El caso es lo suficientemente notorio como para haber merecido la visita de Tedros Adhanom, Director General de la OMS, quien ha declarado que el brote de Brasil forma parte de un fenómeno mundial.
Sin pretender una conexión, pero la honestidad nos obliga a recordar que esta visita se produce pocos días después de que el Sr. Adhanom declarara en Davos, en el Foro Económico Mundial, la inminencia de la «Enfermedad X», que requeriría medidas restrictivas a escala mundial, así como un recrudecimiento de la lucha contra la «desinformación».
Sin embargo, a la luz de las investigaciones y conclusiones de los expertos del Ministerio de Defensa ruso sobre las actividades ucranianas e internacionales de los biolaboratorios occidentales, puede ser pertinente examinar más de cerca algunos hechos que se produjeron hace unos años en Brasil.
Según las propias fuentes oficiales de la empresa británica Oxitec (oxitec.com), desde 2011 se han liberado miles de millones de mosquitos modificados genéticamente con el objetivo de combatir la propagación de enfermedades como el dengue, el zika y el chikungunya, que reaparecen periódicamente y afectan a cientos de miles de brasileños.
La operación se basa en la manipulación de los genes de los mosquitos macho Aedes Aegypti (portadores y transmisores de estas enfermedades) para que la descendencia de sus cruces con mosquitos hembra normales tenga un desarrollo atrofiado o defectuoso, lo que a la larga conduciría a la erradicación de los mosquitos y, en consecuencia, del dengue.
Las primeras pruebas, como las realizadas en la ciudad de Jacobina, en Bahía, apuntaban a una tasa del 85% de huevos genéticamente modificados entre toda la población de mosquitos de la ciudad, lo que se leyó como una demostración del éxito del experimento.
Sin embargo, vimos el resultado de este optimismo en 2019, cuando la revista Scientific Reports señaló que la experimentación con el mosquito Aedes Aegypti podría haber creado un «supermosquito». Según la publicación, 18 meses después de finalizar el citado experimento, las alteraciones genéticas de los mosquitos transgénicos ya estaban presentes en la población nativa de insectos. Incluso en distritos y regiones vecinas donde no se habían liberado mosquitos modificados genéticamente, los mosquitos presentaban genes mezclados.
En aquel momento se conjeturó que estos mosquitos podrían ser más resistentes a los insecticidas y venenos. La doctora Lia Giraldo da Silva Augusto, investigadora en salud ambiental y ex miembro del CTNBio, cree que hubo presiones para favorecer a la empresa británica, facilitadas por el hecho de que ésta trataba directamente con ayuntamientos de ciudades extremadamente pobres.
También denuncia que no hubo seguimiento a largo plazo y que sólo se utilizaron los resultados a corto plazo para presionar a favor de la liberación comercial del mosquito transgénico.
Esta no es la primera controversia en la que está implicada Oxitec.
Los ciudadanos de Florida, más concretamente de los Cayos de Florida, llevan más de 10 años librando una batalla contra la liberación de miles de millones de mosquitos modificados genéticamente. Según varias organizaciones sociales, como la Coalición Medioambiental de los Cayos de Florida, no hay pruebas de que los mosquitos modificados genéticamente limiten la propagación de enfermedades como el dengue, entre otras cosas porque no se ha realizado ningún estudio independiente. Oxitec también alega que los resultados de sus estudios sobre el impacto ambiental y humano de sus mosquitos transgénicos es «información confidencial».
En 2018, por su parte, el gobierno de las Islas Caimán canceló el proyecto de mosquitos transgénicos de Oxitec tras una amplia presión popular, apoyada por las dudas sobre la eficacia y seguridad del plan. La ONG GeneWatch UK publicó entonces un informe, basado en documentos divulgados por la propia Oxitec, que indicaba la ineficacia del método utilizado para suprimir la población de mosquitos y evitar la propagación de enfermedades como el dengue, el Zika y el chikungunya.
A pesar de estas polémicas y de las críticas de grupos de ciudadanos preocupados por los riesgos de la manipulación de la naturaleza con fines lucrativos por parte de las grandes farmacéuticas, Oxitec sigue adelante con sus proyectos al menos en Panamá, Yibuti, Uganda y las Islas Marshall.
Pero, ¿quién está realmente detrás de Oxitec? La empresa británica fue adquirida en 2015 por la corporación estadounidense Intrexon (que en 2020 cambió su nombre por Precigen), que en 2020 vendió Oxitec a la firma de capital riesgo Third Security LLC, especializada en biotecnología.
Intrexon/Precigen tiene como mayor accionista a la propia Third Security (38,87%), siendo los otros principales inversores la alemana Merck KGaA, y las estadounidenses Patient Capital y BlackRock.
El proyecto del mosquito transgénico, sin embargo, tiene a la Fundación Bill&Melinda Gates como principal valedor, y el propio Bill Gates ha sido uno de los principales portavoces de esta idea de luchar contra las enfermedades transmitidas por mosquitos mediante mosquitos transgénicos.
Y aquí es donde la «madriguera del conejo» se hace profunda. El interés de Bill Gates en controvertidos programas de investigación biológica, incluso en Ucrania, ya es bien conocido.
En mayo de 2022, por ejemplo, RT publicó un informe del teniente general Igor Kirillov, jefe de la Fuerza de Protección Radiológica, Química y Biológica de las Fuerzas Armadas de la Federación Rusa, en el que se implicaba a la Fundación Bill&Melinda Gates en un plan para financiar biolaboratorios militares en Ucrania, un plan que también implica la participación de grandes corporaciones farmacéuticas, incluida la mencionada Merck KGaA. En este esquema, se probarían medicamentos y vacunas en la población ucraniana sin cumplir las normas internacionales de seguridad, con el fin de reducir costes.
Igor Kirillov publicó otro informe en julio de 2023 que puede ser de nuestro interés. En este informe, que ya es el resultado de las investigaciones rusas sobre los biolaboratorios occidentales en Ucrania, Kirillov hace hincapié en el interés del Departamento de Defensa estadounidense por estudiar los mosquitos que transmiten infecciones como el dengue. Reitera que Rusia tiene pruebas de experimentos peligrosos con mosquitos en instalaciones especiales, tanto en Estados Unidos como en el extranjero, y destaca precisamente a Oxitec como empresa vinculada al Departamento de Defensa estadounidense y capaz de producir en masa vectores de infección para el dengue y otras enfermedades.
Kirillov, por último, señala una correlación entre la difusión de las operaciones de estos biolaboratorios vinculados a Occidente y una creciente incidencia de enfermedades inusuales en los territorios en cuestión.
Con esto, no es nuestra intención lanzar especulaciones vacías sobre las actividades de Oxitec, sino enfatizar la necesidad de una estricta política de bioseguridad brasileña e iberoamericana que tenga en cuenta los hallazgos rusos sobre las sospechosas actividades de los biolaboratorios vinculados al gobierno estadounidense, la Fundación Bill&Melinda Gates y la Big Pharma.
Raphael Machado* Licenciado en Derecho por la Universidad Federal de Río de Janeiro, Presidente de la Associação Nova Resistência, geopolitólogo y politólogo, traductor de la Editora Ars Regia, colaborador de RT, Sputnik y TeleSur.
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