Si bien podemos afirmar que esta reunión fue tal vez menos grandiosa que la edición de 2018, la cumbre, no obstante, puso de relieve el atractivo que sigue ejerciendo China sobre los líderes africanos. Estuvieron presentes 51 jefes de Estado africanos, muchos más de los que tienen previsto hablar en la Asamblea General de las Naciones Unidas este mes. Sin embargo, la cumbre también reveló posibles tensiones entre la ambición geopolítica de China y las opiniones de un continente diverso y en rápida transformación. Que a la luz de los últimos acontecimientos en algunas regiones puntuales, está decidido a romper relaciones con occidente y tanto China como BRICS ampliado parecen ser un desafío para estos países africanos.
El punto sobresaliente de esta cumbre estuvo, quizás, en el discurso de Xi donde el mandatario chino dejó muy claros los objetivos para los próximos tres años en las relaciones sino africanas. Aquí haremos un breve análisis de los principales aspectos del discurso de Xi Jinping.
Por un lado Xi hizo hincapié en el fortalecimiento de la cooperación China-África, reafirmando el compromiso de China para fortalecer este aspecto con los países africanos en áreas clave como el comercio, la inversión, y el desarrollo infraestructural. Destacando la importancia de una asociación estratégica más profunda y mutuamente beneficiosa. La relación entre China y África ha crecido significativamente en las últimas décadas, con China emergiendo como uno de los principales socios comerciales e inversores en el continente. El enfoque que dio el presidente chino sugiere que China busca asegurar una estabilidad y continuidad en sus relaciones económicas y políticas con África, reconociendo el papel crucial que el continente juega en su estrategia global.
Otro de los puntos que señalaremos a partir de la alocución del líder chino está relacionado directamente con lo anterior, ya que en estas relaciones que propone Xi, la inversión en Infraestructura para el continente africano es crucial para poder establecer cierto grado de igualdad. Xi enfatizó la continuación y expansión de los proyectos de infraestructura en África, incluyendo la construcción de rutas, puentes, y redes de energía, para apoyar el crecimiento económico y la integración regional. Los proyectos en los que China ya está trabajando son un claro ejemplo de este objetivo. Solo nombraremos dos ejemplos muy claros de la envergadura de las inversiones chinas en África: La Gran Represa del Renacimiento Etíope y la nueva capital de Egipto. Xi destacó la importancia de continuar y expandir estos proyectos, lo cual no solo apoya el crecimiento económico de África, sino que también facilita la integración regional y el acceso a mercados. La infraestructura mejorada puede acelerar el desarrollo económico al reducir costos logísticos y fomentar un entorno más favorable para la inversión extranjera.
El desarrollo sostenible también fue un punto de destaque en el discurso que Xi brindó ante loa 51 líderes africanos que estuvieron presentes en Beijing, en este aspecto se señaló la necesidad de que las inversiones y proyectos que se vayan a llevar adelante, a partir de la inversiones chinas, deben respetar los estándares de un desarrollo sostenible y ecológico. Xi Jinping subrayó la necesidad de adoptar un enfoque ecológico en los proyectos de desarrollo, lo que indica un intento de equilibrar el crecimiento económico con la protección del medio ambiente. Esto puede ser visto como una respuesta a las crecientes preocupaciones globales sobre el cambio climático y la sostenibilidad, así como un intento de China de posicionarse como un líder responsable en la cooperación internacional.
El apoyo a la Industrialización y la Innovación será clave en los próximos tres años para las relaciones chinas en el continente africano. Además la innovación tecnológica como un medio para diversificar las economías africanas y mejorar la capacidad productiva, Xi Jinping abogó por un mayor apoyo a la industrialización y la tecnología, lo cual puede ayudar a África a agregar valor a sus recursos y fomentar el desarrollo de sectores industriales. Este enfoque también refleja la estrategia de China para promover el desarrollo tecnológico como una forma de estimular el crecimiento económico y reducir la dependencia de las economías africanas de los recursos naturales.
Otros puntos sobresalientes del discurso de Xi fueron los relacionados con la cooperación en salud, la promoción de la educación y la capacitación. Donde el presidente chino puso el énfasis en que las relaciones buscarán el mayor grado de simetría posible. Destacando los esfuerzos conjuntos para mejorar los sistemas de salud y educación en África, incluyendo el suministro de equipos médicos y la cooperación en la investigación y desarrollo de vacunas.
Seguridad y la Estabilidad Regional
En momentos donde muchas regiones del continente africano están siendo sacudidas por ataques terrorista, muchos de ellos disfrazados detrás de las banderas del islam, pero que esconden las verdaderas de las elites europeas y occidentales, Xi reiteró el compromiso de China en apoyar los esfuerzos africanos para mantener la paz y la seguridad en el continente, incluyendo la cooperación en la lucha contra el terrorismo y la gestión de crisis humanitarias.
Este eje en el discurso de Xi es crucial de cara al futuro de las relaciones entre China y algunos países africanos ya que aborda varios temas interrelacionados que son fundamentales tanto para la seguridad de África como para los intereses estratégicos de China en la región.
Por un lado están los desafíos regionales que enfrenta África enfrenta en términos de seguridad, incluyendo conflictos armados, terrorismo, y crisis humanitarias. Los conflictos en países como Sudán del Sur, la República Centroafricana, y las amenazas de grupos terroristas en la región del Sahel son ejemplos claros de la inestabilidad que afecta a la región. Por otro lado la inseguridad y la inestabilidad regional tienen un impacto directo en el desarrollo económico y social. Los conflictos y la violencia pueden interrumpir las inversiones, desplazar a las poblaciones, y desviar recursos necesarios para el desarrollo.
Por esto es importante destacar el compromiso de China con la seguridad regional, donde Xi Jinping subrayó el apoyo de chino a los esfuerzos africanos para mantener la paz y la seguridad. Esto incluye respaldo a las iniciativas y mecanismos de seguridad locales, como las misiones de mantenimiento de la paz de la Unión Africana (UA) y otras iniciativas regionales. China busca colaborar estrechamente con estas organizaciones para reforzar su capacidad de respuesta a las crisis. Así mismo como apoyar todas las iniciativas enfocadas en la lucha contra el terrorismo. El discurso de Xi enfatizó en este aspecto. China ha mostrado interés en colaborar con los países africanos en la capacitación de fuerzas de seguridad y en el intercambio de información para combatir amenazas terroristas. Este enfoque es crucial dado el aumento de grupos terroristas en el Sahel y otras regiones.
Por otra parte y como un punto que se desprende de lo ante dicho, China, además de la cooperación en materia de seguridad, está comprometida con el apoyo para la gestión de crisis humanitarias. China está dispuesta a colaborar en la provisión de asistencia humanitaria y en la reconstrucción post-conflicto, ayudando a mitigar los efectos de los conflictos y a estabilizar las regiones afectadas.
Ciertamente Xi sabe que la estabilidad regional en África no solo contribuye al desarrollo económico del continente, sino que también favorece sus intereses estratégicos. Un entorno seguro y estable facilita un entorno más favorable para la inversión china y la implementación de proyectos de infraestructura. Así mismo, al involucrarse activamente en la cooperación en seguridad, China también busca fortalecer su influencia en África. Esto puede traducirse en una mayor influencia política y diplomática en la región, así como en un apoyo más sólido en foros internacionales.
China también tiene interés en integrar sus esfuerzos de seguridad con sus inversiones en infraestructura y desarrollo económico. Una estrategia coordinada que aborde tanto la seguridad como el desarrollo puede resultar en una mayor efectividad y sostenibilidad de los proyectos chinos en la región.
Deuda y soberanía
Hemos señalado varios aspectos de la FOCAC 2024 y de la cooperación que piensa impulsar el gigante asiático de cara a los próximos tres años en el continente africano, pero poco hemos dicho de los fondos con los que se piensa encarar estas inversiones, que según el mandatario chino rondaran los 51 mil millones de dólares entre inversión estatal y de empresas privadas de capitales chinos.
El primer punto de discordia es la deuda. China no ofreció un alivio de la deuda de base amplia en el FOCAC, que muchos estados africanos esperaban que apaciguara las crecientes preocupaciones sobre la sostenibilidad de la deuda. En cambio, como hemos mencionado prometió estos 51 mil millones en líneas de crédito y financiamiento durante los próximos tres años, con énfasis en las asociaciones comerciales y de inversión.
Se trata de una cifra sustancial, pero mucho menos ambiciosa que los niveles anteriores a 2016. La renuencia de China a ofrecer una cancelación generalizada de la deuda refleja una cautela condicionada por las limitaciones financieras internas y la incertidumbre económica mundial. También señala un cambio hacia una política crediticia más moderada y pragmática, centrada en las relaciones comerciales en lugar de las inversiones en infraestructura impulsadas por la deuda.
Esta puede resultar una estrategia más sostenible y mutuamente beneficiosa. China está priorizando el crecimiento de las exportaciones africanas, especialmente en agricultura y recursos naturales. Este enfoque alinea los objetivos de desarrollo económico de África con la necesidad de China de un acceso seguro a los recursos, en particular en áreas como la seguridad energética.
Los préstamos de China a África han suscitado preocupaciones sobre su sostenibilidad y su impacto en la soberanía africana. Los críticos, especialmente en Occidente, acusan a Pekín de establecer «trampas de deuda». Un informe de Chatham House de 2022 concluyó que no hay motivos para alegar que China está utilizando la deuda como un mecanismo para ganar control político: los prestamistas chinos representan el 12 por ciento de la deuda de África. El 20 % de la deuda externa de África, porcentaje inferior al que tienen las instituciones multilaterales o los acreedores privados. Sin embargo, la infraestructura sigue siendo un elemento central de la participación de China en África, lo que proporciona a Beijing una importante influencia estratégica.
Los 30 nuevos proyectos de infraestructura anunciados en el FOCAC en sectores clave como el transporte y la energía son parte de la Iniciativa del Cinturón y la Ruta (BRI, por sus siglas en inglés), más amplia. La BRI integra las economías africanas más estrechamente en los mercados y las cadenas de suministro chinos, lo que consolida aún más la influencia y la presencia a largo plazo de China en el continente. En la medida en que estas inversiones impulsen el crecimiento económico local, seguirán siendo bien recibidas por los líderes de África.
China contra Occidente
El FOCAC también se centró más en la competencia entre China y Occidente por la influencia en África. Beijing ha ampliado significativamente sus programas de becas, ofreciendo formación en China sobre administración estatal y gobernanza de partidos a funcionarios africanos. Una notoria diferencia en la política de intervencionismo que ofrece y ha ofrecido históricamente occidente. China se está posicionando como un socio confiable para las naciones africanas que buscan el desarrollo sin las condiciones que normalmente se imponen a la ayuda occidental, ya que no influye en cuestiones de gobernanza local.
Esta estrategia tiene un doble propósito: fortalece las relaciones de China con las élites africanas y promueve un modelo de gobierno de partido único que contrasta con los ideales democráticos occidentales. Al poner énfasis en la gobernanza, junto con sus inversiones en infraestructura, China se está posicionando como un socio confiable para las naciones africanas que buscan el desarrollo sin las condiciones que suelen imponerse a la ayuda occidental.
Pero China también busca construir alianzas contra un Occidente liderado por Estados Unidos, una prioridad geoestratégica que puede ir en contra de la oferta aparentemente generosa de Beijing de comercio e inversión mutuamente beneficiosos.
Los líderes africanos son cautelosos con la diplomacia de suma cero. En lugar de verse obligados a elegir un bando en una inminente confrontación geopolítica entre China y Occidente, buscan términos favorables para las inversiones, la ayuda y el comercio a través de relaciones pragmáticas en una economía global cada vez más multipolar. Las naciones africanas pueden interactuar estratégicamente con múltiples potencias globales para maximizar sus propios beneficios.
El número de socios externos que trabajan en África ha aumentado significativamente, y la creación del FOCAC hace 24 años inspiró a otras potencias mundiales (entre ellas la UE, Estados Unidos, India, Turquía, Rusia y los Emiratos Árabes Unidos) a fortalecer sus vínculos con el continente mediante cumbres específicas. Los líderes africanos tienen más opciones que nunca, lo que crea oportunidades de triangulación: las naciones africanas pueden interactuar estratégicamente con múltiples potencias mundiales para maximizar sus propios beneficios.
De hecho, el continente africano ya alberga proyectos importantes que demuestran la colaboración entre los actores económicos chinos y occidentales. Un ejemplo es el proyecto de mineral de hierro de Simandou en Guinea, que se prevé que sea el proyecto de extracción de mineral de hierro nuevo más grande y de mayor calidad del mundo. El proyecto sumará alrededor del 5 por ciento al suministro marítimo mundial cuando entre en funcionamiento. La australiana-británica Rio Tinto posee dos de los cuatro bloques mineros de Simandou como parte de su empresa conjunta Simfer con la china Chalco Iron Ore Holdings (CIOH) y el gobierno de Guinea. Rio Tinto posee una participación del 53 por ciento, mientras que CIOH posee el resto.
La Cumbre de Cooperación China-África 2024 ha consolidado aún más el vínculo estratégico entre China y África, destacando una visión compartida para un desarrollo mutuamente beneficioso. Este encuentro subraya el papel de China como un socio clave en el apoyo al progreso africano, enfatizando la importancia de una cooperación sólida en múltiples dimensiones más allá de la economía y el desarrollo.
El enfoque en la seguridad y estabilidad regional refleja un entendimiento profundo de que el desarrollo sostenible y el crecimiento económico en África están inextricablemente ligados a la paz y la estabilidad. La voluntad de China de colaborar en este ámbito sugiere un compromiso a largo plazo para enfrentar desafíos complejos y contribuir a un entorno más seguro y propicio para el desarrollo.
A través de esta cumbre, se ha establecido un marco más claro para la cooperación futura, destacando la importancia de una relación equilibrada y equitativa. La colaboración estrecha en áreas clave como la infraestructura, la salud, y la educación también enfatiza el papel de la cooperación internacional en la construcción de un futuro más inclusivo y sostenible para África.
En definitiva, la FOCAC 2024 no solo ha reafirmado el compromiso de China con África, sino que también ha puesto de manifiesto la voluntad de ambas partes de afrontar conjuntamente los desafíos globales, promoviendo un crecimiento y desarrollo que beneficie a ambas regiones de manera integral y duradera.
África • Análisis del equipo de PIA Global • Sahel
Confederación de Estados del Sahel, el nuevo enemigo de Occidente en África
8 de septiembre de 2024
Escrito Por Beto Cremonte
Por Beto Cremonte*
Desde la creación de la Confederación de Estados del Sahel, Burkina Faso, especialmente ha sufrido el recrudecimiento del terrorismo en el norte del país. Los ataques relacionados con grupos “yihadistas” se suceden y recrudecen la violencias en la región.
El Sahel, una vasta franja de tierra que se extiende a lo largo de África Occidental desde Mauritania hasta Sudán, ha sido testigo de cambios notables en materia de seguridad durante la última década, un periodo caracterizado, además, por un aumento preocupante de la actividad terrorista, llevada adelante por grupos asociados con Al Qaeda o ISIS. Esta alarmante tendencia se une a un escenario geopolítico de alianzas cambiantes, inestabilidad política, la retirada de tropas francesas, el desmantelamiento de estructuras de seguridad conjuntas y la aparición de nuevos actores externos, como Rusia o China que están teniendo una notable influencia en la población y en los gobiernos de la región.
La situación provocada por este cúmulo de factores se ve agravada, además, por problemas endémicos como la pobreza, la desigualdad y los efectos del cambio climático. Cuestiones que no solo suceden en el Sahel, sino que son moneda común para todo el continente africano.
Las estructuras de seguridad en el Sahel se encuentran en medio de un profundo proceso de transformación. El año 2023 marcó el fin de una era en la región, la era de la intervención militar extranjera en la región. Hecho que se da a partir de que los principales mecanismos bilaterales y multilaterales de seguridad y mantenimiento de la paz vigentes durante casi una década fueron disueltos. Es cierto que, desde un primer momento, la miríada de iniciativas adoptadas tras diversas cumbres y fomentadas por diferentes socios internacionales para abordar la crisis de seguridad en el Sahel, como el G5-Sahel, las operaciones Barkhane y Takuba, la MINUSMA, planteaban retos notables en materia de coordinación. Asegurar la consistencia, la coherencia y la complementariedad entre las iniciativas resultaron finalmente ser obstáculos insuperables.
En lo que supuso un gran revés para la seguridad regional, el G5-Sahel, formado en 2014 para combatir el terrorismo y estabilizar la región, anunció su disolución a finales de 2023. También la participación antiterrorista francesa en el Sahel tuvo su fin en 2023. A través de un enfoque multidimensional, la Operación Barkhane (una expansión regional de la Operación Serval, centrada en Malí) llevaba una década trabajando en la capacitación de fuerzas locales y en la promoción de mecanismos de cooperación dentro de una coalición internacional para atacar infraestructuras terroristas en la región. A pesar de los éxitos iniciales, la Operación Barkhane fue incapaz de crear condiciones de estabilidad duradera, lo que, unido al desgaste de la misión y las presiones internas, terminó conduciendo a una paulatina reducción de tropas.
Occidente Vs. Terrorismo es igual a más terrorismo
A partir de los acontecimientos en Burkina Faso, donde el terrorismo y la violencia han recrudecido en el transcurso del último mes, es que vamos a partir desde este país en particular para intentar desarrollar un análisis aproximado de lo que ocurre en la región.
De hecho el análisis de la participación de actores occidentales en los ataques terroristas en Burkina Faso es un tema complejo y sensible. Ya que generalmente, la narrativa predominante es que los ataques terroristas en el país y en la región del Sahel en general son perpetrados principalmente por grupos yihadistas locales e internacionales, como Al Qaeda y el Estado Islámico, que tienen sus propios objetivos y agendas. Además de contar con el apoyo necesario de otros países de la región o de otros continentes como fue el ataque al convoy en el norte de Burkina, donde con apoyo de la inteligencia y tecnología ucraniana, murieron más de 80 soldados rusos junto a elementos del ejército burkinés.
Sin embargo, y entendiendo la complejidad del tema, la relación entre Occidente y los eventos en Burkina Faso puede considerarse de diversas maneras. Por un lado vamos a mencionar la intervención militar y la ayuda externa que quizás sea el más importante o al menos el que más se tiene en cuenta por los resultados inmediatos que arroja: muerte, violencia extrema y terror en varias zonas. Los países occidentales, como Francia y Estados Unidos, han estado involucrados en la región del Sahel a través de las misiones de seguridad y asistencia que nombrábamos anteriormente y que con resultados negativos a la vista a pesar de los “esfuerzos”. Esta tipo de intervención y apoyo suele estar dirigido a combatir el terrorismo y apoyar a los gobiernos locales en su lucha contra los grupos extremistas. Pero claramente las intervenciones occidentales en la región tuvieron efectos indirectos sobre la dinámica local. A veces, las acciones militares o políticas de los países occidentales pueden influir en la radicalización de ciertos grupos o individuos, aunque esto no significa que estos países estén directamente implicados en los ataques, pero sí detrás de su financiación o de los intereses que se persiguen.
Es allí donde los intereses geopolíticos de Occidente en la región, como el acceso a recursos naturales y la estabilidad regional, también pueden tener un impacto en la situación local. Las políticas y estrategias de los países occidentales pueden influir en la forma en que se desarrollan los conflictos y en cómo los grupos extremistas responden acorde, claro, a intereses fuera de África.
Confederación, soberanía, independencia y más terrorismo
La reciente creación de la Confederación de los Estados del Sahel parece haber exacerbado los intereses occidentales en la región, también sus líderes inquietan a los antiguos y actuales colonizadores. Es por ello que la Confederación de Estados del Sahel, una organización regional que busca promover la cooperación y el desarrollo en el área del Sahel y el Sahara, pueda ser uno de los principales motivos de los ataques terroristas en la región llevados a cabo por grupos armados vinculados a Al Qaeda, Jama’at Nusrat al-Islam wal-Muslimin (JNIM).Si bien esta afirmación arroja elementos de análisis complejos y multifacéticos, tiene una serie de puntos a los que debemos prestar especial atención.
La cooperación regional y seguridad es el punto de partida en principio de la AES (Asociación de Estados del Sahel) que si se quiere es el embrión de la Confederación recientemente formada y que busca fomentar la cooperación entre los países miembros en áreas como la seguridad, el desarrollo económico y la gestión de recursos. En teoría, una cooperación más estrecha podría ayudar a fortalecer la capacidad de los Estados para enfrentar las amenazas terroristas. Sin embargo, la eficacia de esta cooperación puede verse limitada por la falta de recursos, la falta de coordinación entre los Estados miembros y los desafíos políticos internos. Pero al estar recién dando sus primeros pasos es algo que pertenece al campo de las incógnitas para muchos analistas, aunque del lado de occidente claramente ven en la Confederación un peligro latente para sus intereses.
Para el periodista y líder de la organización social «Descendiente de Thomas Sankara» de Burkina Faso, Yusuf Yop “La Confederación del Sahel representa una voz más fuerte en la escena internacional y sería capaz de defender mejor los intereses de la región en las negociaciones globales, ya sea en cuestiones de seguridad y su postura frente a occidente. Además, su fortalecimiento da un sentimiento de solidaridad entre los pueblos de la región, creando una identidad colectiva y un objetivo común para la paz, la estabilidad y el progreso. No olvidemos que el Sahel es rico en recursos naturales, por lo que una gestión coordinada y equitativa de estos recursos en el marco de una federación está ayudando a maximizar los beneficios para todos los miembros, reduciendo las desigualdades y las tensiones entre los estados miembros que anteriormente mantenían relaciones conflictivas”
Entonces aquí podemos observar, según se desprende de las declaraciones que hizo Yusuf Yop, exclusivas para PIA Global, un segundo punto desde el que abordar el recrudecimiento de la violencia en Burkina Faso: el desarrollo económico que promete la Confederación incluido como uno de sus objetivos principales. El desarrollo económico puede ser una herramienta importante para combatir el terrorismo, ya que la pobreza y la falta de oportunidades a menudo contribuyen a la radicalización. Sin embargo, el impacto real de las iniciativas de desarrollo promovidas por la CES en la reducción de la violencia y el terrorismo es difícil de cuantificar y puede verse limitado por la inestabilidad política y la corrupción. Por otro lado debemos también mencionar los límites que tiene la Confederación para coordinar respuestas a crisis regionales, como los ataques terroristas en Burkina Faso. Aunque la Confederación tiene un mandato para abordar problemas regionales, las respuestas efectivas a las crisis de seguridad suelen requerir una coordinación más estrecha y una capacidad operativa que puede superar la de una organización regional con recursos limitados. Es allí donde las alianzas multilaterales con otros actores externos se tornan fundamentales para la Confederación.
Traoré y el “eje del mal” para Occidente
La figura de Ibrahim Traoré, el actual líder del gobierno de transición en Burkina Faso, ha tenido un impacto significativo en la región del Sahel, tanto en términos de política interna como de seguridad regional. Desde su llegada al gobierno luego de un golpe de estado en septiembre de 2022, derrocando al entonces presidente Paul-Henri Sandaogo Damiba. Su gobierno ha impulsado una agenda centrada en la seguridad y la soberanía nacional, en un contexto donde el país enfrenta una creciente insurgencia yihadista. Esta política ha generado tanto el apoyo de una gran parte de la población dentro de Burkina Faso. También ha captado la atención de otros líderes mundiales, tal el caso de Vladimir Putin. El presidente de la Federación Rusa se ha mostrado muy receptivo y colaborador con las políticas llevadas adelante por el presidente burkinés.
Traoré ha priorizado la lucha contra los grupos terroristas en el Sahel, y su gobierno ha tomado medidas para aumentar la presencia militar en las zonas afectadas por el conflicto. La percepción de que el gobierno de Traoré es más agresivo en la lucha contra el terrorismo puede tener implicaciones tanto positivas como negativas. Por un lado, una mayor acción militar podría ayudar a combatir a los grupos extremistas. Por otro lado, también puede haber riesgos asociados, como el incremento de la violencia o la posible escalada del conflicto. En este sentido Yusuf Yop señala que: “La resurgencia del terrorismo en Burkina Faso, marcada por una serie de ataques recientes, parece apuntar directamente a la revolución liderada por el presidente Ibrahim Traoré. Estos ataques, orquestados por grupos extremistas, tienen como objetivo debilitar al gobierno y sumir al país en una espiral de violencia. Al atacar a las fuerzas de defensa y seguridad (FDS), a los voluntarios para la defensa de la patria (VDP) y, sobre todo, ahora a los civiles, estos grupos buscan sembrar el miedo y socavar los esfuerzos de estabilización y desarrollo del gobierno burkinés. Esta violencia amenaza con obstaculizar las reformas e iniciativas destinadas a reforzar la seguridad, desarrollar la infraestructura digital y promover la independencia del país frente a las influencias externas.”
La política exterior de Traoré ha sido marcada por un cambio en las alianzas. Su gobierno ha mostrado un interés creciente en buscar asociaciones más estrechas con países como Rusia, mientras que las relaciones con actores tradicionales como Francia y otros socios occidentales se han enfriado o directamente se han cortado. Este giro puede tener un impacto en la dinámica de seguridad en la región, ya que las alianzas internacionales y el apoyo militar pueden influir en la capacidad de Burkina Faso para enfrentar los desafíos terroristas. Pero aun así el líder burkinés asume los riesgos del caso convencido en el camino que ha tomado es el correcto para su pueblo y en ello sabe que los acuerdos y asociaciones serán posibles en tanto y en cuanto no esté en juego la soberanía de su país. este es un cambio sustancial en la política continental incluso
La figura de Traoré también influye en la región del Sahel en términos de estabilidad y cooperación regional. Los cambios en el liderazgo en Burkina Faso pueden mejorar la cooperación con otros países vecinos en temas de seguridad y desarrollo. La región del Sahel enfrenta desafíos compartidos, como el terrorismo, la inseguridad alimentaria y el cambio climático, y la postura de Traoré podría influir en las iniciativas de cooperación regional. En su carta fundacional la Confederación establece que aquellos Estados dispuestos a integrar dicha organización serán bienvenidos. El acercamiento de países como Chad y Senegal hace pensar en la ampliación cercana CES.
Occidente insiste en la narrativa de la ilegitimidad del gobierno de Traoré aduciendo que su ascenso al poder fue a través de un golpe de Estado, en este sentido lo que se busca es vaciar de legitimidad al hacia el interior del país y por supuesto horadar su figura ante los actores externos. Traoré es percibido tanto a nivel nacional como internacional como una figura que vino a cambiar la forma de hacer política y no solo en las formas sino además en hacer efectivos esos cambios en la vida diaria de los burkineses. Es aquí donde, para algunos analistas con un sesgo netamente occidentalista, surgen dudas en cuanto a la capacidad de Traoré de comandar el país y llevarlo a la paz. Retomando los dichos de Yusuf Yop: “Estas crecientes tensiones ilustran los desafíos importantes a los que se enfrentan el presidente Traoré y su gobierno para mantener la estabilidad, proteger los logros de la revolución y garantizar un futuro de paz y prosperidad para Burkina Faso”
La figura de Ibrahim Traoré ha tenido un impacto notable en la dinámica de seguridad y política en Burkina Faso y la región del Sahel. Su enfoque en la seguridad y las alianzas internacionales, junto con su ascenso al poder a través de un golpe de estado, han moldeado tanto la política interna como la interacción regional en un contexto de creciente conflicto. La influencia de Traoré en la región es un factor importante que debe ser monitoreado para comprender mejor los desarrollos futuros en el Sahel y su naciente Confederación hoy convertida en un enemigo a combatir por las fuerzas occidentales.
Es por ello que, como dice Yop: “La importancia de la Confederación del Sahel radica en la colaboración para enfrentar desafíos comunes como el terrorismo y la inestabilidad política. Al unirse, los países del Sahel pueden fortalecer su capacidad para responder colectivamente a estos desafíos. Esta federación permitiría una mejor coordinación de los esfuerzos militares y de seguridad, esencial para luchar eficazmente contra el terrorismo y los grupos armados que operan más allá de las fronteras nacionales.”.
*Beto Cremonte, docente, profesor de Comunicación social y periodismo, egresado de la UNLP, Licenciado en Comunicación social, UNLP, estudiante avanzado en la Tecnicatura superior universitaria de Comunicación pública y política. FPyCS UNLP.
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