Tierra y mar, la visión cuatropolar, el bipolarismo, la transición monopolar, el multipolarismo
Entre finales del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX, los teóricos de la geopolítica clásica en Occidente basaron su estudio en la cuestión del control del espacio. Para algunos, esto implicaba el dominio del Mar, para otros, la posesión de la Tierra. En esta dialéctica surgieron dos corrientes antagónicas: la geopolítica de la Talasocracia (Mackinder, Spykman) y la continentalista (John Von Lohausen, Karl Ernst Haushofer, Carl Schmitt, Carlo Terracciano). Por un lado, la visión de quienes veían la unificación de los continentes como una amenaza potencial al modelo marítimo basado en el imperialismo, el mercantilismo, el colonialismo y el capitalismo que caracterizaba el área anglosajona. Por otro lado, quienes creían que sólo la creación de Estados Continentales fundados en el principio primario del Imperio y el control del continente podía constituir el camino a seguir para expresar el poder.
La doctrina talasocrática del británico Mackinder aclaró que existe un eterno enfrentamiento entre los Continentes y el Mar y partiendo precisamente de este supuesto reconoció una zona geográfica de formidable importancia estratégica por resultar inaccesible a las potencias marítimas: el Heartland, que literalmente significa “corazón de la Tierra” o “corazón continental”. Para Mackinder, el Heartland estaba ubicado en el centro de la región euroasiática y por ello afirmó que “quien controla Europa del Este, controla el Heartland; el que controla el Heartland, controla la Isla-Mundo [Eurasia]; el que controla la Isla del Mundo domina el mundo”. Por supuesto, desde su perspectiva como súbdito de Su Majestad, era necesario que Eurasia no se uniera y formara un polo que pudiera amenazar los intereses de la talasocracia inglesa. Siguiendo sus pasos, el americano Spykman desarrolló una visión alternativa e introdujo el concepto de “región costera”: el Rimland. Para Spykman, Rimland estaba formada por Europa occidental, Oriente Medio y gran parte de la costa asiática que bordea el Indo-Pacífico. Por tanto, podría decir: “Quien tenga el control del Rimland puede controlar Eurasia; quien controla Eurasia controla el mundo”. No en vano Mackinder y Spykman han pasado a la historia como los precursores del atlantismo.
En el frente opuesto destaca el estratega del Tercer Reich Haushofer, impulsor de una geopolítica continental (también definida como Telurocracia) y del cuadripolarismo en torno a las Pan-Regiones: Panamérica, Eurafrica, Pan-Rusia y Gran Asia Oriental. Pero tal configuración, aunque opuesta a la Talasocracia, permaneció imbuida de supremacía norcéntrica (el Norte según la visión caucasoide del mundo) y colonialismo. Schmitt también adoptó una línea similar mientras sólo unos años más tarde el geopolítico italiano Carlo Terracciano, en la era del bipolarismo (Occidente capitalista contra Este soviético), defendía una visión continentalista y la estructuración de un Imperio euroasiático telúrico, contra la Talasocracia y el Mundialismo.
En ese momento, en plena Guerra Fría, África había comenzado a liberarse del yugo del imperialismo francés e inglés, pero el neocolonialismo (uno de los principios de la Talasocracia) seguía prevaleciendo. África, devastada por el brutal colonialismo y las consecuencias de la conferencia de Berlín de 1884-1885, intentó emerger en el tablero geopolítico, pero se vio obligada a alinearse con el Capitalismo o el Sovietismo. Gran parte de África (bajo Sékou Touré de Guinea, Kwame Nkrumah de Ghana, Modibo Keïta de Mali, Patrice Lumumba de la República Democrática del Congo, etc.) optó por alinearse con el Sovietismo. Sin embargo, conel colapso del Muro de Berlín en 1989 y el desmantelamiento de la URSS dos años después, África perdió apoyo estratégico ante la toma de poder de Occidente.
Mientras que en los años de la Guerra Fría, de la yuxtaposición entre socialismo y reformismo liberal, nacían las socialdemocracias en Occidente, en los años 1990 las formas de Talasocracia capitalista cambiaron hacia lo que hoy es el Mundialismo neoliberal, iniciando la “transición monopolar” que es impuesto con agresión en todas partes. Es en este contexto que Francis Fukuyama afirma que ha llegado el “fin de la Historia”, un fin que (según él) había sancionado la victoria liberal sobre todos los demás modelos del siglo XX. Fue una afirmación prematura. Samuel Huntington publicó el libro “Choque de Civilizaciones” en el que afirmaba que tarde o temprano reaparecería una configuración mundial basada en Civilizaciones. Hoy años después, nos encontramos hablando de Multipolarismo y del rechazo por parte de los distintos polos de alinearse con la Talasocracia occidental. Hoy, la “transición monopolar” y la supremacía talasocrática están llegando a su fin.
Entre los partidarios del Mundo Multipolar, en África se encuentran estructuras como la ONG Urgences Panafricanistes presidida por el activista Kemi Seba, la activista Nathalie Yamb, el intelectual Franklin Nyamsi, los Economic Freedom Fighters presidido por Julius Malema , el observatorio panafricanista Afropolar que preside Farafin Sandouno; en China está el politólogo Zhang WeiWei; en Rusia está el geoestratega Leonid Savin, el intelectual Alexander Dugin; en Europa occidental están los intelectuales Lorenzo María Pacini, Diego Fusaro y Alain de Benoist; en Sudamérica está la estructura Nova Resistencia presidida por Raphael Machado, el Centro de Estudios Crisolistas de Israel Lira y también en Norteamérica están quienes se oponen a la Talasocracia, como Jackson Hinkle del movimiento MAGA Communism.
El error de Fukuyama fue el análisis prematuro de los fenómenos. De hecho, no estamos en el fin de la Historia, sino en el “fin de la Historia talasocrática».
Afropolarismo: el elefante contra la ballena
Después de haber analizado algunos elementos clave de la geopolítica, que son útiles para comprender el proceso de resistencia en el Sahel y su destino, analicemos lo que defino como “Afropolarismo”. El Afropolarismo, en la continuidad y desarrollo de la Geopolítica, no es otra cosa que la oposición del Elefante contra la Ballena. El Elefante es un animal que vive en tierra firme, simbólicamente importante en la realeza ancestral africana: representa el sedentarismo, el poder, la realeza, la memoria. Donde, sin embargo, la Ballena es un animal acuático, con todas las implicaciones que representa el Mar en el contexto geopolítico. La revolución panafricanista del siglo XXI es una revolución afropolar: las poblaciones del Sahel, los movimientos ciudadanos soberanistas junto a las fuerzas militares patrióticas, rechazan la Talasocracia en oposición radical al neocolonialismo en todas sus formas y al Mundialismo, y razónan en clave multipolar, abrazando lo que yo llamo “Afrokracia” (con K), una Telurocracia africana, centrada en el emergente Heartland Panafricano.
La Alianza de los Estados del Sahel (AES), formada por el Níger de Abdourahamane Tchiani, el Burkina Faso de Ibrahim Traoré y el Mali de Assimi Goïta, en su visión paradigmática abraza plenamente los principios del panafricanismo y del federalismo. En este sentido, a nivel institucional, son los pioneros de la Afrokracia (en contraposición a la Talasocracia) y del Afropolarismo (en contraposición al monopolarismo). La AES está destinada a expandirse a escala continental, ya que el proyecto seduce a las masas populares y está en la continuidad de las teorías de Marcus Garvey, Cheikh Anta Diop, Kwame Nkrumah y Muammar Gaddafi. Nos enfrentamos a un verdadero Heartland Africano. Por lo tanto afirmo que: “Quien controla el Sahel y el centro de África (ahora Kongo) tiene el control de África, quien controla África controla el destino del Mundo”.
Los oponentes a la soberanía africana lo han entendido. Por ello, las fuerzas talasocráticas se concentran en el África Negra, apoyan el yihadismo (hay una importante denuncia de Mali al respecto) y fomentan desestabilizaciones que pueden facilitar el acceso al Heartland africano. El Elefante Africano sobrevivirá rompiendo completamente (como lo está haciendo la AES) con la Talasocracia y siguiendo un camino Afrokrático y Afropolar. Este Afropolarismo se distingue del cuadripolarismo de Haushofer o de la integración Europa-África (Eurafrica) de Jean Thiriart porque quiere una ruptura total con cualquier paternalismo, se distingue del bipolarismo del siglo XX (West against th East – Occidente contra Oriente) y se encuadra en un Visión Multipolar (West against the Rest – Occidente contra el resto) al estilo Afrokrático y Panafricanista. Si la AES se expande, si surgen más regímenes panafricanistas en África, esta visión del Elefante prevalecerá sobre la Ballena apátrida.
Visión de la civilización en la teoría Afrokrática y Afropolar
Si la Afrokracia del Elefante es una necesidad para contrarrestar las fuerzas del Mar (y del Mal), una federación económica y política no puede ser suficiente. La discusión debe ser más profunda: se necesita una visión de civilización. El Imperio Africano telúrico y ecuménico que vendrá tendrá múltiples centros de acuerdo con la civilización del Continente: eje Mandingo-Saheliano (África occidental), eje Kongo-Bantú (África central y meridional), eje Etíope (África oriental), inicialmente tiempo. En una segunda etapa, también debe haber un eje Magreb. Todos estos ejes formarán parte de un único y monolítico Imperio Africano antitalasocrático (al que defino como Neter Farafina Himaya, que combinando la lengua medu neter-bambara-kiswhaili significa “Poderoso Imperio Africano”, en referencia a Ta Netcher, es decir “la Tierra de los Dioses” y matriz de la humanidad situada en la actual África Central, según los Africanos de la Antigüedad).
Heartland policéntrico
Hemos visto que en la geopolítica clásica existe un dualismo entre el poder marítimo y el poder terrestre. Sin embargo, en la construcción de un mundo multipolar surge una contradicción que debe colmarse: si hay múltiples bloques, incluidos el África Afropolar y Afrocrática, no puede existir un solo Heartland. Será necesario que existan más Heartlands como civilizaciones existentes y sus ideologías de destino. Para esta visión propongo el término “Heartland policéntrico”: una visión que merece un estudio y elaboración en profundidad. Es muy probable que este desarrollo parta precisamente de África y de lo que se llama el Sur Global.
*François Farafín Sandouno es un activista social y orador panafricanista, anticolonialista, nacido en Roma, originario de Guinea.
Artículo publicado originalmente en Geopolitica.ru