Sin embargo, nadie debe caer en la falsa suposición de que este acontecimiento implica una ruptura transatlántica entre la UE y Estados Unidos, ya que no se está produciendo nada de eso. Más bien, lo que ocurrió fue que la UE contraatacó inesperadamente a Estados Unidos después de que éste se excediera al provocar una importante crisis entre Rusia y el bloque mediante su explotación de Lituania con ese fin.
La aclaración de la Comisión Europea de que sus sanciones antirrusas no deben ser interpretadas por Lituania como una luz verde para bloquear Kaliningrado sugiere claramente que el bloque se siente incómodo con la influencia desestabilizadora que se sospecha que Estados Unidos ejerce sobre ese país báltico. La interpretación unilateral por parte de Vilnius de estas restricciones previas como pretexto para cortar las conexiones por carretera y ferrocarril con ese exclave ruso fue más una provocación política orquestada por Washington con el fin de manipular las mentes de los occidentales que un intento de empeorar el nivel de vida de los habitantes de esa región, como el autor explicó en su momento aquí. Por lo tanto, su decisión de seguir la corriente de Bruselas a este respecto es una derrota para ese hegemón unipolar en declive, y una derrota inesperada.
Estados Unidos reafirmó con éxito su hegemonía sobre la UE con un pretexto antirruso al iniciarse la operación militar especial que Moscú está llevando a cabo en Ucrania, consiguiendo incluso que sus vasallos europeos sancionaran de forma contraproducente a su principal proveedor de materias primas y desencadenando así una crisis económica absolutamente evitable que llevó al euro a la paridad con el dólar por primera vez en dos décadas. Si algunas empresas europeas acaban quebrando en el futuro, sus competidores estadounidenses y británicos se beneficiarían. En definitiva, Estados Unidos tiene un control casi total sobre la UE en este momento, pero finalmente se excedió al conseguir que Lituania bloqueara Kaliningrado y provocara así una gran crisis entre Rusia y el bloque.
Eso fue demasiado para los «Tres Grandes» (Francia, Alemania e Italia), que rápidamente intervinieron a través de las instituciones europeas para reafirmar su propia hegemonía, mucho más directa, sobre ese país báltico, aclarando que sus sanciones no pueden ser aprovechadas para cortar el tránsito de productos civiles al exclave ruso por ferrocarril. Aunque Lituania es un Estado vasallo de Estados Unidos, es mucho más europeo cuando se le presiona como lo hizo recientemente. Vilnius no podía desafiar a la Comisión Europea, de ahí que haya acatado su aclaración política y haya ido así en contra de la voluntad de Washington. La única razón por la que esto ocurrió es porque los «Tres Grandes» consideraron inaceptable provocar a Rusia de forma tan descarada, lo que a su vez habla de su postura comparativamente más pragmática hacia el conflicto ucraniano.
Sin embargo, nadie debe caer en la falsa suposición de que este acontecimiento implica una ruptura transatlántica entre la UE y Estados Unidos, ya que no se está produciendo nada de eso. Más bien, lo que ha ocurrido es que la UE ha reaccionado inesperadamente a Estados Unidos después de que éste se excediera al provocar una importante crisis entre Rusia y el bloque mediante su explotación de Lituania con ese fin. Esto demuestra que los mayores vasallos europeos de Estados Unidos aceptarán prácticamente cualquier cosa que les exija su señor, excepto si se corre el riesgo de desencadenar un conflicto directo con Rusia en el peor de los casos, como algunos temían que amenazara el bloqueo de Kaliningrado orquestado por Estados Unidos. En estos casos, los «Tres Grandes» demostraron que tienen la voluntad política de intervenir con decisión en contra de los deseos de Washington.
Hay cinco conclusiones de este incidente. En primer lugar, Estados Unidos explotará a sus vasallos más pequeños y rusófobos de la UE para provocar una crisis entre Rusia y el bloque. En segundo lugar, si los responsables políticos de los «Tres Grandes» consideran que la crisis supone un riesgo de conflicto directo con Rusia en el peor de los casos, intervendrán con decisión para evitarlo. En tercer lugar, esta intervención adopta la forma de reafirmar su propia hegemonía sobre cualquier vasallo estadounidense que haya sido explotado para provocar la crisis. En cuarto lugar, no se espera que Estados Unidos se pelee con la UE cuando esto ocurra, ya que al hacerlo se corre el riesgo de dividir la unidad del bloque y debilitar así la plataforma más amplia que ha explotado para «contener» a Rusia. Y, por último, estas diferencias inesperadas entre la UE y Estados Unidos no deben interpretarse como una ruptura entre ellos.
*Andrew Korybko, analista político estadounidense.
Artículo publicado en One World.