias viables frente a ellos, y combatir el formidable desarme ideológico al que han sido sometidos los pueblos en las últimas décadas.
En cuanto a la Cuba de hoy y sus ineludibles debates, el Che y su entrañable transparencia nos aportan:
- un referente ético-político, socialista sin igual, fortalecido por su consecuencia y su ejemplo inmortal;
- las experiencias prácticas que puso en marcha de la economía cubana, sus instrumentos e ideas, y su articulación con su concepción general de las transformaciones revolucionarias de las personas, las relaciones sociales y las instituciones:
- una crítica revolucionaria tanto de las realidades y teorías del capitalismo, así como las ortodoxias del socialismo;
El Che planteaba, en lo que ya era una crítica implícita al socialismo real: “El socialismo económico sin la moral comunista no me interesa. Luchamos contra la miseria, pero al mismo tiempo contra la enajenación. (…) Si el comunismo pasa por alto los hechos de conciencia, podrá ser un método de reparto, pero no es ya una moral revolucionaria”.
Para el, si el socialismo pretende luchar contra el capitalismo y vencerlo en su propio terreno, en el terreno del productivismo y del consumismo, utilizando sus propias armas -la forma mercantil, el individualismo egoísta– está condenado al fracaso. El socialismo para el Che era el proyecto histórico de una nueva sociedad, basada en valores de igualdad, solidaridad, colectivismo, de altruismo revolucionario, libre discusión y participación popular. Tanto sus críticas al socialismo real como su práctica como dirigente y su reflexión sobre la experiencia cubana están inspirados por esa utopía, que debe ser la nuestra.
Tres aspectos traducen concretamente su aspiración y su apasionada búsqueda de un nuevo camino:
- la discusión sobre los métodos de gestión económica,
- la cuestión de la libre expresión de divergencias y
- la perspectiva de la democracia socialista.
El primero ocupaba el lugar central en la reflexión económica del Che.
Los métodos de gestión económica
Los planteamientos de Ernesto Guevara constituyen una crítica radical al socialismo real. Los principales aspectos del viejo modelo del Este Europeo a los que se oponía el Che eran:
1. la ley del valor como ley objetiva de las economías de transición al socialismo.
2. la mercancía como base del sistema productivo.
3. la competencia -entre empresas o entre trabajadores- como factor de incremento de la productividad.
4. métodos de incentivo y distribución más individuales que colectivos.
5. privilegios económicos para los gerentes y administradores.
6. criterios mercantiles en las relaciones económicas entre países socialistas.
En su famoso “Discurso de Argel” Guevara llamaba a los países que se reclamaban del socialismo a “liquidar su complicidad tácita con los países explotadores del Occidente”, que se traducía en las relaciones de intercambio desigual que llevaban con los pueblos en lucha contra el imperialismo.
Para el Che “no puede existir socialismo si en las conciencias no se opera un cambio que provoque una nueva actitud fraternal frente a la humanidad, tanto de índole individual, en la sociedad que se construye o se está construyendo el socialismo, como de índole mundial en relación con todos los pueblos que sufren la opresión imperialista”.
Analizando en su ensayo de marzo del 1965, El socialismo y el hombre en Cuba el Che rechazaba la concepción que pretendía “vencer al capitalismo con sus propios fetiches”. Señala como uno de los principales peligros del modelo importado de los países del Este europeo el incremento de la desigualdad social y la formación de una capa privilegiada de tecnócratas y burócratas: en este sistema de retribución “son los directores quienes ganan cada vez más”.
Las propuestas económicas del Che –la planificación versus el mercado, el sistema presupuestario de financiación, los incentivos colectivos o “morales” – tenían como objetivo la búsqueda de un modelo de construcción del socialismo fundamentado en estos criterios y, por tanto, distinto del soviético de la época.
La libertad de discusión
Un aspecto político importante de la discusión económica es el planteamiento de que la expresión pública de desacuerdos debe ser normal en el proceso de construcción del socialismo. En otras palabras, la legitimación del pluralismo democrático en la revolución. Este criterio debe asociarse a la idea de Fidel “dentro de la Revolución todo, fuera de la Revolución, nada”.
En El socialismo y el hombre en Cuba su llamado para educar al pueblo…es hacerlo entrar en revolución. Nunca pretendan educar a un pueblo, para que, por medio de la educación solamente, y con un gobierno despótico encima, aprenda a conquistar sus derechos. Enséñele, primero que nada, a conquistar sus derechos, y ese pueblo, cuando esté representado en el gobierno, aprenderá todo lo que se enseñe, y mucho más: será el maestro de todos sin ningún esfuerzo.
Una de sus afirmaciones que no podemos obviar es que no se puede abandonar el desarrollo a la improvisación más absoluta; hay que planificar la construcción de la nueva sociedad. La planificación es una de las leyes del socialismo y sin ella no existiría aquel. Sin la planificación correcta no puede existir una suficiente garantía de que todos los sectores económicos de cualquier país se liguen armoniosamente para dar los saltos hacia adelante que demanda esta época que estamos viviendo.
No puede existir socialismo si en las conciencias no se opera un cambio que provoque una nueva actitud fraternal frente a la humanidad, tanto de índole individual como colectiva. (Discurso de Argel, Ernesto Guevara. Argel. 24 de febrero de1965).
Carta a Fidel
El 26 de marzo de 1965 el Che le escribe a Fidel una carta donde le dice:
“Pongo en tu conocimiento el conjunto de mis ideas sobre algunos de los problemas básicos del Estado. Voy a tratar de ser lo más concreto posible y tratar de hacer una crítica constructiva, por si puede servir para mejorar algunos problemas que continúan siendo graves”.
Resultaría vanidoso -y tedioso para el lector- intentar un comentario sobre los conceptos contenidos en este histórico documento, por lo que solamente señalaremos algunos puntos que consideramos fundamentales.
Dice el Che a Fidel: “Además, quisiera darte una pequeña explicación de nuestro concepto sobre esa entelequia llamada, «El Sistema de Financiamiento Presupuestario», por otra parte, también me interesaría hablar algo sobre el Partido y, por último, hacer recomendaciones de tipo general.
Tendrá entonces esta exposición cuatro puntos: Errores en la Política Económica. El Sistema de Financiamiento Presupuestario. La Función del Partido. Recomendaciones Generales.
Se entiende que el Gobierno crea las ideas económico-políticas de desarrollo, ideas que parten de iniciativas de los dirigentes y también, si es posible dadas las condiciones, de la propia población. Estas deberían pasar a la Junta que las analizaría y compatibilizaría, dando luego una recomendación. El Gobierno aprobaría o corregiría estas cifras, encargando ya la confección del plan y la Junta confeccionaría el plan, en discusión con todos los organismos, cuando se tratara de un plan anual, pero sobre la base de un plan perspectivo en el cual pudieran tomarse en cuenta los principales organismos como asesores.
Nosotros hemos funcionado como si esa ficción fuera real, pero, en la práctica, ¿qué sucedía?: el pretendido traslado de ideas de desarrollo por el Gobierno era simplemente una recopilación de algunas ideas sueltas que la Junta armonizaba poniendo las propias y elevaba al Gobierno. Tras un análisis extremadamente superficial, se aprobaban estas líneas de desarrollo, a veces cambiando determinadas cosas, siempre sobre un plan anual ya que todos los planes perspectivos han fracasado antes de comenzar…
Creo que hemos cometido muchos errores de tipo económico. El primero de ellos, el más importante, es la improvisación con que hemos llevado a cabo nuestras ideas que ha dado por resultado una política de bandazos. Improvisación y subjetivismo, diría yo…
Insisto en que aun cuando se haga una división de todos estos errores en más o menos graves, más o menos fatales, lo fundamental está dado por la política de bandazos y la política de bandazos está dada por el tratamiento superficial por un lado y subjetivo por otro, de todos los problemas de la economía. Sin embargo, la economía ha demostrado que tiene una serie de leyes y que violentarlas cuesta muy caro…
Además, hay una buena parte de la economía burguesa de la cual se pueden extraer herramientas de cálculo que hasta hoy la economía socialista ha ignorado y de la cual ha ido a extraer solamente el más negativo y significativamente capitalista, como es la herramienta del control por el mercado…
El hecho real es que todo el andamiaje jurídico económico de la sociedad soviética actual parte de la Nueva Política Económica; en esta se mantienen las viejas relaciones capitalistas, se mantienen las viejas categorías del capitalismo, es decir, existe la mercancía, existe, en cierta manera, la ganancia, el interés que cobran los bancos y, naturalmente, existe el interés material directo de los trabajadores…
¿Cuál es el defecto fundamental de todo el sistema? Que limita la posibilidad del desarrollo mediante la competencia capitalista pero no liquida sus categorías ni implanta nuevas categorías de un carácter más elevado.
El interés material individual era el arma capitalista por excelencia y hoy se pretende elevar a la categoría de palanca de desarrollo, pero está limitado por la existencia de una sociedad donde no se admite la explotación. En estas condiciones, el hombre no desarrolla todas sus fabulosas posibilidades productivas, ni se desarrolla él mismo como constructor consciente de la sociedad nueva.
Y para ser consecuentes con el interés material, este se establece en la esfera improductiva y en la de los servicios. Entonces surgen los grandes mariscales con salarios de grandes mariscales, los burócratas, las dachas y las cortinitas en los automóviles de los jerarcas…
Nosotros pretendemos que nuestro sistema recoja las dos líneas fundamentales del pensamiento que deben seguirse para llegar al comunismo. El comunismo es un fenómeno de conciencia, no se llega a él mediante un salto en el vacío, un cambio de la calidad productiva, o el choque simple entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción.
El comunismo es un fenómeno de conciencia y hay que desarrollar esa conciencia en el hombre, de donde la educación individual y colectiva para el comunismo es una parte consustancial a él…
Nosotros tenemos una gran laguna en nuestro sistema; cómo integrar al hombre a su trabajo de tal manera que no sea necesario utilizar eso que nosotros llamamos el desestímulo material, cómo hacer que cada obrero sienta la necesidad vital de apoyar a su revolución y al mismo tiempo que el trabajo es un placer; que sienta lo que todos nosotros sentimos aquí arriba”.
Hasta aquí una selección, arbitraria es cierto, de las ideas que quisiéramos traer a la reflexión, sabiendo que requieren pasar por el filtro de la realidad contemporánea, lo cual no le quita su valor y las lecciones que de ellas se pueden extraer.
Las armas melladas que nos legara el capitalismo
El Che no creía que el desarrollo económico fuera un fin en sí mismo: el desarrollo de una sociedad tiene sentido si sirve para transformar al hombre, si le multiplica la capacidad creadora, si lo lanza más allá del egoísmo.
El tránsito hacia el reino de la libertad no puede realizarlo el socialismo con “las armas melladas que nos legara el capitalismo”, porque no se puede avanzar hacia el comunismo si se organiza la vida socialista como una carrera de lobos al igual que en la sociedad anterior.
Los aspectos fundamentales del pensamiento y de la práctica de Che tienen vigencia si los adecuamos, a los cambios que han tenido lugar, pero sin alterar la esencia de su punto de partida crítico de ciertas concepciones en la construcción del socialismo. Partiendo del axioma básico de que “el comunismo es un fenómeno de conciencia y no solamente un fenómeno de producción”.
Hay que subrayar que para Che la construcción del socialismo y del comunismo es un fenómeno de producción, organización y conciencia. No es sólo una tarea administrativo-técnico-económica, sino una tarea ideológico-técnico-político-económica. Che recalcaba la importancia de la integralidad de estos elementos.
La caracterización del período de transición al socialismo y al comunismo, ni aun en sus primeros momentos, no tiene por qué venir dada por la ley del valor y demás categorías mercantiles que su uso implica. Su presencia en la transición al socialismo se incluye entre las limitaciones heredadas y como tal debe abordarse. Che opinaba que la economía política en la Unión Soviética y en los países de Europa oriental no había captado y desarrollado en toda su dimensión lo nuevo de la sociedad socialista y comunista. Llamaba a pensar más en la ley económica fundamental. A esta ley le recalcaba el orden moral y político. Además, estimaba que la planificación debe calificarse como la primera posibilidad humana de regir las fuerzas económicas.
Primeras conclusiones
Para el Che la planificación debe conjugar dos elementos.
- 1. La creación de las bases para el desarrollo económico de la nueva sociedad, su regulación y control.
- 2. La creación de un nuevo tipo de relaciones humanas, del hombre nuevo.
Ambos siguen vigentes, así como la necesidad de recurrir a nuestras categorías conceptuales y a un análisis riguroso basado en las experiencias pasadas y el contexto mundial contemporáneo.
El Che planteaba debilidad o ausencia de un instrumental conceptual apropiado a su época y las particularidades del proceso cubano. Le preocupaba que la teoría no fuera suficientemente audaz como para enfrentar críticamente las nuevas realidades. Pensamos que el desafío se mantiene.
El dilema de las actuales reformas, de cuya urgencia no cabe la menor duda, es que son políticas a la vez que económicas e implican una seria contradicción. Por un lado, el aumento de la incidencia del mercado, que traería consigo una oleada de inversores pero que al mismo tiempo implicaría que se modifique el histórico logro de las formas socialistas de la propiedad.
Las alarmas se encienden cuando se constata el riego de que esas transformaciones se desvirtúen y terminen por convertirse en una restauración capitalista, afectando los fundamentos primigenios de la Revolución.
Creemos que el desafío reside en diseñar un modelo que equilibre el rol del mercado con fórmulas de acumulación que no afecten a la población. En otras palabras, sería necesario encontrar un curso de acumulación que recomponga el horizonte socialista sin aumentar las brechas sociales.
Daniel Martínez Cunill* Sociólogo, especializado en las RRII de América Latina y el Caribe y asesor del Partido del Trabajo de México, PT.
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