En los golpes de Estado en el Sahel africano, esa región que “divide” el continente en todo su ancho y es el límite natural entre el desierto del Sáhara y el África subsahariana, y que en los últimos tres años está en medio de un proceso de, lo podríamos poner en términos de una descolonización, camino a una segunda independencia, se están poniendo en juego conceptos tales como democracia, instituciones, colonialismo. Y también se puso en camino un proceso de descolonización.
Aunque esta afirmación quizás sea un tanto prematura ya que es solo el comienzo e algo que está en constante movimiento y cambio, pero en el que hay constantes que permiten hacer algunos análisis más allá del golpe en sí.
Malí, Burkina Faso y Níger expresan, sin dudas un amplio sentimiento anticolonial, claramente Francia está en el centro de las discusiones, su postura luego de las independencias en las colonias francesas en territorio africano nunca concluyeron con procesos de absoluta independencia. De hecho el pos colonialismo que ejerce, (o ejercía), Francia en esta región africana está marcada desde muchos aspectos. Presencia militar, control fronterizo y de territorios ricos para los intereses comerciales de Paris, empresas galas que controlan el expolio de los recursos naturales en la región, emisión y control de la moneda circulante en estos países, que aún independientes, se mantienen bajo el yugo del franco CFA, son algunos de los aspectos que podemos señalar como sobresalientes a la hora de intentar buscar explicaciones un poco más profundas de las que nos ofrecen los medios de comunicación hegemónicos y occidentalistas.
La presencia rusa y China en la región también es parte fundamental en la intentona de acercarnos a una realidad, a veces tan lejana, como profunda y crítica.
Para el Profesor Salgado unos de los aspectos sobresalientes es la intervención de Ibrahim Traoré en la Cumbre de San Petersburgo, donde Vladimir Putin se reunión con líderes africanos. “Hace unos diez días que estamos por acá, en Uagadugú, la capital de Burkina Faso. Un poco atraídos por toda esta explosión social que está viviendo la región del Sahel en África, que nos impactó primero con ese gran discurso del presidente Ibrahim Traoré en la Cumbre de San Petesburgo, donde los países del continente africano se reunieron con el presidente de la Federación Rusa”, dijo Salgado a modo de presentación, resaltando el motivo de este viaje por África.
“Y entonces, bueno, esto realmente nos llamó mucho la atención. Nos invitó a investigar un poco más y lógicamente la realidad de Burkina es la realidad de su región, junto como bien sabes, con Mali y con Níger, son tres países dentro de un grupo, si se quiere, incluso un poco más amplio, que han tenido cambios de gobierno a través de procesos militares con una concepción popular” continúo diciendo el profesor Salgado refiriéndose a este viaje a Burkina Faso.
Las élites africanas castigan a los jóvenes por celebrar los golpes militares, pero en realidad debieran bajar de su torre de marfil y comprender que los jóvenes africanos quieren poner fin a su encarcelamiento político, económico y social y al yugo colonial bajo el cual nacieron y al que hoy se revelan en masivas manifestaciones populares, en las que solo se analiza el ondear de banderas rusas, como un síntoma de “cambio de collar”. Pero en realidad el cambio es más profundo que ese mero análisis.
El último golpe de Estado ocurrido en Níger ha aumentado a seis el número de golpes exitosos presenciados en la subregión de África Occidental en los últimos tres años. Como ocurrió en Malí y Burkina Faso en meses anteriores, los jóvenes africanos parecen estar celebrando el golpe en las redes sociales y en las calles. Naturalmente, esto ha provocado debates sobre su posición con respecto al respeto de los principios democráticos y el Estado de derecho.
Esta celebración de la toma de poder militar ha indignado a muchos intelectuales africanos. Algunos lo ven como una reminiscencia de los días oscuros de los años 70 y 80, cuando África se convirtió en la capital mundial de los golpes de estado. Pero sin embargo está ocurriendo algo más profundo. Una gran parte del pueblo está viendo (y viviendo), a partir de los golpes, un resurgir del pensamiento nacionalista, basado ya no en las instituciones civiles sino representados por poderes militares… “esto realmente nos llamó mucho la atención. Nos invitó a investigar un poco más y lógicamente la realidad de Burkina es la realidad de su región, junto como bien sabes, con Mali y con Níger, son tres países dentro de un grupo, si se quiere, incluso un poco más amplio, que han tenido cambios de gobierno a través de procesos militares con una concepción popular”.
Sebastián Salgado continúa su análisis y en un punto resalta el activismo de la juventud en estos procesos que en este lado del mundo lo seguimos llamando golpe de Estado. “Yo veo que se mira todavía con un cierto distanciamiento, porque claro, se avasallan absolutamente todos los poderes de una república. Aquí en Burkina Faso, Hasta hace cuatro años había un congreso que ya no funciona, no hay elecciones. Pero al mismo tiempo, estos gobiernos representan de una manera mucho más cercana los intereses populares. Y eso se ve acá”.
Claramente en África aún existe toda una generación mayor, que guarda amargos recuerdos de los regímenes militares, y que considera a los jóvenes ingenuos, irresponsables y carentes de valores tanto políticos como morales. Otros miembros de estas elites africanas, que creen que sólo los líderes llegados al poder a través de procesos electorales merecen gobernar, perciben que los jóvenes de hoy tienen poca educación, son propensos a la manipulación y son víctimas del populismo. Por supuesto nada dicen, estas elites, de la responsabilidad que les competen en estas “fallas” que se le endilgan a la juventud africana.
En Burkina Faso la imagen de Tomas Sankara, aquel capitán militar, revolucionario comunista y teórico panafricanista que presidió Burkina Faso de 1983 a 1987, permanece vigente. De hecho las comparaciones con Ibrahim Traoré son moneda corriente.
El presidente Brahim Traoré, en el discurso que capturó la atención de Putin durante la Cumbre en San Petersburgo, se asemejó, incluso más allá de la imagen, al otrora líder burkinés. Traoré “dio un discurso con una concepción de descolonización que no se escuchaba”. “Incluso en su imagen, el mismo uniforme, la boina roja de lado. Una manera similar de hablar cuando recordamos los discursos de Sankara. Por eso este discurso que dio la vuelta al mundo”, cuenta Salgado y agrega “vos andas por la calle y hay fotos por todos lados del presidente Ibrahim Traoré, puestas en un negocio o en una dependencia del Estado, sino en los pibes con la remera. Este uno lo palpa y lo ve en las calles de Uagadugú”.
Para estas elites, que multiplican sus publicaciones y apariciones en los medios, turnándose para condenar golpes de estado y mostrar desprecio por lo que perciben como una juventud desorientada, es difícil leer la política africana a través del lente de esta generación más joven. Esta cosecha de élites se moldeó en un sistema social que eleva a cierto grupo de personas al estatus de “intelectuales”, los únicos capaces de leer, analizar y juzgar las cuestiones africanas. Esperan que los jóvenes se despeguen de lo que llaman “emociones” y abracen el mundo de la “razón”, donde solo ellos parecen ser los habitantes actuales.
Es hora de invitar a estos intelectuales africanos a bajar de su pedestal de superioridad moral. Esto les permitiría sentir y comprender el anhelo de las masas, ya que los jóvenes representan ahora el 70 por ciento de la población africana. Deberían reintegrarse a su mundo y aprender a comprender las realidades actuales, bastante alejadas de lo que estas elites puedan ver.
Con respecto a esto último Sebastián Salgado hace especial hincapié en el proceso colonizador francés, bajo el cual se mantuvieron estas elites africanas que hoy ven absortos el cambio de paradigma que plantea una juventud movilizada por el sentimiento nacionalista y anticolonial que emana de las juntas militares al frente de los gobiernos de Burkina Faso, Malí y ahora Níger. Dice Salgado: “digamos, que es una región que fue colonizada por Francia. El proyecto colonizador francés en esta parte empezó en 1830 y tuvo como una especie de fin en 1960, pero que la estrategia de Francia, lógicamente, como muchas potencias colonizadoras, fue decir bueno, salgo con mi bandera, pero dejo atada a la economía de una manera de la cual yo siga manejando”. En este sentido ya hemos mencionado como herramienta pos colonizadora al Franco CFA. En coincidencia con nuestro análisis, el profesor Salgado nos dice que: “Aquí se sigue usando el franco francés africano. Es la misma moneda para varios países de esta zona. Es interesante como Francia lo fue pensando todo eso. Y entonces, claro, cómo haces para manejar tu economía si la emisión monetaria se hace desde París y ellos te suministran el dinero, con el que además Francia paga ‘las exportaciones’ de estos países que lo hacen de una manera coercitiva. Sobre todo el tema del uranio en Níger y otros medios. Hay mucho oro acá también, digamos, Francia lo copta con sus empresas pone en algunos casos, como en el caso de Níger, guarniciones militares para que salvaguardia en el extractivismo a sus empresas en esta parte del mundo y después les paga con el franco africano que fabrican ellos”. Aquí, Salgado, hace un paréntesis comparativo con la realidad económica argentina y nos dice: “Ojo, si nosotros pensamos en estos términos de que nosotros también exportamos a Estados Unidos y ellos no pagan con una moneda que ellos fabrican de la cual no tiene ningún respaldo del Banco Central de Estados Unidos. Nosotros tampoco estamos tan lejos, pero es interesante verlo en esta perspectiva”.
El aspecto más doloroso del desastre político en el que se encuentra la región, es el saqueo desenfrenado de las riquezas de estos países por parte de las elites gobernantes y la incompetencia que caracteriza a estas administraciones, donde los nombramientos se basan en la lealtad al partido gobernante más que en el mérito personal. Se produce una desigualdad extrema: los parlamentarios ganan en promedio treinta veces más que los docentes y los ministros cuarenta veces más que los médicos. Las masas sufren todo tipo de privaciones y tienen que proporcionarse servicios esenciales como agua, electricidad, atención sanitaria e incluso seguridad para sí mismas. En efecto, el Estado –y los líderes que se han impuesto– sólo recuerdan a sus ciudadanos cuando se trata de recaudar impuestos o coaccionar el voto el día de las elecciones. La extracción de recursos también se convierte en el modus operandi.
Las masas africanas son privadas de su libertad, dignidad y humanidad, sin ningún recurso, son masacradas sin piedad cuando protestan en las calles y se cierra Internet cuando realizan sus protestas en línea. Y cuando los jóvenes deciden irse, se encuentran con más condena, con todas las puertas cerradas, obligados a elegir entre la muerte en el océano y la pobreza extrema en casa. La juventud africana no tiene esperanza. Se les dice que sólo tienen una salida: esperar cuatro, cinco o siete años para votar, rezando para que las próximas elecciones sean menos fraudulentas que las anteriores. Se necesita una falta suprema de empatía para no comprender la ira dentro de los jóvenes y el alivio que sienten cuando los soldados expulsan a sus opresores.
Los jóvenes saben muy bien que los militares, quizás no sean la mejor opción, pero si abogan una salida y el fin del status quo. Quieren una transición, aunque sea breve, para poner fin a su encarcelamiento político, económico y social. Quieren recuperar su libertad y su dignidad. “Los pueblos de esta parte del mundo están diciendo basta. Y para eso, evidentemente no han encontrado durante muchos años los caminos que la democracia les ha ofrecido. Porque también esa democracia es una democracia pensada a partir de los intereses occidentales. Y eso es algo que Francia ha hecho mucho. Por ejemplo, en el Líbano, donde estuve hace pocos meses, Francia dejó una estructura de gobierno en donde el presidente siempre tiene que ser cristiano y entonces si es cristiano, generalmente es pro occidental. Y entonces después, más abajo, al primer ministro, si puede ser musulmán, sunita y el presidente de la Cámara de Diputados, musulmán chiita, pero ellos ya dejan esa estructura para que el presidente del Líbano siempre le responda la consecuencia actual. No hay consenso para quién es que tiene que ser el presidente. La desidia que Francia ha demostrado no para, para esta parte del mundo deja una estela no solamente de corrupción y de problemas sociales, sino de un desmantelamiento de las fuerzas sociales que no pueden volver a articularse a partir de la estructura que Francia dejó montada en esta parte del mundo”
Hoy, en toda África, la democracia electoral se ha convertido en un bien de lujo que sólo los ricos y poderosos pueden permitirse comprar a expensas del sudor y la sangre de los pobres. Sólo cuando comprendan las preocupaciones y motivaciones de la juventud de hoy se podran reconstruir las bases democráticas que claramente se están desmoronando.
Desde PIA Global, compartimos la entrevista completa con el Periodista y Profesor en Comunicación Social, Sebastián Salgado desde Burkina Faso.
*Beto Cremonte es docente, profesor de Comunicación Social y Periodismo, egresado de la UNLP, Licenciado en Comunicación Social, UNLP, estudiante avanzado en la Tecnicatura superior universitaria de Comunicación pública y política, FPyCS UNLP.
*Sebastian Salgado es Corresponsal de Noticias- Documentales y zonas de conflicto- Presentador de TV- Dataurgente.com y Licenciado en Comunicación Social
Foto de portada: captura de pantalla de la presentación del video que acompaña la nota.