Nuestra América

La Alianza del Pacífico y la crisis peruana

Por María Fe Celi Reyna*. –
En medio de la crisis de la relación bilateral entre México y Perú desde hace algunos meses por el desconocimiento del gobierno de Andrés Manuel López Obrador al régimen de facto de Dina Boluarte había quedado en el tintero un tema pendiente: la Presidencia ‘pro témpore’ de la Alianza del Pacífico (integrada por Chile, Colombia, México y Perú). El cargo cambia cada año y va en orden alfabético, así que le correspondía a Perú.

Cabe recordar que la crisis por la Presidencia de la Alianza empieza cuando Pedro Castillo era aún presidente constitucional de Perú. El parlamento peruano se negaba a darle cualquier autorización de salida fuera del país, por lo que López Obrador decidió cancelar la reunión de entrega de cargo hasta que el mandatario, hoy en prisión, pudiera ir a México. Sin embargo, antes fue destituido y encarcelado.

Meses después, con Boluarte al mando, Perú reclamó la presidencia. López Obrador dijo que no podía dársela a Lima porque su administración no reconocía a ese Gobierno dictatorial, pero se mostró dispuesto a entregársela a Colombia o Chile, para que ellos tomaran una decisión.

Como suele suceder con gobiernos ilegales, lo primero que les urge es el reconocimiento internacional. En Perú es especialmente importante por la dependencia del mercado internacional. Terminar aislado puede resultar fatal para la ya golpeada economía del país andino, así que la presidencia rotatoria era un respaldo necesario.

Debido a las tensiones con Bogotá, de donde Boluarte también retiró al embajador peruano, el único país que quedaba era Chile. Y Gabriel Boric no falló.

El mandatario chileno, siempre tan locuaz cuando se trata de Cuba o Venezuela, guardó silencio frente a Perú. Su intervención en la cumbre de la Celac para criticar a Boluarte por los asesinatos durante las protestas y la entrada de tanques a la Universidad Mayor de San Marcos, parecía indicar que también tomaría una posición crítica, pero solo hubo más silencio.

Finalmente, para destrabar el ‘impasse’ diplomático, el Gobierno chileno se ofreció a recibir la Presidencia ‘pro témpore’ de México y luego entregársela a Perú, hecho que casualmente sucedió (nótese el sarcasmo) cuando había una crisis de migrantes que buscaban salir de Chile, pero el Gobierno de Boluarte les cerró la frontera.

La Presidencia ‘pro témpore’ que estará por llegar a Perú se ha vendido como un gran triunfo nacional y una derrota al “injerencista” de López Obrador. Probablemente, solo haga el camino solitario de Perú un poco más largo.

Para esto es necesario entender un poco de historia y la composición de la Alianza. Fue creada en 2011 por iniciativa de un fanatizado, esta vez hacia la derecha, Alan García, ante el avance del ALBA y la Celac. Se creó por un fin político disfrazado con un discurso económico y tecnocrático. Fue una Alianza concebida para frenar la tan necesitada integración de la región, que, en ese momento, era promovida por mandatarios de izquierda.

Hoy en día, la Alianza se jacta de números espectaculares. Según su página web, hasta el 2019, el bloque representaba el 41 % del PIB y el 38 % de inversión directa de Latinoamérica y el Caribe. Los cuatro países concentran una población de 230 millones y cuentan con un PIB per cápita, en promedio, de 19.050 dólares estadounidenses. Lo que muchos parecen olvidar es que estos números son posibles, únicamente, porque México es parte de la Alianza. Sin este país, se vuelve totalmente intrascendente.

De continuar el gobierno de facto de Boluarte, va a ser interesante ver los malabares discursivos que tendrá que hacer para justificar que el presidente de la economía más importante de la Alianza no podrá asistir a la reunión porque no es bienvenido en Perú y, también, cómo invita al mandatario colombiano luego de haber retirado al embajador peruano en ese país. Podría terminar siendo una reunión bilateral entre Boric y Boluarte.

Más parece que López Obrador se ha sacado un peso de encima. México tiene problemas más serios que lidiar con su vecino del norte. Además, se viene año electoral y estará más metido en política interna. En Colombia, donde la derecha intenta aplicar el mismo guion que con Castillo, Petro estará más concentrado en evitar el ‘golpe blando’ que se ha puesto en marcha. En cuanto a Chile, sus ciudadanos irán a las urnas a votar entre la Constitución de Pinochet y una escrita por la extrema derecha. La Alianza no será prioridad de nadie.

Perú tendrá la Presidencia ‘pro témpore’, pero nada más. Ha aislado a México, Colombia, Bolivia, Argentina y Honduras, reaccionando histéricamente ante las críticas y denuncias por los abusos de derechos humanos por parte de las fuerzas policiales y militares peruanas, claramente registrados.

Brasil ha reconocido a Boluarte, pero se mantiene distante y Chile no parece muy proactivo en su relación con Perú. Así las cosas, a la presidenta de facto solo la sostiene el apoyo de EE.UU. Se puede afirmar que Perú nunca estuvo tan sólo.

Por ahora, Boluarte está, en la práctica, aislada, pero conforme pase el tiempo, tarde o temprano, se va a tener que lidiar con Perú. El próximo año, la nación andina organizará la reunión del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) y los países asiáticos se manejan con lógicas muy distintas. Mientras más se demore la despolitizada y dividida sociedad peruana en sacar a este gobierno, veremos a más gobiernos reconociéndolo, por muy incómodo que sea.

María Fe Celi Reyna* Es analista política peruana. Es candidata a doctora en Historia global por la Universidad de Shanghái. Reside en China desde 2018

Este artículo fue tomado del portal Cronicón

Foto de portada: Cronicón

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