A la luz de los importantes acontecimientos internacionales y regionales, se hace necesaria una evaluación de la dinámica de la política exterior bajo el actual gobierno iraní para analizar las nuevas perspectivas del sistema mundial en evolución.
La creencia del mundo occidental en el «fin de la historia» contrasta con la realidad del despliegue del «principio de la historia» a escala global. El sistema internacional ya no se ciñe a un orden unipolar, pues los contornos de un mundo multipolar siguen sin estar claros.
Esta transición hacia nuevas organizaciones y reglas se produce predominantemente a través de medios no militares y enfrentamientos civiles que utilizan instrumentos blandos que sirven como talón de Aquiles que amenaza la hegemonía mundial.
A diferencia de la confrontación militar, que promueve la formación de coaliciones y consensos, la confrontación mediante instrumentos blandos como las sanciones promueve en cambio la división y la disipación en el sistema de hegemonía mundial.
Con este telón de fondo, los gobiernos de todo el mundo buscan influencia y protagonismo en el nuevo panorama internacional. El actual gobierno iraní se enfrenta a estos retos en un contexto de rápida aceleración del desarrollo mundial, por delante del ritmo visto en épocas anteriores.
El gobierno iraní ha logrado un hito importante al unirse con éxito a la Organización de Cooperación de Shanghái tras años de intensos esfuerzos. Junto a este logro, la agenda de política exterior de Irán incluye la cooperación con los países miembros de los BRICS para diversificar el acceso a los recursos y fondos internacionales con el fin de satisfacer las necesidades económicas, monetarias y financieras. Al convertirse en miembro de estos destacados acuerdos políticos, económicos y de seguridad, Irán ha demostrado una determinación inquebrantable de desempeñar un papel importante en la configuración de estructuras y mecanismos multilaterales.
La OCS está formada por Estados miembros que representan aproximadamente el 40% de la población mundial y el 20% del producto interior bruto mundial. El volumen comercial de estos países supera los 650.000 millones de dólares anuales. Un motivo clave de los esfuerzos de los países por unirse a la OCS es su deseo de resistirse a las políticas y acciones unilaterales, especialmente de Occidente, sobre todo de Estados Unidos.
Las sanciones unilaterales, con sus amplias ramificaciones mundiales y sus violaciones de los derechos humanos, han minado la confianza en los mecanismos financieros occidentales. Como consecuencia, países de todo el mundo han adoptado medidas preventivas y de represalia. En contra de las expectativas occidentales, la globalización ha iniciado un proceso de «autodestrucción», impulsando la coordinación racional de esfuerzos conjuntos y respuestas colectivas a los desafíos y amenazas regionales.
Irán, reconociendo la dinámica cambiante en la arena internacional, se ha unido estratégicamente a la OCS con una voluntad firme e inquebrantable, en línea con la visión de la organización de un «desarrollo progresivo e independiente». El movimiento se produce cuando el poder se desplaza gradualmente de Occidente a Oriente y América y Europa experimentan un declive en su capacidad para controlar los acontecimientos internacionales. Mientras tanto, China, Rusia, los miembros del BRICS y las influyentes potencias regionales asiáticas han aprovechado estas oportunidades y han asumido un papel más activo en los asuntos mundiales.
El gobierno iraní ha dado prioridad a la cooperación a largo plazo con China, lo que ha llevado a la aplicación con éxito de acuerdos estratégicos entre ambos países. Esta cooperación ha dado lugar a un notable aumento de las relaciones económicas bilaterales, lo que ha repercutido positivamente en el crecimiento del PIB y la balanza comercial de Irán. Además, el compromiso político con China se ha ampliado en diversos ámbitos, lo que ha permitido a Irán establecer una presencia significativa en la escena mundial. La cooperación en materia de defensa también ha florecido, como demuestran las maniobras militares conjuntas en las que participan Irán, Rusia y China y que ponen de relieve el compromiso de mantener la paz regional e internacional.
Las relaciones ruso-iraníes son cruciales para configurar los futuros acontecimientos internacionales, ya que existen vínculos institucionales y estratégicos entre ambos países. El conflicto entre Rusia y Ucrania, una crisis con implicaciones globales, es una preocupación constante, y buscamos una pronta resolución cuando Occidente ponga fin a su injerencia. Independientemente de este conflicto, Rusia tiene la capacidad de asumir un papel renovado en los próximos acontecimientos internacionales y en el orden mundial multipolar.
El gobierno iraní se ha centrado en profundizar su compromiso con Rusia, tratando de convertir la ruta de tránsito Norte-Sur en un punto importante de la agenda de los debates de política exterior. El comercio bilateral y las inversiones han crecido significativamente, contribuyendo a mejorar la cooperación internacional. La cooperación en materia de defensa también ha avanzado, reforzando las capacidades de defensa y disuasión de Irán. Rusia desempeña un papel clave en la energía nuclear con fines pacíficos, en particular en la construcción de centrales nucleares en Irán, reforzando aún más la cooperación en este ámbito.
A nivel regional, los acontecimientos han brindado una oportunidad para la interacción y la cooperación entre los países de la región. El gobierno iraní ha seguido una estrategia de buena vecindad para fortalecer las relaciones, promover la paz, contrarrestar el extremismo y la injerencia extranjera, y resistirse a la coerción, las demandas excesivas y las presiones indebidas. Irán ha pagado caro por su soberanía y ha hecho sacrificios, ejemplificados por el asesinato del general Qassem Suleimani, que desempeñó un papel central en la lucha contra el extremismo del grupo terrorista Daesh. Su asesinato por parte de las potencias hegemónicas y de EE.UU. sigue siendo un crimen imperdonable.
Tras años de laboriosas negociaciones, la República Islámica de Irán y el Reino de Arabia Saudí han llegado a un acuerdo. La participación de China en la finalización de los acuerdos bilaterales ha propiciado la reanudación de las relaciones políticas entre ambos países. Este movimiento estratégico sienta las bases para un mayor desarrollo regional, elevando el estatus político de los dos países en la región. Se espera que los efectos positivos de este acuerdo beneficien a ambos Estados, contribuyendo a la prosperidad, la paz y la estabilidad de la región.
El gobierno iraní en funciones era muy consciente de las amenazas que planteaba el régimen sionista de Israel y se enfrentó activamente a sus actividades terroristas, sus tácticas para crear tensión y sus políticas inhumanas, y las impidió. Se espera que, a medida que el orden mundial emergente vaya tomando forma, la capacidad del régimen sionista para perturbar el orden y la seguridad regionales disminuya considerablemente. El reconocimiento del Día de la Nakba por las Naciones Unidas como un acontecimiento significativo en la historia de la organización refleja la respuesta de la comunidad internacional a los crímenes cometidos por este régimen. «La Teoría de la Resistencia» se está convirtiendo en una estrategia eficaz para construir la estabilidad y la paz en la región, e Irán mantiene su compromiso de oponerse con toda seriedad a la acción militar propagada por el régimen sionista.
Irán ha adoptado un enfoque equilibrado, sin mirar únicamente a Oriente ni a Occidente, sino reforzando activamente sus relaciones con Oriente. Al mismo tiempo, Irán mantiene relaciones con Occidente, especialmente con Europa, sobre la base de principios, valores y normas internacionales. Recientemente, sin embargo, algunos países europeos han interrumpido las relaciones bilaterales, alegando supuestas violaciones de los derechos humanos y la implicación de Irán en el conflicto de Ucrania. Tales acciones son perjudiciales para sus propios intereses, ya que estos países tienen el potencial de desempeñar un papel constructivo en el nuevo orden mundial. El Gobierno de Irán busca el diálogo y el compromiso constructivo en pie de igualdad para resolver las diferencias y promover las relaciones mutuas. Sin embargo, Irán defiende resueltamente sus intereses nacionales y su seguridad frente a las amenazas de otros países.
Estados Unidos, que experimenta un declive de su influencia en la escena internacional, ha seguido una estrategia ambigua y desconcertante hacia Irán: una política dual de «contención y diplomacia».
Destacando las amenazas iraníes y la que representa la organización terrorista ISIL, neutralizada eficazmente por los esfuerzos de Irán, la política estadounidense de máxima presión y sanciones exhaustivas contradice el énfasis declarado en la diplomacia. En consecuencia, el comportamiento de Estados Unidos hacia Irán puede caracterizarse como hostil y de confrontación.
Sin embargo, Irán ha adoptado el enfoque opuesto a la postura antagonista de Estados Unidos, centrándose en crear resistencia económica mitigando el impacto de las sanciones. El país ha dado prioridad al mantenimiento y la ampliación de su programa nuclear pacífico. Irán aboga por los mecanismos diplomáticos para alcanzar los objetivos de política exterior, y considera la vuelta de Estados Unidos al Plan Integral de Acción Conjunta (JCPOA, por sus siglas en inglés) como una prueba para deshacer el daño que ha causado. Está claro que el comportamiento unilateral y hegemónico exhibido por Estados Unidos no será bien recibido en la trayectoria global emergente y el nuevo orden mundial. Un mayor declive del papel de Estados Unidos es un pronóstico plausible si no se corrige su comportamiento.
Irán está utilizando eficazmente sus diversas capacidades, especialmente los expatriados iraníes, para proteger los intereses nacionales y perseguir objetivos de política exterior. Este segmento de iraníes, compuesto por intelectuales y élites, desempeña un papel significativo. La República Islámica reconoce la importancia de servir a los expatriados iraníes, dando la bienvenida a su participación constructiva, interacción y cooperación en el desarrollo y progreso del país.
La República Islámica de Irán, guiada por las enseñanzas del difunto fundador de la República Islámica, el ayatolá Ruhollah Jomeini, así como del ayatolá Jamenei, ha trabajado activamente para proteger los intereses y la seguridad nacionales en un entorno internacional difícil. El aparato diplomático acoge con satisfacción la participación de las élites nacionales, buscando su aportación y sus perspicaces perspectivas para dar forma a los objetivos de la política exterior mediante el consenso. Se hace hincapié en que las disputas políticas internas deben mantenerse separadas de las cuestiones diplomáticas y de política exterior.
El Ministerio de Asuntos Exteriores organiza actualmente una reunión de embajadores y jefes de misiones extranjeras en la que se debatirán en profundidad los acontecimientos mundiales y sus implicaciones para la política exterior y la diplomacia. Se valorarán y tendrán en cuenta las opiniones y perspectivas de la élite política del país de diferentes ámbitos, lo que enriquecerá el debate sobre los esfuerzos diplomáticos.
Ali Bagheri Kani* Diplomático iraní y actual diputado político en el Ministerio de Asuntos Exteriores de Irán, desde septiembre de 2021.
Este artículo fue publicado originalmente en ipis.ir/geopolitika.ru/Traducción: Enric Ravello Barber
Foto de portada: Presidente Ebrahim Raissi en el Parlamento durante la sesión dedicada a la selección de su gabinete/Atta Kenare/AFP