Fue un hecho histórico que marcaría un antes y un después en la geopolítica regional, un hecho signado por la fortaleza de los nuevos liderazgos que asomaban en Nuestramérica de la mano de Hugo Chávez, Néstor Kirchner y Lula Da Silva.
El escenario era la IV Cumbre de las Américas, organizada para el 4 y 5 de noviembre de 2005 en Argentina y cuya sede terminó siendo la ciudad de Mar del Plata por decisión del presidente Néstor Kirchner. También, como venía ocurriendo desde la II Cumbre de las Américas realizada en Santiago de Chile en 1998, diversas organizaciones populares de varios países de la región, realizaban un encuentro paralelo denominado “Cumbre de los Pueblos”, que en esta ocasión se dio cita en Mar del Plata, del 1 al 4 de noviembre.
Esta, era una Cumbre con muchas particularidades, George Bush llegaba a la Argentina acompañado por Álvaro Uribe, presidente de Colombia y Vicente Fox, presidente de México, además de Paul Martin, representante de Canadá, todos activos protagonistas del frustrado golpe de Estado contra el presidente constitucional de Venezuela Hugo Chávez en abril de 2002.
Llegaban a una Argentina que daba sus primeros pasos hacia la recuperación soberana de su economía y sus instituciones, después del desastre dejado por las aventuras neoliberales de los últimos 30 años, venían con una agenda hegemónica, la imposición del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), resistido por los miembros del Mercosur, ya que Estados Unidos subvencionaba la producción agrícola y de alimentos en su país y pretendía imponer condiciones a las producciones locales de los firmantes del tratado.
En el acto de la “Cumbre de los Pueblos” las palabras del Comandante Chávez ante una multitud, ilustraban aquel momento histórico, “… a nosotros, los hombres, las mujeres de este tiempo de comienzos del siglo XXI, nos toca, compañeros, compañeras, camaradas, una doble tarea histórica: nosotros tenemos que ser los enterradores, no sólo del ALCA, porque el ALCA… el ALCA fue una propuesta, una de tantas propuestas, pero es vieja esa propuesta, antier se llamó de una manera, “Iniciativa para las Américas” la llamaron por allá por 1990, pero ya en el siglo XVIII, naciendo aquella gran república, aquel gran Estado, que luego se convirtió en imperio, nació con las garras del águila imperial, lamentablemente desde el inicio, desde hace 200 años pues, Thomas Jefferson, uno de los creadores de aquel Estado norteamericano lo dijo, lanzó el plan imperialista Thomas Jefferson, dijo que Estados Unidos tenía como destino tragarse, así mismo lo dijo, con esa expresión, tragarse una a una, las nacientes repúblicas antes colonias españolas, desde entonces viene el plan anexionista, colonialista de Estados Unidos, así que nosotros no sólo debemos ser enterradores del ALCA, sino enterradores y en mucha mayor dimensión, complejidad y profundidad, del modelo capitalista neoliberal que desde Washington arremete contra nuestros pueblos desde hace tanto tiempo”.
Pasaron 18 años y todavía resuenan los ecos de aquella memorable jornada en la que teníamos a Néstor Kirchner, a Hebe de Bonafini, al Diego, al “Comandante” y al pueblo movilizado contra el imperialismo depredador y asesino.
Eran épocas de ofensiva, de ampliación regional de los proyectos de soberanía popular y de construcción de la justicia social enmarcadas en la construcción de la Patria Grande.
De esta jornada antimperialista surgiría la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), que enfrentó la arremetida golpista contra Honduras, Paraguay y Bolivia, que se proyectó hacia la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) para consagrar un sistema de integración que superó las propuestas amañadas a la doctrina Monroe como la OEA.
Con el paso del tiempo el imperialismo volvió a reacomodarse y a retomar la iniciativa logrando avanzar en su redespliegue regional, al calor de la desaparición física de dos líderes fundamentales Néstor y Hugo y por la aplicación de una batería de estrategias desestabilizadoras que contemplaron desde el lawfare hasta los golpes de Estado.
Hoy en medio de dos guerras devastadoras en Ucrania y Palestina, en el marco de una transición, del eje unipolar anglonorteamericano hacia la multipolaridad, el desafío de los pueblos que luchan por su autodeterminación y soberanía se redoblan, pues lo que hay que enterrar definitivamente, no es una propuesta económica y política de sumisión y dependencia, es algo mucho más ambicioso y perverso, se trata de la pretensión imperialista de ahogar en sangre al conjunto de la humanidad mediante una guerra de proporciones mundiales.
La ampliación del BRICS + que desde enero de 2024 concentraría en sus miembros el 80% de la explotación y comercialización del petróleo, sumado al inevitable triunfo de la Federación de Rusia en la concreción de su Misión Especial para desnazificar la región del Donbas y la consolidación de Crimea, han puesto a Estados Unidos y sus aliados en la necesidad de generar nuevos frentes de guerra que le permitan posicionarse en diferentes territorios para tener incidencia en el manejo de los recursos naturales y desestabilizar el proceso histórico de integración que se vive tanto en Asia como en África y que se proyecta a nuestra América de forma determinante.
Estados Unidos, sumido en una crisis de importantes proporciones tanto en lo económico, como en lo social y político, trata por todos los medios, de impedir el avance de los pueblos ya sea por asfixiamiento económico como las sanciones y los bloqueos, o por el posicionamiento de sus reclutados electorales con posibilidades de llegar al gobierno.
Sea cual sea el método, la finalidad es la misma, sojuzgar, someter y saquear a los pueblos para construir un poder hegemónico, tal cual lo expresa esa criatura territorial generada por la Declaración Balfour en noviembre de 1917, en el marco de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), en la cual, el gobierno británico colonizador de esa región, apoyó por primera vez la creación de “un hogar nacional para el pueblo judío” en Palestina.
Ante la consolidación inevitable de la multipolaridad y su avance hacia el sur global, Estados unidos y sus aliados fundamentales se posicionan territorialmente generando conflictos o articulando procesos de desestabilización, ignorando todo tipo de tratado u acuerdo en materia diplomática y judicial, actuando de facto ante los justos reclamos de los pueblos del mundo.
En Palestina se violan todos la normas y tratados en materia internacional, Israel amenaza con utilizar una bomba atómica, y utiliza bombas de fosforo blanco, bombas de racimo contra hospitales y población civil, genera en un mes más 10.569 palestinos asesinados en la Franja de Gaza, entre ellos 4.324 niños, 2.823 mujeres y 649 ancianos y 26.475 heridos. 2.550 desparecidos entre ellos 1.350 niños y empuja al desplazamiento forzado en el norte de la Franja de Gaza a miles de personas ante la cómplice actitud de los organismos internacionales y con el consentimiento de la fuerza militar estadounidense.
Por otra parte, tenemos la militarización con tropas estadounidenses del Comando Sur territorio guyanés para servir a los intereses de las trasnacionales que ilegalmente explotan los recursos naturales en la zona del esequibo reclamado por la República Bolivariana de Venezuela.
También podemos sumar a esta provocación para la región, la presencia de una empresa petrolera angloisraelí en nuestras Malvinas, usurpando nuestros recursos naturales ilegalmente, sin que se pronuncie con la rigurosidad que amerita, ningún organismo internacional.
El imperialismo actúa de facto y piensa llevarse puesto todo lo que se le atraviese con tal de impedir que las nuevas bases para un mundo más equitativo y justo se solidifiquen, razón tenía el comandante Chávez al expresar en aquella memorable reunión con el pueblo en Mar del Plata “…desde hace 200 años pues, Thomas Jefferson, uno de los creadores de aquel Estado norteamericano lo dijo, lanzó el plan imperialista Thomas Jefferson, dijo que Estados Unidos tenía como destino tragarse, así mismo lo dijo, con esa expresión, tragarse una a una, las nacientes repúblicas antes colonias españolas, desde entonces viene el plan anexionista, colonialista de Estados Unidos, así que nosotros no sólo debemos ser enterradores del ALCA, sino enterradores y en mucha mayor dimensión, complejidad y profundidad, del modelo capitalista neoliberal que desde Washington arremete contra nuestros pueblos desde hace tanto tiempo”.
Oscar Rotundo* Analista político, editor de PIA Global
Foto de portada: cubadebate.cu/