Nuestra América

Se fue un símbolo del neoliberalismo y la ultraderecha: murió Alberto Fujimori

Por Héctor Bernardo*-
Durante su gobierno, cubrió a Perú de paramilitarismo, muerte, persecución y torturas. En 1990 fue elegido por el voto popular pero, dos años después, dio un autogolpe, cerró el Congreso, intervino el Poder Judicial y buscó perpetuarse en el poder. Su gobierno sentó las bases del modelo neoliberal que hundió al pueblo peruano en la pobreza y la desigualdad. En 2009 fue condenado a 25 años de cárcel por crímenes de lesa humanidad y era investigado por la realización de esterilizaciones forzadas a miles de mujeres de comunidades indígenas, pero murió en libertad.

¿Qué se dice cuando muere un dictador? Más aún, cuando muerte en liberad. Un dictador condenado por asesinatos, torturas, persecuciones, corrupción y que había sido denunciado por llevar adelante, desde el Estado, una política de esterilizaciones forzadas contra mujeres de comunidades indígenas. Un dictador que instaló un modelo que hundió a su pueblo en la pobreza y la desigualdad. Un dictado que murió en libertad. ¿Solo se informa que falleció o se desea que, por lo menos, su pueblo no olvide todo el daño que hizo? 

El miércoles 11 de septiembre, a los 86 años de edad, murió el dictador Alberto Fujimori, quien gobernó Perú entre 1990 y 2000, época en la que se transformó en un símbolo del neoliberalismo y la ultraderecha latinoamericana.

Un rápido repaso 

En 1990, Alberto Fujimori fue elegido presidente por el voto popular, pero dos años más tarde (en 1992) dio un autogolpe: cerró el Congreso de la Nación, intervino el Poder Judicial, el Consejo Nacional de la Magistratura, el Tribunal de Garantías Constitucionales, el Ministerio Público y la Contraloría General de la República.

Con todos los poderes del Estado en sus manos (y con el aval de los Estados Unidos y las potencias Europeas), impuso un régimen autoritario de represión que combinaba el accionar de  fuerzas del Estado y el paramilitarismo. Creó un grupo paramilitar llamado “Colina”, con el que se llevaron adelante atentados, asesinatos y desapariciones.

Fujimori buscó perpetuarse en el poder y llevó adelante una reforma Constitucional (1993) que le permitió tener un segundo mandato en 1995. Solo un año después, en 1996, con el Congreso bajo su control, impulsó una ley para intentar lograr un tercer mandato consecutivo (denominada Ley de interpretación auténtica). En el 2000 fue reelecto en un proceso cargado de denuncias de fraude.

Los escándalos por las violaciones a los derechos humanos y los casos de corrupción hicieron que ese mismo año viajara a Japón y desde allí presentara su renuncia. Dado que tenía doble nacionalidad (peruana y japonesa) logró refugiarse en ese país.

Todas las aberraciones cometidas por el dictador se dieron en el marco de la oleada neoliberal que azotó la región – y el mundo – durante la década de los 90 (tras la caída del muro de Berlín y la desaparición del denominado campo socialista representado por la Unión de Repúblicas Socialista Soviéticas).

El modelo neoliberal instalado por Fujimori – y que perdura hasta la actualidad – provocó que gran parte de la sociedad peruana quede por debajo de la línea de pobreza y la desigualdad aumente exponencialmente, generó el marcado crecimiento del desempleo y que, de aquellos y aquellas peruanos y peruanas que lograron mantener o conseguir trabajo, el 80 % se encuentre en la informalidad. Un modelo que generó tal retroceso del Estado que en la actualidad el acceso a derechos básicos, como la educación y la salud, se han vuelto un privilegio (un dato que muestra el desastre en que se convirtió el sistema de salud con el modelo neoliberal es que Perú fue con más muertes por Covid19 en relación a la cantidad de habitantes en todo el mundo, con 6.415 muertes cada millón de habitantes y algo similar ha pasado con las epidemias de dengue y viruela del mono).

En 2005 viajó a Chile donde fue arrestado y en 2007 fue extraditado a Perú. En 2009, Fujimori fue condenado a 25 años de prisión por crímenes de lesa humanidad entre los que se encontraban las matanzas de Barrios Altos (1991), donde fueron asesinadas 19 personas, y la matanza de La Cantuta (1992), donde fuerzas militares y paramilitares secuestraron, torturaron y asesinaron a nueve estudiantes universitarios y a un profesor. A esa condena se sumaron (en 2015) las de peculado y falsedad ideológica.

Fujimori también había sido denunciado por llevar adelante, entre 1996 y 1998, una política de esterilización forzosa contra miles de mujeres indígenas.

Sin embargo, en 2017, el entonces presidente Pedro Pablo Kuczynski (2016 -2018), en una negociación con el fujimorismo para evitar su propia destitución, indultó a Fujimori, quien obtuvo su libertad el 24 de diciembre de ese año. Poco tiempo después, con base en una resolución de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), el Poder Judicial de Perú anuló el indulto y el 24 de enero de 2019, el dictador volvió a la cárcel. A pesar de ello, el martes 5 de diciembre de 2023, contraviniendo la decisión de la CIDH, el Tribunal Constitucional (TC) ordenó otorgarle la excarcelación y Fujimori volvió a la casa de su hija Keiko (actual líder de su espacio político), donde falleció este miércoles.

*Héctor Bernardo, Periodista, analista de política internacional, profesor de la UNLP.

Artículo publicado originalmente en CONTEXTO

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