En la política italiana el último acto del drama es siempre el penúltimo. En el día en el que Mario Draghi tiró la toalla y finalmente salió al Palacio del Quirinale para entregar su dimisión, los partidos empezaron a hacer cálculos de cara a unas elecciones que nadie quería realmente aparte de la extrema derecha de Hermanos de Italia, que quiere aprovechar el viento favorable que sopla en los sondeos. Su líder, Giorgia Meloni, parece ser ahora la única clara beneficiada por una crisis de Gobierno abierta por el Movimiento 5 Estrellas y redondeada por la Liga y Forza Italia, las formaciones del centro-derecha que apoyaban al Gobierno de unidad nacional surgido hace 17 meses por voluntad del presidente de la República, Sergio Mattarella.
La fórmula con la que el jefe del Estado trataba de asegurar un tiempo de estabilidad, mientras el país se enfrentaba a una pandemia y al reto que suponían las reformas requeridas para conseguir los fondos del plan europeo de recuperación, ha fracasado bajo el peso de las maniobras electoralistas de unos partidos acostumbrados, desde hace tiempo, a visiones de corto plazo que ni siquiera dependen de las medidas en discusión en el Parlamento. Pero ahora que ya se conoce la fecha de las elecciones, el próximo 25 de septiembre, las distintas formaciones políticas miden sus fuerzas en un camino hacia los comicios sembrado de incertidumbre.
Gobierno en funciones
El Gobierno de Mario Draghi se quedará en funciones para la gestión de los asuntos corrientes hasta las elecciones. No podrá aprobar decretos salvo excepciones impuestas por razones de fechas, como en el caso de algunas medidas del plan nacional de recuperación y resiliencia, como se llama el programa presentado a Bruselas para conseguir los fondos. Nunca antes en Italia se había votado en otoño, un tiempo destinado a la definición y aprobación de los presupuestos. Unas cuentas especialmente importantes en un momento de turbulencias económicas a nivel global por las consecuencias de la guerra en Ucrania y el encarecimiento de la energía. La prima de riesgo volvió a subir este jueves hasta los 237 puntos mientras la bolsa de Milán limitaba las pérdidas y cerraba con un -0,7 por ciento.
La preocupación por las limitaciones de poderes de un Gobierno en funciones, que el presidente Mattarella mencionó al anunciar la disolución del Parlamento, depende también de la necesidad de respetar los compromisos para el desembolso de los nuevos tramos del dinero de los fondos de recuperación. Italia es el mayor beneficiario del plan europeo, con nada menos que 230.000 millones de euros, de los cuales ya ha recibido 45.900 millones. El siguiente tramo, 19.000 millones, tenía que llegar antes de final de año pero está vinculado a la aprobación de 55 objetivos, desde la reforma fiscal a la ley de competencia. Compromisos que el miércoles Draghi enumeró en el programa de Gobierno, sintético y concreto, sobre el que había pedido a los partidos la reconstrucción del pacto de Gobierno.
“Italia tiene todo para ser fuerte, influyente, creíble en el mundo. Lo habéis demostrado día tras día en estos meses de Gobierno. Ahora debemos mantener la misma determinación en la actividad que podremos realizar en las próximas semanas, dentro de los límites del perímetro que se ha diseñado”, dijo Draghi en el Consejo de Ministros que convocó por la tarde. “Nos tenemos que enfrentar a las emergencias relacionadas con la pandemia, la guerra en Ucrania, la inflación y el coste de la energía. Debemos seguir con la actuación del Plan Nacional de Recuperación y Resiliencia, también para favorecer la labor del Gobierno que nos sucederá”, añadió el primer ministro, preocupado por preservar el legado más importante de estos 17 meses de Gobierno.
Mientras tanto empezaba de hecho la campaña electoral. Las elecciones anticipadas no eran la opción favorita para la mayoría de los italianos –solo tres italianos de cada diez querían el adelanto, según un sondeo publicado el domingo por el diario La Stampa– y la primera tarea de los partidos será explicar a sus votantes por qué han precipitado la crisis cuando faltaban un puñado de meses para el final de la legislatura. El hartazgo de los ciudadanos puede ensanchar el único partido que no tiene candidatos, el de la abstención. Sobre todo cuando el resultado que saldrá de las urnas se augura tan incierto. Mucho dependerá de los movimientos que habrá en los partidos, en una parte y en otra del espectro político.
La extrema derecha reclama el liderazgo
El centroderecha –Forza Italia, Hermanos de Italia y la Liga–, que en teoría puede ser el más beneficiado por el adelanto, está en realidad atravesado por la rivalidad entre las dos formaciones más a la derecha: Hermanos de Italia y la Liga de Matteo Salvini, que ha visto durante meses cómo el apoyo a su partido se esfumaba en los sondeos mientras subía la popularidad de Meloni. Y en el fondo es allí donde hay que encontrar la razón de la huida hacia adelante de Salvini, quien empujó a Forza Italia a seguirle en la decisión de decretar la caída de Draghi.
La determinación salió de un largo encuentro entre los líderes de la Liga y de Forza Italia en la residencia romana de Berlusconi, pero el que dictó los tiempos y las formas fue Salvini. Una subordinación que le puede salir cara a la formación del ex primer ministro, que registró en las últimas horas importantes defecciones, como las de los ministros Maria Stella Gelmini y Renato Brunetta, hasta ahora fieles partidarios de Berlusconi.
Pero el problema principal al que se enfrenta la coalición es la reivindicación de Meloni de guiar el Gobierno en el caso de victoria del centroderecha en las urnas. “Tengo mis ideas sobre cómo hay que gobernar la nación. Se vota en dos meses, el centroderecha está listo”, dijo el miércoles tras el resultado de la jornada. Está por ver si las tensiones crecerán o el centroderecha volverá a unirse de cara al voto, una especialidad que el centroizquierda le envidia.
El “campo ancho” que nace muerto
El Partido Democrático compite con Hermanos de Italia para ser el más votado, pero a diferencia de este último, tras la crisis de Gobierno se encuentra con opciones de alianza complicadas. Durante semanas se habló del nacimiento del llamado “campo ancho”, un espacio de centroizquierda que englobara también al Movimiento 5 Estrellas. Ahora el Partido Democrático espera que los electores premien su postura de firme apoyo al Gobierno de Draghi mientras ocurría lo que el secretario del partido, Enrico Letta, no paró de definir como una “locura”. Hay quien no quiere hacer saltar por completo los puentes con lo que queda del Movimientos 5 Estrellas, pero el espacio es estrecho. “Los responsables un poco están avergonzados, un poco no están completamente seguros de haber entendido lo que pasó, un poco intentan quitar las huellas dactilares de las armas”, dijo Letta.
Mientras tanto el Movimiento 5 Estrellas se enfrentaba a un “día después” complicado. La crisis que abrieron hace una semana se les escapó de las manos cuando fue claro que la tercera vía que habían encontrado la semana pasada en la votación del llamado “decreto de ayudas”, un importante paquete de medidas económicas, es decir, ausentarse para no votar, resultó la gota que colmó el vaso de la paciencia de Draghi, harto de presiones y chantajes de los partidos.
Giuseppe Conte, que lidera ahora la formación que le postuló como primer ministro en 2018 para salir de otro bloqueo institucional, tiene que tratar de evitar un nuevo cisma tras la escisión decidida hace ya un mes por el ministro de Exteriores, Luigi Di Maio. Luego tendrá que recuperar el apoyo de las bases: al partido que ganó en 2018 con el 33% de los votos ahora los sondeos no le dan más que un 10%.
El ‘partido de Draghi’ sin Draghi
Di Maio, mientras asiste al drama del partido que lideró y contribuyó a fundar, intenta fortalecer su posición en ese espacio que se ha ido ensanchando a medida que la crisis de Gobierno empeoraba. “La agenda reformadora de Draghi no puede abandonarse, no puede desaparecer”, dijo este jueves tras arremeter contra las fuerzas que habían hecho caer el Gobierno –refiriéndose a M5S y Liga– y que, añadió, son las mismas que “guiñan el ojo a Putin”. Una frase que ejemplifica lo que los comentaristas políticos italianos empiezan a llamar “el partido de Draghi sin Draghi”, el nuevo nombre de ese “Gran Centro” que ha sido la ambición de muchos desde que desapareció la Democracia Cristiana. Allí estarían también el ex primer ministro Matteo Renzi o algunos de los disidentes de Forza Italia.
Hasta las elecciones faltan exactamente dos meses, un tiempo infinito para tejer y deshacer alianzas y coaliciones. Pero un tiempo también estrecho porque por primera vez se vota en otoño y después del voto los ganadores tendrán por delante el primer importante escollo, la aprobación de unos presupuestos cruciales.
*Mariangela Paone, periodista.
Artículo publicado en eldiario.es
Foto de portada: El presidente de la República, Sergio Mattarella, firma el decreto de disolución del Parlamento, este jueves. Presidencia de la República de Italia.