Tras las elecciones europeas arranca uno de los acontecimientos más esperados de la burbuja comunitaria: la designación de los altos cargos que asumirán el timón del gigante durante los próximos cinco años. Se trata de un ejercicio de funambulismo llamado a alcanzar un equilibrio geográfico, ideológico y de género asumible para todos. Los 27 líderes de Estado y de Gobierno se reúnen este lunes en Bruselas, en una cena informal, para comenzar a formar el puzle. Entre los nombres que están tomando fuerza destacan el de Ursula von der Leyen para repetir al frente de la Comisión Europea; Antonio Costa para el Consejo; Roberta Metsola de nuevo con las riendas de la Eurocámara y Kaja Kallas para Alta Representante de Asuntos Exteriores.
Cerrar la cuadratura del círculo se anticipa más fácil ahora que en 2019. La sensación en la capital comunitaria es que el consenso para elegir a los nuevos líderes de las instituciones europeas está cerca. Pero hay una máxima que se impone en Bruselas para cualquier gran negociación: nada está acordado hasta que todo esté acordado. Las cumbres de los top jobs dejan además la lección de que la negativa de algún líder puede desmontar todos los planes y cambiar el esquema por completo en un segundo. Así sucedió hace cinco años cuando Emmanuel Macron maniobró para llevar a lo alto del Berlaymont, la sede de la Comisión Europea, a la por entonces bastante desconocida Ursula von der Leyen, que no estaba en ninguna quiniela.
Muchas cosas han pasado desde entonces. La última es la aplastante derrota de Macron en las elecciones europeas celebradas la semana pasada, donde la extrema derecha de Marine Le Pen arrasó duplicando el número de escaños a los liberales. El terremoto político provocó la convocatoria anticipada de elecciones a la Asamblea Nacional. Con esta coyuntura de fondo, la cabeza y la energía del presidente de la República francesa, uno de los más combativos en estas negociaciones, están más en París que en Bruselas. Además, su capacidad de maniobra y de influencia se ha visto reducida por la debilidad dentro de casa y por la caída del grupo liberal en el Parlamento Europeo.
La cumbre informal del lunes será la primera toma de temperatura. Los 27 podrían cerrar un acuerdo. De no lograrlo, están llamados a alcanzarlo en el Consejo Europeo que se celebra a finales de este mes. El cronómetro aprieta. El Parlamento Europeo debe votar a su presidente en su primera sesión de esta legislatura, es decir, durante la semana del 16 de julio. Puesto para el que suena con fuerza la repetición de la maltesa Roberta Metsola, del Partido Popular Europeo.
Los eurodiputados podrían incluso someter a votación al líder de la Comisión Europea durante esa sesión plenaria. En 2019, Von der Leyen pasó el filtro de la Eurocámara por la mínima de nueve votos. Si finalmente los líderes confirman su nominación para el cargo, necesitará el aval de 361 de los 720 eurodiputados. El sentido de urgencia llega en un momento en el que la UE quiere evitar dar una imagen de desestabilización o de desunión y con el auge de las fuerzas euroescépticas, la guerra en Ucrania sin visos de acabar pronto y la amenaza del posible regreso de Donald Trump a la Casa Blanca.
La victoria del PPE en los últimos comicios lo deja como familia política más fuerte. Una tendencia que se repite desde 1999. Por ello, los democristianos reclaman el sillón de la Comisión Europea, el puesto más codiciado en Bruselas. Los socialdemócratas, en segunda posición, exigen el del Consejo Europeo, ahora en manos del belga liberal Charles Michel. Han puesto un nombre sobre la mesa: el del ex primer ministro de Portugal Antonio Costa. El luso se ha ganado el respeto de muchos de sus antiguos compañeros de mesa en el Consejo y cuenta con buena imagen en la capital comunitaria. Pedro Sánchez y Olaf Scholz liderarán a la formación roja en estas negociaciones. Fuentes del PSOE aseguraban recientemente que están dispuestos a apoyar a Von der Leyen siempre y cuando la alemana no pacte con la extrema derecha. Para aunar los votos necesarios para su reelección, la actual presidenta de la Comisión Europea se ha abierto a abrazar a ultraconservadores como Giorgia Meloni. Sus condiciones para futuras alianzas son que los partidos sean «pro-Ucrania, pro-OTAN y pro-Estado de Derecho».
El cargo más abierto es el del sustituto de Josep Borrell al frente de la diplomacia comunitaria. El nombre que más suena en los pasillos es el de la primera ministra estonia Kaja Kallas. Su candidatura ayudaría a cerrar las lagunas pendientes, ya que la política es liberal y del Este. Kallas es, además, una de las líderes más halconas con Vladimir Putin. Rusia, de hecho, tiene sobre ella una orden de busca y captura.
*María G. Zornoza, periodista.
Artículo publicado originalmente en Público.
Foto de portada: El presidente del Gobierno, Pedro Sanchez, saluda al primer ministro portugués, Antonio Costa, en presencia del presidente frances, Emmanuel Macron, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en la rueda de prensa tras la Cumbre del Corredor Verde del Hidrógeno Barcelona-Marsella (H2MED), en Alicante. —Violeta Santos Moura/REUTERS