Los intereses franceses, por ejemplo, en los recursos naturales nigerinos fueron y son quizás el primer punto de análisis que se fue realizando a partir del 26 de julio último, fecha en que la guardia presidencial tomó el poder a partir de la detención y posterior derrocamiento de Mohamed Bazoum, presidente electo “democráticamente”. El uranio nigerino es el alimento principal de las centrales nucleares francesas. Cerca del 40% de este mineral, extraído del suelo africano por empresas galas de capital mixto, (con una gran participación del Estado francés) se utiliza para dar energía a Francia. También otros países de la Unión Europea se encargan de expoliar al país sahelino.
En este punto, y a medida que avanzaba el golpe y pasaban los días en que la Junta Por la Salvaguarda de la Patria se mantenía en el poder, las especulaciones eran de toda índole. Algunos analistas señalaban la mano negra de Putin tras el golpe, otros que eran una jugada del Kremlin, pero que el Grupo Wagner sería el apoyo de los militares nigerinos que se habían levantado contra la “democracia”. Otros analistas solo veían un golpe de Estado más en una región africana acostumbrada a este tipo de acontecimientos, donde resulta muy difícil de sostener procesos democráticos afianzados en el tiempo.
Lo cierto es que a medida que la junta fue endureciendo su postura, con un claro sentimiento antifrancés, al igual que los golpes en los países vecinos, Malí y Burkina Faso del año 2022, y que además contaban con un gran apoyo popular, el golpe fue girando, la discusión y el análisis empezó a ser visto desde el aspecto “nacionalista” del mismo, donde la corrupción y la colaboración de Bazoum con el gobierno galo era el motivo principal del levantamiento. La ruptura del yugo con la Francia colonial ocupo el centro del análisis.
Victoria Nuland, un cambio en la mirada del golpe
Níger, el último aliado occidental en el Sahel, según fue presentado en un primer momento, decidía romper con los lazos coloniales franceses, pero realmente era un golpe patriótico o simplemente era otra herramienta occidental en la búsqueda de la dominación imperial de los recursos del continente africano. Una pregunta que por esos primeros días nadie (o muy pocos) se hicieron. Pero algo, alguien apareció en escena y el análisis dio un giro. La subsecretaria de Estado de Estados Unidos para Asuntos Políticos, llegó a Niamey, capital nigerina para interiorizarse en primera persona del estado de situación. Sin embargo no pudo reunirse ni con el presidente derrocado ni con el presidente en ejercicio. La funcionaria norteamericana mantuvo conversaciones «extremadamente francas y, en ocasiones, bastante difíciles» con el autoproclamado jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, general de brigada Mousa Salaou Barmou. De acuerdo con medios internacionales, durante la reunión que duró aproximadamente dos horas, Nuland expresó la aspiración de que la junta “mantenga la puerta abierta a la diplomacia. Hicimos esta propuesta”, declaró Nuland posteriormente.
Mientras tanto la CEDEAO presionaba a Nigeria para que liderara una fuerza militar conjunta para intentar restablecer el proceso democrático nigerino. Una nueva guerra en nombre de la democracia y la paz. El organismo que nuclea a los países del África Occidental, se planteaba como el brazo ejecutor de las ideas de occidente para recuperar un enclave muy importante para sus intereses. Reuniones, documentos, amenazas, plazos impuestos e incumplidos ocuparon, por esos días, los principales análisis. La CEDEAO presionaba a la Junta militar nigerina, pero no contaba con un apoyo generalizado del bloque, mucho menos sin el apoyo de la Unión Africana para una intervención armada en Níger.
Aquí vamos a señalar que la visita de Nuland cobró relevancia una vez que se fueron conociendo algunos detalles no menores, a saber: algunos líderes de la junta militar que gobierna Níger tras el golpe de Estado recibieron formación en EE.UU, según lo confirmó el portavoz del Departamento de Defensa estadounidense, Pat Ryder. Por otro lado, Níger es el refugio y pivote de Estados Unidos para la lucha contra el yihadismo en la región del norte de África. En relación a esto, Washington ha logrado sostener su presencia militar en varios puntos del país, con un estimativo de 1.100 efectivos y tres bases militares.
Las bases de EE.UU. en Níger son utilizadas para evacuación médica, soporte logístico, ISR (inteligencia, vigilancia y reconocimiento) y para alojar medios de reabastecimiento aéreo para sus aliados. Además, brindan apoyo para entrenar a las fuerzas militares locales. La base Air Base 101, emplazada en la capital nigeriana de Niamey, incluye un programa de formación y adiestramiento con los C-130 Hércules y con los Cessna 208. Ambas iniciativas proveen a la fuerza del país capacitación para misiones evacuación de víctimas e ISR, habiendo alcanzando las 15.000 horas de vuelo en seis años.
La segunda base, Airbase 201 ubicada cerca de Agadez, en el centro de Níger, funciona como centro de operaciones para drones MQ-9 Reaper, vehículos aéreos no tripulados que son utilizados esencialmente para recopilar inteligencia sobre los grupos militantes de la región. Esto último incluye células de al-Qaeda y los afiliados a ISIS como Jama’at Nusrat (JNIM).
Con una creciente presencia de movimientos fundamentalistas en la región, y con Rusia y China pujando por hacerse de mayores espacios, Washington considera clave sostener la presencia en Níger a los fines de sostener los trabajos realizados en la última década, los cuales han ganado mayor relevancia con el paulatino retroceso de Francia. De acuerdo con lo expresado por funcionarios norteamericanos a medios occidentales, la pérdida de la presencia en Níger sería un duro golpe para la estrategia de EE.UU. en África.
Quizás por ello es que a un mes del golpe a muchos altos mandos estadounidenses aún se les dificulte llamar golpe al golpe. El juego de intereses creados, puede haber dado un giro, sacar a Francia del medio no parece ser un mal negocio para el interés de la Casa Blanca.
Meloni, mano de obra anti Macron
En una nota previa, desde PIA Global, comentábamos el rol de la Primera Ministra italiana, Giorgia Meloni, como colaboradora de los estados Unidos en las “patriadas” que plantean los norteamericanos en terrenos lejanos a sus fronteras. De hecho un año antes de las elecciones de 2022 en Italia, Giorgia Meloni fue invitada a unirse al Instituto Aspen, un grupo de expertos estratégicos con sede en Washington con estrechas relaciones con el Consejo de Relaciones Exteriores (CFR), el Consejo Atlántico y el complejo industrial militar. El instituto Aspen también está involucrado en la industria armamentística, con vínculos con gigantes fabricantes de armas como Boeing y Lockheed Martin. Por lo general, ha apoyado las guerras de «defensa de la democracia» o «propagación de la democracia, humanas y civilizadas» de los EE.UU. Destacados políticos estadounidenses, como Madeleine Albright, Condolezza Rice y Victoria Nuland, han colaborado activamente con el Instituto Aspen.
El Instituto Aspen está generosamente financiado por la Fundación Gates, los Rockefeller, Carnegie y la Fundación Ford, por no hablar de Goldman Sachs, que a lo largo de los años ha desempeñado un papel clave en la “selección” de los políticos italianos.
Por esto podemos afirmar que la primer ministra de Italia, es un “instrumento”, un activo político de Washington. Sin contar que, además, Meloni ya ha enfrentado al presidente francés, con respecto a la migración y el colonialismo. Esto podría confirmar la utilización, por parte de los EE.UU, de una jugadora inesperada en la resolución del conflicto en Níger.
La primera manzana de la discordia fue mordida en noviembre de 2022 con el «Ocean Viking», el barco humanitario que transportaba 230 migrantes a bordo y que vagó por el mar durante tres semanas sin encontrar puerto seguro. En ese momento, el Gobierno ultraderechista de Meloni hizo lo que siempre había prometido: endurecer la política migratoria italiana y negar el acceso a sus puertos. Un rechazo que generó una crisis con sus vecinos, especialmente con Francia, que decidió «excepcionalmente» acoger a los migrantes en el puerto de Toulon, moviendo a casi 500 agentes del orden y funcionarios de migración. Furioso, Macron anunció medidas de represalia contra Roma por su negativa. Meloni replicaba denunciando una reacción francesa «agresiva, incomprensible e injustificada».
En mayo de 2023, el ministro del Interior francés, Gérald Darmanin, ponía la cereza en el pastel: «Giorgia Meloni es incapaz de resolver los problemas migratorios para los que fue electa», sentenció. «Es como Marine Le Pen, que hace campaña en elecciones con un ‘Ya verán lo que soy capaz de hacer’ y luego, lo que uno ve es que el problema migratorio se amplifica». El ministro de Exteriores italiano, Antonio Tajani, suspendió su visita a París y la cuerda entre Italia y Francia tocó su punto más tenso.
La relación entre Macron y Meloni podría ser definitoria para EE.UU en el Sahel, donde correr a Francia del medio no sería un mal negocio para Washington, sobre todo si además las manos ejecutoras nos son estadounidenses.
Wagner y el terrorismo yihadista
EE.UU advierte la amenaza conjunta del yihadismo y Wagner en el Sahel, y lo pone en el centro de la discusión en torno a la necesidad de su presencia en el Sahel, donde como ya hemos mencionado mantiene bases estratégicas en Níger. Al Qaeda y el Estado Islámico, Boko Haram y otros grupos relacionados con el terrorismo siguen expandiéndose en la región africana del Sahel. Y para ello EE.UU se ha `planteado como la solución. Para muchos analistas, incluidos nosotros, son parte del problema, ya que muchos de los líderes de estos estos grupos fueron entrenados por Washington y recibieron financiación económica o apoyo armamentístico. La ecuación en la región es la misma vieja receta del imperialismo, implementar terror, en este caso un «caos» yihadista y a eso ofrecer la solución, que se traduce en la ocupación de territorios donde colocar sus bases militares que no solo controlan y presionan a los gobiernos sino que además fortalecen el expolio de los recursos naturales.
Ahora bien, el relato es otro. Wagner, para los medios occidentales es parte del problema en el Sahel. Su presencia allí se debe a la defensa de los intereses rusos en la región.
La preocupación es que Al Qaeda y las filiales relacionadas con este grupo seguirán creciendo y expandiéndose por el Sahel y amenazando la costa de los países de África occidental, subrayó el jefe de SOC-África, dependiente de Mando Militar de Estados Unidos en África (AFRICOM), al desgranar las amenazas que toma en cuenta el simulacro militar. «Me preocupa lo que vemos como una expansión continua de organizaciones extremistas violentas en el Sahel» que «amenazan la seguridad y la prosperidad de esa región».
El contraalmirante también manifestó su inquietud por «una actividad continua del Estado Islámico» en esa zona. El Estado Islámico en la Provincia de África Occidental (ISWAP, por sus siglas inglés), precisó, «se está consolidando después de desplazar a (su escisión nigeriana) Boko Haram en las cercanías de la cuenca del lago Chad». Esa situación «se ve agravada hasta cierto punto por la organización Wagner», ligada al Kremlin, indicó Sands, al incidir en que esa empresa rusa de mercenarios «hace que los países sean menos estables y menos seguros». «Son una organización depredadora y oportunista en contra de una África segura, estable y protegida», aseveró el contraalmirante, quien matizó que Wagner «maniobra en el espacio y el caos causado por estas organizaciones extremistas violentas hacia el norte». A su juicio, «la presencia de este negocio oportunista que realmente coordina actividades con Rusia es una preocupación seria», pues «se está aprovechando de la falta de seguridad (…) para recaudar dinero» e «impacta negativamente en las sociedades». En enero de 2023, el gobierno de Estados Unidos designó a Wagner como una importante organización criminal transnacional.
Hasta aquí se podría observar como el relato occidental coloca al grupo Wagner como los “malos” de la película, pero sin embargo las fuerzas occidentales asentadas en Áfriaca no han logrado controlar el terrorismo en el Sahel, tampoco lo han hecho en otras regiones del mundo. Entonces las actividades de los rusos cobran importancia para estos gobiernos que ven como sus pobladores mueren de a cientos a manos del terrorismo y el apoyo, entrenamiento sumado a la presencia estratégica del Wagner es una herramienta necesaria para combatir el poderío de la guerrilla terrorista que se ha hecho muy fuerte en el este africano.
El grupo paramilitar Wagner es posible que sea la solución a la crisis de seguridad de África Occidental. «Mil combatientes de Wagner son capaces de restablecer el orden y destruir a los terroristas», dijo Prigozhin en Telegram el 27 de julio, «evitando que dañen a la población civil».
Veremos cómo continúa esta historia a partir de la muerte de Yevgeny Prigozhin, líder y creador de Wagner, que incluso un día antes de su accidente aéreo se mostró en suelo africano, convocando a sumarse a su lucha anti terrorista. Lo cierto es que los ataques terroristas continúan jaqueando a los gobiernos africanos, poniéndolos a merced de adoptar cualquier medida que favorezca la defensa ante estos ataques, muchas veces el precio que se paga por ello es muy caro. Algunos gobiernos pagan con la pérdida de soberanía sobre sus propios pueblos, la expoliación de sus recursos y la injerencia directa o indirecta en la elección de los gobiernos.
*Beto Cremonte es docente, profesor de Comunicación Social y Periodismo, egresado de la UNLP, Licenciado en Comunicación Social, UNLP, estudiante avanzado en la Tecnicatura superior universitaria de Comunicación pública y política, FPyCS UNLP.