África Subsahariana Análisis del equipo de PIA Global

Somalilandia y su crisis permanente

Escrito Por Beto Cremonte

Por Beto Cremonte*-
El conflicto armado y la suspensión de las elecciones aumentan el nivel de crisis y malestar en este país del Cuerno.

Somalilandia no encuentra una paz posible al menos en el corto tiempo. Las elecciones presidenciales permanecen suspendidas y aún sin una fecha certera para que se lleven a cabo, y el proceso de una “normal” democracia está retrasado durante meses. A esto hay que sumarle el hecho de que los enfrentamientos armados entre las fuerzas de seguridad y las milicias de los clanes recrudece día a día.

Así la estabilidad de Somalilandia está en ruinas y cada vez más en riesgo la idea de que el país se transforme en un Estado posible.

La violencia estalló en la región separatista del norte de Somalia unas semanas después de que se pospusieran las elecciones a fines del año pasado. El presidente Muse Bihi Abdi, en el poder desde noviembre de 2017, ha sido acusado de dejar de lado a algunos clanes que, a su vez, exigieron la separación y la administración directa de Mogadiscio. Estos hechos son claramente la punta de lanza de una crisis que solo parece recrudecer a medida que pase el tiempo y que las soluciones no aparecen.

Somalilandia, es una región separatista situada al norte de Somalia que busca aún sigue buscando el reconocimiento internacional de su independencia. Este último tiempo se ha visto sacudida por un conflicto armado que agravó una situación que ya se había tornado insostenible en el Cuerno. En el peor de estos enfrentamientos en febrero de 2023, casi 100 personas murieron en dos semanas. Este conflicto está intrínsecamente centrado en la ciudad norteña de Laas Caanood. Aquí, el 26 de diciembre de 2022, una protesta por el asesinato a tiros de un joven actor político popular provocó 20 muertes a manos de las fuerzas de seguridad de Somalilandia. Las protestas pronto se transformaron en un levantamiento popular de miembros del clan Dhulbahante para reincorporarse a Somalia. Se produjeron enfrentamientos mortales entre las milicias de los clanes y las fuerzas gubernamentales.

En contraste con el sur de Somalia, Somalilandia ha disfrutado de una paz relativa desde finales de la década de 1990. Fue entonces cuando las disputas dentro del clan más grande de Somalilandia, los Isaaq, terminaron en un acuerdo de paz , negociado por algunos clanes que no eran Isaaq. El conflicto armado anterior dentro del Isaaq se basó en quién debía controlar la economía política, que en ese momento era débil.

Pero ahora todo el gobierno del sistema estatal de Somalilandia, que se ha ganado la admiración pero no el reconocimiento internacional, está en peligro. Las elecciones presidenciales programadas para noviembre del año pasado fueron pospuestas en medio de disputas y no se ha fijado una nueva fecha.

Las raíces del conflicto armado político son más profundas que una supuesta enemistad entre los que apoyan la reunión con el sur de Somalia y lo que no lo hacen. Incluyen agravios económicos y políticos acumulados de varios clanes en la periferia y el control autoritario del poder por parte del presidente Muse Bihi Abdi, que contrasta con el enfoque conciliador de su predecesor. El presidente permanece en el poder más allá de su mandato constitucional, con una autoridad extendida concedida de manera contenciosa por el consejo de jefes de clanes tradicionales.

Los clanes son instrumentos importantes en la política local en el mundo somalí. Ayudan a los actores políticos que buscan el poder para ganarlo o mantenerlo.

Desde las últimas elecciones a fines de 2017, los “clanes periféricos” de Somalilandia (conocidos como Darafyada) han señalado regularmente la falta de un poder compartido adecuado por parte de las élites políticas del sub clan Sacad Muuse dominante con sede en Hargeisa. El presidente Bihi proviene de este clan. Los cargos ministeriales y los directorios superiores revelan un dominio de Sacad Muuse.

Históricamente, los Sacad Muuse eran comerciantes. Hoy en día, dominan no solo el comercio y la economía, sino también la política en Somalilandia. Controlan el poder y los recursos del Estado unilateralmente. Además de Muse Bihi, el sub clan tiene cuatro ministros y viceministros, así como el jefe de las fuerzas armadas y el procurador general. Lo más significativo es que también controlan el comercio fronterizo alrededor de Wajaale, el centro económico más importante de Somalilandia.

El ardiente deseo de los gobernantes de Somalilandia es afirmar las fronteras del territorio que marcan el noreste de Somalia, una frontera creada por las autoridades coloniales británicas e italianas a fines del siglo XIX. El conflicto actual, con el riesgo de perder territorio, es por lo tanto una amenaza para el futuro político de Somalilandia. Si Laas Caanood se pone del lado de las milicias del clan Dhulbahante, el caso de las autoridades de Somalilandia para el reconocimiento internacional se debilitará aún más.

Por esta razón, Muuse Bihi y su círculo íntimo buscan una victoria militar para recuperar Laas Caanood.

El reconocimiento internacional no se concedió a Somalilandia porque la mayor parte de la comunidad internacional tiende a preservar la integridad territorial de la República Federal de Somalia, tal y como estipulan las sucesivas resoluciones de la ONU sobre Somalia.

Durante muchos años, la imagen de Somalilandia ante todo el mundo fue de paz. Esto a pesar de que se suprimieron activistas e intelectuales por la democracia y la representación plural, así como voces críticas en los medios. Mientras hubo paz, quedó un rayo de esperanza de que el sueño de un Estado se hiciera realidad. El conflicto de Laas Caanood habría extinguido cualquier esperanza restante de esto.

Sin un final a la vista para el conflicto, el principal perdedor será el presidente Bihi, quien llevó a Somalilandia, una vez relativamente pacífica, al borde del precipicio. En gran parte porque ha agotado sus opciones para poner fin a la guerra a través de la violencia, debe tratar de resolver la crisis de manera pacífica. Para salvar a Somalilandia de la fragmentación, debe involucrar a los jefes del clan Laas Caanood para que aborden las quejas expresadas con violencia por la población. Pero, desafortunadamente, las perspectivas de que esto suceda en esta etapa son casi nulas.

La Unión Africana no lo reconoce para no alentar el separatismo en otros países

La posición de Occidente es priorizar el diálogo, un dialogo bajo las pautas y principio siempre impuestas por estos sectores de poder. Este momento podría haber llegado a finales de marzo de 2020, junto con la mejoría sociopolítica de Somalia, que llevó al país a  celebrar las elecciones en el 2021 y abrió por primera vez la posibilidad de que el país del cuerno africano reciba ayudas del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. La oportunidad de beneficio común se vio como una palanca de negociación. Con la facilitación de Estados Unidos y la Unión Europea, los presidentes de Somalia y Somalilandia se reunieron durante cuatro días en Yibuti y, aunque las posiciones están todavía alejadas, acordaron nuevos encuentros entre comités técnicos de varios campos. De forma oficiosa para no herir sensibilidades, los socios internacionales defienden que todavía hay opciones de acuerdos asimétricos, en forma de federación o confederación, sin romper la autoridad territorial de Somalia y respetando la singularidad de Somalilandia.

El fracaso de las otras dos alteraciones significativas de mapa africano desde la ola de independencias de mediados de siglo pasado, decimos, la escisión de Eritrea de Etiopía en 1993 y la independencia de Sudán del Sur en el 2011, no han jugado a favor de los intereses de Somalilandia.

Los somalilandeses argumentan que su proceso de independencia no significa una reinvención de fronteras sino un divorcio: ya que desde el origen colonial fueron países distintos. Mientras el norte de Somalia fue un protectorado británico, el sur era territorio italiano. Es más, al llegar la independencia en 1960, el primero existió como país reconocido internacionalmente durante cinco días hasta que decidió unirse al sur y crear una Somalia unida. También hay que recuperar la historia para entender por qué Somalilandia es un país próspero y Somalia lleva tres décadas en el pozo. Además de que en el norte es muy mayoritario el clan Isaaq, el poco caso de Londres a su colonia somalí permitió que se mantuvieran los pilares tradicionales del sistema social somalí, donde los ancianos de los clanes tenían un papel clave. Mientras que en la Somalia italiana su autoridad se vio menoscabada por una administración extranjera que se disolvió cuando estalló la guerra, en Somalilandia el fervor independentista contra Mogadiscio unió las filas y el Guurti, un consejo de sabios que todavía ejerce influencia en el gobierno a modo de Cámara de Lores, sirvió de pegamento social y evitó el descontrol.

El puerto en la puerta y el petróleo como salida a la crisis

Aunque su economía es poco sustentable, basada principalmente en el comercio de camellos y dromedarios, Somalilandia tiene buenas cartas para hacer amistades. Su posición privilegiada frente al golfo de Adén y el estrecho de Mandeb, donde pasa buena parte del comercio marítimo mundial, ha llevado a Dubái a realizar una inversión de 400 millones de euros para gestionar y renovar el puerto de Berbera. Etiopía, en expansión económica desde hace una década, también ve con buenos ojos un nuevo socio con el que abrir un corredor hacia el mar. La importancia geoestratégica de la región se puede observar en la vecina Yibuti, que ya alberga bases militares de China, Francia, Italia, Japón y Estados Unidos. El ejecutivo de Hargeisa ha tomado nota: en el 2017 firmó un acuerdo para que Emiratos Árabes Unidos construya una base militar en su territorio.

A esto hay que sumarle el hallazgo de petróleo en territorio somalilense que se anunció a principio de este año. Este acontecimiento podría sumar un nuevo conflicto (al conflicto) o una solución, aún es algo que ningún analista se animaría a afirmar. El hecho es que ese petróleo podría mejorar la vida de los pobladores de Somalilandia.

En 2020, la compañía noruega de estudios sísmicos, TGS, estimó que la cuenca somalí en su conjunto probablemente tenga reservas en alta mar de alrededor de 30 mil millones de barriles, con reservas adicionales en tierra, aunque las estimaciones en tierra son considerablemente menos consistentes. Las evaluaciones generalmente incluyen a Somalilandia y colocarían las reservas de Somalia en aproximadamente el mismo nivel que Kazajstán, lo que daría al área la reserva más grande 18 o 19 a nivel mundial, según la evaluación de 2016.

Las condiciones geológicas parecen respaldar la opinión de que es probable que haya yacimientos comercialmente viables en la región. Si resultan cercanos a las estimaciones sigue siendo desconocido en esta etapa.

También hay evidencia de reservas en alta mar (submarinas) en la región, así como en tierra (bajo tierra) en la región somalí de la vecina Etiopía. En la frontera con Somalia y ubicado junto al estado regional de Oromia, el estado regional somalí (también Ogaden) es la segunda región federal más grande de Etiopía.

El último hallazgo fue el resultado de una liberación accidental de petróleo durante la perforación en busca de agua en lugar de una exploración deliberada. Esto puede ser evidencia de una reserva importante y de fácil acceso, pero filtraciones y huelgas como esta han ocurrido en el pasado en Somalilandia. Se necesitará un estudio geosísmico más extenso antes de que se confirme la extensión total de la reserva.

Es probable que el área del último hallazgo, alrededor de Salaxley, resulte menos volátil. A diferencia del valle de Nugaal, Salaxley no ha estado sujeto habitualmente a las mismas disputas políticas y entre clanes. Pero aún será necesario que haya una negociación significativa sobre el reparto de los ingresos de la exploración. El gobierno estará dispuesto a garantizar que la ganancia inesperada beneficie a quienes están en el poder. Los grupos de clanes locales estarán ansiosos por garantizar que haya un claro beneficio para sus comunidades. Otros clanes también querrán opinar sobre cómo el aumento de la riqueza beneficia a Somalilandia en su conjunto.

Dependiendo de cómo concluyan las negociaciones, existe la posibilidad de que este proceso basado en clanes mitigue el efecto de la «maldición de los recursos». En otras palabras, el sistema de negociación entre grupos que sustenta a la sociedad somalí podría brindar cierta protección contra el estrecho impacto económico de la riqueza petrolera que se ha dejado sentir en otros lugares. Sin embargo, eso no es seguro y el proceso de negociación en sí mismo tiene el potencial de alimentar la violencia, tal como preocupó la ONU en 2014.

De cualquier manera, la economía de Somalilandia sigue siendo pequeña. Cualquier afluencia de nueva riqueza significativa, incluso en una escala bastante modesta, creará nuevas tensiones sociales, económicas y, por lo tanto, políticas.

Así las cosas el futuro de Somalilandia sigue sujetado a cuestiones ajenas a su estabilidad política y social. La economía, la sequía, el petróleo, las guerras internas y los conflictos con los vecinos próximos son una constante que a todas luces solo pueden ser resueltas por los somalilenses, más allá del reconocimiento internacional.

*Beto Cremonte es docente, profesor de Comunicación Social y Periodismo, egresado de la UNLP, Licenciado en Comunicación Social, UNLP, estudiante avanzado en la Tecnicatura superior universitaria de Comunicación pública y política, FPyCS UNLP.

Foto de Portada: manifestación Somalilense

Acerca del autor

Beto Cremonte

Docente, profesor de Comunicación social y periodismo, egresado de la Unlp, Licenciado en Comunicación social, Unlp, estudiante avanzado en la Tecnicatura superior universitaria de Comunicación pública y política. FPyCS Unlp