Tras tres días de votaciones, Egipto dio por finalizadas unas elecciones presidenciales en las que, con casi total seguridad, el actual mandatario y ex mariscal Abdelfatah al Sisi saldrá reelegido para un tercer mandato de seis años una vez se anuncien los resultados, previsiblemente el próximo día 18.
Ante la falta de una rivalidad real entre los cuatro candidatos, observadores y analistas apuntan que los únicos datos relevantes de estos comicios serán el índice de participación y el porcentaje de la victoria de Al Sisi, que se ha visto reforzado por la amenaza de la expansión de la guerra en la Franja de Gaza.
Precisamente estos comicios han estado marcados por el temor de un posible desplazamiento de los palestinos a Egipto, pero también por el descontento generalizado de la población ante la severa crisis económica que atraviesa el país, marcada por una inflación oficial de casi el 40 % y la pérdida de más de la mitad de la libra egipcia.
Las delegaciones aplauden después de que la Asamblea General de la ONU votase a favor de una resolución que defiende la integridad territorial de Ucrania en el aniversario de la invasión rusa.
Y es que cuando Al Sisi tomó las riendas del país en un golpe de Estado de 2013, la deuda externa se amontaba a poco más de 43.000 millones de dólares, mientras que ahora supera los 160.000 millones debido en gran parte a la construcción de megaproyectos de infraestructura, algo que no ha pasado desapercibido entre los egipcios.
De hecho, estos comicios estaban previstos para 2024, pero fueron adelantados en vistas de las severas e impopulares medidas que el Gobierno deberá tomar para aliviar la crisis y cumplir con los requisitos del Fondo Monetario Internacional.
«Tenemos las manos atadas, solo Dios puede intervenir para solucionar esto», aseguró Widad Mohamed, una anciana de 73 años desde un colegio electoral en el centro de El Cairo, mientras que Sohia Gomaa, de 70 años, afirmó que Al Sisi «no puede solventar la situación debido a la acumulación de deuda externa».
Participación «sin precedentes»
Estas elecciones son las primeras desde que Al Sisi llegó al poder en las que concurrieron cuatro candidatos de distinto signo, en una muestra del «serio camino del Estado hacia la transformación democrática, el pluralismo partidista y la competitividad política», según las autoridades.
Sin embargo, los otros tres aspirantes a la Presidencia de Egipto son mayoritariamente desconocidos para la población, por lo que la participación se ha convertido en el indicador más importante del proceso y las propias autoridades han hecho múltiples llamamientos a acudir a las urnas.
Hasta el momento, la Autoridad Nacional Electoral (ANE) ha situado la participación en el 45 %, superando así la de los comicios de 2018 (41 %), en los que el actual mandatario venció a un solo rival con el 97 % de los sufragios en un proceso considerado una farsa por la oposición y organizaciones de derechos humanos.
Las de este año tampoco han estado exentas de polémica, ya que los equipos de observadores de dos de los contendientes de Al Sisi aseguraron que partidos afines al mandatario «sobornaron» a gente con dinero y comida para ir a los colegios electorales, entre otros tipos de irregularidades ya registradas en anteriores comicios.
«Se espera un resultado histórico jamás atestiguado por Egipto que evidencia la conciencia del ciudadano», dijo en rueda de prensa el director ejecutivo de la ANE, Ahmed Bendari, que también afirmó no haber recibido quejas ni registrado irregularidades de importancia durante las tres jornadas de votación.
Al Sisi, el favorito indiscutible
En 2017, el actual presidente aseguró que solo permanecería en poder durante dos mandatos, pero en 2019 impulsó una polémica reforma de la Constitución para poder permanecer en el poder hasta 2030, año a partir del cual ya no podrá concurrir en unas elecciones, en un principio.
Según organizaciones como Amnistía Internacional la última década en Egipto ha estado caracterizada por la represión, mientras que Human Rights Watch estima que unas 60.000 personas han sido detenidas por motivos políticos desde que Al Sisi llegó al poder, entre ellos miembros de la oposición.
Asimismo, varias ONG y grupos opositores denunciaron este año una campaña contra un popular aspirante a la Presidencia, que al final tuvo que retirarse de la carrera electoral por «impedimentos» y tras haber sido sometido a espionaje por parte de las autoridades egipcias.
Pero la guerra en Gaza ha reforzado a Al Sisi, el único candidato votado por las decenas de personas consultadas durante las tres jornadas electorales en El Cairo.
«Egipto necesita una persona que lo defienda», dijo Mahmud Hasan, de 50 años, desde un colegio electoral en Giza.
Artículo publicado originalmente en 20 minutos
Foto de portada: Una mujer camina junto a un cartel con la imagen del actual presidente egipcio y candidato presidencial, Abdelfatah al Sisi, en El Cairo.MOHAMED HOSSAM / EFE