Javier Milei es la antítesis de todo lo que pueda ser democrático, patriótico, popular, solidario o simplemente humano.
Tal vez, este presidente sea la cara más diáfana de lo que es la infamia, o la felonía, como decía el general San Martín refiriéndose a los vendepatrias.
Más allá de las causas que llevaron a que una parte de la población votara por él, y que luego la derecha le arrimara su propio caudal para que superara en la segunda vuelta el 50 por ciento que necesitaba para quedarse con la presidencia, es interesante analizar su nefasta gestión de estos escasos y turbulentos 5 meses de gobierno, ya que su accionar –y el de todo su equipo—es la aplicación a rajatabla de la receta confeccionada por Washington para cualquier país en el que llegue la derecha al poder en América Latina Caribeña, de aquí en más.
Lo que está haciendo Milei en Argentina es lo que haría una María Corina Machado en Venezuela, José Antonio Kast en Chile, Luis Fernando Camacho en Bolivia o Bolsonaro 2.0 en Brasil… La instrucción “Made in USA”, es sencilla: realizar el mayor saqueo, despojo y expoliación en el menor tiempo posible; sin miramiento alguno.
La Argentina entonces, ha pasado a ser un campo de experimentación, un lugar donde el imperialismo yanqui, con lo peor de sus aliados nativos, ensaya hasta dónde puede llegar a ser exprimido un cuerpo (la Argentina), sin que en el intento se muera… o se rebele.
Al mejor estilo de Mengele en los campos de concentración nazis o de la Unidad 731 de los imperialistas japoneses en China, el psicópata Milei, siguiendo al pie de la letra el plan diseñado por los yanquis, ha comenzado a implementar de manera sistemática, todo un paquete de medidas enroladas en lo que podríamos calificar como de “miseria planificada”.
Así, junto con la jibarización del Estado, Milei avanza sobre todo aquello que esté en manos de la nación con el fin de extranjerizarlo; liquida a la pequeña y mediana empresa, despoja a los trabajadores de su salario y de sus fuentes de trabajo; condena a los jubilados y pensionados al abandono absoluto, raquitiza los presupuestos de educación, salud, investigación científica-tecnológica, seguridad social; reprime a quienes protestan, remata las riquezas naturales para entregárselas a las multinacionales, avanza hacia la liberación de los genocidas de la dictadura militar, abraza al sionismo y a todos los personajes más reaccionarios del planeta, reinstalando el racismo, la discriminación, el machismo y el individualismo más exacerbado. En fin, aplica una sobredosis de capitalismo dependiente al ya lastimado cuerpo de la República; opera sin anestesia.
¿Cuál es el objetivo? Aportar al salvataje del senil sistema capitalista, intentando reinstalar los mecanismos que permitan el “normal” funcionamiento del desarrollo desigual y combinado que genera riquezas a un pequeñísimo grupo de países y personas, en desmedro de las grandes mayorías planetarias, que son aquellas que precisamente generan esas riquezas.
Así, lo que se plantea para nuestros países y pueblos es simple. Generar bolsones de extracción de riquezas naturales controlados –hasta militarmente–, por empresas imperialistas. Materias primas baratas con mano de obra barata; ciertos negocios de servicios funcionales a las empresas instaladas y una burocracia adecuada a sus necesidades. El resto del país y su población condenada al “caos controlado”.
Vale decir, para los países que son víctimas de esta receta, la fragmentación (desintegración) pasa a ser una posibilidad latente, coherente a un rediseño de los mapas con base en los intereses imperialistas, ya sea como regiones de extracción o producción primaria o simples corredores de tránsito de mercancías. Ya en Argentina, y como consecuencia del gobierno de Milei, aparece el fantasma de la “sección patagónica”, la del “litio” del noroeste o la pampeana-litoraleña del trigo y la soja. Con la extranjerización del Río Paraná se regresaría a “las venas abiertas” de las que hablaba Galeano.
Observemos que, en Venezuela, María Corina Machado, quien admira a Milei, por ejemplo, no dudarían por mandato de su amo imperial, en ofrecer el oriente venezolano y el Esequibo a los intereses imperialistas, como el Zulia a ciertos grupúsculos predicadores del secesionismo.
María Corina y Javier Milei son dos representantes de la misma política. De allí que la venezolana haya manifestado su felicitación a Javier Milei, declarando que los venezolanos cuentan con el nuevo gobierno de Argentina para “reconquistar la libertad”, agregando que el “éxito de las ideas de la libertad” que pregona el mandatario argentino “será el de todos quienes” luchan por cuestiones similares en la región, rematando: “yo no tengo duda que es un gran aliado de la libertad en Venezuela y en toda la región. Como lo son también muchos miembros de su coalición…”, seguramente refiriéndose a las huestes del empresario y ex presidente Mauricio Macri.
A la fragmentación territorial, el proyecto estadounidense le suma la desintegración social, la “miseria planificada”. ¿Cómo se traduce esto? De manera simple, es la condena a las grandes mayorías a vivir extramuros, en espacios donde la delincuencia, la drogadicción, el alcoholismo y la miseria vayan “reduciendo” a esa población “sobrante” y “molesta”. Ni hablar del destino de los viejos y ancianos…
Ya muchos mensajes de las elites mundiales empiezan a aparecer en esa dirección. Algunos de estos pronunciamientos –y acciones–, son categóricos, y otros se han hecho con cierto disimulo. El vicegobernador de Texas, Dan Patrick, por ejemplo, ha planteado que “los abuelos deberían sacrificarse y dejarse morir para salvar la economía en bien de sus nietos y no paralizar el país”. Un exministro de finanzas japonés Taro Aso, solicitó a los ancianos con cuidados paliativos que “se den prisa en morir”, para que el Estado “no tenga que pagar su atención médica”. El primero, ante el rechazo de la opinión pública explicó que en realidad dijo otra cosa… El nipón pidió disculpas…
Sin ir más lejos, la actual presidenta del Banco Central Europeo Christine Lagarde, cuando era titular del Fondo Monetario Internacional avaló el Informe sobre la estabilidad financiera mundial presentado en 2012, que sostenía que “las implicaciones financieras de que la gente viva más de lo esperado (el llamado riesgo de longevidad) son muy grandes… El riesgo de longevidad es un tema que exige más atención ya”. En otras palabras “que los ancianos se mueran lo antes posible porque generan muchos gastos”.
Ese mismo FMI es quien felicita hoy a Milei por implementar los ajustes necesarios para la Argentina, y es también quien felicitaría a María Corina en el caso de que “su equipo” pudiera gobernar Venezuela.
Cínicamente, Laura Richardson, jefa del Comando Sur y general del ejército de Estados Unidos afirmó: «es sólo cuestión de tiempo para que el fentanilo se convierta en epidemia en América Latina». Y ese diagnóstico podrá ser una realidad si no se frena urgentemente a los cárteles de la droga que, precisamente, crecen y se multiplican donde se adoptan esas medidas neoliberales que impulsa el país del norte. Ecuador, con Daniel Noboa a la cabeza –una suerte de Milei de la mitad del mundo–, hoy es víctima de la implementación de la receta antes mencionada. Demás está decir que el bananero Daniel Noboa es amigo incondicional de María Corina y Milei.
Sobre la delincuencia organizada es suficiente observar lo que sucede en Haití para darnos cuenta a qué nos lleva la formula imperialista del “cambio y la libertad”.
En síntesis. Argentina es un espejo donde los pueblos de nuestra América debemos mirarnos. La muestra de lo que está haciendo Javier Milei es lo que nos pasaría a cualquiera que caiga bajo el engaño de seductoras palabras, de aquellos que se llenan la boca discurseando sobre liberalismo, librecambio, libre mercado, libre empresa, Libertad. Porque en realidad lo que pretenden es adquirir la libertad para robar, explotar, saquear al país y condenar a los pueblos a la miseria y a la muerte.
Sepamos leer lo que pasa en aquel país hermano hoy en desgracia y fortalezcamos nuestra construcción de una Patria digna, que será sobreponiéndonos de los ataques y dificultades, y sobre la base de la capacidad y conciencia del pueblo organizado en torno a un líder que sea verdaderamente patriota, revolucionario y ejemplo para todo el mundo que lucha contra el imperialismo y por una sociedad más justa. En Venezuela a ese líder lo tenemos, y se llama Nicolás Maduro Moro.
Fernando Bossi Rojas* Profesor de Historia. Investigador, conferencista, escritor y formador popular. Director del portal ALBA
Este artículo fue publicado en el Portal Alba
Foto de portada: PIA Global