En materia electoral se reiteran los intentos por presentar proyectos de extrema derecha como alternativa renovadora, se agrava la confrontación de guerra en Ucrania y Gaza y en los escenarios asiáticos y en el continente africano se encienden focos de alerta. Los poderosos canales de información occidentales no logran ocultar la gravedad de la crisis mundial y en nuestro continente se expresan en procesos electorales contradictorios que ponen por un lado los casos de Javier Milei en Argentina y Nayib Bukele en El Salvador y por el otro las victorias de Gustavo Petro en Colombia y Bernardo Arévalo en Guatemala.
1.- Elecciones con sabor a referéndum.
El domingo 2 de junio de 2024, 95 millones de mexicanas y mexicanos podrían acudir a las urnas a elegir quién será la o el sucesor del Presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), así como cientos de cargos de elección popular.
Al cumplirse un sexenio del mandato de López Obrador, tanto la campaña de la izquierda y el progresismo como la de la oposición de derecha han hecho del Gobierno de la “Cuarta Transformación” el centro de sus campañas. Desde la izquierda para reivindicar una segunda etapa del proceso de transformaciones con sello anti neoliberal, es decir, la continuidad de los cambios iniciados en 2018 y, desde la derecha, para poner fin a los cambios y regresar a una nueva etapa que supuestamente corregiría los errores del modelo neoliberal que antecedió.
Así entonces el proceso electoral asume carácter de referéndum de lo realizado en el sexenio que termina y el ciudadano mexicano está llamado a decidir si continúa por el actual sendero político o se detiene y regresa al sistema anterior.
Durante este proceso electoral, estarán en disputa la Presidencia de la República, del Congreso de la Unión, ocho gubernaturas y la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, además de renovarse los Congresos locales, Ayuntamientos, Juntas Municipales y Alcaldías. En total se elegirán más de 19 mil cargos. En los estados donde habrá votaciones son: Chiapas, Ciudad de México, Guanajuato, Jalisco, Morelos, Puebla, Tabasco, Veracruz y Yucatán.
Asimismo, en el Senado de la República se disputarán 128 escaños, los cuales están conformados de la siguiente forma: 64 senadurías por el principio de mayoría relativa, 32 senadurías por el principio de representación proporcional y 32 senadurías de primera minoría. Para diputados se disputan 500 curules, los cuales quedan conformados de la siguiente forma: 300 diputaciones por el principio de mayoría relativa y 200 diputaciones por representación proporcional.
Por primera vez en la historia de México, dos mujeres lucharán por la Presidencia de la República. Por la coalición “Sigamos haciendo historia” de Morena, Partido del Trabajo de México y Partido Verde Ecologista está Claudia Sheimbaun Pardo, mientras que representando a la oposición va Xóchitl Gálvez, y la candidatura de Movimiento Ciudadano tardíamente recayó en Jorge Álvarez Máynez.
2.- Guerra de trincheras.
Antes de continuar, un breve recordatorio de las ideas de Gramsci, que propone la formación de una voluntad política colectiva, autónoma de las fuerzas dominantes y radicalmente democrática, que sea capaz de construir una nueva sociedad desde el momento mismo en que enfrenta al orden social que quiere transformar.
América Latina ha aprendido que las crisis neoliberales que generan las revueltas callejeras, no son suficientes para transformar un orden social, por injusto que sea. Las opciones electorales de izquierda, a su vez, han sido omisas en la construcción o fortalecimiento de partidos de origen popular y la formación de alianzas democráticas.
Todos los procesos electorales que vive América Latina y el Caribe se dan bajo la Constitución y las leyes vigentes y se ha naturalizado la democracia liberal existente como la única opción para decidir los destinos de nuestras patrias. Así entonces, cuando competimos en elecciones, olvidamos que la verdadera fortaleza del neoliberalismo va mucho más allá de las candidaturas de oposición y que estamos desafiados a vencer una sumatoria de fuerzas que va desde el imperialismo y las grandes transnacionales hasta las instituciones empresariales, los medios de comunicación y los partidos de derecha y supuestamente “de centro”.
De las victorias obtenidas hemos aprendido que, cuando es vencida, la oposición esta está dispuesta a convertirse en subversión con claros tintes de neofascismo. Y de las derrotas hemos aprendido que sin la movilización decidida y activa participación de las masas populares es muy difícil avanzar en los procesos de transformación estructural del sistema.
3.- Guerra sucia y mercenarios de la prensa en las elecciones mexicanas.
El 30 de enero, el periodista estadunidense Tim Golden, en ProPublica, Steven Dudley, en InSight Crime y la mexicana Anabel Hernández, en Deutsche Welle, publicaron casi al unísono que en 2010 la DEA inició una investigación sobre la entrega por parte de narcotraficantes de 2 millones de dólares a la campaña de AMLO de 2006. Aunque la “información” posteriormente fue desmentida por el gobierno de EEUU.
El Departamento de Justicia estadounidense indicó el mismo día de la publicación que era una investigación realizada hace 13 años que siguió todos los protocolos hasta su “conclusión”. La investigación fue archivada. Posteriormente, el 6 de febrero, Elizabeth Sherwood, directora de seguridad transfronteriza del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, le informó personalmente a AMLO en el Palacio Nacional que para la administración de Biden era “un asunto cerrado”.
Sin embargo, el hashtag #NarcoPresidenteAMLO sigue siendo utilizado por los opositores del PRI (Partido Revolucionario Institucional), el PAN (Partido Acción Nacional) y el PRD (Partido de la Revolución Democrática) para recrudecer la campaña contra López Obrador y contra la candidata de la izquierda, lamentablemente con mucho éxito y donde las redes sociales de la izquierda son incapaces de superar el ejército de bots con que ataca la derecha.
El presidente de Morena, Mario Delgado, presentó una denuncia ante el Instituto Nacional Electoral (NE) sobre el financiamiento millonario de Red Atlas a la campaña de descrédito y propaganda negra en redes sociales impulsada por bots y un trollcenter contra AMLO y Sheinbaum. Aún no ha obtenido una respuesta formal.
Red Atlas ha actuado contra Luiz Inácio Lula da Silva y Cristina Fernández de Kirchner, así como en los golpes de Estado contra Pedro Castillo en Perú y Evo Morales en Bolivia, por lo que se ratifica que las disputas electorales de nuestros tiempos trascienden las fronteras nacionales y son componentes de una disputa mundial donde las intervenciones visuales, auditivas, mediáticas y subliminales y francamente terroristas no están ausentes.
4.- Domingo siete con debate electoral.
Este domingo siete de abril se realizó el primer debate presidencial organizado por el Instituto Nacional Electoral.
Aunque la gran mayoría de las encuestas precedentes ponían a Claudia Sheinbaum como clara vencedora con cifras que le daban entre un 25 a 30%, las campañas electorales y la prensa ubicaron el debate presidencial como un momento definitorio. Para la candidata de la izquierda se trataba de ratificar su clara ventaja y para la candidata de la derecha, Xochitl Gálvez, representaría la oportunidad de dar un vuelco en las preferencias y demostrar su verdadera fortaleza.
Este debate representaba un antes y un después en la contienda electoral, porque se expondrían las propuestas de los candidatos en temas de vital importancia como la seguridad, la educación y la salud. Las preguntas, que habían sido seleccionadas en un complejo proceso en manos de una empresa consultora, resultaron tener un claro sesgo antigubernamental que favorecía a la candidata opositora.
No obstante, en el debate de pudo distinguir entre la candidatura que apostó por el espectáculo y la retórica populista y aquella que se centró en ofrecer respuestas directas y propuestas sólidas.
Reflejo de esto en los números, según la empresa Metrics, Claudia Sheinbaum capturó un 56.0 por ciento de la preferencia durante y después del debate, seguida por Xóchitl Gálvez, con un 33.1 por ciento, y Jorge Álvarez Máynez, con un 10.9 por ciento.
Habría que analizar más detenidamente la masiva participación ciudadana en redes sociales durante el evento, con tendencias, memes y discusiones sobre las propuestas de los candidatos. Esto se tradujo en la actividad de 178 mil usuarios generando 886 mil publicaciones, impactando a 22 millones de personas solo en la red social X hasta el cierre del domingo.
La candidata de izquierda, Claudia Sheinbaum, se centró en el reconocimiento de su capacidad y los logros obtenidos en su papel como Jefa de Gobierno de la Ciudad de México. Se mantuvo enfocada en hacer propuestas de Gobierno que darían continuidad a la Cuarta Transformación.
La estrategia de Gálvez se reflejó en sus movimientos para confrontar directamente a sus oponentes. Coherente con su postura anterior, durante el debate se centró en criticar duramente todos los avances del Gobierno de López Obrador y enfatizar sobre las fallas en seguridad y combate a la delincuencia. En cuanto a Máynez logró darse a conocer y probablemente garantizar a su partido la representación parlamentaria mínima en el próximo Congreso de la Unión.
Los datos indican claramente que fue la candidata de la izquierda y el progresismo quien logró mantener su liderazgo ante sus adversarios. Este fenómeno electoral destaca la capacidad de Sheinbaum para proyectar su influencia y mantenerse como la figura predominante en la carrera electoral. Gálvez no logró obtener su ansiado salto adelante y, por el contrario, generó una imagen de descontrol que terminó incluso por debilitarla y generó contradicciones al seno de su coalición.
5.- Golpe técnico.
El miércoles 27 de marzo, López Obrador advirtió sobre las intenciones del sector de extrema derecha mexicana de señalar la existencia de causales para la anulación del proceso electoral.
Con los resultados del debate y la evidencia de que su candidata está muy por debajo en las encuestas, está creciendo la tesis de la derecha mexicana de que si no pueden vencer, deben poner en cuestión la victoria de la candidatura de Claudia Sheimbaun.
Hay que analizar si de verdad se acumularon causales para la anulación o bien solo es un recurso para desvirtuar el carácter de los resultados y desvirtuar desde el inicio el eventual triunfo de Claudia Sheinbaum, calificándolo de ilegítimo y justificar una conducta opositora de corte radical.
En realidad, si la anulación se diera se trataría de un procedimiento técnico, es decir, apegado a las normas constitucionales y legales, no podría tratarse de un golpe de Estado en el sentido clásico del término y se podría argumentar un “golpe judicial” o de nuevo tipo.
En el caso de México, el artículo 41, fracción VI prevé la anulación de elecciones por exceso de cinco por ciento en los gastos de campaña, la adquisición (por los partidos, candidatos o particulares a favor o en contra de alguno de los actores en el proceso) de cobertura en radio o televisión o por el empleo de recursos de procedencia ilícita o de recursos públicos en las campañas. La anulación procedería si alguno de estos hechos se acredita suficientemente y/o la diferencia en la votación entre el primero y segundo lugar sea menor al cinco por ciento. Corresponde en esa eventualidad aplicarla a la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
Desde luego, es de esperarse que no se dé la anulación del actual proceso electoral. En todo caso, las declaraciones de los voceros de la campaña de la derecha, después de haber perdido el debate organizado por el Instituto Nacional Electoral, adelantan peligrosamente las luchas poselectorales. Mucho antes de que se realicen los comicios ya tenemos cuestionamientos sobre los resultados y se amenazan con recursos de impugnación y judicialización de la contienda.
6.- Conclusiones provisionales.
Tratar de sacar lecciones y aprender de las elecciones contemporáneas nos remite al análisis de la crisis de la democracia liberal en la que aceptamos competir. Se trata de una democracia tutelada que, más que consultar sobre los deseos y necesidades de los perjudicados por el sistema neoliberal, está concebida para perpetuar una lógica de imponer la reproducción sistémica de la dominación clasista de una minoría de privilegiados.
El discurso electoral no crea organización. Actualmente las fuerzas populares están en una situación difícil y una correlación de fuerzas en disputa. Y aunque responden con rebeldía esa ira no constituye un movimiento articulado, masivo y permanente de la clase trabajadora y hay que reconocer que no estamos viviendo un período de ascenso del movimiento global de masas en la ofensiva contra el sistema capitalista. Las luchas sociales cuando se entrampan en procesos electorales caen en un nivel defensivo.
Una de las primeras cosas a recordar es que la campaña electoral mexicana comienza por empalmarse con la campaña estadounidense, donde Donald Trump y Joe Biden hacen de la política exterior mexicana un tema de política interna, particularmente en materia de migración, lucha contra el tráfico ilícito de drogas y de comercio exterior. (Enfocado a la inversa es claro que la política exterior de EEUU se ha convertido en parte del discurso electoral de las campañas presidenciales mexicanas).
Desde nuestro punto de vista los intereses de EEUU están más cerca de la propuesta de la derecha mexicana, representada por la coalición “Fuerza y corazón por México” y su candidata Xótchitl Gálvez. Por ello mismo sería ingenuo creer que los principales actores del poder de EEUU permanecerán neutrales en esta contienda. Por el contrario, ya están actuando y conspirando en contra de la coalición “Sigamos haciendo historia” y su candidata Claudia Sheimbaun por la vía de las noticias falsas y el desprestigio de los resultados de la administración de López Obrador, de quién ella sería su continuidad.
Así entonces, no solo estamos ante un proceso electoral de un gran país como México, estamos ante una encrucijada donde se definirán equilibrios geopolíticos entre dos opciones claramente enfrentadas y divergentes.
Estas elecciones “cuasi democráticas” bajo acoso nos desafían no solo a triunfar con las reglas del adversario, sino que a romper con la lógica de gobernar bajo los principios con los que ganamos las elecciones. Además, debemos crear las bases de una transformación social con un nuevo sentido de clase, el de las mayorías populares que viven la injusticia y la explotación, y estén dispuestas a transgredirlas para poder resolver los problemas de Nuestra América.
Daniel Martínez Cunill* Catedrático, politólogo, asesor parlamentario del Partido del Trabajo de México, PT, coordinador del Grupo de Reflexión de América Latina y el Caribe, GRALyC.
Este artículo ha sido publicado en el portal elsiglo.cl/
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