De la mano de los sectores más conservadores de la sociedad encabezados por la banda del presidente golpista Michel Temer y por el monopolio O Globo, se han implementado terribles medidas de ajuste. Congelamiento de los presupuestos en Salud y Educación por 20 años, perdón de deuda a los más ricos, censura, venta y privatización de los recursos de la nación, reforma laboral y social, compra de votos de diputados y senadores, valijas de dinero de origen dudoso/escandaloso, intolerancia, homofobia, racismo, machismo, entre otras.
Algunos días después de que la Cámara de Diputados archivara la segunda denuncia por asociación ilícita y obstrucción de justicia contra el presidente, Temer anunció este 30 de octubre la reducción del salario mínimo para el año que viene. Poco antes, el 16 de octubre fue publicado la Portaría Nº 1129 en el Diario Oficial da União que refiere al concepto de trabajo esclavo y las normas jurídicas que lo definen. La medida fue impulsada por el Ministro de Trabajo Ronaldo Nogueira y establece que si un trabajador es encontrado en condiciones degradantes a la dignidad humana, cumpliendo jornadas exhaustivas, trabajos forzados o en condiciones de servidumbre por deuda, si es que puede ir y venir desde su domicilio hasta el lugar de trabajo, entonces no esta situación no será considerada esclavitud. La medida no sorprende si se tiene en cuenta que en agosto el ejecutivo anunció la liberación para explotación de una extensión de 47 mil km cuadrados de tierras entre Pará y Amapa, área de Amazonas que estaba en preservación, muy rica en cobre, oro y otros bienes comunes.
Todo esto, para salvar la cabeza de Temer ante la justicia brasilera y dejarlo impune ante la mirada boba de los paneleros (caceroleros) que en 2016 bailaban al ritmo del Movimiento Brasil Libre y pedían la salida del PT del Ejecutivo y la cárcel para Dilma. La gran atropellada fue coronada el pasado miércoles 25 de octubre cuando la Cámara de Diputados voto a favor de archivar la segunda causa contra el presidente impulsada por el Supremo Tribunal Federal y la Procuraduría General de la Nación. Más de seis horas de sesión donde la oposición mostró pruebas y argumentos para continuar con las investigaciones, mientras el oficialismo hacía abuso del micrófono para hablar del departamento de tres ambientes de Lula en Guaruja, el Partido de los Trabajadores y el supuesto crecimiento de la economía desde el golpe hasta hoy. De los 172 votos que necesitaba para archivar la denuncia, Temer consiguió 251 y echó por tierra la esperanza de su apartamiento del cargo para la cual la oposición precisaba de mayoría calificada. El apoyo que le faltaba, claro está, lo obtuvo de la bancada ruralista, a modo de agradecimiento por la liberación del territorio en Amazonas y la redefinición del concepto de trabajo esclavo.
Mientras, aquellos tiempos en que Brasil salía del mapa de la pobreza, inauguraba nuevas universidades a lo largo de todo el país y aparecía como una de las economías más prometedoras, se ve cada vez más lejano en un contexto de crecimiento acelerado de la brecha entre ricos y pobres. El Brasil de la inclusión comenzó su fin el día que la pandilla de mercenarios comandada por Eduardo Cunha, hoy preso, y Michel Temer, ex vicepresidente, monto una campaña mediática y política contra Dilma Rouseff que terminó en Impeachment y destitución.
Si bien desde el principio la consigna #ForaTemer ganó las calles y recientemente se instalo como el himno de la última edición del Rock in Rio, por segunda vez y sin demasiada polémica mediática como si supo ganar el Impeachment, Temer archivó otra denuncia y avanza en el ajuste. Mientras los paneleros duermen y los medios desinforman, el golpe avanza y derriba una a una las conquistas sociales producto de los años del gobierno PT.

