La cumbre de la OTAN celebrada el 11 y 12 de julio en la ciudad de Vilna, Lituania por primera vez invitó a los cuatro países asiáticos ligados a Occidente: Australia, Nueva Zelanda, Corea del Sur y Japón. La idea de siempre tanto en esta organización como en el G7 es la de contener a China.
Las llamadas AP-4 son las llamadas democracias asiáticas, las naciones mencionadas más arriba, que los países occidentales llaman de manera informal para referirse a estos socios en materia de defensa, tecnología y seguridad.
Lo que comparten los AP-4 que es más relevante que las “democracias” que llevan adelante son las asociaciones militares, comerciales y de inteligencia (Aukus, Quad y Five Eyes) comandadas por Estados Unidos y de las que forman parte.
Otro de los elementos para ver por qué estos países son importantes para los miembros de la OTAN es el alineamiento con Occidente con respecto a la guerra en Ucrania, la visión sobre Rusia y las disputas con China. Cabe destacar que con el gigante asiático particularmente estos países en mayor o menor medida poseen acuerdos económicos mientras que con Washington las asociaciones son en materia de seguridad. Es por esto que es posible ver matices en las relaciones de Beijing con los AP-4 , a excepción de Japón que tiene un claro alineamiento occidental.
De hecho una de las noticias de la semana era que Tokio iba a tener su propia oficina de la OTAN, cosa que no se trató en Vilna y que aunque molestó un poco a su primer ministro, Fumio Kishida desde la OTAN dijeron que era una variable que “sigue sobre la mesa”. Así lo aseguró el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg y agregó además que “se considerará en el futuro”.
Que la OTAN consolide su relación con los AP-4 tiene como objetivo principal contener a China, si bien aún no son miembros oficiales del organismo es cierto que están negociando
un Programa de Asociación Individualizada (ITPP, por sus siglas en inglés) que consiste en 16 áreas de cooperación -entre ellas, seguridad marítima, ciberseguridad, amenazas híbridas, espacio, cambio climático y tecnologías emergentes y disruptivas- con tres objetivos estratégicos: fortalecer el diálogo, reforzar interoperabilidad y aumentar resiliencia, según informó Nikkei. Aunque sólo se oficializó la firma con Japón y con Corea del Sur, faltaría que suceda lo mismo con Australia y Nueva Zelanda.
Hasta ahí lo de China sólo era mencionado medio “por el borde”, aunque luego se enfatizó con el documento oficial del final de la cumbre en Vilna que hablaba de las operaciones cibernéticas de la República Popular de China y su retórica de confrontación y desinformación que supuestamente dañan la seguridad de la alianza y que además “un conjunto único o acumulativo de actividades cibernéticas maliciosas podría alcanzar el nivel de un ataque armado y podría llevar al Consejo del Atlántico Norte a invocar el Artículo 5 del Tratado de Washington. También mencionaron su arsenal nuclear y la posibilidad de acceder a la información confidencial china, entre otras cosas.
Por su parte, la respuesta de Beijing se dio en la conferencia de prensa habitual de Wang Wenbin, Portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores: “Esperamos que los Estados miembros pequeños y medianos de la OTAN sean más conscientes de la necesidad de mantener la autonomía estratégica con respecto a la ciberseguridad. Mientras tanto, hacemos un llamamiento a la OTAN, especialmente a los grandes países de la OTAN, para que acaten con seriedad el marco de la ONU sobre el comportamiento responsable de los Estados en el ciberespacio y trabajen con la comunidad internacional para defender de forma responsable la paz y la estabilidad en el ciberespacio”.
La alianza sino-rusa es un problema
Por supuesto que la cumbre de Lituania no se situó solamente en China, sino que sobre todo tocó el tema de Rusia y la guerra en Ucrania (para el análisis de PIA desde una lectura europea pueden leer acá). Lo que nos interesa destacar en esa parte, es que este contexto histórico ha significado una oportunidad para fortalecer la alianza sino-rusa.
En el concepto estratégico de 2022, la OTAN calificó la zona Asia-Pacífico de «importante para la OTAN, dado que los acontecimientos en esa región pueden afectar directamente la seguridad euroatlántica». Y también demostró preocupación en la cooperación creciente entre China y Rusia, que por supuesto que para Occidente es una amenaza para “el orden internacional basado en reglas» que proponen.
Esta semana, antes de la cumbre OTAN, el presidente chino, Xi Jinping se reunió con la Presidenta del Consejo de la Federación de Rusia Valentina Matvienko. El mandatario chino señaló que “con los esfuerzos conjuntos de ambas partes, las relaciones entre China y Rusia siempre han mantenido un impulso de desarrollo sano y estable, con el avance a pasos seguros de la cooperación en diversos campos y una base social y popular más sólida para la amistad de generación en generación entre los dos países”.
Por otro lado, enfatizó en la importancia de fortalecer la comunicación y la colaboración en mecanismos multilaterales como la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) y los países BRICS (Brasil, Rusia, la India, China y Sudáfrica) y liderar la reforma de la gobernanza global en la dirección correcta y salvaguardar bien los intereses comunes de los países de mercados emergentes y los países en desarrollo.
Para la OTAN Rusia es el enemigo táctico y China el enemigo estratégico. Estar en un mismo lugar para Occidente le sirve a Moscú y a Beijing construir su propia visión de mundo en los propios espacios que lideran. Por otro lado, la relación entre el gigante asiático y Estados Unidos es cada vez más difícil.
La interdependencia compleja de China y Estados Unidos
La semana pasada, la Secretaria del Tesoro estadounidense, Janet Yellen, realizó una gira durante cuatro días a China para apaciguar las tensiones entre ambos países. Por su parte, el gobierno chino le planteó cinco exigencias a Estados Unidos para que eso suceda.
Entre los pedidos estaban los aranceles adicionales, las sanciones a empresas, las restricciones a la inversión, los controles a la exportación y las prohibiciones de productos de Xinjiang impuestas por EE.UU. a China en los últimos años. Las autoridades chinas sostuvieron que EE.UU. debería tomar medidas concretas para responder a las preocupaciones de China.
“El desarrollo de China es una oportunidad, no un reto, para Estados Unidos. Es una ganancia, no un riesgo”, declaró el viceministro chino de Finanzas, Liao Min, en un comunicado el lunes 9. “Reforzar la cooperación entre China y Estados Unidos es la necesidad práctica y la elección correcta de los dos países”.
Yellen declaró en una conferencia de prensa que Washington escuchará las exigencias de China sobre las restricciones a las exportaciones de tecnología estadounidense relacionadas con la seguridad. Dijo que la administración Biden intentará evitar repercusiones innecesarias, pero no indicó posibles cambios.
Si bien es cierto que Estados Unidos se muestra en una postura ganadora, depende mucho de China. Ya que junto a Japón, son los mayores inversores extranjeros en deuda pública estadounidense ya que poseen unos 2 billones de dólares, más de una cuarta parte, de los 7,6 billones en bonos del Tesoro estadounidense en manos de países extranjeros. Desde la administración Trump, Beijing ha dejado de comprar bonos debido a las tensiones en las relaciones diplomáticas y este año Japón lo igualó en números.
Tanto China como Estados Unidos tienen intereses y visiones del mundo muy diversas, que en general suelen chocar. Las tensiones no pueden escalar más allá siempre y cuando ambos decidan que el mundo exista. Hasta ahora Washington ha mantenido una línea muy delgada para cruzar el límite chino y el gigante asiático no ha respondido, aunque eso no va a ser para siempre así.
Mientras tanto, Washington usa sus herramientas para marcar a sus adversarios mundiales. Tanto para Estados Unidos como para la OTAN Rusia es el enemigo táctico y China el enemigo estratégico. Estar en un mismo lugar para Occidente le sirve a Moscú y a Beijing construir su propia visión de mundo en los propios espacios que lideran. A la parte occidental no le sirve tanto tener alianzas fuertes en frente, porque esta vez no tienen todas las de ganar.
*Erika Gimenez es Licenciada en Comunicación, escribe en PIA Global y otros medios.
Con información de RT y Nikkei.
Foto de portada: Retirada de DW