El presidente Vladímir Putin fue muy conciso: “deben entender que están jugando con fuego”.
El vicecanciller ruso Serguéi Riabkov se refirió en concreto a los intentos de ataque por drones ucranianos sobre estaciones de radar del Sistema Ruso de Prevención sobre Ataques Misilísticos (SRPAM), verificados en los últimos días. Riabkov, un duro diplomático distinguido por sus contundentes afirmaciones previno que la respuesta “puede ser asimétrica” y que también “sentirá las consecuencias” Washington, “permanente impulsor de semejantes atentados”.
Según fuentes militares rusas, los intentos de ataque contra las ERE fueron frustrados por las fuerzas de defensa antiaérea. Los drones lanzados contra ellas fueron derribados en su vuelo. Las estaciones, uno de los elementos claves del sistema de dirección de combate de las fuerzas nucleares estratégicas, poseen una defensa considerada insuperable.
El actual senador Dmitrii Rogozin, ex titular de la agencia espacial rusa RosCosmos, admitió el intento de atentado contra algunas antenas de “Vorónezh-DM”, la ERE de nueva generación de Armavir, en la región caucasiana de Krasnodar, capacitada para descubrir objetivos balísticos y aerodinámicos a distancias ultraalejadas. El dron fue destruido por las defensas antiaéreas, según comunicó Veniamín Kondrátiev, gobernador de Krasnodar.
Rogózin atribuyó el atentado a “la iniciativa propia de Kíev o por orden de algún maníaco militar ucraniano deseoso de desencadenar la tercera guerra mundial”. Según algunos trascendidos desde Kíev, la organización de estos atentados está a cargo de la Dirección Principal de Inteligencia del ministerio de Defensa de Ucrania. Su jefe, Kirill Budánov, es un furibundo neonazi que ha encabezado otros atentados terroristas en territorio ruso.
Alentado por el “permiso” otorgado por los Estados Unidos y varios miembros europeos de la OTAN, para atacar en profundidad el territorio ruso, Mijaíl Podoliak, asesor de Volodimir Zelensky, anunció que “todas las ‘líneas rojas’ en el conflicto en Ucrania están borradas. Todas las anteriores ‘líneas rojas’ desaparecieron. Todo lo que hasta ayer parecía impensable, ya es realidad”…
“No es la primera vez -dijo Riabkov- que el régimen de Kíev intenta violar el funcionamiento normal de importantes eslabones de nuestra organización militar, inclusive los vinculados con el sector estratégico. Estas incursiones serán cortadas de raíz”. Pero no dejó de lado alguna participación norteamericana tanto en la definición de trayectorias como de objetivos, así como en el armado de los drones.
En este sentido, el diplomático previno “a los líderes norteamericanos sobre los errores de cálculo que pueden acarrear fatales consecuencias. Ellos, por razones incomprensibles, subestiman la seriedad de la respuesta que podrían recibir”.
En el doctrinario decreto presidencial «Sobre los fundamentos de la política estatal en el campo de la disuasión nuclear» se prevé la posibilidad de utilizar armas nucleares en caso de «impacto del enemigo en instalaciones estatales o militares críticas de Rusia, cuyo colapso conducirá a la interrupción de las acciones de respuesta de las fuerzas nucleares”.
Riabkov definió como “extremadamente irresponsable” el eventual desconocimiento de Washington de esta doctrina oficial rusa de seguridad nacional.
El vicecanciller ruso atendió los pretendidos temores de los Estados Unidos en relación con la inevitable respuesta de Moscú. “Consideramos con la máxima responsabilidad y gran precaución todo lo que está vinculado con la violación del balance estratégico o con la generación de alguna amenaza a los recursos que aseguran la paridad estratégica”.
“The Washington Post” cita fuentes propias que afirman que “en la Casa Blanca están preocupados por los ataques ucranianos contra elementos del SRPAM”. Alegan que “Rusia puede sospechar que su potencial estratégico de contención se convierte en un blanco” lo que, infirieron, “puede dañar la estabilidad estratégica entre Washington y Moscú”.
En la reciente reunión de ministros de defensa de la OTSC (Organización del Tratado de Seguridad Colectiva, integrada por Rusia, Bielorrusia, Kazajstán, Kyrguistán, Tadzhikistan y Armenia) Andréi Beloúsov, flamante ministro de Defensa ruso describió sin embargo la creciente provisión bélica de la OTAN a las fuerzas armadas de Kíev. “En mayo -relató- las fuerzas armadas rusas interceptaron más de mil drones, más de 250 proyectiles HIMARS y Vampire, más de 80 bombas aéreas autodirigidas Hammer, 30 misiles tácticos ATACMS y ocho misiles crucero SCALP”…
Beloúsov apuntó que “literalmente anteanoche ocurrió el ataque más masivos con diez misiles norteamericanos ATACMS al puente de Crimea con un tiempo de vuelo menor a dos minutos. Todos los cohetes fueron derribados. Como resultado de ello, se logró salvar centenares de vidas humanas”.
El armamento occidental se emplea ampliamente por Kíev. En teoría, su uso es controlado por los “consejeros” de la OTAN que desde hace más de un año están presentes en las fuerzas armadas de Ucrania. En lo que respecta a misiles, instalaciones antiaéreas y drones, se trata de algo más que control dada la incapacidad de los efectivos ucranianos, en su mayoría movilizados en levas obligatorias y sin mayores conocimientos bélicos, para manipularlos.
Este armamento hace más de un año que se emplea para atacar objetivos de significado estratégico o simplemente ciudades en el territorio ruso. La región fronteriza de Bélgorod sufrió una invasión con tanques, equipos misilísticos, vehículos y equipos de comunicación de la OTAN, que fue liquidada por tropas de la defensa territorial. Drones de la OTAN se encargaron de bombardear aledaños de Moscú o el aeropuerto de Kazán, sobre el Volga.
Fue ampliamente difundido hace un año el trascendido de la reunión de altos mandos de la fuerza aérea alemana planeando el bombardeo del puente de Crimea. El escándalo fue generado por el propio trascendido, pero nada se dijo de la abierta intromisión germana en territorios de otro país.
Las noticias del frustrado atentado terroristas contra la ERE de Armavir se producen en vísperas de la cuestionada conferencia “de paz” de Ginebra, en la que el tambaleante régimen de Kíev pretende obtener una nueva legalidad dado el cese de su mandato el pasado 31 de mayo. La mayoría de los líderes mundiales convocados por Suiza ya ha obviado su participación ante la evidente intención de la OTAN de imponerle a Rusia condiciones de paz irreales. Se destaca el hecho de que la propia Moscú no fue invitada a la conferencia.
Esta actitud elusiva del “Sur Global”, compartida incluso por países europeos miembros de la OTAN como Hungría, Eslovaquia o Austria, ha despertado profundas inquietudes en la Casa Blanca. En una reciente entrevista con “Time”, el presidente norteamericano Joe Biden advirtió: «Si alguna vez permitimos que Ucrania fracase, recuerden mis palabras, verán irse a Polonia y verán a todos estos países a lo largo de la frontera de facto de Rusia, desde los Balcanes y Bielorrusia, unirse para actuar por su cuenta». Si gana las elecciones presidenciales del próximo noviembre, Biden se comprometió a «dar forma al futuro de Europa durante mucho tiempo». ¡Vaya con la pretensión del anciano ocupante del salón oval.
El canciller ruso Serguéi Lavrov, durante su visita a la República del Congo, advirtió contra los pasos desestabilizadores de Washington, que “representan un serio desafío en el ámbito de la seguridad … y una amenaza directa contra nuestro país y China”. El eterno jefe de la diplomacia rusa anunció que “junto con nuestros socios chinos acordamos incrementar la interacción con el objeto de detener la conducta irresponsable de Washington, que sabotea la estabilidad internacional”.
Fue contundente: “no excluimos pasos complementarios en el ámbito de la contención nuclear: los misiles norteamericanos de base avanzada podrán cubrir los puntos de comando y los lugares de dislocación de nuestras fuerzas nucleares”.
El segundero atómico, empujado por las enloquecidas frustraciones del obsoleto poder unipolar y sus vasallos, se acerca inexorablemente a su Punto Crítico. ¿Estaremos en condiciones, todos los pueblos del nuevo orden policentrista, de impedir que un grupo de alienados de la realidad, precipite a nuestro planeta en el holocausto nuclear?
Hernando Kleimans* Periodista, historiador recibido en la Universidad de la Amistad de los Pueblos «Patricio Lumumba», Moscú. Especialista en relaciones con Rusia. Colaborador de PIA Global
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