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Alemania: Lützerath, en los límites del carbón

Por Ruete* y Schüpf** –
La cuenca minera renana es la mayor emisora de CO2 de Europa pero, ante la guerra en Ucrania, Alemania impulsó su actividad en nombre de la seguridad energética ¿Cómo fue el proceso de resistencia y cuáles son las verdaderas posibilidades de una salida hacia las energías renovables?

El 14 de enero en el pueblo desalojado de Lützerath, ubicado en Renania del Norte, Alemania, una manifestación multitudinaria que incluyó a la activista Greta Thunberg reavivó el espíritu de lucha del movimiento por el clima. Diferentes organizaciones expresaron su frustración ante el nuevo avance de la minería del lignito, señalada como la fuente de energía más perjudicial para el clima.

El pueblo de Lützerath ha sido engullido por la mina de carbón «Garzweiler», propiedad del controvertido gigante energético alemán RWE. Aunque el desalojo de activistas climáticos a mediados de enero se produjo más rápido y con más violencia de lo esperado, fue notable la voluntad de lxs manifestantes de romper las cadenas policiales para proteger los últimos restos del pueblo asediado. En Alemania ya se reasentaron más de 300 poblados para extraer lignito y Lützerath fue uno de los últimos. 

Sólo después de una agotadora lucha judicial, el último agricultor de «Lützi» renunció finalmente a su desobediencia al igual que habían hecho todxs sus vecinxs: aceptó un acuerdo de reubicación e indemnización con la empresa energética. Durante el último tramo de su litigio, se organizó en el pueblo un campamento de activistas climáticos que unieron esfuerzos para evitar el reasentamiento del granjero. Al amor por su lugar y su trabajo, se le sumaban las manifestaciones contra la minería de carbón para evitar el cambio climático. Luego de su reubicación, miles de personas se reunieron en Lützerath para defender lo que quedaba del pueblo contra la destrucción causada ese tipo de minería. Lxs activistas llegaron de toda Alemania y Europa decididxs a no ceder ni un ápice contra las empresas de combustibles fósiles y las débiles políticas climáticas del estado. 

Sin embargo, Lützerath no fue sólo un lugar de resistencia contra la minería y el cambio climático. A lo largo de dos años, el pueblo se convirtió en el experimento de una utopía. Lxs activistas organizaron estructuras democráticas y de autogobierno dentro del campamento. Esto incluyó una oficina de prensa, una gran cocina de comida vegana, donaciones organizadas de materiales y suministros, talleres y mucho más. 

Foto: Dennis Schüpf
DENNIS SCHÜPF
Excavadoras voraces

Detrás de la protesta climática en las puertas de Lützerath, yace una historia de cien años de despojo y desplazamiento en las zonas mineras de carbón. Aquí las excavadoras vuelven una y otra vez a abrirse paso por los paisajes alemanes. En el último siglo, más de 100.000 personas han sido reubicadas.

El controversial acuerdo entre la empresa, el ministro federal de Economía, Robert Habeck, y la ministra de Economía del estado federado de Renania del Norte-Westfalia, Mona Neubaur, ambos del partido «Die Grüne» (Los Verdes), se cerró en octubre de 2022. El telón de fondo fue la crisis energética debida a la guerra de Rusia en Ucrania. El acuerdo prorroga el uso durante 15 meses de dos unidades de carbón que debían cerrar a finales de 2022, y estipula una salida más rápida del carbón como fuente de producción de energía. De este modo, la generación de electricidad con lignito en la cuenca minera renana deberá terminar en 2030 en lugar de 2038. 

A lo largo del conflicto prevaleció la incertidumbre sobre si el carbón de Lützerath era realmente necesario y, a pesar de la presión social, el Gobierno no hizo ningún esfuerzo por reevaluar la situación. El acuerdo carece de claridad en cuanto a la seguridad energética, pero también es cuestionable la finalización anticipada del uso de carbón por parte de RWE ya que es incierto si realmente ahorrará emisiones de gases de efecto invernadero. Hay estudios que revelan que el carbón dejará de ser rentable después de 2030 debido al aumento de los precios y de los impuestos sobre estos gases. Y el Instituto Alemán de Investigación Económica (DIW) declaró que la excavación de más pueblos debido a las reservas de lignito subyacentes no será necesaria para las demandas de energía.

De un modo u otro, las tierras de Lützerath pertenecen legalmente al gigante energético RWE, que demandó a las fuerzas públicas desalojar el lugar. Siguiendo su misma línea de argumentación los políticos alemanes aludieron al hecho de que el gobierno debe atenerse a sus principios, es decir al Estado de Derecho, y colaboraron con el desalojo de lxs activistas enviando policías de distintos Estados federados.

Foto: Dennis Schüpf
DENNIS SCHÜPF
Permanecer como sea

Del lado de las organizaciones sociales, los argumentos apuntan con insistencia a la obligación de Alemania de comprometerse con el objetivo de 1.5 C° acordado en la Conferencia de las Naciones Unidas por el cambio climático en París, en 2015. En este caso, se argumenta que quemar las 280 millones de toneladas de carbón que yacen bajo Lützerath llevaría a incumplir este objetivo. En Alemania, el movimiento climático Fridays for Future y la organización Greenpeace están particularmente abocados a luchar contra las causas del cambio climático, aunque el discurso político reduzca el fenómeno a la emisión de CO2. Sin embargo, estas no fueron las únicas motivaciones para la organización de la resistencia en Lützerath. Curiosamente, es un caso que deja aflorar la diversidad de perspectivas. Y aún bajo distintas motivaciones se reunieron, bajo un mismo denominador común, no sin antes limar asperezas. 

Por un lado, se ha formado una resistencia local bajo movimientos como «Alle Dörfer bleiben!» (ADB, Todos los pueblos permanecen), que buscan evitar el desalojo de los pueblos amenazados por las minas de carbón en Alemania. Por otro lado, Greenpeace y Fridays for Future unieron sus fuerzas para una movilización a escala nacional en defensa de la protección del clima. Mientras que la mayoría de los manifestantes se relaciona con la mencionada obligación de cumplir con los compromisos asumidos frente al cambio climático, la lucha de residentes locales como los agricultores está estrechamente vinculada al traslado lejos de su querido lugar de origen. Además, la iglesia cristiana organizó la campaña «Kirche(n) im Dorf lassen! («¡Mantengan las iglesias en el pueblo!») como lucha por la protección del clima. Defendiendo la preservación de la creación de Dios, la organización cristiana participa en el movimiento por la justicia climática y se opone a la destrucción causada por la minería del carbón que genera múltiples catástrofes globales. Incluso se celebraron servicios clericales especiales al aire libre frente a la mina a cielo abierto de Garzweiler.

A pesar de sus diferencias, los residentes locales y los activistas climáticos procedentes de estas diversas organizaciones de la sociedad civil descubrieron un terreno fértil para la resistencia con un objetivo común. Para agilizar su acción y movilizar recursos, fue necesario construir coaliciones. Mientras que la ADB, formada por ciudadanos, aldeanos y activistas climáticos, funcionaba como mediadora entre las distintas organizaciones, la MAWA («Mahnwache Lützerath») ofrecía su apoyo involucrándose en las cuestiones jurídicas.

En cierto modo, los movimientos sociales en torno a Lützerath demostraron cómo salvar las distancias en una resistencia colectiva contra la destrucción capitalista del pueblo y las zonas circundantes. Estos movimientos culminaron en una fuerte visibilidad pública el 14 de enero, cuando cerca de 35.000 manifestantes se unieron a la movilización masiva.

Foto: Dennis Schüpf
DENNIS SCHÜPF
Mi solución, tu problema

«Energiewende» («transición energética» en alemán) es la estrategia energética y climática a largo plazo de Alemania para pasar de la energía fósil y nuclear a las energías renovables. Para 2030 el país debe reducir un 65% las emisiones de CO2 respecto de 1990 y, para 2045, esperan ser carbono-neutrales. Sin embargo, los beneficios de la transición energética no sólo se miden en reducción de CO2 y protección del clima. El Gobierno busca al mismo tiempo disminuir su dependencia de las importaciones energéticas y posicionar al país como líder mundial en tecnologías nuevas, innovadoras y «amigables con el ambiente». Dentro de las medidas adoptadas y anunciadas la energía eólica y solar, así como el hidrógeno, figuran como cuestiones clave para alcanzar estos objetivos. Irónicamente, RWE es un actor importante en esta transición. En colaboración con empresas como Shell, BASF y OGE, participan en más de 30 proyectos de lo que denominan la era del hidrógeno.  

La transición energética no se limita a la producción de energía eléctrica sino que incluye tecnologías subsidiarias como nuevas infraestructuras para su distribución, baterías para el almacenamiento y tecnologías digitales. Alemania prevé contar con 15 millones de autos eléctricos en 2030. De este modo, aumentará la demanda de materias primas críticas como el litio, para las baterías. Recientemente, el canciller alemán ha visitado Argentina, Chile y Brasil con el cambio climático entre sus principales prioridades. El litio se plantea como una necesidad real para la transición energética, pero en el camino de la descarbonización surgen varias controversias en torno a los nuevos extractivismos que se generan en nombre de la protección climática.

Cuando se les pregunta por estas cuestiones, desde el Ministerio de Asuntos Exteriores alemán responden que ninguna explotación minera (ni ningún proyecto relacionado con la producción de energías limpias) debe realizarse sin justicia social y ambiental y que serán acompañados por salvaguardas sociales para garantizarlo. Oficialmente, no promueven la extracción de materias primas sin los procedimientos necesarios para garantizar los derechos de la población que puede verse afectada y proteger los ecosistemas que pueden degradarse. Entonces, cabe preguntarse si estos procedimientos establecidos son  realmente suficientes para impedir nuevos desplazamientos de población, despojos y destrucciones en Latinoamérica. El problema no es sencillo de resolver ya que, por ejemplo Argentina debido a la crisis actual, busca fervientemente posicionarse en el mapa global como sitio estratégico de reservas de litio. A veces esa urgencia pone en riesgo los tiempos necesarios para cumplir, entre otras cosas, con el consentimiento libre e informado de la población local y con los estudios y medidas pertinentes para proteger a los humedales altoandinos, donde se encuentran los yacimientos de litio. 

A pesar de que la política de transición energética alemana apunta a reducir emisiones de gases de efecto invernadero que causan desastres ambientales y sociales, se genera un desplazamiento geográfico (generalmente hacia países del sur global) de los problemas. Si vinculamos el caso de Lützerath con la transición energética propuesta por Alemania, se puede ver cómo en el escenario climático mundial actual un extractivismo es reemplazado por otro. La minería que se impida en este país para la eliminación del carbón como fuente de energía será sustituida por una minería en otras regiones para cumplir con su transición energética. Estas nuevas conexiones globales (atmosféricas, comerciales, políticas) necesitan renovados debates democráticos que incluyan todos los riesgos de las alternativas.

*Regina Ruete, investigadora en cambio climático.
**Dennis Schüpf, investigador en «Gobernanza Ambiental y Transformación a la Sostenibilidad».

Artículo publicado orignalmente en Revista Crisis.

Foto de portada: DENNIS SCHÜPF.

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