Ese liderazgo es una construcción no muy diferente a lo que el filósofo y luchador sardo Antonio Gramsci denominaba “egemonia” (hegemonía), en la cual la dominación se consolida a través de una relación discursiva y sociocultural entre las clases dominantes y subalternas. La relación discursiva – por más hipócrita y de doble moral que sea – tiene que tratar de conciliar una visión supuestamente “universal”, con intereses netamente “sectoriales” y particulares, por lo cual debe siempre demostrar por lo menos el mínimo funcionamiento de una “brújula” o un “compás” moral, sin importar que ese compás refleje las verdaderas acciones de la potencia dominante, sino solamente que coincida con sus falsos discursos. Pero al perder completamente esa brújula, el liderazgo se desgasta y se erosiona, y la dominación solo se puede sostener a través de la pura fuerza.
Los hipócritas medios de comunicaciones occidentales nunca resaltarán la ausencia total de moralidad – la brújula que da vuelta y vuelta y nunca logra señalar el “Norte” – de sus líderes, particularmente con la insistencia muy quieta, serena y casi susurrada de no poder solicitarle a los genocidas sionistas un cese al fuego en La Palestina. Entre las razones que tanto se repetían, de manera muy tranquila y poco emotiva, tenemos el famoso “derecho a la defensa” que solamente disfrutan ilimitadamente los sionistas, en todo nuestro mundo (y quizás el gobierno en Kiev, por ahora). No obstante, ahora no lo escuchamos tanto, ya que después de tanto tiempo y mucho más de 30.000 cuerpos, se hace difícil recordarnos de qué se está defendiendo la pobre e indefensa Entidad Sionista. Con la misma serenidad y voz baja, nos informan ahora que no se puede imponer un “cese al fuego”, porque pudiera perjudicar las supuestas “negociaciones” para el mismo cese al fuego, las que nunca dan resultados, ya que el señor “Ángel de la Muerte” de Primer Ministro Sionista, no permite que se den, por el terror que tiene de perder su sagrado futuro político, y las consecuencias luego de salir de este desastre que él mismo creó.
Alternativamente, cuando los Hutíes en el Yemen empiezan a atacar barcos y complicar el movimiento mercantil y marítimo en el Mar Rojo, pues la cólera, la ira y la explosión de indignación de dos países (los anglosajones, naturalmente), nos lleva naturalmente a la suprema urgencia global de tomar acciones contundentes, brutales, rápidas y decisivas para ponerle fin a lo que es – aparentemente – la violación más obscena, flagrante e intolerable del derecho internacional. Vemos, entonces, la ausencia total de una postura contundente para frenar un holocausto en vivo, pero una apresurada, decisiva e imponente acción militar para restaurar la seguridad del movimiento marítimo y mercantil en el Mar Rojo. Esto se evidencia solo de parte de los mismos que susurran su negación del genocidio de más de 30 mil personas, de los cuales por lo menos 15 mil de estos, eran niños y niñas (ya no los son, pues ahora son solo cuerpos).
En pocas palabras, cuando la indignación de unos “lideres” se “inflama” indignadamente por la interrupción del movimiento de mercancías, mientras se apacigua sumisa y silenciosamente por el desmembramiento sistemático y la carnicería de miles y miles de niños y niñas, pues ya no podemos hablar de un “compás moral” defectuoso, sino uno que fue triturado, quemado, frito, y finalmente tirado de manera despectiva y desdeña en la basura, incluso desde hace mucho tiempo.
Otro ejemplo es el de un artículo en el diario británico “The Guardian”. Leamos la nota de prensa del 27 de febrero de 2024 (traducción exacta del texto):
La ministra de Estado de Cultura de Alemania insistió en que sólo estaba aplaudiendo a la mitad israelí, pero no a la palestina, de un dúo de cineastas que ganó uno de los premios más importantes en la ceremonia de clausura políticamente cargada del festival de cine de Berlín.
En la ceremonia de entrega de premios del sábado por la noche, el cineasta palestino Basel Adra y el periodista israelí Yuval Abraham subieron juntos al escenario el sábado para aceptar el premio al mejor documental por su película conjunta “No Other Land”, que narra la erradicación de las aldeas palestinas de la Riviera Occidental.
Adra dijo que le costaba celebrar el éxito de su película mientras la gente en Gaza estaba “siendo masacrada y masacrada”, e instó a Alemania a poner fin a las exportaciones de armas a Israel. Inmediatamente después, Abraham denunció una “situación de apartheid” que significaba que su compañero de filmación no disfrutaba de los mismos derechos de voto y libertad de movimiento a pesar de que vivían con sólo 30 minutos de diferencia.
El alcalde conservador de Berlín, Kai Wegner, calificó los discursos de la ceremonia de clausura de la Berlinale como una “relativización intolerable”. «La total responsabilidad por el profundo sufrimiento en Israel y la franja de Gaza recae en Hamás», escribió Wegner en X. Aunque los ganadores del festival de cine de diez días son elegidos por jurados independientes compuestos por profesionales del cine internacionales, los políticos de la oposición también culparon a la comisionada federal de cultura de Alemania, la política del Partido Verde, Claudia Roth, como responsable de los comentarios hechos en el escenario.
Un delegado de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) pidió la dimisión de Roth, mientras que un político del Partido Demócrata Libre (FDP) propuso retirar la financiación estatal al festival de cine.
Tuve el privilegio de ver una foto de las declaraciones de la Señora ministra de Estado de Cultura de Alemania, prácticamente “rogando” que le creen que estaba aplaudiendo al sionista y no al palestino, a pesar de que el trabajo era de los dos (y lo presentaron ambos), y no se puede aplaudir a uno sin el otro. Incluso, el mismo sionista decretó en su discurso que el sistema político de su propio Estado es uno de “apartheid” (sus propias palabras). La foto reflejaba la desesperación y terror de la señora alemana para que le creen que solo apoya a los sionistas y nunca a la “escoria” palestina, era tristemente fácil ver la desesperación de la señora que no la acusen de “antisemita”, pues con esa pequeña palabrita, queda destruida para siempre su carrera profesional, incluso hasta su vida personal. Como la cultura de cancelación (Cancel Culture) en Hollywood y toda la industria del entretenimiento en Estados Unidos, la Señora ministra alemana está a punto de ser “cancelada”.
Al igual que las narrativas de poder en el mundo occidental, al igual que su desgastado “liderazgo” y el abuso continuo del derecho internacional para fines geopolíticos, la palabra “antisemita” se ha utilizado tan repetida y arbitrariamente en los últimos 4 meses, que ha perdido todo sentido y orientación. Ahora rabinos, judíos estadounidenses, y hasta ese mismo director judío sionista que acabamos de leer en la nota de prensa de “The Guardian”, son potenciales – o ya decretados y condenados – antisemitas. La soberbia de la narrativa Occidental es de tal magnitud, que les arrancaron efectivamente el derecho a los árabes de ser “semitas”, justo para poder denominarlos “antisemitas”. Ahora los alemanes conservadores – como el CDU y la putrefacción de personaje que se llama Wegner – son más sionistas y judíos que el propio Yuval Abraham. Me atrevo a preguntar, a raíz de mi ignorancia y que formo parte de las razas inferiores: ¿Estos “ultrasionistas” y defensores del judaísmo (los de corte sionista, naturalmente, porque los judíos antisionistas son tan aberrantes como los terribles árabes), no fueron los mismos que hace 80 años estaban exterminando sistemáticamente a los judíos, a los Roma (gitanos), a los eslavos, a los Testigos de Jehová, etc.?
En los países civilizados de libertades y de razas superiores, quienes defienden la causa palestina son destruidos por los medios de comunicación y las elites políticas sionistas, suelen perder sus trabajos, son condenados al ostracismo y la vergüenza, solo por expresar sus “malignas” opiniones. Si no condenan a Hamas, mientras mantiene silencio absoluto sobre la carnicería de niños y niñas a favor del gran Demonio “Baal” que es el sionismo, pues entonces son todos antisemitas, y de ahí en adelante tienen que pagar muy caro por sus transgresiones, en la tierra de las libertades de expresión y de los derechos humanos. Hace dos días, en el Parlamento de la original “Raza Superior” – los anglosajones británicos, naturalmente – el presidente de ese cuerpo legislativo le negó el derecho de palabra al partido nacionalista escoses porque estos querían un punto de orden para debatir la venta de armas británicas a los carniceros sionistas en Tel Aviv. Los escoceses gritaron y patalearon, pero en el fin perdieron el derecho de palabra, y las justificaciones para silenciarlos eran tan patéticas, que casi causan lágrimas ver como esos “pobres” parlamentarios (los del partido conservador británico) trataban desesperadamente de racionalizar lo irracional y justificar lo injustificable (quitarle el derecho de palabra a los escoses para que no se imponga un debate sobre las armas para el sionismo).
Otro atrevimiento bastante grosero de mi parte, a raíz de mi indudable ignorancia: Estos parlamentarios de la Raza Superior, ¿no son los mismos que cuestionan a Venezuela y su democracia, por arrestar a quienes planifican magnicidios? Un supuesto complot que nunca se comprobó contra el ex Presidente estadounidense George Bush (padre) por parte del difunto Saddam Hussein, fue una de las justificaciones principales para destruir Irak, y con esa destrucción, se dio también la del derecho internacional, y eventualmente nos llevó a todos a la pésima situación actual en la cual se encuentra el multilateralismo internacional. Pero si el magnicidio se trata de un presidente venezolano (o un presidente turco, como le sucedió a Erdogan en el año 2016), entonces se pueden escuchar hasta en Júpiter, Urano y la galaxia Andrómeda los gritos y llantos de los occidentales por los “derechos humanos” es esos países, esos mismos derechos que nunca salieron cuando Estados Unidos violó y torturó sistemáticamente a tantos prisioneros en las cárceles de Abu Gharib (muchos de ellos, futuros miembros de “Daaesh”, y después tienen la audacia de decir que los malévolos nacen de la nada, sin instigación alguna de su parte), o cuando agarraron el pobre pendejo australiano y lo destruyeron, por el grosero atrevimiento de revelarle al mundo entero la verdad sobre los crímenes de guerra estadounidenses en el país mesopotámico (nos referimos aquí a Assange, naturalmente). Es fascinante cómo lloramos todos obligatoriamente por los “rehenes” que tiene Hamas, pero nadie tiene el derecho de soltar lagrimas por lo rehenes que mantiene Estados Unidos y sus tristes aliados, como Assange. ¡Viva los derechos humanos al estilo gringo ¡
Los gringos ya admiten que su país no posee el mando universal que poseía antes. El actual jefe de la CIA – William Burns – acaba de señalar hace pocos días que “Estados Unidos ya no disfruta de una primacía indiscutible”, en un artículo en “Foreign Affairs” (del 30 de enero de 2024). Pero como justificación, esta “lamentable anarquía” (otra manera de describir el Sistema Internacional Irreversiblemente Multipolar), es producto solamente de las acciones “irresponsables” de los anárquicos oportunistas y malvados rusos y chinos, pues quieren el desorden mundial para imponer su dominio, etc. Ya conocemos las balbuceadas típicas de los occidentales y sus terrores porque la hegemonía global se les escapa de sus manos por primera vez en 4 siglos, pero en realidad, si queremos entender el porqué de la supuesta condición “anárquica” global que ellos tanto lamentan, solo tenemos que observar cómo pisotearon, destruyeron y botaron en la basura su propio “compás moral”, el cual les otorgaba anteriormente a los occidentales una fachada completamente falsa e hipócrita de moralidad, pero que por lo menos pretendía sustentar su liderazgo. Ahora, hasta esa miserable y falsa brújula, ya no la tienen, y se siguen preguntando ¿qué pasó?, y lloran como un niño en el patio escolar porque los chicos malos y brabucones le cayeron a palo limpio (por lo general, estos suelen ser los “bullies” Putin y Xi). El futuro – sea cual sea este – pertenece a los pueblos del Sur Global, y no a las famosas “Razas Superiores”, y nadie contribuyó más al declive occidental, que ellos mismos, y su supuesta “superioridad”.
Omar José Hassaan Fariñas* Internacionalista y Profesor de relaciones internacionales en la Universidad Bolivariana de Venezuela. Colaborador de PIA Global
Foto de portada y cuerpo de la nota: Las imágenes son del sur de Rafah/Gaza/, en la valla fronteriza con Egipto donde miles de desplazados viven condiciones catastróficas/SANA