A diez años de su partida, los seis objetivos estratégicos que expuso en la última campaña popular que lideró en 2012, tienen plena vigencia, y constituyen un mandato político y moral, para todo aquel que se proponga la transformación radical de nuestra sociedad, comprendiendo que nuestro proceso revolucionario es un eslabón de la lucha de toda la humanidad, por superar la opresión política y la explotación que impone el sistema capitalista.
Chávez nos enseñó a verle la cara a la realidad tal cual es, de frente, sin ambigüedades, sin andar creyendo en “pajaritos preñaos”, sabiendo que, en definitiva, será con nuestros propios esfuerzos como vamos a vencer los desafíos que tenemos por delante. Esta verdad se confirmó en la práctica, sobre todo, cuando enfrentamos y derrotamos el plan que el imperialismo puso en marcha para destruir nuestra República.
Chávez rescató la obra imperecedera de Simón Bolívar, de Robinson, de Miranda, de Sucre, de Zamora, y como extraordinario estratega, supo medir en cada caso la real correlación de fuerzas entre el enemigo y nosotros. Veía lejos, tenía un amplio horizonte analítico, y al mismo tiempo, preparaba los combates, afinaba la táctica en cada Aló Presidente, disponía la organización de las fuerzas antes de las batallas, reconocía los errores, y nunca perdía de vista al enemigo principal.
Chávez luchó por la unidad latinoamericana y caribeña y por un mundo multipolar, sintetizó la unión cívico-militar, creó las misiones para saldar la deuda social, y planteó pulverizar al Estado para reconstruirlo con base en nuevas relaciones sociales en las que prevalezca la solidaridad.
Chávez está en el corazón del pueblo, que tanto lo ama, Chávez es presente y es futuro.
Roy Daza* Diputado a la Asamblea Nacional por el Partido Socialista Unido de Venezuela.
Este artículo fue publicado originalmente en la Revista Pueblo en Armas
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