A menos de diez días de la segunda vuelta electoral en Brasil, la estrategia de las campañas ha adquirido el tono y el contenido de una auténtica guerra sucia. La estrategia es bien conocida dentro del bolsonarismo, que en 2018 logró alcanzar la mayoría de los votos tras una avalancha de mentiras distribuídas por whatsapp y alimentada en gran medida por los medios de comunicación tradicionales. Sin embargo, en esta oportunidad e incluso por pura y mera sobrevivencia, la misma se ha convertido en la estrategia de la campaña de Lula de cara al 30 de octubre.
No se trata de falta de propuestas, al menos en primera instancia. Desde dentro del grupo del ex presidente la lectura es simple y hasta acertada: la única forma de alcanzar la victoria es entrando en el terreno de lucha propuesto por el adversario. Es en ese sentido que debe entenderse el contenido de las propagandas divulgadas para radio y televisión, donde se lo ve al actual presidente y candidato a la reelección haciendo declaraciones comprometedoras.
En uno de los spots que más repercusiones generó, se lo ve a Bolsonaro en una entrevista concedida cuando era diputado federal al New York Times. Allí, el ahora presidente declaró que comería carne humana, más precisamente carne de indio. A su vez, explica que en su momento no lo hizo porque los asesores que lo acompañaban se rehusaron participar del rito.
En otra de las propagandas divulgadas por la campaña, la cual corresponde a declaraciones más recientes del mandatario, Bolsonaro se refiere a un grupo de adolescentes venezolanas como prostitutas. El contexto de la declaración lo compromete aún más: según el propio Bolsonaro, tras un paseo de moto en el que pasó por un barrio periférico de Brasilia, el presidente dice haber encontrado a las menores “muy bien arregladas”, tras lo cual “pintó un clima” entre él y las niñas y pidió para entrar a la casa en la que vivían, donde habría otras adolescentes que también serían trabajadoras de la calle.
Si bien dicha propaganda terminó siendo prohibida para su difusión en el horario electoral de la tv y radio pública, el video generó tanta repercusión que Bolsonaro se vio obligado a grabar una disculpa pública. Allí argumentó que sus declaraciones habían sido malinterpretadas y utilizadas para perjudicar su candidatura, lo cual terminó generando una indignación aún mayor.
A estas dos inserciones se le suman otras donde se lo ve a Bolsonaro burlándose de las víctimas del covid durante la pandemia, a lo cual se le suma información acerca del atraso y corrupción en la compra de vacunas. En otra de las propagandas se explota el hecho de la familia presidencial ser dueña de 107 inmuebles, 51 de los cuales fueron comprados con valijas de dinero cuyo origen es desconocido.
Ninguna de las propagandas utilizadas por la campaña del Partido de los Trabajadores contiene noticias falsas o manipuladas. Las declaraciones de Bolsonaro se presentan en su contexto y no dejan lugar a dudas acerca de la intención con la que fueron dichas por el actual presidente.
La situación se presenta bastante diferente del lado del adversario. Declaraciones sacadas de contexto junto con la divulgación de noticias falsas acerca del cierre de iglesias, la instalación de baños unisex en edificios públicos y la legalización de la pedofilia en caso de que Lula sea electo presidente dominan tanto las inserciones en radio y tv del candidato a la reelección como los grupos de telegram y whatsapp de apoyo al actual presidente. A su vez, las mismas también son alimentadas en los cultos de iglesias evangélicas, segmento donde el presidente tiene mayor intención de voto y continúa creciendo.
A pesar de lo absurdo de tales acusaciones, el alcance de las mismas y el lento pero constante crecimiento de Bolsonaro en las encuestas de intención de voto da cuenta del éxito de dicha estrategia. A su vez, pone de manifiesto cuál es el terreno en el cual se traba la disputa al tiempo que explica la contraofensiva planteada por la campaña de Lula. De no apostar a un desgaste del adversario, para lo cual existe un abundante material de archivo, la victoria corre serios riesgos de quedar en las manos del oficialismo, pese a su alto índice de rechazo entre los electores.
El problema que se plantea entonces parece ser muy claro: mientras el bolsonarismo se desenvuelve con comodidad en un terreno que conoce y domina, la campaña del ex presidente Lula apuesta todas sus fichas en una ofensiva abundante en ataques contra el adversario mientras busca desmentir acusaciones falsas.
El equilibrio en el que se encuentra el PT a menos de 10 días de la segunda vuelta lo pone en una peligrosa encrucijada. Mientras desde algunos sectores es cobrado para presentar propuestas de cara a 2023, la estrategia lulista apuesta por aumentar el índice de rechazo de Bolsonaro en un contexto donde el actual presidente viene inclinando la balanza a su favor haciendo uso de la máquina pública para reelegirse. Con más dudas que certezas acerca del resultado que arrojen las urnas y una preocupación creciente acerca de lo que vendrá, el vasto archivo de declaraciones polémicas del actual presidente se presenta como el principal insumo de la oposición para imponerse el próximo 30 de octubre.
*Ana Dagorret es periodista de política internacional, coautora del Manual breve de geopolítica y parte del equipo de PIA Global.