Bien es sabido por todos que Japón fue una potencia beligerante durante toda su historia hasta 1945, donde cayó su imperio en el continente. Y también es por todos sabido que Corea era una colonia de Japón. Una cuestión silenciada por el tiempo es lo que ocurrió y ocurre con esos coreanos que se quedaron en el archipiélago nipón.
Durante la ocupación japonesa de Corea hubo coreanos que se fueron a trabajar a Japón. Allí se les dio el nombre de “zainichi”, que significa “residente temporal”. Los coreanos no tenían legalmente derecho a la residencia permanente y menos a la nacionalidad japonesa. Estaba preparándose, por aquel entonces, el “Apartheid silencioso”. Y es que los coreanos iban solo para estudiar legalmente. Para trabajar tenían que buscarse la vida con otros coreanos, para después ser repudiados por los propios japoneses yamato (nombre de la etnia mayoritaria de Japón). Esta situación continúa hasta hoy día.
La situación era insostenible para los ciudadanos coreanos que se quedaron en Japón tras la expulsión de los japoneses y no quisieron ir a Corea del Sur (porque eran originarios del norte y/o eran comunistas, etc…). Al nacer o permanecer allí, ni sus hijos ni ellos tenían nacionalidad alguna, eran apátridas, por lo que figuraron en los padrones japoneses como “朝鮮” (“chosen”, en kanji japonés o “chosön” en caracteres hanja coreanos), es decir, como “coreano” a secas, pero en el sentido de la dinastía chosön, no de ninguna de las dos coreas. No pudieron adquirir la nacionalidad japonesa porque solamente se otorga ius sanguini, es decir, siendo descendiente de japoneses hasta hoy día.
Esta situación se sostuvo hasta pasados dos años del armisticio de la Guerra de Corea, cuando se fundó la “Asociación general de coreanos residentes en Japón” o más comúnmente y de su acortamiento de su nombre original en coreano “Chongryon”, que significa “general” en el contexto de “Asociación general”. Fue fundada por Han Duk Su, fallecido en 2001, el cual también fue diputado a la Asamblea Popular Suprema en la RPDC.
Esta asociación tiene múltiples actividades culturales relacionadas con Corea. Tiene escuelas por todo Japón y se puede estudiar hasta el grado universitario si se desea. También se puede pedir la nacionalidad norcoreana, ya que Japón no se la otorga a no-japoneses de “pura cepa”. A parte de esto, también tienen una Asamblea Popular Local con las mismas reglas electivas que en cualquier APL peninsular y un cupo representativo a la Asamblea Popular Suprema en Pyongyang. Para los japoneses se expiden visados para poder ir a la RPDC.
También otorga empleo a los coreanos residentes en Japón. Sin embargo, debido al régimen de apartheid japonés citado antes, esto aún así es difícil. No solo les persigue el gobierno, sino la extrema derecha nipona.
*Artículo publicado originalmente en Saenal.
Foto de portada: Bandera del imperio japonés. Reuters