El Consejo Nacional Electoral (CNE) de Venezuela anunció esta semana que el próximo el 28 de julio los venezolanos, en el país y en el exterior, elegirán presidente de la República. Será la elección número 30 en 25 años de Revolución Bolivariana y tendrá lugar el día en que su líder Hugo Chávez, cumpliría 70 años.
Durante la visita del jefe de Estado español Pedro Sánchez al presidente Lula da Silva, el miércoles, en Brasilia, ambos se mostraron optimistas por la concreción de los comicios venezolanos, tal es la expectativa que despiertan en todo el mundo. La mayor atención se centró en quiénes serían los postulantes. El nombre de la candidata opositora es el verdadero nudo del conflicto. Por el oficialismo, se da por descontado (y el gobierno no lo desmiente) que se presentaría para un tercer mandato habilitado por la Constitución el actual mandatario Nicolás Maduro.
Son muchos los actores que arriesgan intereses vitales en estos comicios, especialmente tres: el gobierno bolivariano que se juega la continuidad de la revolución; la oposición que quiere volver al poder e imprimir un drástico cambio de régimen con efectos regionales y globales y Estados Unidos que busca, desde hace décadas, derrocar un gobierno soberano que no se somete a sus dictados. La candidata de Washington es la política María Corina Machado, fundadora del partido Vente Venezuela. El problema es que ella ha sido inhabilitada por la Contraloría General de la República Bolivariana en 2015, por “hacer llamados activos a la invasión militar contra Venezuela” y coparticipar en la trama de corrupción orquestada por el autodesignado presidente Juan Guaidó, entre otros delitos.
Machado, quien en noviembre pasado envió calurosas felicitaciones a Javier Milei por su triunfo, tiene lazos estrechos con la extrema derecha del partido español Vox y del ex presidente Jair Bolsonaro. Este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, fue condecorada por la periodista Isabel Díaz Ayuso del Partido Popular, presidenta de la Comunidad de Madrid desde 2019, cargo al que accedió pactando con Vox.
Sin embargo, el aspecto más peligroso de Machado es su vínculo con la norteamericana NED (National Endowment for Democracy) agencia que, como la USAID, financia grupos desestabilizadores o directamente se infiltra dentro de los gobiernos populares para debilitarlos o derrocarlos. Uno de esos grupos es el venezolano SUMATE, fundado por Machado, que actuó directamente en el golpe de Estado contra Chávez en 2002. Las elecciones primarias en las que ella salió electa como candidata de la oposición también fueron organizadas por SUMATE.
Como lo ha hecho con Cuba, Rusia, Irán y otros países, EEUU intentó todas las vías para destruir el bolivarianismo: atentados, magnicidios, manifestaciones violentas contra el gobierno (guarimbas), un presidente trucho (Juan Guaidó), “festivales de ayuda humanitaria” en la frontera con Colombia para poder penetrar en Venezuela fuerzas paramilitares de ocupación, etcétera. Ahora, en otro clásico acto de injerencia, instó a Maduro a levantar las prohibiciones a los candidatos presidenciales de la oposición, algo que el gobierno venezolano rechazó.
En este marco, María Corina Machado aseguró que ella estaba dispuesta a participar igual, lo que ha elevado nuevamente al máximo la tensión política. Frente a esto, desde Brasil, hubo un mensaje. Lula, junto a Pedro Sánchez, en conferencia de prensa en Brasilia, aludió (sin nombrarla) a Machado. “Yo fui impedido de participar en las elecciones de 2018 en Brasil. En vez de quedarme llorando, propuse otro candidato y él participó en las elecciones”, señaló.
La vieja costumbre de sancionar
El llamado a elecciones para el 28 de julio respeta las pautas acordadas en Bridgetown, capital de la isla caribeña de Barbados, entre el gobierno venezolano y la oposición reunida en la Plataforma Unitaria. Del 18 de marzo al 16 de abril se abre la lista de “registro electoral” en el exterior y en Venezuela. Del 21 al 25 de marzo se aceptan las postulaciones a los cargos y del 4 al 25 de julio se realizarán las campañas electorales.
A pesar de esto, la Casa Blanca pone palos en la rueda del proceso democrático y castiga al gobierno de Maduro dando marcha atrás con el “alivio” a algunas sanciones que había otorgado a Caracas, el pasado 18 de octubre de 2023. En ese momento, a cambio de que se celebraran elecciones, Joseph Biden permitió a Venezuela, reanudar, por seis meses, el comercio con otros países de la región y le disminuyó las sanciones en los sectores de petróleo, gas y oro. Sin dudas, la crisis energética global causada por la guerra en Ucrania tuvo mucho que ver con el “alivio” decidido por Washington.
Pero el “alivio” duró poco. El pasado martes 5 de marzo, Biden comunicó al Congreso estadounidense que extendería por un año más el castigo decretado por Barack Obama en 2015 (Orden Ejecutiva 13.692) por considerar a Venezuela “una inusual y extraordinaria amenaza a la seguridad nacional y a la política exterior de Estados Unidos”. Seguramente, la proximidad de los comicios presidenciales en EEUU influyó. Los votantes del estado de Florida ven con buenos ojos las sanciones contra Cuba y Venezuela por lo cual esta medida –creen los demócratas de Biden- podría sumarle votos al presidente que, en noviembre, buscará su reelección.
Luego de la arremetida de Obama en 2015, el ex presidente Donald Trump resolvió aumentar el castigo en 2019. El republicano impuso un embargo a los bienes venezolanos en suelo estadounidense, entre ellos a la petrolera CITGO, filial de PDVSA y prohibió -salvo que esté expresamente exenta- “toda operación o activo perteneciente a cualquier entidad gubernamental venezolana”, incluyendo organismos estatales como el Banco Central de Venezuela o cualquier individuo o agrupación controladas directa o indirectamente por ellas. La medida (que es totalmente ilegal para la ley internacional ya que sólo el Consejo de Seguridad de la ONU está facultado para implementar esas penas) le permite a la Casa Blanca controlar y, hasta cierto punto apropiarse, de dichos activos.
Venezuela, uno de los países con mayores reservas hidrocarburíferas del mundo, aspira a unirse a los BRICS ampliado cuanto antes. Esto alarma a EEUU. Además, en enero 2024, Caracas profundizó su cooperación en materia petrolera y de gas con Beijing y, en febrero, amplió sus acuerdos estratégicos con el Kremlin durante la visita del canciller ruso Serguei Lavrov a la región.
Por muchas razones, toda la atención mundial se centrará el próximo 28 de julio en Venezuela. Su territorio y su riqueza se han convertido en el centro de una disputa más amplia que enfrenta fuerzas globales, en el marco de la transición histórica hacia un nuevo orden, que todos, en el planeta, estamos atravesando. Los venezolanos tendrán la palabra.
Telma Luzzani* Periodista y escritora argentina
Este artículo ha sido publicado en el portal eldestapeweb.com/
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