Los 27 ministros de Asuntos Exteriores se han dado cita este lunes en Luxemburgo para abordar la volátil situación de Oriente Próximo. Tras más de 4.000 palestinos muertos por los bombardeos del Ejército israelí, las capitales europeas han sido incapaces de llegar a un acuerdo de mínimos que exija a Tel Aviv declarar una tregua humanitaria, en línea con lo que ya ha hecho la ONU y el propio Parlamento Europeo.
La línea de la UE se mantiene intacta: condena al ataque terrorista de Hamás, llamada a la liberación de los rehenes y petición a Israel de que se defienda respetando el Derecho Internacional y en particular el Derecho Humanitario. Al fin del encuentro, Josep Borrell, jefe de la diplomacia europea, ha pedido que «Israel haga la guerra con acuerdo a las leyes de la guerra». De momento, los Veintisiete no han acordado esta petición y lo aplazan al Consejo Europeo de este jueves y viernes en la capital comunitaria.
Al inicio de la cita, el propio Borrell se ha mostrado a favor de pedir una pausa humanitaria, un paso mucho más descafeinado que un alto al fuego, que tendría por objetivo principal permitir la entrada de los cientos de camiones que aguardan a las puertas del paso de Rafah con alimentos, agua y combustible. Algunos países como Irlanda se han mostrado especialmente a favor, pero otros como Alemania siguen defendiendo que corresponde a Israel decidir cuándo declararla.
Opción de mínimos
La UE se inclina así por una opción de mínimos, mucho menos ambiciosa que el alto al fuego, que significaría un cese de las hostilidades acordado por ambas partes. La «pausa» sería un parche temporal con el escenario base de que el choque se retomase. Es la fórmula media que las capitales están debatiendo para alcanzar el punto de conciliación entre los países que se inclinan por ir más allá con un alto al fuego y los que no quieren influir en los límites que Israel debería aplicar en su defensa.
Así lo resumía el ministro de Exteriores italiano Antonio Tajani: «Apoyamos una pausa humanitaria para enviar suministros, pero una tregua es otra cosa. La tregua no puede traducirse en que Israel renuncie a su derecho a defenderse». En rueda de prensa, Borrell explicó que un «alto al fuego es mucho más que una pausa». «Se trata de una interrupción de algo que luego continúa y que tiene un objetivo menos ambicioso centrado en que la ayuda humanitaria llegue», afirmó el Alto Representante.
Esta es la línea también dibujada por Estados Unidos. La Administración que dirige Joe Biden ha tratado de disuadir a Israel a que inicie una invasión terrestre a la Franja de Gaza a sangre y fuego. Pero tampoco ha dado el paso de presionar a su aliado para que se comprometa a parar los bombardeos. Uno de los argumentos que Occidente esgrime es que esa «pausa» ayudaría también a los más de 200 rehenes secuestrados por Hamás, pero los de Benjamín Netanyahu han prometido un castigo ejemplar y no dan visos de estar en ese punto.
Borrell está siendo una de las voces europeas más críticas con Israel, especialmente después de que la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, cerrase filas con el Estado hebreo. «El derecho a defenderse también tiene límites. Esto significa que no puede haber un bloqueo de agua, electricidad y comida a la población civil», afirmó Borrell, que fue el primer representante europeo en reconocer durante los primeros compases de la contienda que Israel estaba vulnerando el Derecho Internacional con su cerco a Gaza y con los bombardeos indiscriminados a civiles.
La propia Von der Leyen está atravesando su peor crisis reputacional con la gestión en este conflicto. No solo algunos Gobiernos nacionales o eurodiputados han afeado su derrape. Más de 800 funcionarios de la Comisión Europea han firmado una carta para expresar su malestar con la inquilina del Berlaymont. Tras más de dos semanas de guerra abierta, Von der Leyen ha hablado este lunes con Mahmoud Abbas, el presidente de la Autoridad Palestina. «Son momentos difíciles para el pueblo palestino, que ha sido traicionado por Hamás. Le he trasmitido mis condolencias a las familias de todas las víctimas inocentes», ha señalado la alamana a través de la red social X.
En cualquier caso, aunque parece que la UE sí conseguirá alcanzar el consenso en torno a una pausa humanitaria durante la cumbre europea que se celebra a finales de semana en la capital comunitaria, Borrell ha reconocido que la «Unión no puede decretarla, aunque sí favorecerla». Poco antes de la cita, Amnistía Internacional ha enviado una carta a los líderes expresando su preocupación por la tibieza de muchos de ellos a la hora de exigir el respeto del Derecho Internacional Humanitario y las escasas menciones a las demandas de pedir rendición de cuentas por los numerosos crímenes de guerra cometidos.
En Luxemburgo, los europeos han comenzado a preparar los escenarios del día después siendo conscientes de que después de esta guerra nada será lo mismo en tierra santa. Se han instado a «reinventar y elevar la ambición» para poder alcanzar una paz duradera y sostenible, que, según ellos, solo pasa por la solución de los dos Estados. En el corto plazo, sin embargo, la prioridad es evitar una implicación de actores terceros, como la milicia chií de Hizbulá, que derive en una guerra regional de dimensiones imprevisibles.
*María Zornoza, periodista.
Artículo publicado originalmente en Público.es
Foto de portada: Un camión con ayuda humanitaria accede a la Franja de Gaza a través del paso de Rafah este 22 de octubre de 2023. —KHALED ELFIQI/EFE