La idea de un ejército propio estuvo sobre la mesa de la Unión Europea en diversos momentos, pero nunca fue tomada en serio ni siquiera por las élites comunitarias. Se mantenía un acuerdo tácito, al que solo ponía reticencias Francia buscando mantener su condición de potencia, por el que los miembros de la UE reconocían el liderazgo de los Estados Unidos, dejando en sus manos la cuestión militar global, que se organizaba por medio de la OTAN; y como pago le compraban a EE.UU. la mayoría del armamento y equipamiento militar empleado por los ejércitos de cada uno de los Estados. Tal acuerdo suponía un importante beneficio para los EE.UU., garantizándole ejercer su hegemonía en el ámbito político-militar y un gran negocio para su complejo militar-industrial, que como es sabido constituye uno de los motores principales de la economía norteamericana.
El debate sobre el ejército europeo nunca llegó a ser real en la población, en parte porque las élites de la UE eran conscientes de su complejidad y de las diferencias existentes entre los europeos y los estadounidenses, al estar presente en la memoria colectiva de Europa los efectos catastróficos de las dos guerras mundiales; favoreciendo esa memoria la existencia de un fuerte movimiento por la paz, animado sobre todo por organizaciones políticas y sociales de izquierda. Un movimiento que tuvo dos de sus momentos más altos en las movilizaciones contra la instalación de los misiles nucleares Pershing II y Cruise en los años ochenta del siglo pasado, o ya en el actual siglo en la lucha contra la guerra de Irak.
Cambio de perspectiva en la población
Pero la realidad ha cambiado de forma radical en los últimos tiempos, y los datos del Euro-barómetro del Parlamento Europeo publicados hace unos días dicen que más del 70% de la población aboga por la llamada política de defensa común y por aumentar la producción de armamento. Un cambio relacionado directamente con el efecto de la guerra en Ucrania sobre la población, por el miedo que crea tener una guerra en Europa, pero no solo por eso; llevamos años con una operación planificada y continuada para inocular en la población miedo y militarismo; solo necesitamos echar la vista un poco atrás y encontramos multitud de declaraciones de gobernantes, especialistas presentados cómo imparciales, cientos de miles de noticias en los medios de comunicación de mayor audiencia, etc…., trasladando el mensaje de un peligro inminente que ya no proviene del terrorismo, sino de China y Rusia; y defendiendo que la Unión Europea debe aumentar el gasto en armamento, al ser el único camino para la paz.
¿Qué hay detrás?
En marzo de 2022 el Consejo Europeo aprobó la llamada Brújula Estratégica presentada como un ambicioso plan de acción para reforzar la política de seguridad y defensa hasta 2030; en una visión rápida da la impresión de que busca caminar hacia una UE que se independice de los EE.UU., y pase a ser un centro de poder militar, afectando por tanto a la posición hegemónica de los norteamericanos.
De ir eso adelante, desaparecería el beneficio del complejo militar-industrial de los EE.UU., y echaría por tierra el argumento de que la UE no deja de ser un instrumento del imperialismo que además con el desarrollo de la guerra en Ucrania ha aumentado su dependencia en todos los ámbitos.
Pero como muchas veces las apariencias engañan, podemos decir sin miedo a equivocarnos que ese reforzamiento de la UE en el campo militar, responde básicamente a una necesidad de los propios EE.UU. En su Estrategia de Seguridad Nacional para 2022 los EE.UU. dejan claro que China es su enemigo estructural y a largo plazo, mientras Rusia lo es a corto plazo; y también recogen que necesitan una UE que suministre material bélico a Ucrania, sin que se vea afectada la producción norteamericana, que debe centrarse en la posibilidad nada remota de un nuevo escenario de operaciones en Asia.
Como dejó claro Josep Borrell, la brújula estratégica no busca ser una alternativa a la OTAN, sino compartir la carga militar con los EE.UU.; y eso se reafirmó en el Concepto Estratégico aprobado por la OTAN en la Cumbre de Madrid en 2022, que «…reconoce el valor de una defensa europea más fuerte y más capaz que contribuya positivamente a la seguridad trasatlántica y mundial, complementaria y compatible con la OTAN».
Duarte Correa* Profesor de historia y analista internacional.
Este artículo ha sido publicado originalmente en Galicia, en el portal nosdiario.gal/
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