Estados Unidos celebra este 8 de noviembre elecciones legislativas, conocidas como «midterms». La importancia de estos comicios reside en el hecho de que el resultado tenga un gran impacto en los dos últimos años que quedan de la presidencia de Joe Biden.
En el país se renueva la Cámara de Representantes y una parte del Senado cada dos años. Dichas elecciones pueden coincidir con las presidenciales, aunque la renovación de los mandatos se da en la mitad del período presidencial, motivo por el cuala se las llama midterms.
Debido a este hecho es que esta elección es entendida como un referendo al presidente de turno, motivo por el cual suele suceder que el partido que ocupa la Casa Blanca tiende a perder escaños.
El Partido Demócrata obtuvo en la elección de 2020 una mayoría en la Cámara y un empate en el Senado. En la cámara alta quien tiene el voto de desempate es la vicepresidenta Kamala Harris, lo cual le ha permitido a Biden aprobar algunos de los proyectos de su agenda legislativa.
Para el partido republicano estas elecciones llegan en un momento clave: esta será la primera disputa tras la derrota de Trump en 2020. A su vez, servirá de termómetro para el exmandatario para decidir si se lanza como candidato presidencial para 2024.
A su vez, de obtener la mayoría, los republicanos podrían frenar efectivamente la agenda de Biden. También podrían controlar los comités de investigación del Congreso, por lo que podría poner fin a la investigación que se lleva a cabo sobre el ataque al Capitolio de EE.UU. del 6 de enero de 2021.
Las midterms estarán atravesadas por una serie de factores que fueron determinantes durante los dos años de gestión demócrata.
El más relevante es sin duda la decisión de la Corte Suprema en junio de 2022 de anular el fallo Roe vs. Wade, que otorgaba protección constitucional al aborto en el país.
Ambos partidos ya tienen proyectos legislativos que van a intentar implementar en el ámbito federal si ganan el control del Congreso en noviembre. Los demócratas prometen defender el derecho de las mujeres a abortar, mientras que los republicanos han propuesto una prohibición federal del aborto más allá de las 15 semanas de embarazo.
La posibilidad cada vez más concreta de una vuelta al escenario político del ex presidente Donald Trump también es uno de los puntos a tener en cuenta. A pesar de las objeciones de algunos líderes en el partido republicano, Trump logró darles impulso a algunos de los candidatos al Senado -como el exjugador de fútbol americano Herschel Walker en Georgia, el médico de televisión Mehmet Oz en Pensilvania y al autor populista JD Vance en Ohio- para que superaran a republicanos más tradicionales en las elecciones primarias.
Si los republicanos continúan siendo minoría en el Congreso, existirá la lectura de que el fracaso llegó de la mano de los candidatos poco convencionales seleccionados por Trump. De ser así, el expresidente podría cargar con la culpa y tal resultado aumentaría las esperanzas de los rivales presidenciales dentro del partido.
Estas elecciones serán las primeras tras el asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021, cuando un grupo de fanáticos intentó impedir la certificación de la victoria de Joe Biden en el congreso. Lejos de reducir las tensiones, Trump ha insistido en sus cuestionamientos a los resultados de la elección de 2020 y ha apoyado activamente a los candidatos republicanos que dicen que les robaron la victoria.
Muchos de estos candidatos, como los nominados a secretario de Estado Mark Finchem en Arizona y Jim Marchant en Nevada y el candidato a gobernador Doug Mastriano en Pensilvania, se postulan para cargos en los que tendrán al menos algún tipo de control sobre los sistemas electorales de su estado de cara a la contienda presidencial de 2024.
Otro de los factores a tener en cuenta son la alta inflación y las preocupaciones por el estado de la economía, lo cual representa una batalla cuesta arriba para que el partido gobernante logre mantener el control de ambas cámaras del Congreso.
Una mala elección para los demócratas se interpretaría también como una señal de la continua debilidad política del presidente Biden. A su vez, podría revivir los llamados para que el presidente le deje el camino abierto a otro candidato demócrata cuando comience la campaña presidencial de 2024.