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Se profundiza el compromiso económico sino-saudí

Por Yun Sun*- El compromiso de China ha reforzado su credibilidad en la región como socio económico y actor diplomático.

Si se necesitaran pruebas de la rapidez con que crecen los lazos económicos entre China y Arabia Saudita, basta con observar dos acontecimientos que tuvieron lugar el mes pasado.

El primero fue la Conferencia Empresarial China-Árabe celebrada en Riad. Durante el encuentro se alcanzaron más de 30 acuerdos por valor de al menos 10.000 millones de dólares.

El segundo fue el Foro Económico Mundial celebrado la semana pasada en la ciudad china de Tianjin, conocido como el «Davos de verano». El nivel de importancia que Arabia Saudí concedió al evento se reflejó en el número sin precedentes de personalidades de alto nivel que asistieron.

El reino envió una delegación de 24 funcionarios, entre ellos el ministro de Economía y Planificación y el ministro de Comunicaciones y Tecnologías de la Información. Aunque no se anunciaron grandes acuerdos, estaba claro que ambos países querían aprovechar el evento para explorar una profunda cooperación económica.

Durante décadas, los lazos económicos entre China y Arabia Saudita se centraron en las exportaciones de crudo del reino. Sin embargo, en los últimos años, la relación se ha diversificado rápidamente, reflejando el deseo de ambos países de avanzar en las relaciones económicas más allá del enfoque tradicional en los recursos energéticos.

Para China, el enfoque ha pasado de ser puramente transaccional a ser mucho más polifacético e interrelacionado con el futuro económico y político de Arabia Saudí y otros países de la región.

Compromiso constante

La implicación china es la garantía más convincente para las potencias regionales del compromiso de Beijing de participar y permanecer en la región. Esto contrasta fuertemente con la percepción de falta de compromiso por parte de Estados Unidos y representa un enorme desafío para los esfuerzos de Washington por mantener su influencia en Oriente Medio.

Los lazos económicos entre Beijing y Riad ya eran fuertes. Arabia Saudita ha sido durante años el mayor exportador de crudo a China. El reino también ha sido el mayor socio comercial de Beijing en Oriente Medio durante más de dos décadas. En comparación, China es el mayor socio comercial de Arabia Saudí desde 2013.

El hito más claro de que la relación estaba evolucionando hacia algo más profundo se produjo durante la visita del presidente Xi Jinping a Arabia Saudita el pasado diciembre. Los dos gobiernos identificaron un amplio espectro de cooperación futura, que incluía la energía, el automóvil, las cadenas de suministro, las comunicaciones, el transporte, la minería y el sector financiero.

Beijing y Riad se han esforzado por encontrar coincidencias entre la iniciativa china «Belt and Road» y el programa de reformas «Vision 2030» de Arabia Saudita, lo que ha llevado a la cooperación en nuevos recursos energéticos, como la energía solar, eólica e hidroeléctrica, y en economía digital, como una red de telecomunicaciones de quinta generación (5G).

Estas áreas de cooperación volvieron a ponerse de manifiesto durante la Conferencia Empresarial China-Árabe celebrada el mes pasado. Un acuerdo de 5.600 millones de dólares firmado entre el Ministerio de Inversiones saudí y el fabricante de automóviles chino Human Horizon se centrará en el desarrollo y la fabricación de vehículos eléctricos.

Asimismo, un acuerdo de 500 millones de dólares entre Saudi ASK Group y China National Geological & Mining Corporation permitirá a la empresa china desarrollar minas de cobre en el reino.

Otro campo de futura cooperación es el turismo, al que se ha denominado el «nuevo petróleo» de Arabia Saudí. Desde que suavizó las restricciones para los visitantes, el reino considera el turismo un área clave para el crecimiento económico y ha prometido invertir más de 800 millones de dólares en su desarrollo. Durante la Conferencia Empresarial China-Árabe se firmaron 26 acuerdos entre Arabia Saudí y agencias de viajes chinas.

Amplia gama de intereses comerciales

El alcance y la escala de los acuerdos apuntan a una evolución de la relación meramente transaccional de China con los países de Oriente Medio.

Anteriormente, lo que China quería de la región -recursos energéticos- podía adquirirse mediante intercambios comerciales, sin necesidad de inversiones estratégicas a largo plazo. La naturaleza transaccional de las relaciones significaba que China podía mantener buenas relaciones con campos y actores de la región a menudo opuestos. Puede que este enfoque diera flexibilidad a Beijing, pero fue criticado por carecer de compromiso estratégico o visión a largo plazo.

En la última década, la estrategia china se ha vuelto más consciente e intencionada. La diversificación de los lazos económicos con Arabia Saudita es un ejemplo de ello.

Beijing ya no se conforma con ser el principal cliente del crudo de la región. En lugar de ello, quiere maximizar el potencial de la región como mercado para los productos, la mano de obra y las tecnologías chinas, e integrarse en el futuro económico de los países de la región mediante la inversión y la colaboración a largo plazo.

En lugar de ser puramente transaccional, China está desarrollando una estrategia regional que combina visiones compartidas sobre la gobernanza nacional y un futuro económico conectado.

Este compromiso ha impulsado eficazmente la credibilidad de China en la región como socio económico y como actor diplomático. Esto contrasta fuertemente con el constante cuestionamiento sobre si Estados Unidos está plenamente comprometido con la región y con el cambio de enfoque geopolítico de Washington.

La implicación económica de Beijing, sus inversiones constantes y sus relaciones bilaterales son quizá los instrumentos más eficaces en su competencia con Estados Unidos por la influencia en la región.

El reto para Washington es tremendo. Con una estrategia consciente de Beijing para profundizar los lazos con Oriente Medio, será aún más difícil para Estados Unidos hacer malabarismos entre sus distintas prioridades geopolíticas, que incluyen Ucrania, la región Indo-Pacífica y China.

Beijing no necesita alcanzar el máximo dentro de sus posibilidades. Sólo necesita demostrar que está haciendo más y mejor que Estados Unidos para ganarse los corazones y las mentes de los líderes de la región.

La profundización del compromiso estratégico de China también ofrece a los países de Oriente Medio más margen de maniobra y más poder de negociación con Estados Unidos. La disponibilidad de opciones y alternativas es siempre un poderoso recordatorio para Washington de que la región no tiene por qué seguir los principios y directrices estadounidenses.

Mientras tanto, Arabia Saudita seguirá profundizando y diversificando sus lazos económicos con Beijing.

*Yun Sun es director del programa sobre China y codirector del programa sobre Asia Oriental en el Centro Stimson de Washington.

Artículo publicado originalmente en Syndication Bureau.

Foto de portada: AFP

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